A tres décadas de retorno a la democracia, con crecimiento sostenido del ingreso per cápita, que ya supera los U$25.000 – mientras las autoridades anuncian que cruzaría el umbral de los U$30.000 en 2022 – el discurso oficial, complaciente y soberbio ante el complejo concierto internacional, se resiste a reconocer, con el debido rigor, las extremas brechas socioeconómicas y los efectos de la concentración de la riqueza, que castra el desarrollo democrático y cultural del país.
Nada nuevo bajo el sol. En el marco de los fríos números, la inversión en cultura continúa lejos del 1%, piso mínimo para presentarse con dignidad ante el ansiado elenco de países con diploma de desarrollados. El presupuesto nacional en cultura no supera el 0,4% y el aporte del Estado al desarrollo de las artes y la actividad cultural ha crecido durante los últimos años con reiterados dolores de parto. Pero, ojo: todo puede ser peor. Y está pasando. Aquí y ahora.
El discurso oficial intenta cuadrar el círculo y el primer año de un nuevo gobierno de Sebastián Piñera – siempre orgulloso de sus aportes a la vida cultural- amenaza con una nueva frustración.
Usted habrá escuchado que a esta administración le corresponde inaugurar la tan esperada nueva institucionalidad cultural. Casi naturalmente, ha surgido la justificación de un ajuste- léase recorte presupuestario para una multiplicidad de entidades y fondos culturales a lo largo del país- en atención a los costos de instalación del nuevo ministerio de las Artes, las Culturas y el Patrimonio.
El presupuesto nacional en cultura no supera el 0,4% y el aporte del Estado al desarrollo de las artes y la actividad cultural ha crecido durante los últimos años con reiterados dolores de parto. Pero, ojo: todo puede ser peor. Y está pasando. Aquí y ahora.
El miope ejercicio matemático del gobierno para cuadrar el círculo queda al desnudo. Resulta absurdo y contradictorio contar con una nueva institucionalidad, para impulsar y fortalecer la creación y el acceso a los llamados bienes culturales, que debute disminuyendo los ya limitados recursos presupuestarios.
Se puede hacer una revisión rigurosa de las instituciones afectadas con un recorte, cercano al 30% de su presupuesto anterior (entre ellas, Santiago a Mil, Matucana 100, Balmaceda Arte Joven, Museo Precolombino, Museo Violeta Parra, programas del Consejo Nacional de Televisión). Y mientras se hace gárgaras con la “calidad de la educación”, se castiga el ya precario financiamiento- cerca de un 15% menos- para el arte en colegios y liceos.
Todo parece cuadrar a la hora de revisar lo prioritario para el Ejecutivo. Valga mencionar que aún se mantienen desiertas once agregadurías culturales de nuestro país en el mundo.
Las autoridades llaman a la racionalidad. El horno no está para bollos. Las expectativas de crecimiento no son las esperadas y el propio gran empresariado no ha conseguido anular la reforma tributaria como esperaba. El gobierno pide cordura, las expectativas de crecimiento no son las alimentadas durante la campaña presidencial.
Resulta absurdo y contradictorio contar con una nueva institucionalidad, para impulsar y fortalecer la creación y el acceso a los llamados bienes culturales, que debute disminuyendo los ya limitados recursos presupuestarios.
Ante la frustración colectiva y la consiguiente reacción de instituciones del arte y la cultura, sumados parlamentarios opositores, el gobierno responde con la racionalidad matemática. Incluso el juego de los números da espacio a cierta demagogia, para pescar incautos, a río revuelto. No todos son disminuciones presupuestarias. El Consejo de Monumentos Nacionales y el Programa de Exportación de Servicios, registran alzas considerables.
Las cartas están echadas. En un gobierno de marcado perfil empresarial las prioridades no se transan. Querían nueva institucionalidad cultural? Ahí viene, pero no es gratis. Veremos cómo se comportan los mercados el próximo año. Los cuestionamientos opositores en el parlamento tienen límites conocidos de negociación.
Una bofetada más en el rostro al universo de la cultura y las artes. Otra vuelta de tuerca para asumir quién lleva la batuta, cuando las autoridades levantan el pecho y la voz para resaltar la relevancia de nuestros récords en ingreso per cápita.
Una bofetada más en el rostro al universo de la cultura y las artes. Otra vuelta de tuerca para asumir quién lleva la batuta, cuando las autoridades levantan el pecho y la voz para resaltar la relevancia de nuestros récords en ingreso per cápita.
Y ésta es solo la punta del iceberg de vacíos y absurdos que vienen marcando el desarrollo traumático de nuestra vapuleada institucionalidad cultural.
Este año, se discutirá, por primera vez, el presupuesto del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, proyecto que entró en vigencia en marzo de 2018. No obstante, desde ya han surgido críticas respecto de cómo serán distribuidos los montos para dicha cartera.
En primer lugar, el proyecto de Ley contempla un incremento de un 4 por ciento en relación a 2018, lo que equivale a una inversión aproximada de $188 mil millones que, principalmente, serán divididos en dos áreas: “Gastos en personal” y “Bienes y servicios de consumo”. Así, en el texto y a modo de explicación puede leerse: “Este incremento responde principalmente al impacto de la implementación de la nueva institucionalidad”.
De esta forma, ciertas líneas programáticas del proyecto quedan debilitadas, por ejemplo, los centros de desarrollo artístico, cuyo presupuesto se reduciría en un 38 por ciento y el financiamiento de infraestructura cultural que desciende un un 4,2 por ciento.
Marcelo Díaz, presidente de la Comisión de Cultura, Artes y Comunicaciones de la Cámara de Diputados, señaló, el martes pasado, que esta merma también afectaría a diversos proyectos culturales que reciben financiamiento directo del Estado, entre ellos, el Teatro Biobío, el Museo Violeta Parra, el Museo Chileno de Arte Precolombino, Matucana 100 y la Fundación Teatro a Mil.
En este sentido, cada uno de ellos enfrentaría una reducción de un 30 por ciento en los aportes que recibe del Estado.
Ante ello, Carlos Aldunate, director del Museo Chileno de Arte Precolombino, quien comentó que esta noticia fue toda una sorpresa para su equipo, explicó que este recorte afectará principalmente a los “gastos ordinarios del Museo”.
“Esto quiere decir que se afectará el pago de sueldos, seguridad y aseo. Estos son los gastos básicos que requiere cualquier institución para funcionar, porque ninguna institución nos va a pagar esto. Es imposible conseguir una empresa que se haga cargo de esto”.
“Todos nuestros proyectos quedan en un estado de fragilidad muy grande. Entonces, para nosotros esto es una herida en la base del funcionamiento del museo”, añadió.
Por su parte, Francisca Peró, directora del Teatro Biobío, que abrió sus puertas hace sólo siete meses, señaló: “Reducir el 30 por ciento es como cortarle el 30 por ciento del corazón o el 30 por ciento del cerebro a un ser humano. Los efectos no son en un proyecto, en una cosa, sino que van a impactar a todo nuestro cuerpo”.
“Este es el espacio cultural más relevante del sur de Chile, es admirado en Santiago, es reconocido internacionalmente. No hay un escenario más grande en el país que el nuestro. Entonces, duele el desconcimiento de la institucionalidad sobre nuestro trabajo, sobre el espacio, pero duele también por la región. Se esperaron muchos años para que existiera este teatro y, ahora,pareciera ser que nos están dejando de lado”, agregó la gestora cultural.
A su vez, comentó: “Estos espacios, para que cumplan la misión de generar mayor acceso a la cultura, tienen que nutrirse virtuosamente de fondos del Estado y de gestión propia también. Todos los espacios trabajamos de esa manera. Sería bueno que el Ministerio se tome más tiempo, revise, conozca y se dé cuenta de que todos estos espacios están generando un beneficio para el país que es enorme”.
El proyecto también contempla otros puntos, por ejemplo, un programa de Modernización del Archivo Nacional y el fortalecimiento de un fondo de mejoramiento integral de museos. No obstante, los recursos destinados a las Bibliotecas Públicas enfrentan una baja de un 3,5 por ciento. Pero, pese a ello, aquí hay una sorpresa, ya que se integrarán cinco centros del SENAME a la red.
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Cuesta entender que en el año de la puesta en marcha del ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, el gobierno haya propuesto recortes tan importantes al presupuesto de cultura. Instituciones clave como el Museo de Arte Precolombino, la Fundación Teatro a Mil, Matucana 100, Balmaceda 1215, el Museo Violeta Parra y el Teatro Regional de Bío Bío, recibirán, en promedio, un presupuesto un 30% menor que este año, lo que impactará dramáticamente en su funcionamiento y en su programa de actividades. Algo parecido pasará con el GAM y el Centro Cultural Palacio de La Moneda, con un 5% menos de presupuesto y una rebaja tambi{en sustantiva en el presupuesto para el Sitio Patromonio de la Humanidad”.