El nuevo oficialismo ¿Un gobierno y dos coaliciones?

por La Nueva Mirada

Luego de un intenso proceso de consultas, Apruebo Dignidad, la coalición del presidente electo ha tomado una decisión clarificadora. No se ampliará hacia los otros partidos que apoyaron a Gabriel Boric en segunda vuelta. Y ha dejado en libertad acción al presidente electo para designar un gabinete de amplia base política, que pudiera incluir militantes o independientes más allá de las fronteras de su propia coalición.

Es una opción realista. Por más que algunos piensen que el ideal habría sido una gran coalición que integrara a la diversidad política que sumó Gabriel Boric en su campaña de segunda vuelta. Pero la realidad es lo posible.

Mas allá de evidentes coincidencias programáticas persisten matices y diferencias ideológicas y políticas que se extienden en el amplio espectro del progresismo y la izquierda.

Apruebo Dignidad tiene todo el derecho a formar gobierno y le corresponde al presidente electo resolver la integración de su gabinete y la fórmula para ampliar su base de sustentación política, sea bajo la fórmula de un gobierno y dos coaliciones o con anillos diferenciados de participación de las diversas fuerzas políticas. En lo posible, de manera institucional, confiando que ello pueda materializarse en un verdadero pacto de gobernabilidad a nivel parlamentario.

La Democracia Cristiana se encuentra en medio de un proceso de definiciones muy sustantivas respecto de su futuro, que interroga sobre la necesidad de una virtual refundación. Aunque minoritariamente, algunos sectores insisten en asumirse como un partido de oposición, con claras distancias de la derecha, mientras la mayoría apuesta por la colaboración sin necesidad de integrar la nueva administración liderada por Apruebo Dignidad.

El Partido Socialista(PS) que debe enfrentar su congreso en el próximo mes de abril, así como la renovación de sus máximas autoridades, se ha definido por una colaboración constructiva con el próximo gobierno, sin descartar que alguno (a)s de sus militantes pueda asumir funciones de gobierno, sin condiciones.

La gran interrogante es si el PS mantendrá su actual política de alianzas, que lo vincula a la DC, PPD-PRSD y liberales progresistas (Nuevo Trato).  Una resolución para nada ajena a lo que resuelvan aquellos aliados, en particular la falange y, por cierto, a las conclusiones de su próximo congreso programático. En definitiva, definiciones más que relevantes después de sus modestos resultados en las recientes elecciones parlamentarias.

Un gobierno sin mayoría parlamentaria

Apruebo Dignidad no cuenta con mayoría parlamentaria. Con cinco senadores y 37 diputados, requiere de los votos de todos los sectores de la actual oposición (incluidos independientes no de derecha) para reunir mayoría simple y de un espectro de la derecha para quórums calificados.

Ciertamente una situación compleja que pondrá en exigentes pruebas la capacidad de gestión política del nuevo gobierno para impulsar el diálogo y buscar consensos en los avances de su agenda legislativa.

No hay dudas que el programa original de Boric experimentó modificaciones de algunos contenidos y precisiones de gradualidad en la campaña de segunda vuelta, estableciéndose bases sustantivas para asentar la colaboración constructiva de aquellos sectores que no integran la coalición oficialista.

Las propias definiciones que asume el presidente electo, no sólo en materia de designaciones sino también en la necesidad de priorizar y graduar el proceso de cambios, han contribuido a potenciar una mayor convergencia política del denominado progresismo que se sumó en su contundente mayoría histórica en la votación de segunda vuelta.

Por ahora, la prioridad es asegurar la gobernabilidad futura del país, apoyar el buen éxito del proceso constituyente y abrirle camino a los cambios que necesita el país.

Todos los sectores que apoyaron a Gabriel Boric en la segunda vuelta aparecen fuertemente comprometidos con el éxito de su gobierno. Un virtual fracaso arriesga al resurgimiento de alternativas de ultraderecha o populistas que tienen desenlaces conocidos en nuestro país y la región.

Las fracturas en la derecha

De Sichel a JAK media un abismo que no todos quisieron saltar

Con la crudeza que la caracteriza Evelyn Matthei adelantó que Sebastián Sichel era el candidato de los grandes empresarios. Y también un invento del gobierno, que buscaba una figura lo más parecida a Piñera. Una fórmula exitosa en dos elecciones presidenciales. Y si se llamaba Sebastián, no podía ser mejor. Un hombre que venía del centro, con una infancia difícil y que se hizo a sí mismo, como gustaba afirmar, hasta que se transformó en chiste repetido después, eso sí, de su contundente triunfo en la primaria que sepultó a Lavín (el favorito en las apuestas), Desbordes (en un vapuleado RN, que poco lo apoyó) y Briones (liberal) en un confuso Evópoli, coexistiendo con conservadores como el ahora   senador electo Luciano Cruz – Coke.

Corta fue la primavera de Sichel, hasta que irrumpió JAK con la suerte final ya conocida, condicionando un giro abrupto con retrocesos programáticos hacia el autoritarismo pinochetista que, también en muy corto plazo, le pasa cuentas a una desafiante recomposición que urge a la derecha como oposición al gobierno de Gabriel Boric.

Al momento del reordenamiento en las directivas del actual oficialismo pocos parecen dispuestos a valorar las advertencias al riesgo de una costosa involución apoyando a un muy inviable JAK, como lo hicieron Manuel José Ossandón, Ignacio Briones y Mario Desbordes, entre otros tantos.

Así no fue tan sólo Sichel – al que hoy le cargan cuentas- quienes mostraban renuencias explícitas y condiciones para suscribir un compromiso de apoyo reciproco en segunda vuelta con el candidato republicano.

Algo más que curioso sería el apoyo final de aquella derecha social al candidato de la ultraderecha. Sin reservas o condiciones. El fundamento es pobre: impedir el triunfo de Gabriel Boric, el postulante de la izquierda, apoyado por el PC.

¿Posible división en la derecha?

La derrota fue estruendosa y hoy enfrenta a la derecha a una indispensable rearticulación que pasa por lacerantes criticas y autocríticas. Una verdadera caza de brujas en busca de los responsables y serias interrogantes acerca de los liderazgos y su unidad futura.

JAK no tiene ninguna opción para convertirse en el jefe de la oposición, pese a la considerable suma de votos alcanzada en la segunda vuelta (cercana a la obtenida por Piñera en la pasada elección). No es parlamentario (que es el espacio en donde la oposición se jugará su futuro en los próximos años) y está fuera del presupuesto nacional (lo que para los mexicanos equivale a vivir en el error). Su partido alcanzó una representación que hoy aparece como el cuento de los diez perritos (ha perdido tres de sus quince diputados antes de asumir). Y se acentúa su perfil de discordia para el sector.

En Evópoli soplan vientos de fronda y ánimos refundacionales. En Renovación Nacional se prevé un quiebre entre la llamada derecha social y la dura que hoy comanda el senador Francisco Chahuán. Pese a sus afirmaciones acerca de abandonar la política, Sichel acaricia la idea de crear un centro de pensamientos de inspiración liberal.

JAK no será el líder que aspira proyectar, pero representa una vertiente con la mirada puesta en los próximos cuatro años.

Así, las posibilidades de aglutinarse en una sola coalición parece remota. Mas bien se puede imaginar un realineamiento que reúna a los sectores mas duros de RN con la UDI, un encuentro de Evopoli con la llamada derecha social y eventualmente el PRI y sectores de centro derecha, además de los republicanos, que mantendrán su independencia.

La posibilidad que estos tres sectores puedan sumar sus fuerzas a nivel parlamentario depende de la flexibilidad y apertura que muestren los diversos sectores para enfrentar la agenda de cambios del próximo gobierno. Las palabras de buena crianza de que serán una oposición constructiva, abierta al diálogo y la búsqueda de acuerdos deberán pasar la prueba de la blancura en los primeros meses del nuevo gobierno.

En lo especifico, hoy se discute la composición de las mesas del Senado (la derecha puede aspirar a dos años) y la Cámara de Diputados, en donde la actual oposición deberá probar que puede formar mayoría. En la cámara alta un año le corresponde a la UDI, que ya ha designado su candidato, en la persona del senador Juan Antonio Coloma, en tanto que el segundo período le correspondería a RN, en donde está planteada una fuerte disputa, que enfrenta a Francisco Chahuán con Manuel José Ossandón y Paulina Núñez.

Una de las máximas de la política es sumar y multiplicar. Pero no siempre es posible sumar peras con manzanas y muchas veces las cifras no cuadran. Sobre todo, teniendo a la vista la escasa densidad ideológica de la derecha y la fuerte disputa por los liderazgos futuros.

Y parece evidente que Sebastián Piñera, a quien muchos sindican como el gran responsable de la derrota, no jugará un rol importante en este proceso de redefiniciones que hoy vive el sector. “Que se retire de la política y vuelva a sus negocios”, parece ser la sentencia. Un triste y solitario final.

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