El suspiro poético final de una carta suicida

por Karen Punaro Majluf

Numerosas escritoras han decidido quitarse la vida, ya sea por depresión, enfermedad o penas de amor. Si bien en el Romanticismo se plantea la muerte como el epílogo de una historia de dolor y pasión; no deja jamás de sorprender que talentos de las letras hayan escogido el momento de partir cuando la literatura dejó de ser su principal soporte emocional

Con Gustavo Adolfo Bécquer aprendí que sí se puede morir por amor. El máximo representante del Romanticismo (aunque en realidad no pertenece al período exacto que partió en Inglatera en 1770) escribió sus Rimas y Leyendas, las cuales es posible encasillar según el momento pasional por el que pasa; y si bien el autor español falleció de tuberculosis, siempre dejó en claro que el suicidio era una de las formas de dar término a una adoración dolorosa. 

La relación escritor-inconformidad psíquica ha sido ampliamente estudiada durante el siglo XX. El psiquiatra Jesús de la Gándara plantea que son dos los factores que se relacionan con la creatividad: inteligencia y personalidad, siendo esta última caracterizada por “ausencia de contención emocional, inquietud, impaciencia e insatisfacción que conduce a la continua generación de un proyecto tras otro”.

Fue en 1987 cuando la psiquiatra Nancy Andreasen examinó a 30 escritores a través de una entrevista estructurada, determinando que el 80% de ellos padecía trastorno afectivo (43% bipolares y 37% depresivos mayores); un 30% era alcohólico, en donde el 10% de ellos era bipolar y el 17% depresivos mayores. Del total, finalmente dos se suicidaron. “La creatividad como la enfermedad mental son rasgos que fluirían juntos en las familias y podrían estar genéticamente mediados”, añade la autora. 

Y reafirmando la misma línea de estudio, Kay Jamison (1989) estudió las tasas de enfermedades afectivas en una muestra de 47 connotados escritores y artistas británicos. El 38% habían sido tratados por un trastorno afectivo, en donde la mitad de los poetas había recibido tratamiento. “Todos los sujetos comunicaron intensos episodios altamente productivos, de una duración media de dos semanas, caracterizados por entusiasmo, energía, autoconfianza, rapidez en la asociación mental, fluidez de pensamientos, disminución de la necesidad de dormir, euforia y bienestar. Es Decir, manifestaciones que se superponen a las del episodio hipomaniaco”, explica el médico.

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Virginia Woolf: trastorno bipolar de la personalidad

Adeline Virginia Stephen nació en Londres el 25 de enero de 1882 en medio de una familia relacionada estrechamente con la literatura. Fue la tercera de cuatro hermanos, todos muy unidos, y sus mejores recuerdos son de Cornualles, donde pasaban las vacaciones de verano. El quiebre de la armonía sucedió cuando la autora tenía 13 años y su madre fallece repentinamente de fiebre reumática.

Virginia enferma de depresión, la cual se acrecienta cuando su medio hermana Stella, quien había tomado el rol de mamá, contrae matrimonio y muere en su luna de miel a causa de una peritonitis. En medio de la enfermedad y las constantes pérdidas, Virgina estudia alemán, griego y latín; intercalando con períodos de desinterés total por cualquier actividad. Pasó su adolescencia con varias estadías en psiquiátricos, tratando de asumir la tercera muerte: su padre falleció de cáncer en 1905. 

A los treinta años, ya con una incipiente carrera literaria, conoció a Leonard Woolf, con quien se casó sin estar segura de si el matrimonio era realmente lo que deseaba. Respecto a su narrativa, ésta lleva pensamientos, consciencia, visiones, deseos y hasta olores. Perspectivas narrativas que incluían estados de sueño y prosa de asociación libre.

En 1922 publica El cuarto de Jacob, novela en la que empezó a experimentar el estilo literario que perpetuó, caracterizado por el uso de   metáforas y simbolismos y en el que los personajes adquieren protagonismo a través de sus monólogos interiores. El éxito lo logra en 1925 con La señora Dalloway, obra que abarca la personalidad de la protagonista en un relato que transcurre en sólo doce horas. El año ’25 llegó cargado de emociones, ya que conoció a la escritora Vita Sackville-West, quien fuera su amante, a pesar de que ambas estaban casadas. Ella fue su musa que la llevó a escribir Orlando (1928) obra con la que aumentó aún más su popularidad. 

Los años venideros fueron de un frenesí literario (Una habitación propia en 1929; Las olas, 1931, The Common Reader: Second Serie, 1932; Los años, 1937; y Tres guineas, 1938); sin embargo, a pesar del éxito literario, continuó sufriendo regularmente episodios depresivos y cambios de humor. 

Con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial se acrecentaron sus crisis y tras el bombardeo alemán en Londres en 1940, en donde su casa resultó destruida, Woolf con 59 años -e incapaz de hacer frente a su desesperación-, el 28 de marzo de 1941 se puso su abrigo, llenó los bolsillos de piedras y se adentró en el río Ouse. Antes dejó dos cartas, una para su hermana Vanessa Bell (hermana) y otra para su marido.


Leonard Querido:

Creo que voy a enloquecer de nuevo. Siento que no podemos atravesar otro de esos tiempos horribles. Y esta vez no me recuperaré. Comienzo a escuchar voces y no puedo concentrarme. Así que voy a hacer lo que creo que es lo mejor.

Tú me has dado la mayor de las felicidades posibles. Has sido, en todos los sentidos, todo lo que alguien puede ser. No creo que dos personas puedan haber sido más felices hasta que llegó esta enfermedad. Y ya no puedo seguir peleando. Sé que estoy arruinando tu vida, que sin mí podrás trabajar. Y lo harás, lo sé. Ya ves que no puedo ni siquiera escribir esto con propiedad. No puedo leer.

Lo que quiero decir es que te debo toda la felicidad de mi vida a ti. Has sido totalmente paciente conmigo… e increíblemente bueno. Quiero decirlo, aunque todo el mundo lo sabe. Si alguien pudiera salvarme solo podrías haber sido tú. Todo se ha marchado de mí, salvo la certeza de tu bondad. Y no puedo seguir arruinando tu vida durante más tiempo.

No creo que dos personas puedan ser más felices de lo que nosotros hemos sido.

V.

Querida:
No puedes imaginarte lo mucho que me ha gustado tu carta, pero siento que he volver. Es lo mismo que la primera vez: todo el tiempo oigo voces, y sé que no puedo superar esto ahora. Todo cuanto quiero decir es que Leonard ha sido sorprendentemente bueno cada día, siempre; no puedo pensar que alguien hubiera podido hacer más de lo que ha hecho por mí.
Hemos sido perfectamente felices hasta las últimas semanas, cuando este horror empezó. ¿Harás que esté seguro de esto? Siento que le queda mucho por hacer y que seguirá adelante, mejor sin mí, y que tú le ayudarás.
Apenas si puedo pensar con claridad ya. Si pudiera te diría cuánto habéis significado tú y los niños para mí. Creo que lo sabes.
He luchado contra esto, pero ya no puedo más.
Virginia.

Anne Sexton: “La vida no es fácil” 

Anne Gray Harvey tuvo una vida burguesa normal en los mejores barrios de Boston hasta que deja sus estudios para contraer matrimonio con Alfred Sexton cuando sólo tenía 20 años. 

Lo que pudo ser un romance juvenil con una luna de miel de ensueño, se vio truncado por la II Guerra Mundial, que se llevó a “Kayo” a la trinchera dejándola sola al cuidado de sus suegros. Sin embargo, la depresión se manifestó en ella recién tras el nacimiento de su primera hija, Linda Gray (1953), enfermedad que se acrecentó profundamente al ser madre por segunda vez (Joyce, 1955).

Tal era el desinterés de Anne por sus hijas, que eran sus suegros los encargados de cuidarlas, generándole esta ayuda una angustia que la hacía sentir incapaz de llevar el rol de madre. Tras un intento de suicidio en 1955 –el día de su cumpleaños- comenzó terapia con el médico psiquiatra Martin Orne, quien la incentivó a escribir poesía como parte de su terapia.

Fue en un taller literario en donde conoció a la poetisa Sylvia Plath, con quien inmediatamente entabló una estrecha amistad, al punto que tras cada clase se pasaba a tomar una copa mientras discutían cómo y cuándo morir. 

Cuando Sylvia se suicidó, le dijo a su médico –a modo de poema- que su amiga le había robado el espacio que estaba destinado a ella.


¡Ladrona! ¿Cómo te has metido dentro, / te has metido abajo sola / en la muerte a la que deseé tanto y tanto tiempo?”.


La poeta confesionalista fue premiada con el Pulitzer de Poesía (1967), el Shelley Memorial Award (1967) y la Beca Guggenheim (1969). Recorrió Estados Unidos montando espectáculos en los cuales leía su obra, mientras era admirada por cientos de jóvenes y tuvo una carrera literaria exitosa, aún cuando no contaba con estudios formales. 

Su afán por ser siempre joven y deseada se vino abajo tras separarse de “Kayo”, pues no tuvo la vida de soltera que esperaba. Con 45 años, el 4 de octubre de 1974, se encerró en el estacionamiento de su casa y encendió el motor de su auto; murió por intoxicación de monóxido de carbono, Antes dejó una carta a Linda y le pide que jamás se sienta culpable por la decisión que tomó.


“La vida no es fácil. Es terriblemente solitaria. Yo lo sé. Ahora tú también lo sabes (…) Sé tu misma. Entrégate a los que amas. Háblale a mis poemas, y háblale a tu corazón, yo estoy en ambos: si me necesitas «.

Marta Lynch: la prisión de un cuerpo que envejece

Especialistas afirman que las mujeres evitan suicidarse de un balazo en la sien por temor a que las encuentren feas al momento de ser halladas. Por lo mismo llama la atención que Marta Lynch, quien vivió abrumada por la huella que deja en el cuerpo el paso de los años, haya optado por este método para acabar con su existencia.

La escritora –Marta Lía Frigerio- nació en 1925 en Buenos Aires. Perteneció a la generación del ‘50 y compartió escena con Beatriz Guido, Silvina Bullrich y Sara Gallardo, destacando por su prosa que mezcla lo íntimo y lo social destacando el rol de la mujer. El poeta Alberto Girri la definió como una escritora «poco menos que única entre nosotros, por su ímpetu y destreza narrativa y por haber incorporado a nuestra literatura personajes como la señora Ordóñez o la Colorada Villanueva, acaso arquetípicos de nuestro medio«; y la periodista Cristina Mucci, autora de la biografía La señora Lynch, la define como una mujer intensa que alcanzó la popularidad más allá de los círculos literarios o intelectuales.

Lynch luchó contra la depresión que, según ella, heredó de la melancolía de su madre. Best Seller en ventas – La señora Ordóñez, 1968-, ni el éxito ni la fama pudieron evitarle eternas terapias y tratamientos psiquiátricos; y es que la escritora tenía pavor a envejecer. Su marido, Juan Manuel Lynch, comentó que, en una de sus primeras citas, ella le pidió que mirara bien su cara y que jamás olvidara los rasgos lozanos de su juventud para que siempre la pensara como una veinteañera.

En 1985 publicó, alcanzando éxito de ventas, el que fuera su último libro, No te duermas, no me dejes, compilado de cuentos dedicado a su marido, a quien le había prometido no suicidarse aún cuando ya había comprado un revólver calibre treinta y dos en una armería de Olivos.

El 06 de octubre de 1985 dijo en una entrevista que «la vida se me ha hecho particularmente pesada. Sumamente difícil de sobrellevar«. Dos días después -con 60 años y varias cirugías estéticas que terminaron deformándola- no volvió a responder y la puerta de su dormitorio tuvo que ser derribada. La escena parecía una más de sus novelas: ella, vestida de jeans y camisa a cuadros (ropa que usaba para escribir) yacía en un charco de sangre con el rostro desfigurado, mientras descansaba en la máquina de escribir la última carta que dejó a Juan Manuel:

Te amo. Te amo. Te amo, pero no puedo soportar esta prisión. No puedo soportar esta vida.

Marga Gil Röesset: fue por amor

Admiradora de la escritora Zenobia Camprubí, Marga Gil Röesset jamás pensó que esa pasión por la escritora española la llevaría a la muerte. Fue en 1932 cuando asistió junto a su hermana Consuelo a la ópera, ocasión en que le presentaron a la autora y a su marido, Juan Ramón Jiménez.

Margarita nació en Madrid en 1908 en una familia amante de las artes. Desde muy pequeña dejó en claro su enorme talento para el dibujo y la literatura; no por nada a los 12 años hizo su primera ilustración y su talento deslumbró a Antoine de Saint-Exupéry quien se inspiró en ella para ilustrar El principito

Tras conocer a Juan Ramón Jiménez, y enamorarse perdidamente de él –un hombre casado y 27 años mayor- comenzó a escribir un diario de vida que fue publicado recién el 2015. En cuanto a su obra poética, se la enmarca dentro de la generación de 27 (admiradores del autor de Platero y yo) que innovaron con sus metáforas y terminología, sin dejar atrás la línea del Siglo de Oro.

Para Marga fueron dos años tortuosos los que pasó desde que conoció a Jiménez hasta que decidió poner fin a su sufrimiento. Durante el mes de julio del año 1928, se dedicó a recuperar toda su obra repartida entre galerías, editoriales y academias pues no deseaba dejar huella de su producción artística. Llegado el día 28, le entregó a su amado una carpeta amarilla y le pidió expresamente que no leyera su contenido. Antes, dejó a sus padres una carta escrita a mano: “Qué hermoso es el amanecer del último día”.  Y cuando el reloj marcó las seis de la tarde, de una soleada tarde madrileña, la joven de 24 años dejó de lado todas sus creencias religiosas y se dio un tiro en la sien.

Jiménez encontraría en las páginas reunidas en la misteriosa carpeta la que sería su carta de despedida:


“… Y es que… Ya no quiero vivir sin ti… no… ya no puedo vivir sin ti… tú, como sí puedes vivir sin mí… debes vivir sin mí…”, “Mi amor es ¡infinito!…… La muerte es… infinita… el mar… es infinito… la soledad infinita… … … yo con ellos… ¡contigo!… Mañana tú ya sabes… yo… con lo infinito… lunes, noche”, “Pero en la muerte, ya nada me separa de ti… sólo la muerte… … solo la muerte, sola… y, es ya… vida ¡tanto más cerca así… … muerte… cómo te quiero”.

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4 comments

Patricio Escobar junio 27, 2024 - 12:29 pm

Quizás los espíritus sublimes están destinados a deslumbrar como una bengala. Luego de eso, desaparecer con toda la dignidad del caso. Muy buena semblanza.

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Enrique junio 27, 2024 - 4:27 pm

Increíble texto ???????????????? sobretodo el lead!

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Enrique junio 27, 2024 - 4:28 pm

Increíble texto ???????????????? sobretodo el lead!

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Leslicita junio 27, 2024 - 8:29 pm

Excelente nota sobre la relación escritor e inconformidad emocional.

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