Hemos querido ocupar este espacio habitualmente destinado a intentar buscar y aportar explicaciones sobre temas del acontecer político y social del país, enjuiciar el comportamiento de las elites políticas, los partidos y sus liderazgos e imaginar caminos posibles, o enfatizar en las perspectivas del proceso de democratización soñado, para hablar de un hombre que se convirtió para muchos en un símbolo desde el periodismo y el compromiso político y social, de un comportamiento digno y consecuente en la lucha por la restauración de la democracia , las libertades, la justicia y la verdad histórica en el país.
Hablamos del periodista Enrique Martini Araya, quién falleció este jueves 6 de octubre cuando recién había cumplido 91años y a quien sepultamos este domingo 9 de octubre.
Advierto que escribo y hablo a través del dolor por la pérdida. Pero no solo duele por la inevitabilidad de su partida.
Con él sigue la desaparición de una generación de profesionales de la verdad, la información, la opinión y el compromiso por los Derechos Humanos y Sociales, la vida, la justicia, el progreso, la democracia, la libertad, que las elites políticas, sociales, económicas, que hoy ocupan el escenario comunicacional, no han sabido ni les interesa valorar y mucho menos defender y promover.
La biografía personal, humana, periodística y política de Martini, de quien puedo decir en lo personal fue mi primer maestro en lo profesional, hábil consejero en lo político, lo que se une entrañablemente en lo primero, pero sobre todo en lo humano, su solidaridad , y sobre todo su permanente distanciamiento irónico de aquello que enturbiaba el ambiente y molestaba su calidad humana, constituye un acerbo trascendente para las nuevas generaciones de comunicadores que enfrentan los desafíos de los monopolios de la prensa, es decir de la información, de la manipulación de los intereses económicos globales y nacionales, de las maquinarias de desinformación y falsificación, en fin, de la sucia guerra sicológica en marcha.
Enrique Martini fue un adelantado en ello, por razones objetivas, su consecuencia, su valentía, por el lugar que ocupó, desde su proverbial modestia, pero de manera firme, audaz y comprometida, en la lucha ciudadana, periodística, ideológica y política contra la dictadura de Augusto Pinochet y la derecha económica – política, y la injerencia del imperialismo norteamericano.
No nos engañemos. En lo personal fue un ser humano excepcional, amable, de un buen humor insuperable, irrebatible en sus sarcasmos contra todos los órdenes establecidos, en la agudeza de sus juicios, pero fue sobre todo un combatiente por la democracia, la libertad y los derechos humanos, pero también un sobreviviente.
Habría mucho que decir de su aporte a la resistencia, a la solidaridad internacional con los combatientes en Chile contra el horror de la dictadura de Pinochet.
La historia de esos tiempos, que algunos deberán escribir, tendrá que reconocer todas sus participaciones en acciones no solo solidarias, también heroicas, donde puso en riesgo su vida y la seguridad de los suyos.
Las páginas de su biografía lo confirman
Fue director, en los años 60, de la revista juvenil “Gente Joven”, formador de nuevas generaciones de periodistas, integrando los cuerpos de reporteros y redactores de El Siglo y del vespertino “Ultima Hora”, que dirigiera quien luego se transformara en Ministro del Interior de Salvador Allende, Vicepresidente de la República, y fuera víctima de los crímenes de Pinochet, José Tohá.
Como periodista del diario El Siglo, Martini fue uno de los trabajadores detenidos por la policía política que en abril de ese mismo año 57 asaltó el local de la Imprenta Horizonte donde se imprimía el periódico, hecho que se convirtió en todo un escándalo luego que el gobierno decretara la denominada “Ley de Defensa de la Democracia” a raíz de una serie de manifestaciones populares. Junto a Martini, otras 20 personas fueron detenidas, entre ellas el socialista Elmo Catalán, asesinado en Bolivia, cuando asumía una decisión de combate internacionalista. Todos debieron enfrentar 60 horas de vejámenes, mientras la veintena de policías destrozaba o robaba los bienes en la imprenta como develó una investigación judicial posterior.
Tras el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, Martini, de acuerdo a decisiones del Partido Comunista de Chile, en el cual militaba, se trasladó en 1975, a la Argentina y posteriormente, en 1976, se radicó en Praga, capital de la entonces Checoslovaquia socialista, donde se desempeñó en la agencia de noticias estatal, CTK.
Es destacable la labor que desarrolló Martini como vicepresidente de la Organización Internacional de Periodistas, OIP, promoviendo, apoyando y organizando la condena internacional a la violación de los Derechos Humanos en Chile, y la defensa de la resistencia del pueblo chileno a la dictadura.
En los años 80 volvió a Chile y junto a su actividad profesional como corresponsal extranjero en la agencia INTERPRESS, se integró a la actividad gremial y fue dirigente del Consejo Nacional del Colegio de Periodistas de Chile y del Consejo Metropolitano de Periodistas, donde se distinguió por su trabajo unitario y solidario, comprometido en la lucha por la libertad de expresión, la defensa de la democracia y contra las violaciones a los Derechos Humanos.
En una escena dramáticamente habitual bajo la dictadura militar-derechista, Enrique Martini fue golpeado brutalmente por efectivos de las Fuerzas Especiales de Carabineros que atacaron a quienes participaban en el funeral del sociólogo comunista y funcionario de la Vicaría de la Solidaridad de la Iglesia Católica, José Manuel Parada, quien fuera degollado el 30 de marzo de 1985, junto al profesor Manuel Guerrero Ceballos y el publicista Santiago Nattino Allende, en uno de los crímenes más brutales de la dictadura,
Enrique Martini fue docente en la Escuela de Periodismo de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano donde fue reconocido por su labor académica como formador de varias generaciones de profesionales. Y en 2014 recibió un reconocimiento del Colegio de Periodistas en el marco de su 58° aniversario. También el Círculo de Periodistas de Santiago lo galardonó por su trayectoria y su compromiso profesional y gremial.
Así Enrique Martini quedará por siempre en la historia del periodismo nacional, comprometido con la democracia y la libertad de expresión. Con su ejercicio profesional activo e inclaudicable por la verdad y el derecho a soñar en un Chile mejor. Un creador que aportó al fortalecimiento de la democracia, los derechos humanos y sociales, destacando su defensa de la verdad, propiciando desde el campo de las comunicaciones la responsabilidad ética y política del Estado para promover y garantizar una información veraz y oportuna como un derecho inclaudicable en todo el ámbito social.
Por Marcel Garcés Muñoz
Periodista, director de Crónica Digital