Por Eugenio Rivera
Aunque esperado, el IMACEC de septiembre cayó como balde de agua fría en el equipo económico y en el Gobierno, al alcanzar apenas un 2,3%, lo que se tradujo en un IMACEC de sólo 2,9% en el tercer trimestre del año.
El ministro de Hacienda explicó estas malas cifras aduciendo que el mes de septiembre había tenido dos días hábiles menos que el mismo mes del año pasado. Si bien ello algo explica, no explica más de 0,3 puntos.
El ritmo de crecimiento económico alcanzó su máximo en el mes de abril al alcanzar una cifra de 6,2% en 12 meses, lo que permitió que el crecimiento en el segundo trimestre fuera de 5,3%. En base a ese buen resultado el Gobierno desató una fuerte campaña comunicacional llegándose a sostener que la economía bajo Piñera crecía tres veces más de lo que había crecido bajo Bachelet. No reparaban, ni el Presidente de la República ni su ministro de Hacienda, lo poco razonable de comparar el resultado de un trimestre con el de cuatro años. Del mismo modo, el jefe del equipo económico nada dijo respecto de que ese crecimiento era efecto de la recuperación de la economía a partir del tercer trimestre del 2017, asociado al aumento de los precios del cobre en los mercados internacionales. En efecto, el IMACEC trimestral mostró cifras de 2,5% en el trimestre indicado; 3,3% en el cuarto trimestre del 2017 y 4,3% en el primer trimestre del 2018, buena parte del cual transcurrió con la Presidenta Bachelet todavía en funciones.
El ministro de Hacienda explicó estas malas cifras aduciendo que el mes de septiembre había tenido dos días hábiles menos que el mismo mes del año pasado. Si bien ello algo explica, no explica más de 0,3 puntos.
El problema para la Administración es además, que el IMACEC de septiembre no es un dato aislado sino que culmina un deterioro del ritmo de crecimiento que ya lleva 5 meses. En efecto, desde el máximo alcanzado en abril, el IMACEC comparado al mismo mes del año pasado ha caído constantemente desde el 6,2% indicado en abril a 4,9 en los meses de mayo y junio; a 3,3 en julio, a 3,2 en agosto para alcanzar la cifra indicada en septiembre.
Esta evolución pone un gran signo de interrogante sobre lo que aparecía como la gran fortaleza del Gobierno: su capacidad de hacer crecer la economía y el empleo. También ha puesto en tela de juicio los supuestos económicos principales que subyacen al proyecto de presupuesto público para el año 2019. En efecto, el Gobierno esperaba un crecimiento para este año de 4,1% y de 3,8% en el año 2017. Son muchos los analistas que dudan de la posibilidad de alcanzar esa cifra. Existen sin duda antecedentes favorables a la posición del Gobierno y otros que lo contradicen. Contra ello habla la tendencia a la baja que anotábamos más arriba.
Habla a favor de esta cifra, en primer lugar, el que el Banco Central haya señalado en el último IPOM (septiembre) que mantenía sus expectativas de que la economía chilena crecería en un rango de entre 4% y 4,5% en el presente año. Sustenta también ese optimismo el fuerte crecimiento de las importaciones de bienes de capital, importante componente de la inversión en capital fijo, con tasas de 6%, 13,4% y 17,2% en los tres primeros trimestres de año. Cabe señalar, sin embargo, que el Banco Central manifestó dudas respecto de que esos bienes de capital representen solo inversión nueva y no de reposición. La construcción muestra un crecimiento sustantivamente menor.
El problema para la Administración es además, que el IMACEC de septiembre no es un dato aislado sino que culmina un deterioro del ritmo de crecimiento que ya lleva 5 meses.
Algunas dudas surgen de la evolución del precio del cobre, que es un factor muy relevante para el crecimiento de la economía nacional. Si bien el precio promedio anual alcanza una cifra de 2,98 dólares la libra; desde el primero de julio marca un promedio de 2,78 dólares la libra. Aún cuando se ha afirmado que el precio debería recuperarse en los próximos meses, pues habría tenido lugar una fuerte caída de las existencias del metal en los mercados internacionales, lo cierto es que la alta volatilidad del precio no permite asegurar nada al respecto. Tampoco colabora la decisión del Banco Central de subir la tasa de interés en 0,25 puntos hasta 2,75%. Si bien se trata todavía de una tasa real baja, constituye una señal al sector privado de que el Banco Central prioriza el objetivo de mantener la tasa de inflación dentro de los rangos objetivos.
Particular preocupación ha generado el aumento del desempleo y el lento crecimiento de la ocupación. El desempleo aumentó de 6,7% en el trimestre móvil julio – septiembre del 2017 a 7,1% en el mismo trimestre móvil del presente año. Por su parte los ocupados aumentaron en un 0,5% (42 mil empleos más en términos absolutos) en 12 meses que se explican principalmente por el aumento de “actividades de alojamiento y servicio de comidas (24 mil) y de enseñanza (28 mil). La industria por su parte perdió 11 mil puestos de trabajo, lo que es consistente con la caída de la producción industrial de casi 6% en los 12 mese a septiembre del presente año.
Todo esto pone un gran signo de interrogante sobre lo que aparecía como la gran fortaleza del Gobierno, su capacidad de hacer crecer la economía y el empleo.
¿Qué pasará en lo que queda del año y en el 2019?
Existe creciente consenso de que las expectativas gubernamentales para que la economía crezca en 3,8% en el 2019 tienen poco fundamento. El Banco Mundial espera un crecimiento de 3,5% y la CEPAL de sólo 3,3%. Estas cifras son coherentes con el PIB potencial que se ubica en torno a un 3%. Más aún, cuando el 2018 ha sido un año perdido desde el punto de vista de las reformas estructurales necesarias para recuperar la capacidad de crecimiento y la inversión pública crecerá en solo 1,3%, muy por debajo del crecimiento total del gasto fiscal. Las cifras indicadas tendrán como consecuencia una caída de los ingresos fiscales esperados en el proyecto de Presupuesto. Si a eso se suma, que el Gobierno todavía no ha entregado argumentos consistentes respecto de que la reforma tributaria mantendrá los niveles de recaudación, el año 2019 será difícil desde el punto de vista de las finanzas públicas.
Particular preocupación ha generado el aumento del desempleo y el lento crecimiento de la ocupación. El desempleo aumentó de 6,7% en el trimestre móvil julio – septiembre del 2017 a 7,1% en el mismo trimestre móvil del presente año.
Las cifras resultan todavía ambiguas para un juicio definitivo. Como se sabe, en una economía altamente dependiente del cobre y otras exportaciones su desempeño depende en buena medida del comportamiento de la economía internacional. Ahí es posible constatar algunos datos positivos. Como ha señalado Roberto Zahler, nuestros principales socios comerciales, China, Estados Unidos, Japón, Corea del Sur y Brasil muestran tasas de crecimiento positivas de crecimiento en el 2019 de 6,3%; 2,5%, 1%, 2,7% y 2% respectivamente. Sin embargo, con la excepción de Brasil, es clara la tendencia hacia la desaceleración comparado con el desempeño del 2018. La Zona Euro crecería en 2% mostrando América Latina una cierta recuperación (el crecimiento pasaría de 1,2% en el 2018 a 2% en el próximo año).
Todo esto pone un gran signo de interrogante sobre lo que aparecía como la gran fortaleza del Gobierno, su capacidad de hacer crecer la economía y el empleo.
No obstante el principal problema de la economía internacional deriva de las incertidumbre que afecta al sistema. La guerra comercial entre Estados Unidos y China, es sin duda una realidad; queda sin embargo por verse el grado de agudización que alcanzará. La incertidumbre reinante se expresa en la alta volatilidad financiera. En el último mes cayeron todas las bolsas. Más aún, en el último año las bolsas asiáticas muestran caídas que van entre 1,95% (S&P/ASX 200 INDEX, Australia) y 20,53% (CSI 300 INDEX, Shanghai and Shenzhen). En Europa, se vive una situación similar. El Euro Stoxx 50 Pr muestra una caída de 11,45% en el año y el DAX aleman 13,36%. En Estados Unidos, la situación de las bolsas es más positiva, en el último año aunque en el último mes han caído en torno al 4%.
(https://www.bloomberg.com/markets/stocks.).
Al mismo tiempo la situación política internacional sigue planteando dificultades. La reciente elección norteamericana deja en evidencia un país altamente dividido y polarizado. El triunfo de Trump en el Senado representa un respaldo a su política disruptiva. La recuperación del control de la Cámara de Representantes por parte de los Demócratas ampliará significativamente su capacidad de resistencia, al permitir investigar a Trump y exigirle que muestre sus declaraciones de impuestos. El BREXIT continúa sin solución aparente. La crisis fiscal de Italia plantea serias dificultades a la Unión Europea y la grandes pérdidas de los partidos tradicionales de Alemania abre un signo de interrogación respecto de la estabilidad política del principal país de la Unión Europea. Todo esto no son buenas noticias para Chile.