Referirse al escritor italiano Primo Levi (1919-1987) es hablar de uno de los grandes de la literatura contemporánea. Es quizás el reflejo de lo que fue el Siglo XX, con la conmoción de la guerra el exterminio y los campos de concentración de las que fue víctima y también sobrevivió.
Levi nació dentro de una familia liberal judía y estudió química en la Universidad de Turín. Por discriminación racial, en ese entonces, le costó mucho encontrar trabajo y tuvo que desempeñarse en una mina de asbesto en Balangero, cerca de Turín. Su vida cambiaría para siempre en 1943 cuando junto a unos amigos fue arrestado por una milicia fascista que lo entregó al ejército alemán después de que se identificara como judío. Si lo hubieran catalogado como partisano, lo habrían fusilado en el momento.
Si lo hubieran catalogado como partisano, lo habrían fusilado en el momento.
Después de esa detención comenzó su calvario: fue deportado y más tarde trasladado a Monowitz, uno de los campos de concentración de Auschwitz, situado en Polonia, donde pasó diez meses hasta que fue liberado por el Ejército Rojo. Se salvó del exterminio y fue uno de los veinte sobrevivientes dentro de su grupo de 650 judíos italianos.
Se salvó del exterminio y fue uno de los veinte sobrevivientes dentro de su grupo de 650 judíos italianos.
Cuando volvió a Italia esta dramática experiencia le sirvió para escribir “Si esto es un hombre” (1947) y la “Tregua” (1963), entre muchos otros libros que relatan sus vivencias en el campo de concentración y su regreso a casa en un largo periplo por Europa del esta, respectivamente. “Tengo recuerdos de esa época en colores”, le comentó Levi al escritor Philip Roth cuando lo entrevistó en la casa de toda su vida en 1986 para el libro “El oficio: un escritor, sus colegas y sus obras”. Fue tan doloroso y potente todo lo que le pasó a Levi que nunca pudo olvidarlo. De esta forma volvió a vivir a su primera casa, donde permaneció hasta el fin de sus días rodeado de familiares y del cariño de su gente. Tampoco pudo olvidar su trabajo como químico industrial en la factoría química SIVA de Turín. Primero como investigador para posteriormente llegar a ser gerente, cargo desde donde se jubiló en 1977, a los 58 años.
La combinación de literatura y química lo convirtieron en un escritor que pudo desempañarse fácilmente en ambos ámbitos. Sus recuerdos autobiográficos y su experiencia en la química le dieron una visión tecnológica y futurista bastante avanzada para sus relatos y que combinó perfectamente toda su vida.
Austero en su forma de vivir la vida, Levi logró su consagración con la novela “Si ahora no, ¿cuándo?”, que relata la historia de una banda de partisanos judíos durante la Segunda Guerra Mundial que viajan por Rusia y Polonia. La obra ganó los destacados premios Viareggio y Campiello cuando fue publicada en Italia en 1982 y Levi se hizo internacionalmente conocido.
En la entrevista que le hizo Philip Roth en 1986, Levi demostraba unas inmensas ganas de vivir, sintiéndose a gusto en su casa. Incluso el estadounidense lo acompaña a visitar la fábrica en la que trabajó por tanto tiempo, donde se nota que el escritor italiano disfruta del espacio e incluso no se molesta por el fuerte olor de los químicos que en el lugar se perciben “El olor ocre del patio estuvo impregnado en mi ropa dos años después de la jubilación”, señaló en ese entonces el escritor.
Nada hacía sospechar el aparente suicidio de Levi en 1987. Fue un 11 de abril. El autor no dejó una nota aclarando que se quitaba la vida. Es más, sobre su mesa preferida se encontró una lista de compras que acaba de realizar.
Levi se cayó por un hueco de la escalera desde el tercer piso donde vivía.
Levi se cayó por un hueco de la escalera desde el tercer piso donde vivía. Algunos comentan que no pudo soportar los horrores que le dejó el confinamiento en Auschwitz, pero sus más cercanos señalaron que era un amante de la vida y que este sorpresivo final los tomó por sorpresa. Cierto o no la duda todavía está abierta.