Reporteros sin Fronteras denuncia mitos de una pantomina…
Mito: Es un «traidor» que debe ser juzgado en Estados Unidos.
Realidad: Assange no es ciudadano estadounidense, nunca ha vivido en Estados Unidos y no tiene ningún vínculo significativo con ese país. Es un ciudadano australiano que vivía y trabajaba en Londres cuando el gobierno estadounidense abrió el caso contra él. Los cargos que se le imputan están relacionados con la publicación de material de interés público por parte de WikiLeaks. La extradición de Assange sentaría un peligroso precedente que podría poner en peligro a otros editores y periodistas de todo el mundo, independientemente de su ciudadanía. De manera preocupante, el gobierno de EE. UU. ha afirmado que las protecciones de la Primera Enmienda no se aplicarán a Assange por no ser ciudadano estadounidense.
Mito: Es un informante que filtró información clasificada.
Realidad: Assange desempeñó un papel distinto al de un denunciante de corrupción o “whistleblower”; él mismo no filtró información clasificada, sino que publicó información que le fue filtrada. La autora de la filtración, la ex analista del ejército Chelsea Manning, ya había cumplido más de siete años de prisión antes de que el Presidente Obama conmutara su condena de 35 años, declarando que era «muy desproporcionada en relación con la que han recibido otros filtradores». De ser extraditado a Estados Unidos, Assange sería el primer editor juzgado en virtud de la Ley de Espionaje, que implica carecer de una defensa de interés público; cualquier persona acusada de esta manera no puede defenderse suficientemente. Se enfrenta a una posible condena de hasta 175 años de prisión.
Mito: No puedo defender a Assange si no lo considero un periodista.
Realidad: Existen diversas opiniones sobre el estatus de Julian Assange como periodista, editor o fuente periodística. Sin embargo, lo más relevante es comprender por qué Assange ha sido objeto de atención y las implicaciones de su posible extradición y enjuiciamiento. RSF defiende a Assange debido a su contribución al periodismo, ya que la publicación de documentos clasificados por parte de WikiLeaks ha sido fundamental para la generación de extensos reportajes de interés público en todo el mundo. Su procesamiento tendría consecuencias alarmantes para el futuro del periodismo y constituiría un golpe sin precedentes a la libertad de prensa.
Mito: Su condena no tendría impactos significativos a nivel global.
Realidad: La condena de Assange tendría repercusiones significativas en el futuro del periodismo a nivel mundial y en nuestro derecho fundamental a estar informados. Sería el primer editor en ser juzgado bajo la Ley de Espionaje de Estados Unidos, la cual carece de una defensa basada en el interés público y requiere una reforma urgente. Su condena sentaría un precedente peligroso para el periodismo al abrir la puerta a enjuiciamientos similares de otros individuos que publiquen información basada en filtraciones clasificadas, lo que amenazaría a numerosos medios de comunicación y periodistas, y crearía consecuencias disuasorias sobre la divulgación de información de interés público.
Mito: Expuso a personas deliberadamente a situaciones de riesgo.
Realidad: Julian Assange nunca expuso deliberadamente a nadie a ningún peligro, y tomó medidas proactivas para salvaguardar a aquellos que podrían verse afectados por la divulgación de datos no censurados en una situación extraordinaria que estaba más allá de su control. La publicación inicial de los datos no censurados no fue realizada por WikiLeaks, y cuando Assange tuvo conocimiento de que la publicación era inminente, instó al gobierno de EE. UU. a tomar medidas para proteger a posibles afectados. WikiLeaks colaboró con un consorcio de medios de comunicación profesionales, incluidos The New York Times, The Guardian, Le Monde, Der Spiegel y El País, para analizar periodísticamente la información filtrada. La contraseña fue divulgada públicamente por uno de estos medios asociados, lo que permitió a terceros acceder y publicar los datos sin censura. Posteriormente, WikiLeaks volvió a publicar los datos. A pesar de que el Departamento de Justicia de EE. UU. nunca ha procesado a nadie más que a Assange por la publicación de estos datos, no ha presentado evidencia de daño real causado a personas como resultado de la divulgación.
Mito: El caso contra Assange ha estado activo mucho tiempo y no existe una urgencia evidente para su resolución.
Realidad: El caso del gobierno estadounidense contra Assange alcanza un punto crítico con la posibilidad de su extradición inminente. Aunque el proceso comenzó hace más de 13 años, tras la publicación de más de 250.000 documentos clasificados filtrados por WikiLeaks en 2010, el procedimiento de extradición se acerca a su conclusión en los tribunales del Reino Unido. La audiencia programada para los días 20 y 21 de febrero ante el Tribunal Supremo británico representa el principio del fin de este procedimiento, ya que los motivos que rechacen estos jueces no podrán ser recurridos en el Reino Unido. Si se rechazan todos los motivos, Assange podría ser extraditado rápidamente, quedando como única opción la apelación al Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Mito: Permanece en la embajada de Ecuador en Londres.
Realidad: Assange lleva casi cinco años en una prisión de alta seguridad. Tras pasar casi siete años en la embajada de Ecuador, donde se había refugiado de una posible extradición a Estados Unidos, Assange fue obligado a salir de la embajada en abril de 2019 y detenido acusado de incumplir las condiciones de la libertad bajo fianza en 2012.
Posteriormente, cumplió una condena de 50 semanas en la prisión de Belmarsh (Reino Unido). Desde entonces, ha permanecido detenido en esa misma prisión, en espera de la resolución del proceso de extradición en su contra. La última solicitud de libertad bajo fianza de Assange fue denegada en enero de 2021.
Mito: Estuvo protegido durante sus años de refugio en la embajada de Ecuador.
Realidad: Durante sus años de refugio en la embajada ecuatoriana en Londres, Assange continuó siendo un objetivo activo del gobierno estadounidense y sus representantes. Un reportaje de investigación publicado por YahooNews reveló conversaciones entre funcionarios de la CIA bajo la administración Trump sobre la posibilidad de proceder al secuestro o asesinato de Assange. Tanto Assange como sus visitantes, incluidos su equipo legal y periodistas, fueron objeto de vigilancia por parte de una empresa de seguridad española contratada para ofrecer sus servicios en la embajada. El Grupo de Trabajo de la ONU sobre la Detención Arbitraria concluyó que el periodo de Assange en la embajada ecuatoriana constituyó una detención arbitraria, mientras que el anterior Relator Especial de la ONU sobre la Tortura indicó que Assange presentaba síntomas de haber sido sometido a tortura psicológica durante mucho tiempo. Después de casi siete años, la embajada finalmente expulsó a Assange, permitiendo que la policía británica lo detuviera. Funcionarios del gobierno ecuatoriano realizaron acusaciones sin fundamento sobre el comportamiento de Assange durante su estancia en la embajada, lo que contribuyó a intensas campañas difamatorias en su contra en los medios de comunicación. Además, parece que los funcionarios de la embajada retiraron la maquinilla de afeitar de Assange varias semanas antes de su expulsión, lo que explicaría su aspecto desaliñado en las fotos tomadas durante su detención, que continúan circulando ampliamente en los medios como sus últimas imágenes públicas.
Mito: Se han respetado sus derechos humanos.
Realidad: Assange se ha enfrentado a numerosas violaciones de sus derechos humanos en la causa abierta contra él por el gobierno de Estados Unidos, en su vigilancia en la embajada de Ecuador y en el trato que recibe de los tribunales y el sistema penitenciario de Reino Unido. El gobierno de Estados Unidos ha señalado a Julian Assange para llevar a cabo con él una persecución legal sin precedentes e implacable durante 13 años. En la embajada de Ecuador, las conversaciones legalmente protegidas de Assange con sus abogados fueron vigiladas, y los dispositivos de los periodistas que lo visitaron fueron manipulados. En su estancia en la prisión de Belmarsh, durante la pandemia de Covid-19, se suspendieron por completo los derechos de visita de Assange, y en ocasiones se vio confinado en su celda debido a las infecciones de Covid en su bloque de reclusión. Durante su proceso de extradición, Assange fue sometido a registros corporales excesivos y aparentemente punitivos, y los funcionarios de prisiones le confiscaron documentos legalmente confidenciales. A pesar de sus solicitudes para comparecer personalmente ante el tribunal en todas las vistas, a Assange no se le ha permitido hacerlo desde la vista de fianza celebrada el 6 de enero de 2021, y solo se le ha permitido participar de forma remota a través de un enlace de video desde la prisión.
Mito: La demanda de extradición fue presentada por el Presidente Obama o el Presidente Biden.
Realidad: Aunque Assange permaneció en la embajada de Ecuador en Londres durante la presidencia de Obama, Obama no lo persiguió activamente. Fue el Departamento de Justicia de Trump (DOJ) el que presentó la acusación sustitutiva contra Assange y comenzó a perseguir activamente su extradición. Cuando el presidente Biden asumió el cargo, su Departamento de Justicia siguió adelante con la apelación que había iniciado el Departamento de Justicia de Trump tras la decisión en primera instancia del tribunal británico de impedir la extradición de Assange por motivos de salud mental, decisión que posteriormente fue anulada por el Tribunal de Apelación.
Mito: El caso del gobierno estadounidense contra Julian Assange se centra en las elecciones presidenciales de 2016.
Realidad: Esta causa judicial está relacionada únicamente con la publicación por parte de WikiLeaks en 2010 de más de 250.000 documentos militares y diplomáticos clasificados filtrados, conocidos como Cablegate, el Diario de la Guerra de Afganistán y los Diarios de la Guerra de Irak. La nueva acusación contra Assange se basa en 18 cargos -17 en virtud de la Ley de Espionaje y uno en virtud de la Ley de Fraude y Abuso Informático- relacionados con la publicación de los materiales clasificados filtrados. No está relacionada con ninguna actividad de WikiLeaks posterior en 2016 ni con ningún otro punto.
Mito: Hay un caso activo contra Assange en Suecia.
Realidad: No hay ningún caso abierto contra él en Suecia. Las acusaciones de violación formuladas contra él han sido objeto de un amplio examen y controversia, incluso por el ex Relator Especial de la ONU sobre la Tortura, Nils Melzer, y Assange ha negado las acusaciones. Nunca hubo acusaciones penales formales, y la investigación de la Fiscalía sueca sobre Assange se abandonó en noviembre de 2019 por falta de pruebas. El caso del gobierno estadounidense contra Assange, que se basa en la publicación por parte de WikiLeaks de material clasificado filtrado, es totalmente independiente de las acusaciones formuladas contra él en Suecia.