¿Literatura como herramienta de rehabilitación? Esperanza para la desesperanza

por Cristina Wormull Chiorrini

POR M.CRISTINA WORMULL CHIORRINI

La semana pasada, una buena noticia se confirmó a través de los medios de comunicación. La danza y el teatro, las denominadas artes escénicas por fin estarán incorporadas a las asignaturas opcionales de Artes en terceros y cuartos medios.  Al respecto, se hizo hincapié en que éstas pueden representar una experiencia significativa para despertar el gusto y los hábitos relacionados con el arte en las nuevas generaciones de estudiantes.

Y sin querer, estos fundamentos llevan a recordar un tema del cual se habla poco o nada en el país: incorporar la literatura a través de bibliotecas, talleres de lectura y escritura en las cárceles o centros de reclusión como una política conducente a la rehabilitación o reinserción de los privados de libertad.  Se han desarrollado algunas experiencias, pocas, pero la opción preferencial va orientada mayoritariamente a enseñar un oficio, dándole un rol secundario a iniciativas culturales que humanicen la vida intramuros.

Y sin querer, estos fundamentos llevan a recordar un tema del cual se habla poco o nada en el país: incorporar la literatura a través de bibliotecas, talleres de lectura y escritura en las cárceles o centros de reclusión como una política conducente a la rehabilitación o reinserción de los privados de libertad.

Los chilenos, entiéndase por medios de comunicación, legisladores, ciudadano común, todos en general, criminalizan fácilmente la delincuencia y exigen medidas punitivas para aquellos que infringen la ley, remarcándose la calidad de castigo y privándolos de cualquier beneficio que mejore su realidad cotidiana.  Rara vez las propuestas van en el sentido de dar posibilidades de reinserción o rehabilitación.  O, al menos, entregar una esperanza a un sector de la población especialmente carente de ella, que ve pocas posibilidades de salir del encierro tanto físico como mental en el que habitan y donde el ocio es fuente de aprendizaje de nuevas y peores formas de delinquir.

O, al menos, entregar una esperanza a un sector de la población especialmente carente de ella, que ve pocas posibilidades de salir del encierro tanto físico como mental en el que habitan y donde el ocio es fuente de aprendizaje de nuevas y peores formas de delinquir.

Experiencias desafiantes

En Chile se han realizado algunas experiencias que incorporan la literatura en los centros penitenciarios.  Todas ellas han demostrado que tanto desde la perspectiva de la lectura como de la escritura contribuyen a la libertad interior de los reclusos y mejora sustancialmente el clima entre los internos participantes en dichos programas.

Uno de estos proyectos es el de implementación y activación de bibliotecas penitenciarias en centros de reclusión de la sexta región, más precisamente en Peumo, Rengo y Santa Cruz.  En dichos centros la aproximación de los internos a la literatura sorprendió.  Las bibliotecas, a poco andar, se transformaron en el lugar más visitado por los privados de libertad, el sitio menos violento y durante un tiempo, el número de préstamos a celda fue mayor que el de un colegio promedio. Cuando las personas tienen espacios de escritura o lectura, se entusiasman y vuelven a tener esperanza, vuelan fuera de los barrotes que los aprisionan y respiran la libertad de la que están privados.

En dichos centros la aproximación de los internos a la literatura sorprendió.  Las bibliotecas, a poco andar, se transformaron en el lugar más visitado por los privados de libertad, el sitio menos violento y durante un tiempo, el número de préstamos a celda fue mayor que el de un colegio promedio. Cuando las personas tienen espacios de escritura o lectura, se entusiasman y vuelven a tener esperanza, vuelan fuera de los barrotes que los aprisionan y respiran la libertad de la que están privados.

En la misma región, se ha desarrollado el programa Diálogos en Movimiento del Plan Nacional de la Lectura en los centros de reclusión de Peumo, Santa Cruz y la Cárcel de Rancagua.  Este programa que se practica habitualmente en los colegios, fue adaptado para que grupos de privados de libertad accedan a las creaciones de autores nacionales a través de la conducción de un mediador, para, en una reunión final, compartir con el escritor las experiencias logradas a través de la lectura.

Este programa que se practica habitualmente en los colegios, fue adaptado para que grupos de privados de libertad accedan a las creaciones de autores nacionales a través de la conducción de un mediador, para, en una reunión final, compartir con el escritor las experiencias logradas a través de la lectura.

Varios escritores nacionales han participado de estos Diálogos, entre ellos Elicura Chihualaf y Libertad Manque quien al respecto afirma que “este es un deber que tenemos todos con la gente más vulnerable”.

Otra experiencia exitosa fue el concurso Cartas de Mujer que tuvo lugar en el Centro Penitenciario Femenino de San Joaquín, en la Región Metropolitana, que despertó mucho entusiasmo entre las reclusas y  generó una mejora sustancial del clima interno entre ellas.

Varios escritores nacionales han participado de estos Diálogos, entre ellos Elicura Chihualaf y Libertad Manque quien al respecto afirma que “este es un deber que tenemos todos con la gente más vulnerable”.

Todas las evidencias obtenidas, especialmente desde la Encuesta Nacional de Participación cultural 2017, del Ministerio de las Culturas, demuestran que la incorporación de talleres literarios en los recintos carcelarios mejora sustancialmente el clima entre los internos que participan en ellos.  Entre rejas hay mucho tiempo para escribir, pero se entregan pocas facilidades para hacerlo.

Se han implementado bibliotecas, pero no se ha considerado la inclusión de ordenadores que permitan desarrollar mejor sus habilidades de escritores y digitalizar sus creaciones.  Esto se convierte en una limitación mayor para poder avanzar en la escritura.  Concretamente, el año 2018, luego de la experiencia con Diálogos en Movimiento, un reo de la Cárcel de Rancagua se entusiasmó con participar en el Concurso de poesía Oscar Castro y envió su trabajo.  Fue descalificado, no por presentar su trabajo manuscrito, sino porque no hizo cuatro copias del mismo como exigían las bases.  Cualquiera puede verificar lo difícil de escribir con letra clara y pareja varias páginas, cuánto más complejo resultará hacer copias a mano cuando no existen fotocopiadoras.

Concretamente, el año 2018, luego de la experiencia con Diálogos en Movimiento, un reo de la Cárcel de Rancagua se entusiasmó con participar en el Concurso de poesía Oscar Castro y envió su trabajo.  Fue descalificado, no por presentar su trabajo manuscrito, sino porque no hizo cuatro copias del mismo como exigían las bases.  Cualquiera puede verificar lo difícil de escribir con letra clara y pareja varias páginas, cuánto más complejo resultará hacer copias a mano cuando no existen fotocopiadoras.

Se ha considerado realizar talleres de lectura y escritura en diversos centros de reclusión del país, pero la resolución en cuanto a implementarlos como política nacional se ha ido demorando sin explicación alguna.  Posiblemente las autoridades no consideran una prioridad las políticas tendientes a la rehabilitación y, en consecuencia, a disminuir la población de nuestras cárceles sobrepobladas.

Posiblemente las autoridades no consideran una prioridad las políticas tendientes a la rehabilitación y, en consecuencia, a disminuir la población de nuestras cárceles sobrepobladas.

Es más fácil olvidar a estos abandonados por un poderoso segmento de nuestra sociedad que prefiere no verlos y seguir pidiendo más lugares de reclusión. No reparan en que la gran mayoría de los presos no son aquellos criminales terribles que nos muestran los medios de comunicación, sino gente vulnerable que se ha visto en la encrucijada de delinquir por pobreza y miseria. ¿Cuán difícil es asumir que tantos de ellos aspiran a un derecho que la sociedad les niega?

No reparan en que la gran mayoría de los presos no son aquellos criminales terribles que nos muestran los medios de comunicación, sino gente vulnerable que se ha visto en la encrucijada de delinquir por pobreza y miseria. ¿Cuán difícil es asumir que tantos de ellos aspiran a un derecho que la sociedad les niega?

Lejos del ruido mediático, ello parece lejano a las prioridades de instancias oficiales, como los ministerios de las Culturas y de Educación o la propia Gendarmería, abrumada hoy por la presencia del Narco en sus recintos. Tampoco parece ser de ocupación de representantes de la ciudadanía que difícilmente apreciarán un electorado potencial en aquel sector de marginados entre los marginados.

En cualquier caso valga una esperanza para la desesperanza.

En cualquier caso valga una esperanza para la desesperanza.

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