Las elecciones del próximo fin de semana son las más trascendentes de las últimas décadas. Con ellas se comienza a jugar buena parte del futuro de los próximos 50 o 100 años. Partiendo por la posibilidad de redactar una nueva Constitución en democracia, escrita sobre una hoja en blanco.
Así como la elección de gobernadores regionales, que contribuirá a la descentralización y desconcentración del poder en nuestro país. La renovación de los municipios. Y tan importante como todo lo anterior, la posibilidad de reorientar el rumbo del país, abriendo el camino a los cambios y transformaciones que una mayoría ciudadana ha demandado a través de una ampla y extendida movilización social.
Son poderosas razones para que los hombres y mujeres, jóvenes y adultos, concurran a votar. Tomando las debidas precauciones frente a una emergencia sanitaria que aún está lejos de ser superada, pero en donde se registran avances.
Esta es la oportunidad que todos aquellos que participaron de las movilizaciones, que vocearon y rayaron la consigna por una nueva Constitución, votando a favor del apruebo en el proceso constituyente, ratifiquen esa voluntad eligiendo sus representantes a la Convención Constituyente, a los nuevos gobernadores regionales, así como los alcaldes y concejales, siempre teniendo a la vista que la verdadera disyuntiva que enfrenta el país de cara a las próximas elecciones, es la restauración del viejo orden o las cambios y transformaciones que una mayoría ciudadana viene demandando.
Quién paga la cuenta
Normalmente las elecciones de mitad de mandato (municipales), se constituyen en un test de apoyo o rechazo al gobierno de turno. Pero no parece ser el caso de las trascendentes elecciones del sábado y domingo próximo. Si lo fuera, la derecha sufriría una estruendosa derrota, teniendo a la vista la baja adhesión del gobierno en las encuestas y su alto nivel de rechazo.
Conscientes de este riesgo, los candidatos de Chile Vamos han evitado cuidadosamente identificar sus postulaciones con la figura presidencial (es muy dudoso que algún candidato oficialista tenga un afiche con la imagen del mandatario).
No es verdad que las derrotas sean huérfanas o no tengan responsables. Si la derecha tiene un mal resultado, o incluso uno modesto, a nivel municipal, de gobernadores regionales o miembros de la Convención Constituyente, tendrá un chivo expiatorio en la persona del mandatario, reprochándole el pésimo manejo de la crisis social y sanitaria que vive el país, así como su desacertada conducción política., llegando tarde y mal a la solución de conflictos mayores.
Ello tan solo profundizara la desafección de amplios sectores de la coalición oficialista con el gobierno y las tensiones en su interior. Y muy difícilmente el gobierno podrá reclamar el crédito por un mejor resultado.
Es mas que sabido que las elecciones no se ganan o se pierden, sino que se explican y la explicación más fácil por un mal resultado para la derecha, es culpar al gobierno. Razones sobran. Para no ir demasiado lejos, basta recordar las derrotas del Ejecutivo en el tema de los retiros de los fondos previsionales y su estruendoso fracaso en el Tribunal Constitucional. A Ello debe sumarse el errático manejo de la pandemia, así como una ayuda del todo insuficiente del Estado durante la emergencia. Y suma y sigue.
Los mínimos comunes
Lejos de constituir un salvataje, como sostienen algunos, el acotado dialogo entablado entre la oposición y el gobierno para incrementar sustantivamente los grados de protección social durante la emergencia, ampliando sus montos y cobertura, fortalecer los servicios de salud y apoyar a las PYMES, ha permitido correr el cerco de lo posible y todo apunta a que, finalmente el acuerdo, si se materializa, estará más cerca de las propuestas opositoras antes que la postura inicial del gobierno.
Es mas que evidente que la coalición oficialista ha perdido protagonismo y centralidad en este dialogo impulsado por la oposición. La contundente propuesta elaborada en consulta con un representativo universo de dirigentes sociales y políticos (que desmiente categóricamente la idea de “una cocina” para construir un acuerdo a espaldas de la ciudadanía), es prueba mas que evidente de la centralidad alcanzada por la oposición y torna más incomprensible la decisión del Partido Comunista y el Frente Amplio de restarse en esta búsqueda.
El gobierno no tiene mucho margen de maniobra. Ni menos para la letra chica, a la que es tan aficionado. Un eventual fracaso tan solo profundizaría su crisis y lo realista es buscar un consenso lo más rápidamente que pueda. Así lo requiere la inmensa mayoría del país. Este eventual acuerdo no puede pretender una salida a todos y cada uno de los problemas y desafíos que enfrenta el país. Sí, aliviar la aflictiva situación que viven quienes han perdido sus empleos, han visto reducidos severamente sus ingresos y las condiciones de sobrevivencia, afectando severamente a diferentes sectores productivos y comerciales, incluyendo el turismo, la gastronomía y la cultura entre muchos otros.
La economía no puede menos que repuntar en los meses venideros. En la misma medida que avance el proceso de vacunación, se aproxime la esperada y manoseada “inmunidad de rebaño”, levantándose medidas de restricción mayores y experimentando una nueva normalidad. Pero los efectos de la crisis tardarán en superarse. No solo el desempleo asociado a crecientes niveles de pobreza y extrema pobreza. Muchas pymes y pequeños emprendimientos no sobrevivirán a la crisis y se acentúa el desafío mayor de acortar la brecha de las desigualdades.
La carrera presidencial a la vista
Adquirirá sentido de realidad inmediatamente después de conocerse los resultados de las elecciones del próximo sábado y domingo. Con ellos, los partidos y coaliciones deberán definir sus políticas de alianzas y designar a los candidatos y candidatas que competirán en primarias por la nominación presidencial, Quienes competirán deben ser inscritos el 19 de mayo.
La UDI ya tiene convocado para el lunes 17 de mayo a su Consejo General, que debe tomar la decisión de presentar uno o dos candidatos (a) a la primaria de Chile Vamos y las apuestas, hasta hoy, favorecen a Joaquín Lavín para competir en las primarias oficialistas, sin que sea posible predecir la reacción de Evelyn Matthei, especulándose incluso con su eventual apoyo a otro candidato oficialista, como es la esperanza de Ignacio Briones, el candidato de Evopolis. Cualquiera sea la decisión que adopte el Consejo General de ese partido, esta tendrá costos políticos y electorales.
En la oposición, las declaraciones de Francisco Vidal – presidente subrogante del PPD – desechando, por inviable, la alternativa de levantar un candidato único de la oposición, o hacer una primaria excluyendo a la DC, optando por una primaria de la Unidad Constituyente, incluyendo a Nuevo Trato, generaron diversas reacciones, tanto de Daniel Jadue, como de Gabriel Boric. E incluso del propio precandidato de ese partido, Heraldo Muñoz, que afirmó que el tema no estaba resuelto.
Ciertamente los dichos de Vidal fueron extemporáneos (a escasos días de la próxima elección) apresurándose en “soltar prenda”, lo que siempre tiene un costo. Sin embargo, no hizo más que sincerar una situación que tanto la Unidad Constituyente como el Partido Comunista y el Frente Amplio han asumido desde hace algún tiempo. No existen condiciones para realizar primarias amplias y sin exclusiones (desde la DC hasta el PC) y levantar un candidato único de la oposición para enfrentar las elecciones presidenciales.
Diferencias sustantivas, no tan solo respecto del pasado reciente (los 17 años de régimen militar y los vapuleados treinta años) sino también respecto del presente y los desafíos de futuro, entorpecen el esfuerzo unitario, que supone un acuerdo programático, un pacto parlamentario y un candidato único a la presidencia.
Llega la hora de las definiciones, la competencia y la diferenciación. Es más que evidente que uno de los temas será el debate en torno al pasado reciente, así como la superación del neoliberalismo (el PC insiste en que la centro izquierda ha contribuido a consolidarlo), además de las propuestas de futuro, que es lo que esencialmente se juega en las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias.
Con todo, esta competencia y diferenciación tiene sus límites, asumiendo que el candidato de oposición que pase a segunda vuelta requerirá del apoyo del conjunto del espectro de centroizquierda, en base a mínimos comunes. Y que los constituyentes electos a favor de una nueva carta magna requieren sumar acuerdos en la Convención para superar la barrera de los dos tercios y redactar una nueva Constitución homogéneamente democrática, que abra camino y posibilite los cambios y transformaciones que demanda una mayoría ciudadana.
Esto es, ni más ni menos, lo que se comienza a jugar en las elecciones del próximo domingo. De allí la relevancia de ejercer el derecho a voto. También para los tantos desencantados de la política y los políticos.
1 comment
Buena mirada. Me sorprenden los articulos sin firma. Por qué?