Marilyn Monroe y Arthur Miller. Dos mentes enamoradas y un amor inconcluso. Por Cristina Wormull Chiorrini

por La Nueva Mirada

“No presumas de haber sido el primero en mi corazón, si no fuiste suficientemente inteligente para ser el último”. Marilyn Monroe.

No me porté siempre bien. Miller debería haber amado también al monstruo. Pero quizás soy demasiado exigente. Quizás no hay hombre que pueda aguantarme. Pedí demasiado de Arthur, lo sé. Pero también él pidió demasiado de mí.

A mediados del 2021 se cumplieron 65 años de la boda entre la mujer más sensual del mundo y uno de los dramaturgos más prestigiosos y polémicos del siglo XX. Sin embargo, lo que podría haber sido un matrimonio soñado terminó en frustración y mucho dolor porque, citando a uno de los personajes de Miller:

«¿Puede un hombre sonreír cuando contempla a la mujer más triste del mundo?»

Cuando empecé a investigar sobre esta seductora pareja, tuve que navegar entre innumerables crónicas escritas sobre la bella castaña convertida en rubia platinada y el famoso escritor, un intelectual polémico ayer y hoy.  Si fue buena idea o no cambiar el tono del cabello, no está en discusión, ya que Marilyn pasó a ser la rubia más sensual del mundo, aunque en ocasiones sus curvas excedieran lo aceptado como turgente para estar francamente con sobrepeso.

Nada de eso impidió que fuera amada y siga siendo adorada por el género masculino y también por algunas féminas que caen atrapadas por su encanto.   ¿Qué unió a estos dos personajes tan distintos?, ¿qué hizo que pese a estar divorciados, Miller perdiera el conocimiento y tuviera que recibir atención médica al enterarse de la muerte de Marilyn y no asistiera a su entierro aduciendo que:  Ella no estará ahí.?

Todos los antecedentes recabados indican que Norma Jean Baker, tenía una mente privilegiada.  Arthur Miller debe haber sido también una mente extraordinaria, sin embargo, no pude encontrar cuál era su coeficiente intelectual, pero si el de ella que alcanzaba a 165 puntos. Un IQ excepcional. Para hacerse una idea de lo muy brillante que era, basta mencionar que Albert Einstein, el genio de la física, tenía 160; al igual que Stephen Hawking, el físico teórico, famoso por sus teorías sobre los agujeros negros; en cambio, Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, tiene un IQ de 152.

Arthur y Marilyn se conocieron el año 1951, cuando ella aún no era más que una aspirante al estrellato, pero Miller, diez años mayor, ya había ganado el Pulitzer con Muerte de un viajante… Ella era una de las muchas amantes ocasionales de Elia Kazan a la que llevó a una de las tantas fiestas de Hollywood donde estaba invitado Miller.

Éste, a petición de Kazan se encargó de “entretener” a Marilyn para que pudiera ligar con otra aspirante. Marilyn y Arthur se atrajeron desde el primer minuto, fue un amor a primera vista y los testigos cuentan que ambos vivieron una noche de sueño donde él se lució con sus dotes de bailarín, mientras Marilyn no podía parar de reír en sus brazos. Que no intentara llevársela a la cama fue lo que más le gustó. Ahí vio un signo de respeto y elegancia que lo hizo destacar de todos los hombres que conocía. Él olvidó decirle que estaba casado y tenía dos hijos.  Pero eso no fue obstáculo para que durante los cinco años siguientes continuaran escribiéndose y viéndose ocasionalmente, cada vez con más frecuencia, mientras ella se convertía en la diosa de Hollywood, la novia de América y él se afincaba como un escritor ácido, cuestionador del statu quo, sospechoso de ser comunista y apuntado por su ex amigo Elia Kazan en la caza de brujas del senador McCarty.

«Es la primera vez que estoy realmente enamorada. Arthur es un hombre serio, pero tiene un sentido del humor maravilloso. Estoy loca por él». Marilyn Monroe

Marilyn Monroe y Arthur Miller vivieron uno de los romances más llamativos y pasionales del siglo XX, pero no tuvo un final feliz. Si así hubiera sido, esa “hermosa criatura “como la llamó Capote, habría vivido una bella y rutinaria vida y habría muerto muchos años más tarde en los brazos de su amado.

Marilyn era una mujer de gran cultura… había estudiado historia y literatura en la universidad, era una amante de los libros y gran lectora (se dice que su biblioteca contenía más de cuatrocientos libros y que entre sus escritores favoritos, estaban James Joyce, Walt Whitman, y el poeta Heinrich Heine.). Durante el tiempo en que solo fueron amigos, ella seguía las recomendaciones de Miller y comentaban las lecturas.

La pareja no pudo ocultar que su relación se había transformado en una pasión y no pudo esconderse de la prensa que la perseguía constantemente. Ambos protagonizaban una historia que vendía diarios y revistas:  Miller firmó su divorcio mientras Marilyn se convertía al judaísmo en una demostración de lealtad a su futuro marido y a los padres de éste. Una verdadera y grandiosa historia de amor. Por fin, un día, anunciaron su compromiso desde el frontis de su domicilio en Nueva York.

“Ninguna mujer debe olvidar nunca que ella no necesita a nadie que no la necesite a ella”.

Pero esta no fue la única muestra de lealtad y amor de Marilyn.  Miller quiso sacar su pasaporte para poder acompañarla a Inglaterra, donde iba a grabar una película, pero lamentablemente esta solicitud provocó una citación para acudir ante el Comité de Actividades Antiamericanas.

Miller, como tantos otros, nunca fue miembro del partido comunista, pero había ido a fiestas del mundo artístico organizadas por algunos miembros. A diferencia de muchos otros artistas e intelectuales envueltos por la Caza de brujas, Miller decidió no invocar su derecho a acogerse a la Quinta enmienda y respondió a todas las cuestiones sobre su vida privada y profesional, pero se negó tajantemente a revelar ningún nombre. Esto podría poner término a  su carrera y a la de su pareja sentimental, por lo que los agentes y abogados de Marilyn le recomendaron alejarse de Miller. Ella no solo se rehúso, sino que lo apoyó públicamente. Miller no podía haber encontrado una mejor defensa, ya que era imposible condenar al hombre que había conquistado el corazón de la novia de América. Marilyn estaba dispuesta a perder a los Estados Unidos, pero Estados Unidos no estaba dispuesto a perder a Marilyn. Miller fue uno de los pocos que no cumplió condena alguna por su negativa a convertirse en delator.

La manzana no puede ser vuelta a poner de nuevo en el árbol del conocimiento; una vez que empezamos a ver, estamos condenados y enfrentados a buscar la fuerza para ver más, no menos. Arthur Miller

Una vez sorteado el problema, ambos viajaron a Inglaterra donde ella protagonizaba The Prince and the Showgirl junto a Laurence Olivier. Durante su estancia en Inglaterra surgieron las primeras fricciones ocasionadas por las tensiones del rodaje donde Marilyn tuvo frecuentes peleas con Olivier. Al regreso, ella descubrió por casualidad una serie de apuntes que Miller había escrito. Pese a que su contenido nunca se hizo público en su totalidad, los trascendidos indican que Miller dejaba entrever una cierta frustración por haberse casado y en cierto sentido, se sentía avergonzado por el comportamiento un tanto infantil y caprichoso de Monroe. Esto afectó profundamente a Marilyn y desde entonces la relación comenzó a complicarse.

Marilyn era demasiado famosa para llevar una vida tranquila y, con el paso del tiempo, Miller percibía cada vez más que los compromisos y actitud de la actriz lo privaban de la tranquilidad que requería para escribir. Sin embargo, fue la insegura Marilyn quien dio el paso definitivo para terminar su matrimonio, cuando aduciendo que Miller no demostró interés alguno en escribir el guión de Let’s Make Love, tuvo una aventura con Yves Montand, su coprotagonista. A esas alturas, la relación estaba tan deteriorada que Miller no hizo nada para retener a Marilyn, dando, incluso, la impresión que no se molestaba por la infidelidad de su esposa hiriendo profundamente los sentimientos de la actriz.

Durante esos cuatro años y medio en los que formalmente estuvieron casados, la producción artística de ambos fue escasa, no solo en cantidad también en calidad. Fue un período en que pareció que estuvieron en suspenso, quizás esperando sorprender al mundo con The Misfists (Los inadaptados), la obra que Miller escribió pensando en Monroe y sobre la cual se filmó la película del mismo nombre bajo la dirección de John Houston y con las actuaciones de Clark Gable y Montgomery Cliff acompañando a la actriz.  Algo sucedió con ella y fue clasificada como una película maldita.

La filmación de esta película se transformó en un verdadero infierno debido al abuso psicofármacos de Marilyn y a la fragilidad emocional en que se encontraba por sus problemas con Miller que la llevaron a ser internada por dos semanas.  Como un efecto dominó, Montgomery Cliff abusaba de las drogas y el alcohol, Houston, el director se evadía con el juego y Gable se dejaba invadir por la tristeza que nunca superó por la muerte de su esposa, tanto, que falleció tres días después de terminar el rodaje. La situación se tornó tan dramática que el estudio tuvo que contratar un equipo médico para que vigilaran a los actores. El único que pareció no ser afectado por la situación fue Miller que inició una relación con una fotógrafa con la que se casaría un par de años después.

Marilyn había querido a Miller porque este le ofrecía el amor y la sensación de seguridad que le había faltado y de la cual careció durante su vida, pero también porque le daba prestigio y seriedad a su carrera, pero el devenir de la relación solo la condujo a una acentuación de los demonios que la acosaban.   Norma Jean escribió cartas, notas, poemas, recetas e incluso un diario que han permitido conocer algo de los pensamientos y contradicciones que pasaban por su mente y mucho de lo que acaecía en su vida privada.

Luego de su divorcio de Miller, el resto de su breve vida fue un entrar y salir de amores desgraciados para fallecer el 5 de agosto de 1962 a causa de una sobredosis de barbitúricos.  El informe de autopsia indicó un “probable suicidio”, pero debido a la falta de pruebas y a las extrañas condiciones en que fue encontrada, mucho se ha especulado sobre un posible asesinato.  El día que murió Marilyn, el mito sexual de los 50, apenas cumplidos los 36 años, nació la leyenda y el misterio.

«La imperfección es belleza, la locura es genialidad, y es mejor ser absolutamente ridículo que absolutamente aburrido».

Arthur Miller volvió a casarse a poco andar y vivió largos años, cosechando éxitos en su carrera y obteniendo numerosos galardones entre los que se cuenta el Príncipe de Asturias. El 2004, cuando ya tenía 90 años, publicó el drama titulado “Acabando la película” donde se vislumbra el tiempo que compartió con Marilyn durante la grabación de Los inadaptados. 

Marilyn era como el fuego que cuando te quema, deja una marca indeleble y ya no se puede olvidar.  

Soy buena, pero no un ángel. Cometo pecados, pero no soy el demonio. Simplemente soy una pequeña chica en un mundo grande tratando de encontrar alguien a quien amar.

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1 comment

Maria+del+Pilar+Clemente enero 13, 2022 - 10:52 pm

Terrible y bella historia de dos estrellas que se quemaron mutuamente.

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