Ciertamente no votó mucha gente en las recientes primarias, pero nunca ha ocurrido en esta elección con voto voluntario para resolver candidatos de los diversos partidos y coaliciones donde no existe acuerdo consensuado para proclamarlos. El consuelo recurrente ha sido que, a pesar de su escasa difusión y las inclemencias del tiempo, concurrieron más votantes que en las anteriores (6,1% de los habilitados), asumiendo adicionalmente el dato de realidad del escaso número de comunas donde se realizaron, especialmente en el caso de la oposición.
Y nadie puede garantizar absolutamente que el candidato(a) triunfante en estos comicios coincida con el (la) electo(a) en la hora de la verdad con voto obligatorio. Lo(a)s recientes vencedore(a)s han dado un primer paso, en algunos casos muy relevante para aquel momento y demostraron mayor capacidad de movilización para convocar a sus adherentes y simpatizantes.
Naturalmente, la atención se centró en las llamadas comunas emblemáticas, como Valparaíso, Concepción, la Florida o Puente Alto, que concentran mayor cantidad de electores. Afanosamente los medios de comunicación y analistas buscan a los ganadores o perdedores de estas primarias, con diversos criterios o parámetros.
Los partidos, transversalmente, tienen datos nuevos para proyectar sus apuestas en las próximas elecciones de octubre. Unos más, otros menos, realizan balances cargados de dulce y agraz. Los números parecieran dar para festejo y consuelo. Aunque en cada votación hubo un ganador, primó la mesura, salvo excepciones desbocadas, resaltando el ejemplo del nunca bien ponderado alcalde Rodolfo Carter de La Florida.
Los socialistas lamentan la pérdida temprana de su opción alcaldicia en Providencia, mientras resaltan la votación que le permite una mayor cantidad de postulantes a nivel nacional, aunque la conseguida por su candidato en Puente Alto fuera menos auspiciosa que lo esperado. El PPD eligió la mitad de sus postulantes, con sensibles retrocesos en la Región Metropolitana, mientras el PC celebró victorias en Antofagasta, Talca o La Florida, pero con pronóstico reservado y la inquietud centrada en comunas decisivas donde no se votó, como Santiago y Recoleta. El Frente Amplio pudo sonreir en Peñalolén, Providencia y Valparaíso.
Una mención especial merece el desempeño de la DC, que tan sólo se impuso en tres de las 19 comunas en donde compitió, entre ellas La Granja, en donde ganó al candidato socialista, acumulando, en todo caso, como compensación una buena cantidad de votos que podría augurar un mejor desempeño de la falange en octubre próximo, asumiendo la cantidad de alcaldes “incumbentes”, en ejercicio, que postulan a la reelección. Algo no menor para un partido que ha sufrido importantes divisiones internas y que lucha por sobrevivir como fuerza política.
Más compleja es la evaluación al interior de Chile Vamos. Especialmente por lo sucedido en el distrito N° 11, integrado por las comunas de Las Condes, Vitacura y Lo Barrenechea, en donde Marcela Cubillos se impuso como la candidata del sector, sin pasar por primarias y Felipe Alessandri, militante de RN ganó holgadamente al candidato de la UDI, Carlos Ward, dejando sin representantes del gremialismo en el bastión de la derecha. Algo que abre una gran oportunidad para que los republicanos, que no participaron de estas primarias, se animen a competir, con la clara perspectiva de recibir el respaldo de los desencantados votantes del gremialismo, Una situación que se pudiera repetir en diversas comunas del país en donde la UDI no tendrá candidatos a alcaldes.
Todo aquello asumiendo que Chile Vamos realizó primarias tan solo en 20 de las 345 comunas del país. Un número muy limitado, que genera un grueso problema a la hora de cuadrar la caja y llegar a un acuerdo no tan sólo al interior de la coalición opositora sino también con sus díscolos aliados republicanos, que aspira a levantar numerosas candidaturas a alcaldes y gobernadores regionales, a los que debieran acoplarseDemócratas y Amarillos (éstos algo extinguidos antes de correr), sus nuevos aliados que luchan por su sobrevivencia política. En las dos regiones en donde Chile Vamos decidió usar el mecanismo de primarias para designar sus candidatos a gobernadores regionales, una fue ganada por RN y la otra por Evopolis, acentuándose los cuestionammientos internos a la actual directiva de la UDI presidida por el senador Javier Macaya, como quedara en evidencia en una cena protagonizada por la vieja guardia gremialista.
Las próximas semanas, previas a la inscripción de los candidatos a alcaldes y gobernadores regionales, estarán marcadas por intensas y duras negociaciones entre las diversas coaliciones políticas para arribar a complejos acuerdos para componer listas unitarias que permitan maximizar los resultados, sin que se pueda descartar divisiones que pueden resultar fatales de cara a la elección. Tal es el caso de Valparaíso, en donde el sector disidente, encabezado por Jorge Sharp, ha resuelto levantar una candidatura alternativa a la alcaldía y apoyar al actual gobernador regional, que no cuenta con el apoyo de todo el oficialismo. De igual manera, el sobrino del senador Ossandón insiste en reunir firmas para presentar su candidatura a la alcaldía de Puente Alto, acosando la postulación de Karla Rubilar, que venciera sobradamente en las primarias de Chile Vamos sin real competencia. Una situación que se pudiera replicar en diversas comunas y regiones del país. Un riesgo que el oficialismo parece haber minimizado.
No es poco lo que se jugará en estas elecciones a mitad de mandato. No tan sólo el control de los municipios, Cores y gobernaciones regionales. También el nuevo mapa político que anticipará la contienda parlamentaria y presidencial del año próximo, así como la hegemonía y liderazgos futuros. Después de octubre se perfilará más nítidamente el escenario presidencial, aún con incógnitas abiertas en el actual oficialismo y ya abierto entre Matthei y el díscolo republicano J. A. Kast, mientras el alcalde Carter aporta lo suyo con fuegos artificiales incluidos.
Será evidentemente también el momento para el ajuste del gabinete para la última fase del actual gobierno.
La trancada agenda legislativa
En paralelo a estos aprontes electorales, la agenda legislativa continúa bastante trabada por diferencias aparentemente irreconciliables entre el gobierno y la oposición. En particular, respecto de la reforma del sistema previsional y la negativa de la oposición a destinar parte de la cotización adicional del 6 % (de cargo patronal) a financiar el pilar solidario. En este contexto, no deja de resultar patético el desenfreno de algunos diputados para patrocinar un nuevo proyecto de retiro de los fondos previsionales, con propuestas que varían entre un 10 a un 15 % y diversos destinos (compra de una vivienda o libre disposición), tajantemente rechazada por el ejecutivo, reiterando los nocivos efectos para la economía que generaron los retiros anteriores.
En verdad, no resulta comprensible la amenaza de diversos diputados que condicionan su rechazo a nuevos retiros de fondos previsionales a que se apruebe la reforma previsional. Algo que el gobierno ha impulsado con gran tenacidad y máxima flexibilidad, buscando alcanzar un acuerdo. Reforma o retiro no tan solo aparece como una forma de presión a la oposición sino también una amenaza al gobierno y un sensible daño al proceso de reactivación de la economía. Para no mencionar el daño a los afiliados al sistema previsional.
El desorden que muestran las bancadas parlamentarias, especialmente en el oficialismo, de cara a la segunda parte del actual mandato, además del obstruccionismo que muestra la oposición, se constituye en el principal obstáculo para hacer avanzar la agenda del gobierno. No es tarea fácil intentar ordenar las huestes oficialistas en el cuadro de dispersión y disgregación política que se vive en el parlamento. Sobre todo, en un periodo electoral en donde no pocos parlamentarios apuestan por su sobrevivencia a cualquier precio, principalmente entre aquellos autodeclarados “independientes” (en su mayoría elegidos en listas partidarias), que hoy se proclaman como no alineados.
Es más que evidente que el gobierno no cuenta con mayoría parlamentaria y que es cada día más complejo asegurar el orden y la unidad en las filas del oficialismo, una condición esencial no tan sólo para hacer avanzar la agenda legislativa sino para tener verdaderas opciones para competir por la proyección futura. Así, la próxima elección municipal y de gobernadores regionales representa un desafío superior para sus partidos integrantes en sociedad con el PDC. Ciertamente no se repetirá en ningún caso el triunfo arrollador de la elección anterior. Ahora el desafío es sortear la ofensiva opositora, donde apuestan ansiosamente a replicar los favorables resultados conseguidos por la derecha y ultraderecha en Europa y países más cercanos.