«La reina Njinga no fue solo una gran guerrera en los campos de batalla, sino también una gran estratega y diplomática».
José Eduardo Agualusa, escritor de ascendencia portuguesa y brasileña, autor de la novela «A Rainha Ginga».
Navegar por las redes es una actividad apasionante, un vicio tan adictivo como la más poderosa de las drogas y te captura rápido y sin vuelta, sin retorno a la vida previa a las rutas de internet. Sin las redes para investigar, recorrer el mundo y aprender durante este último año y medio, los días no habrían tenido el encanto de múltiples aventuras a través de la pantalla, descubriendo nuevos y maravillosos personajes de los cuales nada o escasamente sabemos. Y en este navegar, así como en la antigüedad los aventureros se echaban a la mar en busca de nuevas rutas, nuevos lugares que conocer apostando a que el mundo era redondo y no plano y que podrían caer por una cascada monumental al llegar al borde de él, cada mañana me embarco en una carabela luminosa y emprendo un viaje que no sé dónde me llevará, que tiempo me tomará y ni siquiera, si de él voy a ser capaz de retornar.
Así, dejando Europa y las Américas dirigí mis ojos y navegaciones hacia un continente que hasta hoy sigue siendo prácticamente desconocido para la mayoría, exceptuando algunas vidas privilegiadas que han tenido la fortuna de conocer parte del África profunda, sus culturas y sus misterios. Y dejo fuera a los colonizadores europeos, que sin duda la conocieron y explotaron a conciencia, por razones absolutamente subjetivas y que no me distraerán de contar sobre la apasionante, notable y extraordinaria vida de Njinga Mbandi, la reina de Angola, reconocida hoy como una de las mujeres más importantes de la historia del continente africano, principalmente por su lucha de cuatro décadas contra los colonizadores europeos y la esclavitud a la que era sometido su pueblo.
Njinga Mbandi fue la líder del pueblo mbundu y reina de Ndongo y Matamba, en el sudoeste de África. Su título real en kimbundu, la lengua de la zona era Ngola y los portugueses, cuando invadieron Ndongo en busca de las tradicionales oro y plata, lo usaron para llamar a la región tal y como la conocemos hoy: Angola.
Los portugueses no encontraron el oro y la plata que buscaban y encontraron en el comercio de esclavos la fuente de una nueva riqueza que garantizaba la mano de obra en Brasil, su nueva colonia.
Njinga, nació ocho años después la invasión portuguesa y vivió y observó desde su infancia la resistencia de su padre frente a los portugueses, el rey Mbandi Ngola Kiluanji, con quien llegó a luchar, apenas tuvo edad para ello.
Cuando su padre murió, fue su hermano, Ngola Mbandi, quien asumió el poder, pero temiendo que la inteligencia y el carisma de su hermana incitaran al pueblo en su contra, ordenó la ejecución del único hijo de Njinga. Sin embargo, a poco andar se encontró incapaz de enfrentar a los portugueses que iban ganando terreno y causando bajas en la población local. Tuvo entonces que aceptar y delegar el poder en su hermana para que encabezara las negociaciones con Portugal con el fin de firmar un acuerdo de paz. Para ese entonces, Njinga Mbandi ya había demostrado ser una gran estratega y era de los pocos que hablaba portugués, gracias a la educación recibida de un misionero.
Njinga Mbandi viajó a Luanda para las conversaciones y allí se encontró con una ciudad poblada de personas de raza negra, blanca y una variopinta mezcla racial que no había conocido en sus territorios, pero la imagen que más la sorprendió fue ver largas filas de esclavos que eran vendidos e introducidos en grandes barcos. Luanda se había convertido en uno de los mayores puntos de venta y salida de esclavos de toda África.
Quizás la primera pista de su visionaria forma de actuar nos la entregan los cronistas que relatan la escena de su primera conversación con el gobernador portugués Joäo Correia de Sousa. Al llegar, ella observó con desagrado que el gobernador estaba sentado en una cómoda butaca, pero a ella le habían preparado una alfombra para sentarse en el suelo. Sin decir palabra y con solo una mirada de Njinga, una de sus sirvientas se arrodilló y reclinó frente al gobernador. Njinga se sentó sobre la espalda de ella, quedando a la misma altura que el gobernador, señalándole claramente que no negociaba de forma sumisa, sino en igualdad de condiciones.
Las negociaciones fueron largas y duras, pero se acordó la retirada de las tropas portuguesas de Ndongo y el reconocimiento de su soberanía. A cambio, el territorio permitiría a los portugueses crear rutas comerciales y para mejorar las relaciones con Portugal, Njinga aceptó convertirse al cristianismo siendo bautizada como Ana De Souza. Pese a esto, las buenas relaciones no duraron demasiado y los enfrentamientos se reanudaron en breve tiempo.
Arcaica o asombrosamente moderna para su época. Un modelo a seguir para generaciones de mujeres, o todo lo contrario. Su apasionante vida genera, en algunos puntos, opiniones enfrentadas.
No se sabe muy bien por qué razón, poco después su hermano se retiró a una pequeña isla donde murió en extrañas circunstancias. Algunos cronistas indican que se suicidó, pero otros afirman que Njinga participó en su envenenamiento como venganza por el asesinato de su hijo. Lo que es indiscutible es que pese a la oposición de los portugueses y de parte de su pueblo, Njinga consiguió algo casi imposible para aquella época: convertirse en la reina de Ndongo.
Hay quienes atribuyen a Njinga una actitud despiadada para conseguir el reinado, como recurrir a la ayuda de grupos de guerreros Imbangala, que vivían en la frontera del reino y usarlos para atemorizar a sus rivales y afianzar su posición. Pero la verdad es que su liderazgo afianzado a través de los años le permitió conquistar el reino vecino de Mutamba y defender sus territorios.
«Como ella, hay otras personalidades que nos ayudan a mostrar que siendo competente y estando encuadrado en la estructura del poder, la mujer en África contribuyó y contribuye a la evolución del continente», Joao Pedro Lourenco (Director de la Biblioteca Nacional de Angola).
En Europa, el Marqués de Sade fue cautivado no por las habilidades guerreras de Njinga, sino por los relatos del misionero italiano Giovanni Cavazzi quien aseguraba que la reina “inmolaba a sus amantes” después de tener relaciones sexuales con ella. Sade se refirió a ella en “La filosofía del tocador” como un modelo de lujuria salvaje. Esta leyenda negra fue promocionada por sus enemigos, los portugueses para crear una imagen negativa de Njinga y afirmaba que los hombres que formaban el harén de la reina, conocidos como “chivados” y a quienes obligaba a vestir con ropas de mujer, debían combatir a muerte para copular con ella. En todo caso, el ganador no obtenía mejor suerte ya que después de pasar una placentera y lujuriosa noche, eran asesinados a la mañana siguiente.
«La crueldad era global. Los europeos quemaban personas vivas. Esclavizaban no solo africanos, sino también otros europeos. Los africanos eran igualmente crueles», reflexiona Joäo Pedro Lourenco.
«A la luz de nuestro tiempo, la reina Njinga fue una déspota. Pero ¿qué rey europeo de aquella época no lo fue?»
Su reinado fue largo y durante 40 años se enfrentó firmemente a los portugueses y lideraba personalmente las operaciones militares. Fue tanto el éxito de Njinga que Portugal acabó renunciando a conquistar Ndongo en un tratado firmado en Lisboa, aunque en él Njinga entregó gran parte de su poder. Njinga murió a los 82 años y pasó la mitad de su vida liderando la resistencia a los intentos europeos de imponerse en la región. A su muerte, los portugueses vieron el camino libre y comenzaron a acelerar la ocupación de la zona. Hoy es considerada una personalidad única en la historia de África y es una reconocida figura en Angola.
La fascinante vida de Njinga Mbandi ha inspirado libros y películas como «Njinga, reina de Angola», estrenada en 2013…
Su nombre está en calles y escuelas de Angola y en la moneda de 20 kwanzas. También formó parte de una serie de publicaciones de ilustraciones de la UNESCO sobre mujeres africanas históricas. Numerosas estatuas de ella están presentes en puntos emblemáticos del país como la Fortaleza de Säo Miguel, en Luanda.
2 comments
Muy interesante el artículo. No conocía a este personaje.
Me pregunto bajo qué condiciones logró negociar, dado que los portugueses tenían armas de fuego y los angoleses solamente piedras y flechas.
¿Cómo evitó que la encarcelaran o mataran?
Seguramente la historia es larga y compleja. Pero, sin duda, muy entretenida.
Gracias.
Albina Sabater Villalba
Interesante .