En fin…, no olvidemos que, junto a los porotos con mazamorra, el “chaqueteo” es el deporte más idiosincrático de nuestro país y el que reúne más cultores en las más diversas categorías.
Al salir de la estación Passeig de Gràcia en Barcelona, uno se encuentra la mejor expresión de la arquitectura modernista, que tanto incidió en el perfil de esta ciudad desde comienzos del siglo XX y en estos días, aun engalanada con sus mejores luces para celebrar las fiestas de fin de año, reúne una parte importante del arte urbano. Camino con paso tranquilo hacia Plaça Catalunya, esquivando la multitud de turistas que admiran los escaparates y edificios de la zona, buscando adentrarme en las estrechas callejuelas del Barri Gòtic. Pero al llegar a Consell de Cent casi me estrello con dos viejos conocidos, Danilo y Gastón. Llegados hace pocos días a Barcelona, esta pareja inseparable es portadora de los más sabrosos chismes acerca de la situación en Chile. Ciertamente no se trata de información de esa que nos inunda a través de los medios y redes sociales, sino de la sensación ambiente, esa que solo perciben las mentes más iluminadas y sensibles.
Comentan que el tema de las últimas semanas es el gabinete que deberá nominar el presidente electo y la danza de candidatos disponibles. Algunos con sus propias aspiraciones, nuevas o antiguas y otros, levantados con el único fin de “quemar” el nombre. En fin…, no olvidemos que, junto a los porotos con mazamorra, el “chaqueteo” es el deporte más idiosincrático de nuestro país y el que reúne más cultores en las más diversas categorías.
Danilo: – Así como vamos, van quedando dos cosas bien claras: nadie quiere ser ministro del Interior y todos quieren ser ministros de Hacienda.
Gastón: – A mí no me interesa ser ministro de Hacienda. Bueno… lo digo nada más para ir despejando.
Danilo lo mira sin decidir si vale la pena acotar algo, que no resulte un sarcasmo, claro.
Al pasar por la calle Diputació les cuento que hay una librería nueva a unos pasos llamada “Finestres” y que tiene la particularidad, junto a la amplia variedad de su oferta, el contar con numerosos sillones y todo tipo de cómodos asientos donde revisar los libros que uno desee, durante el tiempo que lo desee. A pesar de lo interesante de mi acotación para cualquier visitante con el alto nivel cultural que tienen mis acompañantes, estos me ignoran por completo y también a mi interesante acotación.
Gastón: – Ahhh, ya. Súper (comenta sin mirarme). No puedo imaginar quién podría estar interesado en hacerse cargo del orden público, en la calle y dentro del mismo gabinete. Después de todo, ese es el ministro que debe gestionar la implementación del programa, coordinar a los diferentes ministerios y además enfrentar el tema del orden público, con el peligroso y fresco recuerdo del 18-O y los días posteriores aún en la retina. Además, teniendo como principal herramienta a un cuerpo policial que sufre una crisis histórica de legitimidad. Probablemente ni en dictadura Carabineros estuvo tan comprometido institucionalmente.
Danilo: – Es cierto que es una tarea bastante ingrata, porque a mi juicio, en este caso, lo verdaderamente complejo es ese 18-O que parece latente. Son millones los que salieron a las calles hace dos años y esa es una experiencia social que no se esfuma de un día para otro. Si entre pandemia y otros acontecimientos, esa gente se desmovilizó, ello no significa que no estén dispuestos a volver a las calles. ¿Qué es lo que hace falta para que eso ocurra? ¿Volver a sentir que el abuso no ha desaparecido?; que los mismos de siempre, que estaban al acecho, vuelven por sus oficinas y sus cómodos sillones en las dependencias de algún ministerio. ¿Qué hará el gobierno si la desilusión empuja a esa misma gente nuevamente a las calles? No olvidemos que uno de los principales ataques al, nuestro candidato, se relacionaba con la gobernabilidad y el orden público.
Gastón: – Yo creo que el gabinete se llenará de “cabros chicos…” (y cabras chicas, pienso; estamos en el siglo XXI). Te imaginas al jefe de gabinete, teniendo que hacer callar a los ministros para empezar la reunión…
Mientras caminamos en dirección a Plaça Catalunya, tratando de evitar la procesión de turistas que siguen mirando asombrados las construcciones de Antoni Gaudí y hasta los postes de la luz, intento ubicarme entre ambos, con el fin de poder participar de su conversación. Sin embargo, no logro evitar la sensación de que me ignoran. Este tema es tremendamente complejo, acoto en forma de cuña. Sé que no es un gran aporte, pero al menos me hace sentir que puedo opinar. Gastón me observa con cierta desconfianza respecto a si podré agregar algo más útil al intercambio. Danilo está concentrado en unas turistas rusas que caminan unos pasos más adelante.
No tengo claro si el PC pudiera estar disponible para una tarea como esa. Por fin ambos me prestan atención. Sin embargo, sería una gran apuesta darle un peso singular al principal aliado del partido de Gobierno. Además, reconozcamos que ser ministro del Interior suena bien, pero es una tarea más bien doméstica en el Gobierno y con una visibilidad bastante relativa de sus logros. Si nadie se entera que hay ministro del Interior, significa que las cosas funcionan. Por otra parte, el PC tiene cierta vocación de mártir. Quizás no duren mucho, pero podría ser una opción audaz, mirando de fortalecer el peso de Apruebo Dignidad, y pensando en las amplias alianzas que habrá que desplegar en el Parlamento. Luego de tres o cuatro pasos, nuevamente me aturde el silencio de mis acompañantes.
D: – No es tan tonto lo que señalas… Podría ser una manera de abordar con más libertad los ministerios verdaderamente importantes, despejando al PC y su agenda particular. No podría reclamar una escasa representación en el gabinete, porque estarían a la cabeza. Total, no nos olvidemos que el gran tema es Hacienda…
G: – Nada que ver. Eso está zanjado desde que El Pingüino tenía cuatro añitos. Lo importante son los ministerios sectoriales. Ahí está la carrera para el 2026. Un sistema nacional de salud, la gratuidad en educación y un nuevo sistema de pensiones. Quien encabece alguno de esos procesos, tiene varios combos adelantados para la pelea que viene.
D: – ¿De dónde sacas que eso está zanjado? Es la pelea más importante que se da en las semanas posteriores a la elección de presidente. Los únicos que iban más o menos seguros desde el principio fueron Foxley en 1990 y Eyzaguirre diez años después. El resto de los casos siempre ha sido una cruenta pelea a cuchillo…
G: – Eso es cierto -comenta en tono burlón-, me acuerdo cuando en el primer gobierno de Michelle Bachelet ella quiso poner a Mario Marcel en Hacienda, que en esa época parecía un poco de izquierda, y tuvo que acabar aceptando a Andrés Velasco que llegó con sus secuaces de Expansiva al gobierno, para controlar cualquier desviación del recto camino.
Lo que más se agradece cuando uno desemboca en Plaça Catalunya a media mañana, es el baño de sol que te recibe y que logra entibiar tan agradablemente los huesos. Especialmente en estos meses de invierno. Nos encaminamos por la vereda del Corte Inglés, enfrentando el Portal de l’Àngel, y giramos un poco a la derecha para caminar un rato por la Rambla. No creo que el tema esté tan zanjado, agrego para ver si alguien pica. Después de todo, no tengo tantas oportunidades de ser iluminado por tan connotados analistas.
Gastón percibe con mucha agudeza las inflexiones del proceso. A veces tiene unas ideas políticas verdaderamente alarmantes, pero en general responde bien a su adscripción a la corriente anarquista de la DC. Danilo, en cambio, aporta una mirada de más largo plazo, identificando las grandes líneas que dibujan la Historia. Es más bien “moderado, aunque más por pereza que por convicción”, como decía Follett.
D: – Cuando gobernaba la izquierda de la Concertación el tema estaba siempre resuelto de antemano. Tenía que ser alguien que garantizara la estabilidad macroeconómica con su prestigio, entregando certeza a los mercados. Ya bastante tenían los pobres con eso de tener presidentes socialistas. Pero ahora es distinto. En primer lugar, no hay una gran coalición de partidos detrás del nuevo gobierno y por tanto hay menos cuerdas para el trompo. En segundo lugar, lo esencial de este Gobierno es la transformación y ella no será creíble sin un ministro de Hacienda con un look más heterodoxo.
G: – Hmmm, claro… No es por ser mala onda ya, pero ¿qué piensas hacer cuando la incertidumbre derrumbe la inversión privada y ello afecte la actividad económica, disparando el desempleo, junto con el déficit fiscal? Frente a eso, seguramente el Gobierno responderá con más estímulos fiscales para evitar el naufragio del programa. ¿Te das cuenta que estarás obligando al BCCh a intervenir, subiendo las tasas de interés, que terminará profundizando la contracción?
Danilo nos mira con la expresión de Silvestre después de tragarse a Piolín[1]. El BCCh es como la reserva de occidente, -agrego para distender un poco el ambiente-, siempre está presto a protegernos de nuestro peor enemigo, nosotros mismos. Es que somos muy irresponsables… Gastón deja de patear en el suelo a Danilo por sus devaneos y ambos me miran con evidente perplejidad.
G: – Mira…, a ver cómo te lo explico… Antes, lo único que teníamos relativamente presentable en Chile era el BCCh y el SII. Pero desde que la evasión ya pasó del 30%, solo nos queda el BCCh, una institución autónoma respecto a las veleidades de la política y la democracia, que actúa con criterio estrictamente técnico y alejado de las estridencias, que tan poco favorecen un debate serio.
D: – Qué gran verdad. Yo no lo habría explicado mejor. Tener un BC como el que tenemos es un lujo. Es como tener de mascota a un San Bernardo…
Claro, pero dentro de una vivienda social. Creo que me he pasado, pienso apuradamente, en medio de un silencio que comienza de nuevo a ser incómodo. A veces me olvido que al BCCh no se toca ni con el pétalo de una rosa, como decía mi madre. ¿Qué les gustaría hacer ahora?
G: – No sé, depende…
D: – ¿De qué depende?
G: – De la hora que sea. Si es más de las 12:00, podríamos tomar un vino.
D: – ¿Y si no…?
G: – También. -En un tono muy campechano, me interpela- Tú que eres de aquí, hombrecito, recomiéndanos algún sitio, pero que no sea tan turístico.
Ambos esperan mi respuesta y me imagino que van en un gran automóvil por un camino secundario y yo, calzando ojotas, estoy de pie a la orilla de la berma, tratando de explicarles qué dirección deben tomar, mientras estrujo nerviosamente mi sombrero con ambas manos, y repito “patroncito” al final de cada frase. No quiero recordarles que estamos en medio de la Rambla de Barcelona y para encontrar algo “no muy turístico” tendríamos que caminar hasta Extremadura. El caso es que luego de algunas vueltas, finalmente nos encontramos sentados en una terraza relativamente acogedora y sobria.
¿Han pensado que esto del gabinete es como una tragedia griega?
Si tuvieran un poco más de interés en mi opinión, me mirarían con algo de inquietud, pero Danilo se dio cuenta que en las mesas del fondo están las turistas rusas que vio en el Passeig de Gràcia y Gastón está refunfuñando porque el vino tinto está muy frío. Pero a mí no me importa y decido seguir con mi reflexión.
Es una tragedia, porque enfrentamos un dilema en que no hay solución buena. -Como todo dilema- acota Gastón un tanto irritado. Llevar adelante las transformaciones del programa nos pone frente al riesgo de generar desequilibrios que acaben afectando la inversión y todo el nefasto chorizo de efectos macroeconómicos encadenados. Pero no hacerlo y cautelar los famosos equilibrios, obliga a olvidarse del programa y hacer más o menos lo mismo que nos trajo hasta acá, 18-O incluido.
G: – Lo que hay que hacer es asegurar la estabilidad y para eso necesitamos un ministro de Hacienda que sea presentable y dé confianza a los que tienen las lucas. Ya, lo dije. ¿Y qué? Puede sonar desagradable, pero, como decía Serrat, “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”. Si conseguimos esa estabilidad y el Gobierno se muestra como un gestor responsable, es perfectamente posible avanzar algo en alguno de los temas que se han discutido. Después de todo, no nos olvidemos que estamos en medio de la crisis más importante de los últimos cien años. O sea… resulta evidente que no es el mejor momento para acordarse de que “el mercado es cruel” como decía don Patricio.
D: – ¿Pero no crees que, para eso, mejor votamos por la derecha de una vez si resulta que no se puede hacer nada porque “los mercados” se ofenden o el presidente del BCCh pierde la paciencia y nos tiene que castigar…? Si, como decía Diego Portales, “el peso de la noche”, es una loza tan aplastante, mejor nos quedamos en la casa.
G: – Nada que ver. No da lo mismo.
Danilo y yo nos quedamos esperando el corolario explicativo de su afirmación, pero a pesar de nuestra expectación, este no llega.
D: – Lo que yo creo es que es el momento de tirar toda la carne a la parrilla. Chile no aguanta un nuevo Gobierno tipo Concertación, que busque hacer “más de lo mismo”. Prometer agregar valor a las exportaciones y luchar contra la pobreza, esperando que con eso mejore al final la distribución del ingreso. Para terminar finalmente, siendo un rehén de los “hombres de negro”, esos que finalmente levitan en el inmovilismo y el estatus quo y cuya única lealtad es con el Partido del Orden.
La inversión en Chile está fuertemente vinculada a la extracción de RR.NN. y aunque se apruebe un nuevo Royaltie, aún seguiría siendo un buen negocio. Después de todo, no puedes ir a explotar cobre o litio a Paraguay o a Somalia. La inversión local seguirá esa senda y el gasto de Gobierno implementando su programa debiera sostener un buen nivel de actividad.
G: – Bueno, algo hay de cierto en eso. De hecho, todo indica que hay una parte del empresariado que entiende que la viabilidad no solo de la economía, sino de la sociedad chilena, está ligada a una importante redistribución del ingreso y a extender la noción de justicia a los más diversos campos del quehacer social. Aunque puedan derramar algunos nostálgicos lagrimones, saben que “los viejos buenos tiempos” son parte del pasado.
Ambos asienten, reconociendo la profundidad y lo asertivo de la opinión de cada uno. Si los jóvenes no son los audaces hoy día…, -dejo en suspenso la frase, mientras elevo la vista hacia el cielo celeste de Barcelona, esperando sintonizar con el momento de verdadero recogimiento que viven mis acompañantes-. Sin embargo, ya no me prestan atención y ahora están coincidiendo en que esta segunda copa de vino está mucho mejor que la anterior. Parecieran no saber que esa es una constante más robusta que el número Pi.
Dejamos nuestro poco turístico tugurio y ahora caminamos por el Passeig de Colom, en dirección al mercado del Born. Es la hora de almorzar y por fin hablar de cosas verdaderamente serias.
¿Se han fijado que Boris será el segundo presidente seguido que es de la Cato?
D: – Ya, pero deja de decirle “Boris” al
presidente, porfa.
[1] Los milenials pueden informarse en Youtube.
1 comment
Buenisssimo! ..!!.!