Chile, atraviesa por una profunda crisis que se ha transformado en endémica a través del tiempo. Los bolsones de pobreza integral están a la vista de quienes quieren verlos. Un sector del mundo político parece ajeno a esta realidad y es reticente a impulsar una Reforma Tributaria, que permita abordar los problemas integrales que marcan una situación de miseria vergonzante. Somos 20 millones de habitantes y según la Encuesta CASEN hay más de 2 millones de pobres en nuestro país. En la extrema pobreza figuran más de 890 mil personas.
Esta semana del tercer aniversario del Estallido Social coincide con la convocatoria de Naciones Unidas que definió el 17 de octubre como El Día Internacional de la Erradicación de la Pobreza.
En 1992 fue reconocido por la ONU y la primera celebración tuvo lugar en Paris, Francia en 1987, cuando más de 100.000 personas se reunieron en la plaza del Trocadero para manifestarse en favor de los Derechos humanos y la libertad en honor a las víctimas de la pobreza, el hambre, la violencia y el miedo.
Una de cada diez personas de las regiones en desarrollo vive con menos de 1,90 dólares al día, que es la cantidad establecida internacionalmente como el umbral de la pobreza. Y muchos carecen de acceso a alimentos, agua potable y saneamiento adecuados, según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
El reto es alcanzar el primer Objetivo de Desarrollo Sostenible, que es nada menos que «poner fin a la pobreza en todas sus formas y en todo el mundo«.
En Chile, con gran esfuerzo de las políticas sociales del Estado se habían logrado mejorar las cifras, pero la pandemia marcó un retroceso lamentable.
Para ir a la profundidad del problema El Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES) ha estado desarrollando investigación colaborativa en temas relacionados al conflicto social y la cohesión (convivencia) en Chile, por medio de un equipo multidisciplinario proveniente de las ciencias sociales y humanidades. COES centra sus actividades académicas y de difusión en el análisis de las múltiples manifestaciones del fenómeno en Chile, sus causas, así como también su contexto cultural e histórico.
El Estudio Longitudinal Social de Chile (ELSOC) es una encuesta panel, representativa de la población nacional urbana, que analiza la estabilidad y cambio de las creencias, actitudes y percepciones que tenemos los chilenos y chilenas respecto de la convivencia y del conflicto, la cohesión y una amplia gama de aspectos políticos y sociales a lo largo del tiempo.
Este estudio sigue la evolución de cerca de 4.500 chilenos y chilenas a lo largo de una década. Actualmente se encuentran disponibles 5 olas del estudio, abarcando el período entre 2016 y 2021. Sus temas de estudio y su aspecto longitudinal convierten a ELSOC en un recurso único en Chile y América Latina para analizar la evolución de la sociedad chilena y para el desarrollo de las ciencias sociales en Chile.
El estudio constituye un aporte sustantivo para un análisis profundo en torno a las crisis que vive la sociedad chilena en el período 2016 y 2021 y que se complementa con estudios anteriores. La densidad del trabajo de investigación tiene un sustento contundente.
El Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES) está patrocinado por la Universidad de Chile y la Pontificia Universidad Católica de Chile, y como instituciones asociadas se encuentran la Universidad Diego Portales y la Universidad Adolfo Ibáñez. COES cuenta con el apoyo del Fondo de Financiamiento de Centros de Investigación en Áreas Prioritarias (FONDAP, dependiente de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (MinCiencia). ELSOC además cuenta como socio al Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad (MIDAP).
A propósito de la violencia que ha estado en la discusión de los últimos días a raíz de la conmemoración del tercer año desde el “estallido social”, en el capítulo 2 Política y Ciudadanía, se puede leer:
…para algunas personas, parece razonable la utilización de violencia para imponer demandas (violencia para el cambio social) mientras, para otras, la violencia policial o ciudadana se justifica si tiene como fin mantener el orden y seguridad en un contexto de alta efervescencia social (violencia para el control social). No obstante, el uso de la violencia, más allá de su propósito, trae consigo el riesgo de aumentar ciclos de violencia, generando una potencial escalada de hechos violentos que ponen en riesgo la convivencia y la seguridad de la ciudadanía y las fuerzas del orden. En Chile, desde el Estallido Social, se han visto distintos tipos de actos violentos y por ende es necesario entender cómo se configuran los cambios en la justificación de la violencia por parte de las fuerzas de orden y de la sociedad civil.
En particular, la violencia para el control social se refiere a actos de agresión física que tienen como finalidad mantener o restablecer el orden social imperante y se puede distinguir entre violencia llevada a cabo de manera privada por ciudadanos (linchamientos) y violencia institucional (violencia de Carabineros).
En ELSOC, analizamos la evolución de la justificación de dos tipos de violencia que buscan el control social: la violencia a manos de ciudadanos y la violencia policial.
Una mujer que nace en Pudahuel tiene una expectativa de vida 18 años menos que una que nace en Las Condes.
Si Ud. tiene una enfermedad catastrófica, el quintil más rico consideraba que tendría una buena atención en un 76%, en el quintil más pobre solamente el 13%
Un reportaje de CIPER indica que una familia de quintil más pobre en Chile se demora seis generaciones en alcanzar las oportunidades que tiene una familia en los niveles medios, es decir 180 años.
Un estudio de la Universidad Diego Portales, de este año, en materia educacional, dice que un niño pobre tiene mucho menos oportunidad de llegar a la universidad y además si ya está en la universidad en la misma carrera, cuando egrese va a tener menor sueldo que su compañero perteneciente a una familia rica y que se sacó las mismas notas.
Las encuestas CASEN y BANCO MUNDIAL, que miden de distinta manera la concentración de la riqueza, llegan a la misma conclusión. El 10% más rico concentra 40 veces más presupuesto familiar que el 10% más pobre.
Existe un estudio que analizó ocho millones de apellidos y dice que en Chile los 50 apellidos con menos capacidad de producir un profesional son todos indígenas. Es decir, en nuestro país sigue siendo importante el parto, el lugar de nacimiento y de quien fuiste hijo, como el mayor determinante de tu vida. ¿Qué pasa con las letras de la Constitución que señalan que todos somos iguales en dignidad y derechos?
Esta es la violencia oculta… que un porcentaje de la población no quiere ver. Sin duda que el problema es la concentración del poder. La demanda más sentida, es darle un giro al sistema que hoy es el referente político y que no ofrece un camino de salida para la crisis. Lo que veremos, de seguir así, es la prolongación del status quo. Y así no se garantiza la paz social.