Teatro político. Por Jorge A. Bañales

por La Nueva Mirada

Casi un año y medio después del asalto más grave al sistema político de Estados Unidos desde la Guerra Civil (1861-1865), el Congreso inicia audiencias públicas acerca de la insurrección que buscaba mantener a Donald Trump en el poder. El reto mayor de los legisladores es que la gente preste atención.

Sedición

En la elección de noviembre de 2020 el entonces presidente Donald Trump recibió 74,2 millones de votos (36,8% del total) y el candidato demócrata Joe Biden obtuvo 81,2 millones (51,3 %). Pero, como en Estados Unidos la elección presidencial es indirecta, lo que importa es la cifra que cada candidato acapara en el Colegio Electoral donde se necesitan al menos 279 votos. Biden logró 306 y Trump se quedó con 232.

El proceso electoral estipulado por la Constitución se completa cuando el Congreso a comienzos de enero, en una sesión básicamente ceremonial, cuenta y certifica los resultados del Colegio Electoral.

Entre las dos fechas, Trump y sus aliados objetaron, y cuestionaron judicialmente, los resultados en algunos estados, alegando un fraude generalizado, o procurando que las legislaturas de ciertos estados invalidaran las credenciales de los electores, designando delegados alternativos al Colegio Electoral.

El 6 de enero de 2021, cuando el Congreso iniciaba su sesión de certificación, Trump habló a una multitud de sus simpatizantes cerca de la Casa Blanca instándoles a marchar hacia el Capitolio, ubicado a unas 20 cuadras.

“Si no pelean con furia ya no tendrán un país”, dijo Trump quien prometió que él también iría al Capitolio. Si el Congreso certificaba la victoria de Biden, añadió Trump, Biden sería un presidente ilegítimo.

La muchedumbre incitada por Trump tomó por asalto el Capitolio y batalló por horas con la policía. Senadores y diputados escaparon refugiándose en oficinas tras pesadas puertas de madera, o huyendo por los túneles a edificios vecinos.

Entre otras violencias, los trumpistas arremetieron al grito de “Pence, a la horca”, una referencia al vicepresidente Mike Pence a quien lo tocaba presidir la sesión legislativa y quien, según Trump, tenía autoridad constitucional para invalidar el resultado de los comicios.

Una vez que los sublevados abandonaron el edificio, Pence reanudó la sesión, el Congreso validó los escrutinios y el 20 de enero, Biden pasó a ser el cuadragésimo sexto presidente de Estados Unidos en una sucesión acorde con el resultado de las elecciones que ha sido la norma por más de 230 años.

Al menos 147 miembros republicanos del Congreso votaron para invalidar los resultados de las elecciones, lo cual mostró entonces el poder que Trump tenía, y mantiene, sobre un segmento importante del que fuera Partido Republicano.

La asonada le ganó a Trump la distinción sin precedentes de un segundo juicio político. En la Cámara de Representantes 10 republicanos y todos los demócratas, con un total de 232 votos, aprobaron la acusación contra el presidente a la cual se opusieron 197 republicanos. En el Senado los 50 demócratas y siete republicanos votaron para condenar a Trump, y 42 votaron por la absolución. El resultado, sin embargo, no llegó a los 60 votos requeridos para la condena efectiva.

Investigadores

Un comité de la Cámara de Representantes, en la cual están incluidos dos legisladores republicanos, ha llevado a cabo unas mil entrevistas y ha gastado 3,5 millones de dólares recogiendo testimonios, registros de llamadas telefónicas y mensajes electrónicos, datos obtenidos en las pesquisas judiciales de cientos de sediciosos, y la abundancia de material visual capturado en los celulares de participantes y meros testigos.

A lo largo de los meses, miembros del comité investigador y otras fuentes han ido revelando algunas evidencias obtenidas en la pesquisa, pero el gran show gran se inaugura este jueves con una audiencia programada para la hora 20:00, en el centro del período de mayor audiencia televisiva.

El comité anunció que “presentará material hasta ahora no visto que documenta lo ocurrido el 6 de enero, recibirá las declaraciones de testigos, mantendrá audiencias adicionales y proporcionará a la ciudadanía un resumen de sus conclusiones acerca del esfuerzo coordinado y con múltiples pasos para anular los resultados de la elección presidencial de 2020 e impedir la transferencia del poder”.

El representante Jamie Raskin, demócrata de Maryland y quien encabezó la acusación contra Trump en el juicio político del año pasado, afirma que “el comité ha hallado evidencias de que hubo mucho más que una incitación, y mostraremos las pruebas acerca de todos los actores que desempeñaron papeles cruciales en lo ocurrido el 6 de enero”.

Según Raskin, Trump y la Casa Blanca “estuvieron en el centro de estos acontecimientos. Es la única manera de encontrarle sentido a lo ocurrido”.

Horario central

Según una encuesta de la Universidad de Massachusetts, en Amherst, la opinión pública estadounidense está dividida casi a la mitad acerca de cuánto le interesa la investigación de la asonada. Un 52 % de los encuestados opinó que es importante que se aprendan lecciones del incidente, y un 48 % respondió que ya es tiempo de pasar la página y ocuparse de otras cosas.

Esta divergencia refleja casi exactamente las afiliaciones y simpatías políticas: son muchos más los demócratas interesados en seguir las audiencias, y muchos más los republicanos desinteresados o que consideran todo el asunto como una cacería de brujas.

Las cadenas ABC, CBS, NBC, CNN y MSNBC de televisión han anunciado que modificarán su programación y cubrirán, al menos, la primera audiencia. Como es de esperarse, FOX indicó que sólo su canal de información empresarial se ocupará del asunto.

Paradójicamente, uno de los factores que amengua el interés público es la profusión de material visual difundido en vivo y en directo durante las casi cuatro horas de asalto al Capitolio, durante el juicio político contra Trump, y desde entonces en cada debate político sobre lo ocurrido. Muchos estadounidenses creen que ya han visto demasiadas imágenes de la insurrección, y los legisladores prometen que las audiencias mostrarán material hasta ahora no visto por el público.

Podremos ver cuán involucrado estuvo Trump”, afirmó el representante Steve Cohen, demócrata de Tennessee. “El dirigió este show. Lo condujo desde el momento en que perdió la elección en noviembre, lo hizo con su hijo, o sus hijos, y todos sus cómplices”.

Por su parte la legisladora Elise Stefanik, de Nueva York y presidenta de la Conferencia Republicana en la Cámara de Representantes ya inició la campaña contra las audiencias con una conferencia de prensa el miércoles, acompañada por sus colegas Steve Scalise, de Louisiana; Jim Banks, de Indiana; y Jim Jordan, de Ohio.

Los republicanos confían en que la mayoría de los estadounidenses está ahora más preocupada por el alza de los precios de las gasolinas, el desabastecimiento de fórmulas alimenticias para bebés, las matanzas, la inflación, y la guerra en Ucrania.

El espectáculo televisado, y el informe que el comité debe publicar antes de fin de año, quizá contribuyan a responder algunas preguntas acerca de lo ocurrido exactamente en ese miércoles.

Entre los aspectos todavía no esclarecidos se cuenta la identificación de quienes colocaron bombas caseras en las sedes de los comités nacionales del Partido Demócrata y el Partido Republicano en la víspera de la insurrección.

También queda por develarse cuál era exactamente el plan de los trumpistas en el uso de los delegados falsos al Colegio Electoral, y qué esperaban los sediciosos que ocurriría si su conspiración hubiese tenido éxito.

Las preguntas abundan también acerca del grado de coordinación entre algunos grupos de sediciosos que se presentaron con uniformes de combate y actuaron con táctica militar y, la cuestión decisiva ¿qué hizo Trump durante las más de tres horas cuando los policías luchaban por sus vidas frente a cientos de asaltantes?

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