El progresismo ha dado un importante paso al formalizarse un pacto municipal de 11 partidos (los de gobierno más uno “no opositor”, como la DC), que incluye candidaturas únicas para dirigir las alcaldías en la mayoría de las 345 comunas, con primarias abiertas a realizarse el 9 de junio en 48 de ellas. Eran 86 originalmente, pero se redujeron en el camino por problemas de inscripción y desistimientos y acuerdos de última hora. Por primera vez, las fuerzas políticas de la ex Nueva Mayoría y el Frente Amplio, que convergieron en la elección de segunda vuelta de Gabriel Boric en 2021, realizarán este tipo de primarias, incluidas en 2017 en la ley (anteriormente se habían realizado primarias “convencionales”, auto-organizadas por los partidos políticos en casos puntuales). Así, más de 15 millones de mayores de 18 años están convocados a las urnas el 27 de octubre para elegir a los alcaldes y alcaldesas y a 16 gobernadores o gobernadoras regionales que ejercerán durante los próximos 4 años. Donde no haya primarias, el plazo de inscripción vence el 29 de julio. El acuerdo no se extendió formalmente a los gobernadores regionales, pero en esas elecciones existe un mecanismo de segunda vuelta (si nadie alcanza el 40% de los votos) lo que permitirá eventuales competencias el 27 de octubre próximo y apoyos mutuos posteriores.
Este compromiso llega después de importantes problemas de cohesión entre las fuerzas oficialistas, no muy justificados por temas que pudieran ser controversiales y de fondo sobre la gestión del gobierno (especialmente en materias económicas o internacionales, lo que es natural que ocurra entre actores políticos diversos) sino más bien por recelos mutuos y de competencia por crecer en un mismo espacio. En el espacio político del progresismo, que abarca a fuerzas de centro, centroizquierda y de izquierda, cada uno de sus componentes por separado no tiene capacidad de elegir autoridades sino en el margen ni de incidir decisivamente en los destinos del país. En el marco polarizado de la política chilena, siguen prevaleciendo dos grandes bloques. Esto lo demuestran los desprendimientos de «moderados» de la DC, el PR, el PPD y el PS hacia las agrupaciones de Demócratas y Amarillos, que terminaron, sin más, aliados a la derecha y en la irrelevancia, culminando un viraje de más largo aliento hacia posturas conservadoras.
El acuerdo del 10 de abril de 2024 incluye una amplia diversidad, que podrá expresarse, simultáneamente, en las listas de concejales, que serán de agrupaciones de partidos (como la DC, el PPD y el PS, en un nuevo intento un tanto extemporáneo de revivir otras etapas) o de partidos individuales, como el Partido Comunista o el Frente Amplio (que acaba de reagruparse en un solo partido mediante un proceso de fusión orgánica).
La consolidación política de la coalición de gobierno y del nuevo acuerdo de colaboración con la DC, tuvo otro éxito con la elección de la comunista de nuevo cuño Karol Cariola en la presidencia de la Cámara de Diputados y Diputadas el 15 de abril. Por primera vez ese partido llega a ocupar el tercer cargo de la República, rompiendo una barrera simbólica que se le había negado hasta aquí al PC, a pesar de los acuerdos formales de 2022, rotos por los conservadores DC en 2023. No obstante, Cariola logró ganar por un solo voto, con el apoyo del oficialismo, de la DC y de un parlamentario de lo que queda del Partido de la Gente (PDG), ex miembro de Renovación Nacional y en su momento desaforado por injurias. La victoria de Cariola fue fruto, además, de la ausencia en la votación de tres parlamentarios más bien alineados con la derecha, y de lo que queda del mundo llamado “díscolo”, de tipo autorreferente, en este caso la diputada Pamela Jiles, que hace un año hizo fracasar nada menos que la reforma tributaria del gobierno, uno de los pivotes de la necesaria disminución de las desigualdades en Chile.
Esta frágil elección es, sin embargo, un triunfo para el gobierno y para la inclusión plena del PC en el juego democrático, que siempre ha respetado, aunque persista en su apoyo a regímenes autoritarios como los de Putin, Ortega y Maduro, lo que no ayuda a consolidar sus credenciales en la materia, periódicamente puestas en cuestión. Y ocurre después del fiasco de las fuerzas de gobierno en el Senado, instancia en la que la ruptura de una parte de la DC hacia Demócratas y Amarillos alineados con la derecha, y la actitud poco institucional del PPD, cuyos egos e inconsistencias no le permitieron resolver sino en la hora undécima su candidato a la presidencia y sin ayudar a lograr una mayoría, permitieron que la derecha ganara la testera de la cámara alta. En este caso, también la UDI incumplió su acuerdo de 2022, que le permitió a Coloma presidir el Senado durante 2023 con votos de las fuerzas de gobierno, agregando otro punto negro a una lista ya nutrida. En suma, el deterioro de los acuerdos en el parlamento ha quedado consumado, aunque Cariola logró un triunfo ajustado pero alentador.
El nuevo impulso político debiera permitir a las fuerzas de gobierno enfrentar mejor la regresión autoritaria y el retroceso social que representa la coalición conformada por la derecha, la extrema derecha y las escisiones conservadoras y anticomunistas de la DC, como se demostró en la contienda constitucional de 2023. Esto se va a expresar a su manera en la elección municipal y regional. Existen estilos y énfasis diferenciados de gestión de los territorios en materia de infraestructuras, de servicios urbanos y rurales prioritarios, de políticas de acceso a la vivienda, a la salud y a la educación (en transición lenta hacia los servicios locales, que en realidad debieran ser regionales), de tipo de reforzamiento de la seguridad y de apoyo a la acción de las policías contra la nueva delincuencia y a la acción simultánea contra sus causas. Quien juzgará será, como corresponde, la ciudadanía, mediante el voto obligatorio de los mayores de 18 años en octubre próximo.
Tal vez algunos temas por resolver puedan ahora abordarse en un mejor clima. Se debiera producir el ingreso de la Democracia Cristiana al gabinete de Gabriel Boric y el fortalecimiento de su rol parlamentario, pues no tiene sentido que apoye muchas legislaciones y no comparta responsabilidades de gobierno para llevarlas a la práctica. También se debiera dejar de insistir en la idea de dos coaliciones, porque lo único que existe en la práctica es una coalición de gobierno entre los partidos que lo apoyan y del que forman parte, salvo que se quiera proyectar que unos lo apoyan más que otros, lo que tiene poco sentido. Eso no impide que cada partido cultive relaciones de mayor o menor cercanía con otros, pero la insistencia en la diferenciación termina inevitablemente por dificultar la gestión de cualquier gobierno. Un tercer tema es mejorar la calidad de esa gestión, acentuando la persecución de toda corrupción, de la escala que sea, y optando por fortalecer con más fuerza el carácter profesional de la administración en todos los niveles. Un cuarto tema es mejorar la orientación de las políticas de gobierno, sobre la base del programa de segunda vuelta firmado por los partidos que ahora han pactado candidaturas locales y regionales. Esto es responsabilidad de las autoridades de gobierno, en base a la deliberación y coordinación con sus fuerzas políticas de apoyo y también con los movimientos sociales cuyas reivindicaciones se proponga escuchar y canalizar.
Como es la fuerza política del presidente Boric, al Frente Amplio le cabe mejorar sustancialmente su capacidad de conducción y de iniciativa. El que el presidente de Convergencia Social, el diputado Diego Ibáñez, desconociera a horas de alcanzado el acuerdo municipal y saliera apoyando a un candidato independiente distinto del confirmado en el pacto, en este caso nada menos que en Concepción, no es una buena expresión de esa capacidad, la que también se complicó en Valparaíso. Esta debe incluir un alto grado de consistencia y persistencia frente a la amenazante arremetida ultraconservadora, y evitar perjudicar, mediante el apoyo a aventuras individuales, al conjunto de las fuerzas progresistas, que han reencontrado en buena hora el camino de la unidad en la diversidad.