Carolina Tohá se lanza al ruedo

por Marcelo Contreras

Con la renuncia de Carolina Tohá al ministerio del Interior se despejaron buena parte de las incógnitas acerca de las definiciones presidenciales en el oficialismo. Definitivamente, Michelle Bachelet, que aparecía como la figura más competitiva del sector, no se postulará para un tercer mandato presidencial y Tohá asume el desafío mayor.

La ahora exministra, pieza decisiva en el engranaje político del actual gobierno, suma condiciones, atributos y experiencia para asumir este desafío, tal como se reconoce de manera bastante transversal. Hija del exministro José Tohá, puede exhibir una larga y exitosa trayectoria política que iniciara luego del retorno de su exilio en México, acompañando, muy joven, a Ricardo Lagos en aquel épico foro televisivo en donde el exmandatario levantó su dedo apuntando a Pinochet. Ha ejercido como parlamentaria, ministra de estado y alcaldesa de Santiago. Con su ingreso al gobierno del Presidente Boric se inició una nueva etapa política de la actual administración. Un giro político en momentos críticos, reemplazando a Izquia Siches, que se materializó con un nuevo elenco ministerial y ajustes de conducción programática que Carolina Tohá lideró hasta el momento que entregó la posta al hoy jefe de aquella estratégica cartera, Álvaro Elizalde. 

Tal como lo afirmara la propia exministra, no fue una decisión fácil. Hasta ahora, Carolina Tohá, al igual que los otros precandidatos oficialistas, marca poco en las encuestas de opinión, tan sólo cuenta con el apoyo de su partido, el PPD, asumiendo un enorme desafío para convertirse en la postulante que una al conjunto del arco progresista, que va desde la DC hasta el PC (y más que aquello ha reconocido en su primera declaración pública como candidata, bajo los titulares de “Progreso, Cohesión y Seguridad”). Para ello, deberá enfrentar una primaria amplia y competitiva que, hasta ahora, tiene dos postulantes que han anunciado su intención de competir: el liberal Vlado Mirosevic, y Jaime Mulet, postulado por el partido regionalista verde, faltando por conocer las opciones del PS, radicales, Frente Amplio y PC.

El PS, que se encuentra en el proceso de renovación de su directiva (programado para el próximo 16 de marzo) había resuelto presentar un candidato (a) de sus filas a las primarias del progresismo, apostando en persuadir a la expresidenta Bachelet de asumir una nueva postulación. La situación podría cambiar a partir del nuevo escenario, pero no será un proceso simple ni sencillo. Sobre todo, después que muchos de sus dirigentes, de manera más bien imprudente, sostuvieran que Bachelet era la única opción para derrotar a la derecha. Ciertamente los socialistas no cuentan con un liderazgo partidario competitivo para presentar a primarias y, aunque incomode en algunos de sus voceros, la opción de apoyar a Carolina Tohá resulta difícil de eludir en la perspectiva de fortalecer la convergencia del llamado socialismo democrático y del conjunto del progresismo. 

Distinta es la situación del Frente Amplio o del PC, que podrían optar por levantar un candidato (a) para competir en el proceso de primarias abiertas y legales, aunque sus opciones no son muchas ni necesariamente muy competitivas. Daniel Jadue, el exalcalde de Recoleta, que se encuentra sometido a un proceso judicial, ha afirmado estar disponible para enfrentar un nuevo desafío presidencial, pero es más que dudoso que la directiva de su partido se arriesgue en una aventura de tan incierto pronóstico. La alternativa sería la de Jeannette Jara, actual ministra del Trabajo, bien evaluada, y que, disciplinadamente, ha dejado la decisión a las instancias partidarias. 

En el caso del Frente Amplio, que ha anunciado que tomará su decisión en materia presidencial en su próximo comité central del mes de marzo, tampoco aparecen opciones muy claras, luego que el reelecto alcalde de Maipú, Tomás Vodanovic, reiteradamente insista en no estar disponible. Siempre es posible pensar en alternativas, como Beatriz Sánchez, excandidata presidencial y actual embajadora en México (también se le menciona como posible postulante al Senado), o el diputado Gonzalo Winter.

A ellos se debería sumar el actual presidente de la DC, el diputado Alberto Undurraga, designado por su partido como precandidato presidencial. Pero aún la falange deberá resolver su participación en el proceso de primarias amplias del progresismo.

Finalmente, resta la incógnita acerca de lo que resolverá el Partido Radical, que no cuenta con un postulante de sus filas para competir, pero que podría optar por entregar su respaldo a un candidato independiente (se ha mencionado al disponible postulante Harold Mayne Nicolls y al siempre insistente Marco Enríquez).

Así el escenario, Carolina Tohá tiene la primera opción de ganar esa primaria y convertirse en la candidata presidencial del progresismo, para enfrentar a una derecha dividida y sin verdaderas posibilidades de unificarse antes de la segunda vuelta, pese a los denodados esfuerzos de Evelyn Matthei y los dirigentes de Chile Vamos, Tanto José Antonio Kast como Johannes Kaiser han reiterado su decisión de competir por la hegemonía del sector. Y todo apunta a que será una competencia cruenta, como suele suceder en la derecha.

Evelyn Matthei y el espejismo del 62 %

Evelyn Matthei, al igual que la mayoría de Chile Vamos, continúa obnubilada por el espejismo del 62 % de los votos alcanzados por el rechazo del primer proceso constituyente. Pensando que es posible transformarlo en una mayoría política que le permita alcanzar la presidencia de la republica y conseguir una mayoría parlamentaria. A diferencia de la derecha europea, que ha marcado claras fronteras con la ultraderecha, negándose a todo dipo de alianzas (como sucediera recientemente en Alemania), la derecha chilena insiste, discursivamente, en buscar una alianza que vaya desde la ultraderecha hasta Demócratas y Amarillos.

Pero aquello no pasa de ser un espejismo. En primer lugar, porque no es verdad que una mayoría tan amplia como un 62 % del electorado se identifique con la suma de las derechas. En segundo lugar, porque no son sumables, como lo demuestra la reiterada decisión de José Antonio Kast de llevar su postulación a primera vuelta y competir en el plano parlamentaria, para enfrentar a la llamada “derecha cobarde” como denominan a Chile Vamos. Y otro tanto podría hacer Johannes Kaiser el líder nacionalista libertario, aun cuando sea difícil precisar sus diferencias con republicanos, como no sea una disputa de egos.

Aquella mencionada obnubilación ha llevado a Evelyn Matthei a equivocar el foco de su campaña, empeñada en la absurda competencia para demostrar mayor dureza frente al gobierno, sin ningún gesto de apertura hacia el llamado centro político. Eso puede ser un error fatal para las pretensiones de la exalcaldesa de retomar la hegemonía de su sector, que no tan sólo amaga sus posibilidades de ganar la presidencia de la república sino de pasar a segunda vuelta y conquistar una mayoría parlamentaria para Chile Vamos, tal como sucediera en la anterior elección presidencial, en donde tuvieron que votar por su ahora contendor J. A. Kast en segunda ronda.

En estricto rigor, la derecha pura y dura, heredera del régimen militar, no ha ganado una elección presidencial en los últimos 60 años. Tuvo que optar por Sebastián Piñera, de origen demócrata cristiano y partidario del NO en el plebiscito de 1988. Y pese a los esfuerzos que realiza hoy en día para glorificar sus dos gobiernos, no se pueden ocultar las acervas criticas de sectores de derecha a su gestión. Entre muchas otras, haber entregado la constitución de 1980.

La división de la derecha puede garantizar el paso a segunda vuelta del candidato (a) candidata del progresismo, que parte con un piso del 30 % del electorado, que consistentemente ha apoyado al actual gobierno, y tiene los espacios para crecer y competir con las derechas. En primer lugar, en la elección parlamentaria.

 La segunda vuelta presidencial es una nueva elección, que podría enfrentar al candidato (a) del progresismo con una de las opciones de la ultraderecha, obligando nuevamente a Chile Vamos a un pie forzado, tal como sucediera hace cuatro años. Con los resultados conocidos.

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