¿Crisis estanflacionaria de deuda?

por Gabriel Loza

Lo que se ha vivido reciente en la economía global ha sido una crisis bancaria relacionada con la crisis de las empresas tecnológicas y de las cripto monedas junto con los problemas de liquidez y solvencia de los propios bancos, que fueron gatillados por el alza brutal de las tasas de interés por parte de los bancos centrales en un contexto de desaceleración de la actividad económica o estancamiento junto con una alta inflación.

El alza de las tasas de interés fue brutal si se toma en cuenta que, desde septiembre de 2021 hasta abril de 2023, 18 meses, el alza acumulada en promedio de los países avanzados fue del 3,9% siendo la subida más alta la de la Reserva Federal de EEUU (Fed) de 4,75% (Gráfico 1). Esta súbita alza para enfrentar la alta inflación, que no había ocurrido desde antes de la crisis financiera y sucedió después de un largo periodo con tasas cercanas a cero, gatilló esta crisis bancaria y  lo que estamos viendo en realidad son los “daños colaterales” o efectos no deseados- de la receta  monetarista para curar la inflación incluso a costa de la estabilidad financiera y la recesión.

Gráfico 1: Tasas de interés países adelantados: septiembre 20221-abril de 2023

Fuente: Elaboración propia con datos de Tipos de interés – relación de los tipos de interés disponibles en global-rates.com

La crisis se originó en Estados Unidos, la metrópoli del capitalismo financiero, y contagió a los bancos europeos, algunos como el Credite Suisse que ya estaban en problemas, lo que expresa en el fondo la vulnerabilidad estructural del sistema financiero que busca la maximización de ganancias en un contexto de baja o ninguna regulación y supervisión financiera, especialmente cuando determinados bancos esperan no sufrir los resultados de sus malas decisiones, por lo que pueden aumentar los riesgos que asumen (moral hazard), puesto que cuando entran en problemas socializan sus pérdidas esperando el rescate o la intervención de los Gobiernos y Bancos Centrales. 

La crisis por la que atraviesa la economía mundial es en realidad una pluri o multicrisis porque es la confluencia de los efectos del shock del post-covid (1), los efectos de la Guerra y las sanciones a Rusia y la fragmentación o desglobalización económica (2). A ambos shocks se añadieron los efectos de la “normalización financiera” o subida de las tasas de interés (3) que dieron lugar a la actual crisis de estanflación (4), a la cual se sumó en el mes de los Idus de marzo la crisis bancaria, que todavía no ha terminado y que está muy relacionada con la crisis de las criptomonedas y de las empresas tecnológicas. Una representación gráfica explicativa de la Megacrisis o madre de todas las crisis es la siguiente:

En esta mega crisis destaca el shock geopolítico derivado no de la guerra entre Ucrania y Rusia, sino el conflicto bélico entre la OTAN versus Rusia con las sanciones unilaterales que Washington y la Unión Europea (UE), que han extendido el conflicto sobre el resto del mundo. Adicionalmente, a  la guerra militar se suma la guerra tecnológica entre Estados Unidos y China que ha generado un nuevo realineamiento geopolítico mundial con un bloque de EEUU-OTAN y el Bloque de China-Rusia que genera no solo una fragmentación económica, sino una reconfiguración del orden económico mundial que se diseñó en 1944 en Bretton Woods, después de la segunda guerra mundial.

Justamente el FMI y el Banco Mundial nacieron con el nuevo orden mundial en la posguerra que ahora está en crisis y que, sin embargo, parecen no entender plenamente la gravedad y consecuencias de la megacrisis y que, dada su forma de financiamiento y votación, parecen estar alienados a uno de los bloques en disputa.

Es así que los recientes informes publicados para su reunión de primavera de 2023 se centran en los efectos en el crecimiento económico pero muy poco en sus causas auto provocadas.

Así, el informe del Banco Mundial sobre la caída de largo plazo del Crecimiento Potencial (Falling Long-Term Growth Prospects (worldbank.org) es impactante, al señalar que “En todo el mundo, se está produciendo una desaceleración estructural del crecimiento: con las tendencias actuales, se espera que la tasa de crecimiento potencial mundial, la tasa máxima a la que una economía puede crecer sin encender la inflación, caiga a un mínimo de tres décadas durante el resto de 2020”.

El informe concluye que la desaceleración en el crecimiento potencial” puede atribuirse a muchos factores, ya que todos los impulsores fundamentales del crecimiento se desvanecieron”, como en el caso de “un crecimiento más lento de la PTF[1], un crecimiento más lento de la oferta laboral y un crecimiento más lento de la inversión que en el período 2000-10”. Pero además de estos factores, se tiene que “la economía mundial se ha visto sacudida por crisis financieras, recesiones mundiales, episodios de inflación, crisis sanitarias como epidemias y pandemias, desastres relacionados con el clima y guerras y conflictos de diversa gravedad”.

Si tomamos los impactos solo de las recesiones y las crisis bancarias, shocks que estamos atravesando actualmente, el Informe encuentra que “Las recesiones, incluso cinco años después, se asociaron, en promedio, con una disminución de alrededor de 1,4 puntos porcentuales en el crecimiento potencial” y que en “Las crisis bancarias estuvieron asociadas con caídas inicialmente mayores en el crecimiento potencial (alcanzando un máximo de 1,8 puntos porcentuales después de dos años) como resultado de un colapso de la inversión,….y  que la caída en el crecimiento potencial después de cinco años fue de solo 1.2 puntos porcentuales”. Estamos, por tanto, de un impacto conjunto de 2,6 puntos porcentuales en el crecimiento potencial, definida como la tasa de crecimiento máxima que una economía puede mantener a largo plazo con pleno empleo y plena capacidad sin encender la inflación. Estas pérdidas en el crecimiento y, por tanto, en la satisfacción de las necesidades materiales de la población, no se sabe quién las asume, las compensa o las repone. El problema es que solo cuantificamos los efectos y no los agentes económicos y políticos responsables, como los gobiernos con sus políticas que empujan a la recesión económica y los bancos que con sus conductas maximizadoras entran en crisis.

Por su parte, la Directora del FMI en su discurso reciente (El camino hacia el crecimiento: Tres prioridades de acción (imf.org) ) alertó que “Pese a la sorprendente resiliencia de los mercados laborales y del gasto de los hogares en la mayoría de las economías avanzadas, y al impulso de la reapertura de China, la economía mundial crecerá por debajo del 3% en 2023”.  De esta manera encuentra que “la actividad económica se está desacelerando en Estados Unidos y la zona del euro, donde las tasas más altas de interés repercuten en la demanda. Las proyecciones indican que este año la tasa de crecimiento disminuirá en aproximadamente el 90% de las economías avanzadas”.

El problema es que la visión del FMI de la crisis y de la política económica es lineal, como una carrera de obstáculos o un largo camino donde primero debe superarse la primera colina y después las demás. Así, por supuesto, que para el FMI “La primera colina es luchar contra la inflación y salvaguardar la estabilidad financiera” y su recomendación principal es que “los bancos centrales deben seguir sirviéndose de las tasas de interés para luchar contra la inflación, al tiempo que utilizan las políticas financieras para garantizar la estabilidad financiera”.

El problemita es que los bancos centrales se enfrentan a un dilema entre estabilidad financiera o estabilidad de precios.

 Sin embargo para Nouriel Roubini (El bucle de fatalidad que se avecina by Nouriel Roubini – Project Syndicate (project-syndicate.org) en realidad es un trilema. Así, la contracción del crédito causada por el actual estrés bancario causará un aterrizaje más duro para la economía real, debido al papel clave que desempeñan los bancos regionales en la financiación de empresas de pequeño y mediano tamaño y de los hogares. En consecuencia, al dilema hay que sumarle  la “trampa de la deuda” en que los altos déficits y deuda públicos provocan un “predominio fiscal” sobre la política monetaria, y las altas deudas privadas causan un “predominio financiero” sobre las autoridades monetarias y regulatorias.

En consecuencia, según Roubini, nos deberíamos estar preparando para la próxima crisis estanflacionaria de la deuda.

Si volviéramos al principio del articulo y de la mega crisis, los shocks auto provocados, generados por sus gobiernos y autoridades monetarias; como son las alzas fuertes de las tasas de interés y la fragmentación y guerra geopolítica, son los que deberían frenarse, enfrentarse y solucionarse, puestos que son los causantes de estas crisis de estanflación que probablemente, si sigue la tendencia de inercia histórica, se convierta en una crisis estanflacionaria de la deuda, donde ni tocar madera nos salvaría.  


[1] PTF: Productividad Total de Factores.

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