Por Antonio Ostornol, escritor.
¡Basta! +de 100 hombres contra la violencia de género. Pía Barros, antologadora (Asterión, 2019)
Hoy marco un libro de combate. Y tal vez este no sea más que un buen motivo para homenajear un proyecto escritural, de vida y editorial que Pía Barros inició como pionera hace ya unas décadas, cuando desafiaba al mundo progresista a pensar en nuevos términos el tema de la condición de género y, por supuesto, el lugar desmejorado de la mujer en el reparto del espacio público. Entonces, muchos le decían que había prioridades: primero, derrocar al tirano y luego, algún día, ocuparse de la situación de las mujeres. Y Pía les contestaba que los tiranos habían existido hace miles de años y hacerse cargo de las inequidades que vivía la mitad de la población, tenía carácter de urgencia. En nuestros días, mucho de esto parece una obviedad y, a veces, una majadería. Sin embargo, no lo es para nada: un ejemplo, la tasa de femicidios sigue siendo altísima. La gracia es que Pía relevaba este problema hace más de treinta años. Mis respetos para ella y sus compañeras de utopías.
Y Pía les contestaba que los tiranos habían existido hace miles de años y hacerse cargo de las inequidades que vivía la mitad de la población, tenía carácter de urgencia. En nuestros días, mucho de esto parece una obviedad y, a veces, una majadería. Sin embargo, no lo es para nada: un ejemplo, la tasa de femicidios sigue siendo altísima. La gracia es que Pía relevaba este problema hace más de treinta años. Mis respetos para ella y sus compañeras de utopías.
Todo empezó con los talleres Ergo Sum, hacia finales de los años setenta. Desde la universidad, Pía construyó un espacio que, en forma creciente, iría siendo ocupado por mujeres que recuperaban la palabra y aprendían el oficio de contar su propia historia, confrontando el canon masculino y afirmando su propia lengua, desde la que se denunciaba la condición discriminada y abusada de la mujer en nuestro país y, en general, en nuestra cultura. En esos tiempos aparecieron los primeros textos de mujeres que luego darían paso al proyecto Asterión, una editorial que publicaba preferentemente a escritoras y era gestionada por un fantástico equipo de colegas. En ese trayecto, hace unos 14 años atrás, comenzó a plasmarse la idea de estas antologías ¡Basta! +de 100 escritoras contra la violencia de género. Y uso el plural, porque en los inicios fueron 100 escritoras mujeres; después fueron los hombres; finalmente, mujeres y hombres que escribían contra el abuso infantil. La idea fue convocar a escritores y escritoras a escribir micro cuentos que, de una u otra forma, aludieran al tema y su impacto en la sociedad contemporánea. No había más restricción que un limitado número de palabras y una temática general.
El resultado fueron tres libros únicos, diversos y complejos. Únicos, porque son mucho más que un libro; son un gesto, un movimiento, una comunidad de conciencias puesta en movimiento.
El resultado fueron tres libros únicos, diversos y complejos. Únicos, porque son mucho más que un libro; son un gesto, un movimiento, una comunidad de conciencias puesta en movimiento. Constituyen libros políticos en el mejor y más contingente sentido del término. Por lo mismo, son diversos, ya que concentran diferentes estéticas, edades, oficios, concepciones, alusiones al y elusiones del problema. En esto ayuda el género de la mini ficción que se sitúa en un lugar fronterizo entre el relato, el testimonio, la declaración y la poesía. Un género híbrido produce, al final, aproximaciones muy difíciles de homologar pero que, en la medida que uno avanza en su lectura, comienzan a dialogar y a cobrar una significación común. Y finalmente, el resultado es una lectura compleja, con niveles muy distintos de aproximación: desde la denuncia más obvia de las muchas violencias de que son objeto las mujeres en nuestra sociedad, hasta las historias que conectan dicha condición con la historia de la humanidad patriarcal o la marca indeleble en occidente de una religiosidad machista por definición.
En esto ayuda el género de la mini ficción que se sitúa en un lugar fronterizo entre el relato, el testimonio, la declaración y la poesía.
La experiencia de Editorial Asterión al publicar su serie de antologías de micro cuentos destinadas a poner en discusión los temas de violencia de género ha sido un éxito absoluto. Ya llevan varias ediciones, la cantidad de autores que participan ha ido creciendo y la experiencia se ha reproducido en una red internacional que ya tiene sus propios libros ¡Basta! +de 100 escritoras… , en países como Argentina o Uruguay. De las tres antologías producidas por Asterión, el libro cuyas páginas marco en este texto, es posiblemente el más desafiante, ya que se trata de escritores hablando de violencia de género, algo así como acusados que se acusan. Y el resultado es notable, en primer lugar, como gesto: cien intelectuales chilenos se pusieron a la tarea de pensar y narrar la condición de la mujer, en cuanto género discriminado y abusado, y exploraron sus implicancias, sus nudos ciegos, sus incomprensiones y sus iluminaciones. Están presentes escritores totalmente consagrados como Raúl Zurita, Diego Muñoz, Ramón Díaz Eterovic, Floridor Pérez, Elicura Chihuailaf, José Gai, Jorge Volpi, Ariel Dorfman, Jorge Baradit, Pablo Azócar, Hernán Rivera Letelier o Guido Eytel; y otros, quizás no tan consagrados, pero que ya están instalados en la tarea escritural; y también hay artistas provenientes de disciplinas no verbales, que incursionaron en el género por el deseo político (en el sentido cultural) de estar presentes. Por lo mismo, resulta interesante ver cómo se aproximan nuestros escritores al tema.
De las tres antologías producidas por Asterión, el libro cuyas páginas marco en este texto, es posiblemente el más desafiante, ya que se trata de escritores hablando de violencia de género, algo así como acusados que se acusan.
La muestra de cuentos o, simplemente, textos, nos habla siempre de violencia, en sus más diversos aspectos y expresiones. Hay muchos relatos que ponen en evidencia la relación entre poder masculino y violencia contra la mujer, indagando en dinámicas de sumisión y rebeldía. Aparece la fragilidad masculina frente a la sexualidad, o a la libertad y autonomía de la mujer, fragilidad que se transforma en fuerza ciega que agrede a la amada o deseada como forma de exorcizar su propia debilidad. Por eso una figura frecuente es el femicida que posteriormente se quita la vida.
Hay muchos relatos que ponen en evidencia la relación entre poder masculino y violencia contra la mujer, indagando en dinámicas de sumisión y rebeldía.
Por eso una figura frecuente es el femicida que posteriormente se quita la vida.
También hay una fuerte presencia de textos que develan y parodian en sentido crítico, los discursos machistas tradicionales que justifican la violencia del hombre contra la mujer. Me refiero a esas explicaciones que hablan de la provocación femenina, de que “ella se lo buscó”, ya sea porque desobedeció la autoridad patriarcal o le dio libertad a su cuerpo o quiso ejecutar sus propias opciones. En otros relatos, se explora en el registro de niños víctimas o testigos de violencia que luego serán victimarios. Están presentes los abusos desde posiciones de poder, llámese ese lugar iglesia, monarquía o maestro. Todas estas situaciones que pueden ser homologadas a la represión de la homosexualidad en distintas circunstancias. En fin, el registro de escenarios donde la mujer es discriminada y violentada aparece en la suma de estos relatos. La conciencia existe; no siempre las razones y causas se pueden ver.
Están presentes los abusos desde posiciones de poder, llámese ese lugar iglesia, monarquía o maestro.
Hay otros matices, como por ejemplo los relatos que nos remontan a la historia de abusos, ya sea de tiempos más o menos recientes (la dictadura o la colonia española, por ejemplo) o muy remotos, como el año cero de la era cristiana. Y también aparecen miradas más radicales, que rescatan la posibilidad de rebelión de las mujeres frente a la violencia masculina, reivindicando diversas formas de asesinato como vías de salvación. Y en esta línea, las hay también más tristes y resignadas, cuando el suicidio es la forma de salir de un estado de abuso.
Están presentes los abusos desde posiciones de poder, llámese ese lugar iglesia, monarquía o maestro.
Este libro nace de un gesto político de una editorial y un conjunto de escritores chilenos, que se presenta ahora en un formato más grande como si hubiese crecido en el tiempo, gracias al financiamiento que el Fondo del Libro le otorgó para su reedición. Creo que también requiere del gesto combativo de los lectores: ir a las librerías, comprarlos y tenerlos cerca para leerlos de tarde en tarde. Si hacemos esto, seguro que habremos avanzado un paso más en la lucha por rescatar la dignidad plena de las mujeres en la sociedad contemporánea.
Hay otros matices, como por ejemplo los relatos que nos remontan a la historia de abusos, ya sea de tiempos más o menos recientes (la dictadura o la colonia española, por ejemplo) o muy remotos, como el año cero de la era cristiana. Y también aparecen miradas más radicales, que rescatan la posibilidad de rebelión de las mujeres frente a la violencia masculina, reivindicando diversas formas de asesinato como vías de salvación. Y en esta línea, las hay también más tristes y resignadas, cuando el suicidio es la forma de salir de un estado de abuso.