Elecciones norteamericanas: Marcadas por la polarización.

por La Nueva Mirada

Las elecciones legislativas de mitad de mandato en EE. UU confirmaron el grado de polarización y división que vive ese país. Más que por demócratas o republicanos, la sociedad norteamericana parece dividirse entre sectores conservadores (con fuerte influencia religiosa, prejuicios raciales, marcados por rémoras de la guerra fría) habitantes de zonas rurales, que mayoritariamente salieron a votar para apoyar a Donald Trump, y progresistas, de zonas urbanas, que masivamente votaron en contra del actual mandatario. Este asumió un rol protagónico, convencido que la elección constituía una suerte de plebiscito acerca de su controvertida gestión y donde se jugaba su posibilidad de ser reelecto a dos años plazo.

Los republicanos consiguieron retener su mayoría en el Senado, en tanto que los demócratas recuperaron la mayoría en la Cámara de representantes. Y aunque ambos sectores se dan por ganadores (“tremendo triunfo esta noche”  tuiteó Trump. “Lo logramos juntos. Prepárense para trabajar por la gente”, celebró alborozada Nancy Pelosi, la portavoz demócrata en la Cámara baja) lo cierto es que no hay ganadores netos y  los resultados  auguran un potencial bloqueo legislativo para el gobierno en la segunda mitad de su mandato.

Si bien los demócratas pueden utilizar su mayoría en la Cámara de representantes para hostilizar a la actual administración, fiscalizar los conflictos de interés del Presidente y su familia, tanto en EE.UU. como en el exterior, y bloquear sus proyectos de ley, no podrán impulsar una agenda legislativa propia, ni menos llegar al impeachment para destituirlo (necesitan los dos tercios del Senado para que esa acusación prospere).

Esta situación no es nueva en el escenario político norteamericano. La polarización y una cierta parálisis legislativa es un fenómeno que viene de lejos y de una u otra manera la sufrieron los mandatarios Bill Clinton, Barack Obama y alguno de sus antecesores.

Si bien los demócratas pueden utilizar su mayoría en la Cámara de representantes para hostilizar a la actual administración, fiscalizar los conflictos de interés del Presidente y su familia tanto en EE.UU. como en el exterior y bloquear sus proyectos de ley, no podrán impulsar una agenda legislativa propia, ni menos llegar al impeachment para destituirlo (necesitan los dos tercios del Senado para que esa acusación prospere).

Donald Trump puede seguir gobernando por la vía ejecutiva o administrativa, seguir nombrando jueces y funcionarios conservadores y manejar las tensas relaciones internacionales, pero difícilmente puede viabilizar una muy innovadora agenda legislativa en lo que resta de su mandato.

El inicio de la carrera presidencial

El desenlace de la reciente elección de mitad de mandato marca el inicio de la campaña presidencial del año 2020, cuando Donald Trump intentará su reelección (incluso ya empezó el trabajo de recolección de fondos). Y es muy improbable que deba enfrentar un candidato muy competitivo en las primarias republicanas, en donde ha ido imponiendo mayor control.

Donald Trump divide y polariza fuertemente las opiniones de los ciudadanos en su país (no tan sólo allí). Cerca del 40 % de los electores (más de 100 millones concurrieron a las urnas) se motivaron a ejercer un voto anti Trump, en tanto que sólo el 25 % lo hizo en apoyo del controvertido mandatario. Pero la economía norteamericana muestra un claro repunte durante su mandato y ha logrado importantes éxitos en la renegociación del NAFTA con sus vecinos canadienses y mexicanos. Además todo apunta a que logrará un acuerdo favorable con China, tras duras disputas comerciales con ese país.

El desenlace de la reciente elección de mitad de mandato marca el inicio de la campaña presidencial del año 2020, cuando Donald Trump intentará su reelección (incluso ya empezó el trabajo de recolección de fondos). Y es muy improbable que deba enfrentar un candidato muy competitivo en las primarias republicanas, en donde ha ido imponiendo mayor control.

Donald Trump es un personaje políticamente muy incorrecto, que despierta el visceral rechazo de los sectores progresistas, pero un fuerte apoyo de sus más fieles electores de sectores rurales que se han visto beneficiados con sus políticas proteccionistas. Y su consigna de EE.UU. primero, sigue haciendo sentido a buena parte del electorado.

Luego de las recientes elecciones, Donald Trump mantiene intactas sus posibilidades de ser reelecto. Mal que bien, los vientos políticos que soplan a nivel planetario están a su favor.

El liderazgo demócrata aún está vacío

El problema lo tienen los demócratas, luego que Hillary Clinton fuera derrotada estrechamente por Donald Trump en las pasadas elecciones, dejando un claro vacío de liderazgo. Sin lugar a dudas los vacíos se llenan pero se avizora una dura contienda por llenarlo, luego que destacadas figuras mediáticas desistieran de competir por el liderazgo.

El problema lo tienen los demócratas, luego que Hillary Clinton fuera derrotada estrechamente por Donald Trump en las pasadas elecciones, dejando un claro vacío de liderazgo.

Bernie Sanders, el izquierdista líder demócrata que compitiera con Hillary Clinton por la nominación presidencial en la pasada elección y que revalidara su mandato senatorial por el Estado de Vernon en esta elección, no sólo está muy viejo para intentar una nueva postulación presidencial, sino que representa un ala del partido demócrata- la más izquierdista- con resistencias en los más moderados y el claro rechazo de sectores conservadores.

Joseph Patrick Kennedy lll, más conocido como Joe Kennedy, sobrino nieto de JFK y nieto de Bob Kennedy, miembro de la Cámara de Representantes desde el año 2013, aparece como una figura prometedora entre los demócratas, pese a sus 37 años de edad. Tiene un notable parecido con su abuelo y la semblanza de su familia. Habla un correcto español y posee un indudable carisma que llevó al partido a designarlo para contestar un discurso de Donald Trump en el mes de febrero de este año, alimentando la ilusión que pudiera erigirse como una figura para disputar la designación presidencial de su partido.

Sería muy extraño que un novel parlamentario, de menos de cuarenta años, se alzara con la nominación demócrata, dejando en el camino a experimentados líderes como Bernie Sanders, Joe Biden, la propia Nancy Pelosi o distinguidos senadores demócratas, que seguramente se anotarán en la carrera presidencial. Por muy Kennedy que se apellide y forme parte de esa mítica dinastía, que tuvo un Presidente y un candidato presidencial trágicamente asesinados, Joe Kennedy lll no tiene despejado el camino hacia la presidencia. Al menos el 2020.

Pero sería muy extraño que un novel parlamentario, de menos de cuarenta años, se alzara con la nominación demócrata, dejando en el camino a experimentados líderes como Bernie Sanders, Joe Biden, la propia Nancy Pelosi o distinguidos senadores demócratas, que seguramente se anotarán en la carrera presidencial. Por muy Kennedy que se apellide y forme parte de esa mítica dinastía, que tuvo un Presidente y un candidato presidencial trágicamente asesinados, Joe Kennedy lll no tiene despejado el camino hacia la presidencia. Al menos el 2020.

La campaña presidencial  recién se inicia tras conocerse los resultados de esta elección de mitad de mandato. Donald Trump parte con la ventaja de ser el Presidente (salvo Carter y Bush padre, ningún Presidente en ejercicio ha perdido su reelección en el último tiempo) pero no tiene asegurada su victoria.

Mucho depende de la manera como los demócratas resuelvan el tema del liderazgo y no poco de lo que Trump haga o deje de hacer en la segunda mitad de su mandato. La suerte de la economía es un factor importante pero no el único. Importan factores como la salud, la educación y la calidad de vida. Y como no, elementos  ideológicos y políticos, como el conservadurismo religioso, el rechazo a la inmigración y la pluralidad étnica, social y cultural, que dividen a la sociedad norteamericana, constituyendo factores determinantes que, hasta ahora, han contribuido a fortalecer a Donald Trump y la posibilidad de que gobierne por los próximos seis años.

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