Estamos en guerra…

por Fernando Villagrán

Y ahora no es la ficción frívola de un presidente al final del planeta, desesperado por su fracaso ante el descontento social desatado en reacción a los abusos y la inequidad del que el entonces mandatario era un ejemplar símbolo desde que irrumpiera tempranamente en el fecundo juego de los negocios y la política, donde persevera incansablemente…

Del bálsamo obsequiado por los juegos panamericanos en Chile, transitamos prontamente a la forzada confrontación política para escoger la menos regresiva de las opciones constitucionales. Los tiempos cambian y pocos podían imaginar que la conjunción de pasos en falso post estallido social condujera a la disyuntiva de rechazar una nueva propuesta liderada por admiradores fervientes de la dictadura y de la demencial opción de Milei allende Los Andes…

En este contexto mediático no terminamos de romper con la tendencia provinciana de mirarnos el propio ombligo. Aunque los efectos económicos de la prolongada guerra en Ucrania nos continúen golpeando cotidianamente. Ahora pareciera reiterarse ante la criminal ofensiva liderada por Benjamín Netanyahu en la Franja de Gaza, con miles de víctimas inocentes, incluidos niños, como reacción que pretende ser terminal contra las milicias de Hamas, que sorprendieron el poderío militar israelita con su despiadado ataque terrorista que cobró la vida de 1.400 inocentes judíos. El cruce de estos liderazgos, hoy protagonistas de la prolongación de un conflicto histórico de tan larga como sangrienta data, solo augura mayor radicalidad y multiplicación de los crímenes de lesa humanidad. La impotencia de los organismos internacionales queda a la vista, bajo la complicidad de la potencia norteamericana, dramática y patéticamente reflejada en la incondicionalidad de Joe Biden con la odiosidad histórica del extremista Netanyahu, a quién la provocación de Hamas le parece haber caído como anillo al dedo en circunstancias de su fracasada gestión política al mando de Israel, independientemente de los costos que deba pagar luego de una larga guerra que anuncia y despliega sin control alguno.

La población de Gaza sufre el aislamiento y exterminio, mientras el eventual intercambio de rehenes en poder de Hamas con prisioneros palestinos se transforma en un cruel juego para justificar mayores crímenes bajo impunidad ante la inoperancia de los organismos multilaterales. La abrumadora mayoría de votos en aquellas instancias mundiales, para evidente impotencia de António Guterres, secretario General de la ONU, pesa menos que la millonaria inversión bélica de las grandes compañías estadounidenses productoras de armas.

Más allá de aquella ofensiva de exterminio que proclama Netanyahu y la incomodidad de Biden, que recibe adicionalmente la inagotable demanda de Zelenski por creciente apoyo militar para enfrentar la invasión rusa, se mueven otras piezas en el tablero mundial que amenazan con un incendio bélico mayor, más allá de la tensionada Cisjordania. Rusia y China fortalecen su diálogo ante la crisis. Irán sostiene una tensa presión interna para involucrarse en una reacción militar ante la ofensiva, a tajo abierto, desatada por el gobierno de Israel.

Esta historia de guerra se escribe incansablemente día a día, con interrogantes más que inquietantes y sus consecuencias no nos son indiferentes, aunque en esta fértil provincia y señalada en la región antártica famosa algunos poderosillos, incluido el infaltable Sebastián, solo se obsesionen con los eventuales números azules o rojos que del desastre humanitario puedan emanar…

Ahora, aunque no lo repita él, vale asumir, lamentar y rebelarse: estamos en guerra…

Publicada originalmente en www.offtherecordonline.cl

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