Estrella distante. La ruptura de Bolaño con la magnificencia del Boom. Por Karen Punaro Majluf.

por La Nueva Mirada

   El chileno, que vivió en España y México gran parte de su vida, hizo de la literatura un estilo de vida, recordando a los antiguos escritores que no conocieron la fama ni el dinero gracias a sus letras y que hicieron de la errancia una forma de creatividad.

La literatura hispanoamericana derivó hacia diversas corrientes a partir del ocaso del boom, que la crítica sitúa en la primera mitad de la década de los setenta. Tal es el caso de la Generación del crack, de McOndo o del conjunto de escritores agrupados en la etiqueta del «posboom». Es posible incluir en este último al chileno Roberto Bolaño, quien, con su novela Estrella distante(1996), encarna una renovación de las tendencias literarias latinoamericanas, sin alejarse del todo de la herencia precedente. De esta manera, y tomando como base la obra antes mencionada, este trabajo pretende analizar algunas analogías y contrastes que ofrece la narrativa de la década de los noventa con respecto a los novelistas del boom latinoamericano de los ‘60.

Roberto Bolaño

El joven Bolaño

Algunos elementos de continuidad son de índole temática. Puede afirmarse que en la escritura de Bolaño persiste un rasgo del boom al que hace referencia Donald Shaw: el énfasis en el humor y el erotismo, y la inserción de «formas de sexualidad convencionalmente aberrantes». Tal es el caso de Estrella distante, cuando “Soto”, en Francia, traduce para ediciones no venales a algunos escritores enfocados a la pornografía, «entre los que se contaba […] Pedro Pereda, […] autor de un relato sobrecogedor en el que a una mujer le van creciendo o más propiamente se le van abriendo sexos y anos por todas las partes de su anatomía».

Además, a partir de los ‘60, comenta Carmen Alemany, “va en aumento la inquietud por la narrativa urbana, al tiempo que la complejidad discursiva se alía con un discurso comprometido, en un compromiso que intentaba reforzar la idea de identidad».

 En la novela, el discurso comprometido se evidencia tanto en el narrador como en el relato que este hace a propósito de otros personajes: «Con todos esos condicionantes no fue raro que ‘Lorenzo’ se hiciera artista. (¿Qué otra cosa podía ser?). Pero es difícil ser artista en el Tercer Mundo si uno es pobre, no tiene brazos y encima es marica» (fragmento). Sin embargo, el compromiso político, por momentos explícito en esta novela, va cediendo lugar a un compromiso más individual, de corte ético-moral, que se ve reflejado en el desarrollo de la trama y la construcción de los personajes

El castigo al Realismo Mágico

Lo que pareció ser una tendencia obligatoria a mediados de los sesenta, al llegar el fin de la década comenzó un movimiento que rechazaba toda tendencia que se acercara al Realismo Mágico.

Alemany añade que la constante renovación artística favoreció la aparición de «una clara tendencia al hiperrealismo y al desplazamiento de la acción hacia nuevos contextos geográficos; y como telón de fondo, un voluntario alejamiento del llamado realismo mágico».  En la misma línea, Alberto Fuguet y Sergio Gómez señalan, entre los aspectos rechazados por la nueva narrativa –en la que se inserta Bolaño–, el hecho de que «todo rastro de realismo mágico fue castigado con el rechazo», al mismo tiempo que «el gran tema de la identidad latinoamericana […] pareció dejar paso al tema de la identidad personal». Es así que se prioriza la construcción de «realidades individuales y privadas»; los temas y estilos se hacen variados, «mucho más cercanos al concepto de la aldea global o mega red».

En Estrella distante se trastoca la valencia escritor intelectual perseguido-represor no intelectual militar. Por ejemplo, existe un represor militar, “Wieder”, que es un poeta incluso admirado por el narrador anónimo, un «poeta chileno protegido por el Estado, que de esa manera protege a la cultura”» (Fragmento).

En la novela, Bolañoataca «la forma novelesca como objeto del mayor desvelo narrativo», comenta Emir Rodríguez. Por esta razón, el narrador anónimo asume explícitamente el papel del historiador que organiza materiales históricos, como testimonios, noticias y revistas, los que construyen una imagen –aunque imprecisa– de los hechos. Bolaño metaforiza su forma de estructurar los acontecimientos dentro de Estrella distante con palabras como estas: «A partir de aquí mi relato se nutrirá básicamente de conjeturas» (16); «para entonces yo estaba en España, si es que importa la puntualización»; «Pero volvamos al origen».

Igualmente, con respecto al manejo del narrador, puede notarse la propensión a suplir el narrador omnisciente con narradores «múltiples o ambiguos», explica Shaw. Esto se evidencia en el siguiente fragmento: «profesores hablaban de una campaña publicitaria de la Iglesia. ¿De qué Iglesia?, les pregunté. De cuál va a ser, dijeron y me dieron la espalda. Yo no les gustaba… ¿Te ha gustado?, me dijo Norberto».

Con un estilo indirecto libre se sostienen las voces de narradores heterodiegético y homodiegético, casi al mismo tiempo. Este tratamiento del narrador y la diégesis remite a una suerte de escepticismo que renuncia abiertamente a la idea de totalidad en la obra literaria e invita a reflexionar sobre las posibilidades e imposibilidades de la escritura. A su vez, característica que se encuentra en los autores del boom, requiere un lector copartícipe, activo, involucrado en el proceso, cocreador.

En la novela, Shaw explica, también se mantienen los vínculos en cuanto a la relación con la realidad, el cuestionamiento de la capacidad del hombre para reconocerla y asirla, aspecto preponderante «en la narrativa latinoamericana moderna […] hondamente pesimista».

«La Tatiana de aquella noche, recuerda ‘Muñoz Cano’ […] era una muchacha hermosa y confiada y entró en el cuarto con la esperanza de encontrar retratos heroicos o aburridas fotografías de los cielos de Chile».

Sobre este mismo elemento, Shaw señala a su vez la «sublevación contra todo intento de presentación unívoca de la realidad» y expresa que se crean obras «abiertas» que «ofrecen la posibilidad de múltiples lecturas». De esta manera se comprende por qué Bolaño insiste en hacer que los lectores participen de la ficción con la intervención de un narrador-moderador: «Lo que siguió a continuación es difícil de explicar (aunque en esta historia todo es difícil de explicar)»; «Todo lo anterior tal vez ocurrió así. Tal vez no». El narrador apunta a la intención de relativización de la realidad ficcional y de la realidad misma como resultado de la desesperanza y el escepticismo de una época.

Otra posible señal de ruptura de Bolaño con sus antecesores del boom es «la despreocupación por presentar lo narrado como creíble y verosímil, que crea un ámbito ambiguo de cuestionamiento del texto, una escenificación del conflicto de la escritura», explica Marcela Crespo. En Estrella distante se narra: «Esta es mi última transmisión desde el planeta de los monstruos. No me sumergiré nunca más en el mar de mierda de la literatura. En adelante escribiré mis poemas con humildad y trabajaré para no morirme de hambre y no intentaré publicar».

En este ejemplo se cuestiona la escritura misma, el hecho de estar escribiendo la novela, para lograr así mayor verosimilitud. El propio narrador se contradice, y en esa contradicción radica la verosimilitud de la novela. El narrador promete no escribir más que poemas y no publicar; y, no obstante, «escribe», esto es, narra la historia completa de “Wieder”.

El lenguaje y las técnicas narrativas del autor chileno mantienen puntos de contacto con los estilos artísticos del boom. Shaw resalta el «renovado interés por el lenguaje» y, como característica más sobresaliente, «la sublevación que representa contra la vieja tradición realista: el paso de lo mimético a lo simbólico». Algunos de los fragmentos que están entre paréntesis en la novela hacen justamente lo que Shaw llama «discutir la narración»: «probablemente, se ha acostado con ‘Verónica Garmendia’. No tiene importancia. (Quiero decir: ya no la tiene, aunque en aquel momento sin duda, para nuestra desgracia, la tuvo)».

Otra semejanza entre Estrella distante y las obras del boom es la ruptura con «la estructura lineal, ordenada y lógica de la novela tradicional» y su reemplazo por «otra estructura basada en la evolución espiritual del protagonista, o bien con estructuras experimentales que reflejan la multiplicidad de lo real», explica Shaw.

En otro orden, así como el lenguaje de la novela evidencia ciertas semejanzas con los diferentes aspectos técnicos de la narrativa del boom, de igual forma establece límites que la convierten en ejemplo de rechazo hacia dichos elementos. A propósito, Ricardo Chávez, refiriéndose a las novelas del boom, afirma que son «fiesta del lenguaje y, por qué no, de un nuevo barroquismo: ya de la sintaxis, ya del léxico, ya del juego morfológico». No ocurre lo mismo con Estrella distante, que no hace gala de un extremo barroquismo en la sintaxis o en los juegos morfológicos, a la manera de algunos capítulos de Rayuela o de algunas novelas de Vargas Llosa. Por el contrario, Bolaño utiliza una sintaxis que apuesta por la sencillez, por la concreción, quizás como una forma de llamar la atención del lector más sobre el contenido –con sus vacíos e implícitos que demandan una lectura activa– que sobre la forma: «Estaba más flaco y parecía un perro. Vámonos, ordenó la misma tarde de su regreso. Dejó su maleta en mi casa y antes de salir se aseguró de que cerrara la puerta con llave».

Pudiera decirse además que Bolaño rechaza la manera en que durante el boom el escritor se considera un personaje vistoso, que facilita entrevistas y destaca por sus opiniones. En la novela, el narrador confiesa su deuda de influencia con respecto al boom: «Deseé fervientemente que no fuera una prenda de vestir. Abrí el paquete: era una novela de García Márquez –que ya había leído, aunque no se lo dije–». El narrador, con todo, no deja de demostrar cierto desdén en ese inciso entre rayas. Ya no lee de la misma manera a los novelistas del boom: su mirada está puesta sobre la literatura chilena contemporánea.

En suma, con el boom surgen escritores que dejan de ser el mero eco de las voces e ideologías europeas para constituirse en una representación de lo local. Se resuelve la dicotomía barbarie-civilización, mientras quelo extraño, lo sobrenatural y lo imaginario adoptan un lugar primordial en medio de lo cotidiano. La literatura del boom abandona el afán historiográfico y amplía las escalas y categorías de la realidad. No obstante, el boom se estanca en la forma, en los artificios de la palabra. Las fórmulas se hacen demasiado consabidas y reclaman una renovación. El escenario se dispone para la irrupción de escritores como Bolaño, Fuguet o Jorge Volpi, que recuperan el argumento, las locaciones y los tiempos definidos y realistas, con ánimo de retomar estilos narrativos que apuntan hacia la simplicidad de la novela policiaca o de folletín.

Finalmente, y pasado el esplendor de tal renovación, es preciso señalar que para revivir una experiencia como la del boomtendrían que darse al unísono tres hechos: escritores de calidad e innovadores, interés de las editoriales por internacionalizar las letras latinoamericanas y un fenómeno político-social que los una. En una sociedad individualista como la actual, es más fácil encontrar escritores que buscan trascender por sus ventas entregándose a un sistema exitista frente a lectores poco exigentes. Sin embargo, hay pequeños nichos que han comenzado a dar de qué hablar: grupos femeninos de escritoras que relatan su realidad de manera renovada y bajo el alero de las demandas sociales, y otros que, siguiendo la senda de Bolaño, buscan seguir rescatando la prosa de cualidades sobresalientes más que la estrictamente comercial.

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