Ignacio Aldecoa demostró en su obra una fuerte preocupación por retratar una realidad social y solidarizar con los problemas. Los cuentos del autor neorrealista representan una “épica de los oficios”, pues la acción de los protagonistas –grupos de personas- se ven relacionados a la labor que realizan y a partir de esto se refleja su entorno.
El neorrealismo es una corriente literaria que trata de reflejar lo mejor posible un aspecto importante de la sociedad. En tiempos en que cada día se nos hace más necesario conocer y entender el entorno, rescato a un precursor del género; Ignacio Aldecoa, quien con sus cuentos “Seguir de pobres” y “Santa Olaja de acero” nos muestra aspectos de determinadas realidades sociales españolas de postguerra desde la perspectiva de segadores y maquinistas; con una mirada cruda, simple, cotidiana, triste, sin expectativa y humana. Todo narrado por colectivos que dan vida a la trama.
Características literarias de la generación… que hace suyas
La “Generación del medio siglo” posee a un grupo de escritores que destacan por ser neorrealistas que organizan su discurso literario en contextos de marginalidad y en búsqueda de alteridad. Entre ellos se encuentra Ignacio Aldecoa, quien plasmó en sus letras imágenes de la España empobrecida y abatida de la post guerra.
A este grupo de escritores les influyó fuertemente el neorrealismo italiano (como Vittorio de Sica y su cinta El ladrón de bicicletas, 1948), ya que comparten en su prosa características que vieron en el cine y tienen “interés por narrar los acontecimientos cotidianos (…) partiendo de los aspectos más triviales de la existencia” (El tratamiento cinematográfico en la literatura del neorrealismo español.).
Aldecoa en sus cuentos usa un lenguaje riguroso que busca encontrar “siempre el vocablo exacto, preciso, insustituible” (La obra narrativa de Ignacio Aldecoa.). De estructura sencilla, la acción transcurre en un espacio corto de tiempo y muestran la cotidianeidad de sus personajes.
Los diálogos, siempre presentes, no poseen complejidad y dan a conocer parte de la trama, haciendo partícipe al lector quien debe reconstruir los personajes, pues no se entregan claras características físicas ni psíquicas, sino conductas “en las que la palabra y gritos tienen la misma importancia que gestos y ademanes” (Las técnicas de la literatura sin autor).
Se describe un paisaje rural, “donde viven seres resignados a su duro trabajo” (Ignacio Aldecoa, escritor de cuentos.). Se relatan hechos cotidianos a partir de escenas fragmentadas que dan a conocer momentos del día.
La trama es monótona, corta, precisa. Presenta compromiso social a través de la narración de un grupo, pues ya no hay un personaje protagónico que cuente la historia bajo su prisma, sino que son un colectivo que representa valores humanistas.
En base a la labor que cumple el lector, se acuñó el término behaviorismo (tomado del inglés de la palabra conducta), pues es cómplice, activo, debe entender y asimilar la realidad. Jean Paul Sartre afirma que escritor y lector se complementan, pues “la operación de escribir supone la de leer como su correlativo dialéctico” (Qué es la literatura). Lo mismo explica J.M. Castellet, quien afirma que “no hay obra literaria acabada sin que haya existido antes la recepción por parte del lector” (La hora del lector).
Segadores bajo el sol
La realidad de los segadores que deben dejar a sus familias en primavera en busca de un corto empleo que les permita juntar algo de dinero para el invierno, queda plasmada en “Seguir de pobres”, cuento que narra la experiencia de cinco hombres que recorren la carretera haciéndose compañía, donde “alguien canta” y otro “pasa la bota”, mientras a sus espaldas se ilumina un cartel que llama a ahorrar en el cual destaca “un niño de amuñecada cara”, publicidad destinada a otros, no a los que se hacen “el trabajo por los caminos del país”.
La narración es en tercera persona y hay un colectivo de protagonistas,integrados por Zito Moraña, Amadeo, San Juan, Conejo y ‘El Quinto’ (Pablo), quien se sumó último al grupo y lo llaman así por un “buen sentido nominador”. Entre ellos no hay cuestionamientos, pues a nadie le importa el pasado del otro (cárcel, guerra). Se acompañan, buscan trabajo y comparten vino y unas pocas rodajas de pan y queso.
Son escasas las características específicas que se entregan de cada uno. Provienen de diferentes partes de España, “dos del noroeste (…) otros dos de la parte húmeda de las Castillas. Y el quinto de donde los hombres se muerden los dedos”. Zito es quien conoce el camino y acostumbra a cantar, Amadeo tiene manos peludas y se afeita con una hoz, San Juan fuma; tienen familia, esposa, hijos. Datos entregados entre el relato y los diálogos que llevan al lector a hacerse una idea triste de cada uno de ellos y de los vecinos que una vez al año se encuentran con los laburantes de siempre.
Los aspectos temáticos que se encuentranen“Seguir de pobres” se centran en el trabajo, carencias materiales, el esfuerzo, el acostumbrarse a las condiciones de vida adversas. El relato muestra lo que es segar bajo el sol, con el “aire en llamas”, confiando en remedios populares y básicos para males verdaderos e invalidantes (la miel), “el viento pardo vino por el camino levantando una polvareda (…) ‘El Quinto’ que lo soportó de espaldas (…) no se apercibió”. No hay derecho a ir al hospital, la enfermedad se pasa recostado sobre la paja mirando las arañas. Se sobrevive pensando en los que no están.
El espacio es el campo, bajo el sol abrasador, el pueblo que se mira a lo lejos, la casa del patrón. Los perros que ladran remotos, los ratones que corren cerca. La narración abarca un corto periodo de tiempo, que basta para conocer a la sociedad trabajadora.
Salir y volver a casa sin sol
Higinio sale de casa cuando su mujer aún duerme y regresa cuando ella ya está acostada. Noche y madrugada son iguales. Esa es la vida de este maquinista, quien comparte su día con Mendaña y todos aquellos con quienes se encuentra en cada parada que hace el tren.
“Santa Olaja De Acero” muestra esa realidad de los hombres que trabajan para dar una mejor vida a su familia – una esposa, hijos- a los que no ve, a los que mantiene presentes en el pensamiento, pero que muchas veces no alcanza con solo imaginar el amor. “Como pensaba, su mujer le había dejado la cena (…) no quiso encender la luz por no despertar a su mujer”.
La narración es en tercera persona y se ve enriquecida con diálogos que muestran la relación entre el maquinista y el fogonero, reflejando una cotidianeidad monótona “ya se va acercando el invierno, dijo el sereno. Ya se va acercando, respondió él” y haciendo referencias al pasado. Gracias al relato conocemos la importancia que ambos hombres, protagonistas, le dan al tren, a Santa Olaja. A través de metáforas hablan su jerga, “dale dos cucharadas de jarabe y andando”, refiriéndose a las palas de carbón y agua que hacen de combustible.
Mientras Higinio es un hombre casero –si es que se le puede llamar así-, Mendaña prefiere seguir de juerga antes de volver a su hogar, “tenía que entrar a una o dos tabernas a charlar un poco y beber algunos vasos más”. El peligro es una constante en sus vidas, dependen de los informes de la estación y además de cómo les responde la máquina, la cual casi no conoce de reparaciones. No conocen de hospitales, los males se pasan con remedios caseros, “hay una fuente de agua que lo cura todo”.
Los aspectos temáticos se enmarcan en el esfuerzo, el trabajo, la pobreza, la familia que parece ser una fotografía, las relaciones cotidianas con cada persona que se cruza en la jornada laboral, monotonía, el peligro que pone en juego la vida, en que todo termina y vuelve a empezar en 24 horas, tiempo que dura el relato. Se hace distinción de clases sociales, “empieza a trabajar hasta las once como un señorito de oficina”.
El espacio se mueve entre el tren, las estaciones, casas que permiten divisar vecinos, el bar que es el lugar de encuentro donde se comenta la jornada y nuevamente el hogar, a oscuras, sin sol. “¡Hola Higinio! –dijo con voz ronca de sueño-. ¿Qué tal hoy? (…) Bien. Como siempre. Y luego cerró los ojos”.