Los misterios tras Anäis Nin: Desde incesto a un triángulo sexual

por Karen Punaro Majluf

Luego del abandono del padre, la autora francesa comenzó a escribir sus diarios de vida los cuales forman parte primordial de su obra literaria, cargada de erotismo y perversión.

Rank abrió la puerta: 
– ¿Sí? … 
-pase- dijo sonriendo.

Entraron a su gabinete, lleno de libros, la paciente se sentó en un sofá mullido, y el analista frente a ella.

-Así -dijo- que fue usted quien envió a Henry Miller a verme. (2) ¿Habría quizá preferido venir usted? 
-Quizá. Me pareció que las fórmulas del doctor Allendy no encajaban en mi vida. He leído todos los libros de usted y me parece que en mi relación con mi padre hay más que el deseo de vencer a mi madre.


Este fragmento corresponde al diario de vida de Anäis Nin, texto que escribió luego de su primera consulta psiquiátrica con el médico Otto Rank con quien estableció una relación narcisista que la llevó a incursionar en el psicoanálisis.

Pero ¿qué llevó a la escritora francesa a consultar a un médico psiquiatra? Para comprenderlo hay que conocer su biografía y en paralelo introducirse en su obra, la cual siempre enmarcada en lo erótico logró que sus seguidores fantasearan con ella provocando que la omnipotencia que tiene el escritor se igualara al poder que alcanza el lector con su obra.

Escape: diarios de vida

Cuando Anäis Nin tenía 10 años, la familia dejó Francia para radicarse en Barcelona. Fue en esta ciudad donde sufre el abandono del padre –Joaquín Nin- y la madre –Rosa Culmell-, agobiada con tres hijos- deja todo para mudarse a Nueva York lo que provoca en ella un quiebre que la llevó a perder la niñez de golpe.

En esta nueva ciudad, Nin se aboca a sus diarios como vía de escape del huracán que la azota y escribe una carta -que jamás enviaría- a su padre. “Anäis, ya adulta, explica que este primer diario había sido provocado por la necesidad de comunicarse con un padre ausente y porque el escribir le hacía más soportable la vida”, explica María Eugenia Albornoz en su texto La intimidad de la escritura cotidiana. La Memoria y el género en el diario de infancia de Anäis Nin. 


Arcachon…  allí fue donde nos dejo’ papa. Vivíamos en una casa que se llamaba “Les Ruines”, y en efecto, eran unas ruinas. Desde entonces no he vuelto a   abrazar a papá, desde entonces la familia se ha arruinado y mamá ha tenido que ponerse a cantar para darnos de comer. Me estoy dejando invadir por la tristeza No, si sigo así acabaré llorando, y no debo. 

(Diario I).

Siendo una adolescente a comienzos del siglo XX, Anäis se enfrentó a las exigencias de la época que iban desde prepararse para ser una buena esposa hasta ayudar en las tareas de la casa; requerimientos que cumplía a la perfección para no defraudar a su madre a quien consideraba la mujer perfecta.


Mamá me ha dicho que los días que no tenía nada que decir o no tenía ganas de escribir, no tenía que poner nada, porque escribía demasiado mal. Así que desde ahora escribiré de vez en cuando porque siempre pasa lo mismo. (…) He estado hojeando el diario y escribo ahora porque me temo que no me dará tiempo en casa de la tía. Mamá me ha dicho que no lo llevara, para descansar, pero yo le he pedido, en cambio, que me dejara, porque cuando estoy cansada hablo con mi mente encuentra un relax en ese dulce abandono.

(Diario I).

A los 19 años trabajaba como modelo y bailarina y fue en este ambiente donde conoció a Huge Parker Guiler, un banquero con quien se casa en La Habana y luego juntos se van a vivir a París. Aburrida siendo lo que se esperaba de ella mas no lo que deseaba, tras leer a D.H. Lawrence –quien es sus textos trata temas como la salud emocional, el instinto y la sexualidad- es que Nin decide dedicarse a la escritura y publica un ensayo sobre el autor. 

Ya inmersa en el mundo de la literatura, tras publicar La intemporalidad perdida, conoce al renombrado escritor Henry Miller con quien queda obnubilada. El sentimiento es mutuo por lo que comienzan una ardiente correspondencia que la llevó a protagonizar uno de los triángulos sexuales más comentados de la época.

June, Henry y ella

La relación entre Mills y Nin no era solo de tipo sexual, pues él admiraba el talento literario de su amante. Tras leerla por primera vez le dijo “cuando trato de imaginar de quién es deudor tu estilo, no recuerdo a nadie con el que tengas el más ligero parecido. Me recuerdas únicamente a ti.

Fue Nin quien ayudó a Miller a publicar sus dos únicas novelas Trópico de Cáncer y Trópico de Capricornio. Se trataba de una relación completa con intercambio de ideas, manuscritos, amistad y amor; sentimientos que también compartió con June Mansfield (segunda esposa del autor) con quien se obsesionó e hizo su amante.

«La forma de relacionarse de Miller con las mujeres era machista, casi de dominación. Era un vampiro emocional, capaz de crear una realidad lo suficientemente áspera para luego alimentarse de ella a la hora de escribir. Su relación con ellas tiene que ver con el maltrato, la dependencia, la necesidad económica e intelectual. La única relación sana, de dos personas viéndose mutuamente, de sororidad, de respeto y apoyo mutuo es la de June y Anaïs”, explica Gavier Giner, director y guionista que llevó a las tablas Taxi Girl, obra que trata el triángulo Nin, Mills y Mansfield.

Este ir y venir entre Mills y Mansfield duró por más de una década, período en que Nin continuaba casada con el banquero. En la vorágine sexual nace la idea de La casa del incesto, novela que al comenzar a escribir le creó la necesidad de psicoanalizarse por lo que fue con René Allendy, psiquiatra y homeópata con quien entabló un romance el cual se relata en su diario –que posteriormente sería titulado- Henry y June

La terapia duró poco tiempo, pues “quiso hacerla entrar en el molde de la normalidad, le pidió que viviera el amor como algo agradable y ligero, que debía despojarlo de su aspecto trágico. La vio como ella no era”, explica la escritora Guadalupe Ángeles.

Dolor por la pérdida

El agobio por el abandono paterno fue una constante en Anäis Nin, por lo que quise seguir en terapia. Investigando sobre el psicoanálisis dio con Otto Rank, quien afirmaba que un neurótico era un artista fallido. La conexión entre ambos fue inmediata, generándose un vínculo mucho más estrecho que el de médico-paciente llegando a ser amantes.

La terapia la llevó a reencontrarse con su padre, tras veinte años de abandono. Y si bien la familia de Nin lo niega, ella afirma haber entablado una relación incestuosa con Joaquín. 


Pienso continuamente en mi Padre.  Nunca más volveré a reprimirme.  ¡No más   huidas!  Me di cuenta de que abrí esta carta con la misma ansiedad con que abrí la de Henry: Antes que nada, háblame de los planes de Hugh, porque sueño con nuestra escapada al sol y con tenerte para mí solo unos pocos días. Ambos merecemos esa divina alegría.  Nuestros corazones, abrasados por cada llama, florecerán gozosamente. La buena semilla brotará en fuertes y sanos retoños bajo el calor ardiente de nuestras almas resucitadas.  Fugitivos de un pasado doloroso, acudimos el uno al otro para forjar de nuevo nuestra unidad rota. …Pero esa comunión extraordinaria exigirá horas y horas de efusión ininterrumpida, en soledad, entre el cielo y la tierra. Los dioses nunca habrán conocido mayor felicidad. Bendita seas siempre, Anaïs17.Esta noche estoy triste. Ironías torturantes de la vida. Di a Henry todo lo que mi Padre necesita. Dislocaciones.  Ahora no puedo dar a Padre la misma plenitud de mi pasión. Estoy dividida.  Con todo, es cierto que amé en Henry las semejanzas con mi Padre.

(Diario Incesto).

Tenía al hombre que amaba en mis pensamientos; lo tenía en mis brazos, en mi cuerpo. El hombre que busqué por todo el mundo, que marcó mi niñez y me perseguía. Había amado fragmentos de él en otros hombres: la brillantez de John, la compasión de Allendy, las abstracciones de Artaud, la fuerza creativa y el dinamismo de Henry. ¡Y él todo estaba ahí, tan bello de cara y cuerpo, tan ardiente, con una mayor fuerza, todo unificado, sintetizado, más brillante, más abstracto, con mayor sensualidad! Este amor de hombre, por las semejanzas entre nosotros, por la relación de sangre, atrofiaba mi alegría.

 (Anaïs Nin, Un amor que era veneno. Segunda entrega del Diario Incesto).

En cuanto a la relación con Rank, el nexo se puede catalogar de espejo ya que él tras conocerla –según palabras de Nin- comenzó a experimentar “una sed de vida y libertad tal como Henry y June la despertaron en mí ¡Qué ironías!» (Diario II).

En 1934 viaja junto a Rank a Nueva York en calidad de discípula. No está claro si fue el frío o la lejanía de Europa, pero Anäis regresa a París desencantada. 

“Extraño a Rank. Pienso que finalmente conquisté la necesidad del padre. El jugó el rol generosamente, pero también trató de dominarme y absorberme en su trabajo. El quería que dedique mi vida a reescribir sus libros, una tarea de toda una vida que hubiera destruido la artista en mi. El nunca me perdonó el haber regresado Paris”.

(Diario II).

Historias cotidianas

Trece relatos eróticos narrados desde una óptica femenina componen Pájaros de fuego (titulados así posteriormente a su publicación), cuentos con historias cotidianas, sexuales y con algo de perversión que fueron escritos por Anäis Nin tras un encargo de un misterioso millonario.

La trama se relaciona con personajes ligados a la pintura y las temáticas tratadas, que escandalizaron y erotizaron a la sociedad de los años ‘40, van desde el placer que experimentan los voyeristas hasta los detonantes del deseo. Mercedes Guánchez, académica venezolana, afirma que “la escritora logra de manera ágil y delicada mostrarnos las distintas formas de buscar el placer; con voz delicada, sencilla y natural”.

“…todo el cuerpo de Bijou parecía guiado por un geniecillo, y era capaz de expresar todos los deseos (…) Si reía, su risa era la risa sexual de una mujer satisfecha, la risa de un cuerpo que gozaba por todos sus poros y células, que acariciaba el mundo entero (…) Los hombres la seguían antes de haberle visto el rostro, como si dejara a sus espaldas un olor animal. Es extraño el efecto que causaba en un hombre tener delante un verdadero animal sexuado. La naturaleza animal de la mujer ha sido tan meticulosamente enmascarada…”.

Nin fue una escritora que se atrevió a firmar con su propio nombre sin uso de pseudónimos, convirtiéndose en un referente de la narración íntima. Se le considera una pionera en el relato de la sexualidad femenina y como ella misma afirma –en la introducción de Pájaros de fuego– “una cosa es incluir erotismo en una novela o en un cuento y otra muy distinta dedicarle toda la atención. Lo primero es como la vida misma. Es, diría yo, natural, sincero, como ocurre en las páginas sensuales de Zola o Lawrence. Pero centrarse exclusivamente en la vida sexual no es natural. Viene a ser algo parecido a la vida de las prostitutas, una actividad anormal que acaba alejándolas del sexo…”.

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