Joaquín Sabina dará su último concierto en Santiago de Chile el 21 de marzo del 2025, en el Movistar Arena bajo su irreverente “¡Hola y Adiós!”.
Prendado con la historia del país, su vida ha estado latente en su memoria poética y política. “Yo, acordándome de la frase de Neruda, “con España en el corazón”, digo “con Chile en el corazón”. Y es cierto, su talento lleva el sello de los poetas chilenos y, particularmente, de la icónica Violeta Parra. De hecho, abrirá su concierto un cantautor de las nuevas generaciones, Nano Stern, como un testimonio de su herencia en el Santiago de Nuevo Extremo.
Originario de Úbeda, al sur de España, desde muy joven hizo de la poesía su hacer de vida y su vinculacióncon la realidad política en plena dictadura franquista. Fue un joven perseguido y exiliado en Londres, donde con nombre falso esquivó la extradición y logró su condición de refugiado político. Tras la muerte de Franco, comenzó su periplo cantor hasta hacerse un nombre en las voces de la canción de los españoles en los 80. Entrado en los años venideros, su poesía reconoció domicilio en la banda musical de las generaciones que emergían en el nuevo milenio. Ya, en América se preguntaban “¿Quién me ha robado el mes de abril?” y en qué puerto iba a recalar “La del pirata cojo”, junto a la pérdida del sentido del tiempo con la imperecedera “Y nos dieron las diez”.
Fue, en ese entonces, cuando se rompieron las esclusas y todos versos de Sabina desbordaron el decir poético. La desobediencia al verso empalagoso de los Caballeríticos almidonáticos Almibarádicos mini ni ni ni ni, como definía Violeta Parra, se hizo carne en las nuevas audiencias con la irreverencia del eterno joven Joaquín.
Sabina representa el antisistema en el sistema. Escribió canciones de amor en código antiamor, en contrapunto con la glosolalia de los nuevos sacerdotes de la canción comercial, que se vieron ensombrecidos más aún con sus letras sin sentido. Sus amores no alcanzaban a cruzar la calle siquiera del lugar común, que ya nadie creía y menos sentía de verdad.
En cambio, la metáfora de Sabina, pluma en ristre, le puso un sombrero de bombín a las palabras ydijo de lo imperfecto: el sentido esplendoroso del amor. Puso de frente la auténtica espiritualidad como el aspecto más noble del hombre. Dejo el azúcar afuera de la receta para endulzar el desafío de amar. Ese debe haber sido el momento en que se bajó en Atocha.
Su colega de infinitas jornadas, Luis Eduardo Auté lo describe: El perdedor es su universo, aunque pretende ser feliz. / Y aún hay quien dice que está cuerdo, / pongamos que hablo de Joaquín.
La poesía del poeta de Úbeda es portentosa. Fluye en contra de las reglas de lo establecido (dice amar siempre) y es políticamente incorrecto (dice amar siempre). Es más política que la mismísima propaganda (dice amar siempre), que activa a las personas y las hace incorruptibles (dice amar siempre), porque recluta compañeras y compañeros todos los días (dice amar siempre).
Heráclito y Sabina
La explicación de la poesía de Sabina está en la ciudad de Éfeso de hace mil quinientos años atrás, antes de la era vulgar. Sus patrones literarios, su construcción poética, solo pueden explicarse en las ideas del viejo Heráclito, quien propuso el cambiocomo parte de la naturaleza de la vida, y resistirse a él es resistirse a la vida; que inventó la teoría de los opuestos que mueve el mundo. Sabina reconoce que el mundo está en proceso de constante cambio, que el mundo vive-muere-renace. Y Joaquín sabe perfectamente que siempre que se baña en el río no es la misma agua. Es cosa de escuchar sus letras y desafiar al mismo arreglo musical en constante cambio.
El Último Vals
El anuncio de la última gira de Sabina – de la última función en Chile- está marcado por un clip de una última canción: “El último Vals”.
Un video de despedida, donde aparecen sus hijas, Joan Manuel Serrat, Ricardo Darín, Alexander Drexler, entre otros. Es una escena triste, lo más parecido a una última vez. Es de verdad una despedida. Sabina no esconde su tristeza.
“Cuando no salga mi jeta en los diarios / Ni los novios bailen ya noches de boda / Cuando solo esté de moda si me caigo otra vez del escenario / Cuando el otoño esté más loco que una cabra / Cuando cenes en el bar del hospital / Cuando ensayen los colegas las palabras que dirán el día mi funeral…
“…Cuando no sepa la orquesta la canción que te escribí / Cuando las casas de apuestas no den un euro por mí / Cuando cierran las cantinas y se baile reguetón en la oficina / Aún voy a guardar un último vals para ti / No olvides guardar un último vals para mí”
Eso explica de alguna manera que venga el próximo 21 de marzo, a su última función en Chile, en convivencia con el otoño – cuando el otoño esté más loco que una cabra- y su lugar común de las hojas viejas nos anuncien por última vez que Joaquín Sabina cante ¡Hola y Adiós!
Será tarde después. Ya no habrá 19 días y 500 años. Será tarde después.