Continúan los ecos del reciente Congreso del Futuro. Su ya comentado éxito de convocatoria en una multiplicidad de eventos contribuyó a oxigenar audiencias curiosas, anhelantes de nuevos conocimientos y debates poco frecuentes en la empobrecida cotidianeidad mediática de nuestro país.
La escritora y activista estadounidense Ashton Applewhite – ya lo había hecho en su intervención del año anterior en el mismo evento- profundizó en la reivindicación del protagonismo societal de los llamados adultos mayores. ¿Cuántos de lo(a)s que están leyendo ahora pertenecemos a este segmento creciente de la población?. En tiempos que la esperanza de vida se ha proyectado largamente.
El “edadismo”, discriminación por motivos de edad, tiene múltiples y cotidianas expresiones, particularmente en sociedades tan desiguales como la nuestra, afectando principalmente a las mujeres. Pese a las evidencias elocuentes persisten los estereotipos excluyentes y regresivos en el ámbito personal y laboral.
El “edadismo”, discriminación por motivos de edad, tiene múltiples y cotidianas expresiones, particularmente en sociedades tan desiguales como la nuestra, afectando principalmente a las mujeres. Pese a las evidencias elocuentes persisten los estereotipos excluyentes y regresivos en el ámbito personal y laboral.
Al postular una confluencia de generaciones que cuestionen y desafíen el “edadismo”, como una anomalía contemporánea- similar a lo acontecido con el racismo y la xenofobia – Applewhite enfatiza en los recelos originados en una cultura que remarca las distancias entre jóvenes y mayores, algo manifiesto de manera extrema, por ejemplo, en un contrapunto entre adultos mayores y millennials.
Ciertamente nadie nace con “edadismo”, siendo una imposición cultural condicionada por el entorno social, acentuándose de manera dispar en diferentes sociedades. Así se condicionan los estereotipos respecto de las inhabilidades de los mayores. De allí hay un paso al miedo por la discriminación, más agudo que el provocado propiamente por transformarse en adulto mayor.
Al postular una confluencia de generaciones que cuestionen y desafíen el “edadismo”, como una anomalía contemporánea- similar a lo acontecido con el racismo y la xenofobia – Applewhite enfatiza en los recelos originados en una cultura que remarca las distancias entre jóvenes y mayores, algo manifiesto de manera extrema, por ejemplo, en un contrapunto entre adultos mayores y millennials.
Applewhite contrasta la persistencia del prejuicio cultural, social y económico que tiene efectos devastadores en el ámbito laboral y postula cuestionarlo activamente. Lo hace desde la convicción de que muchas habilidades se potencian a partir de la madurez. Desde allí cuestiona la prejubilación obligada temprana y precaria en ciertos países, como un desperdicio de sabiduría y experiencia.
Applewhite contrasta la persistencia del prejuicio cultural, social y económico que tiene efectos devastadores en el ámbito laboral y postula cuestionarlo activamente. Lo hace desde la convicción de que muchas habilidades se potencian a partir de la madurez. Desde allí cuestiona la prejubilación obligada temprana y precaria en ciertos países, como un desperdicio de sabiduría y experiencia.
En la perspectiva del desafío mayor planteado, con formidable elocuencia expositora, por la escritora y activista estadounidense que entusiasmó al público asistente a su nueva presentación en Congreso del Futuro, tiene sentido referir al concepto de “madurescencia”, definido por Laura Rosillo (experta en formación de trabajadores sénior): “época para reinventarse, cuando ya sabes qué quieres, para qué eres mejor y sientes una libertad que no tenías antes. Algo nuevo porque nunca antes se había tenido una esperanza de vida tan larga”
“época para reinventarse, cuando ya sabes qué quieres, para qué eres mejor y sientes una libertad que no tenías antes. Algo nuevo porque nunca antes se había tenido una esperanza de vida tan larga”