Escrita en 1969, esta obra le dio a Manuel Puig el reconocimiento en su Argentina natal que ya tenía ganado en el extranjero. Jugando con la estructura dramática no es el desenlace lo que importa al lector, sino que entender el por qué de los hechos, todo a través de correspondencia epistolar entre personajes, escucha de radio, música popular y radioteatros.
Boquitas pintadas fue escrita en 1969, es decir cuando el Boom estaba en pleno apogeo, el resalte de lo latinoamericano era parte de la narrativa inmersa en pueblos o ciudades ficticias, y el orden de la redacción –presentación, desarrollo y desenlace- eran parte del pasado en la cual el lector era un mero espectador.
La novela le permitió a su autor, Manuel Puig, reconocimiento en Argentina –el cual ya tenía ganado en el extranjero-. Por una parte, le abrió las puertas a la masividad, pues la obra fue escrita como un folletín de 16 entregas que encantó a las lectoras desde el primer párrafo en donde conocen al donjuán protagonista; sin embargo, también le dio el respeto de la crítica, ya que nada tiene de novela rosa y menos cuenta con un final feliz, lo que a algunos hace pensar en que el objetivo fue satirizar el estilo de “novela romanticona”.
Tal como hizo Ernesto Sabato en Sobre héroes y tumbas (1961), Puig parte el relato con un recorte de una noticia de diario que da a conocer el desenlace de los hechos. Por ello, para el lector deja de ser, desde un comienzo, importante resolver el enigma –o en este caso la vida de los protagonistas-; sino que comprender por qué los acontecimientos se desarrollaron de determinada manera.
Nota aparecida en el número correspondiente a Abril de 1947 de la revista mensual “Nuestra Vecindad”, publicada en la localidad de Coronel Vallejos, provincia de Buenos Aires: “Fallecimiento lamentado”:
La desaparición del señor Juan Carlos Etchepare, acaecida el 18 de abril último, a la temprana edad de 29 años, tras soportar las alternativas de una larga enfermedad, ha producido en esta población, de la que el extinto era querido hijo, general sentimiento de apesadumbrada sorpresa, no obstante conocer muchos allegados la seria afección que padecía. “Con este deceso desaparece de nuestro medio un elemento que, por las excelencias de su espíritu y carácter, destacose como ponderable valor, poseedor de un cúmulo de atributos o dones —su simpatía—, lo cual distingue o diferencia a los seres poseedores de ese inestimable caudal, granjeándose la admiración de propios o extraños”. Los restos de Juan Carlos Etchepare fueron inhumados en la necrópolis local, lugar hasta donde fueron acompañados por numeroso y acongojado cortejo.
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Una localidad, clases sociales y un donjuán
Ambientada en la ficticia localidad de Coronel Vallejos, esta historia de amor con final infeliz, cuenta las historias de Juan Carlos –un antihéroe que se aprovecha de su atractivo y posición social para enamorar-; Nene, de clase media y temerosa de la enfermedad que aqueja a Juan Carlos (tuberculosis), quien opta por un matrimonio infeliz y sin amor; y Mabel, de clase media alta y amante furtiva del galán enfermo.
Desde el comienzo el lector comprende que la historia de amor entre Juan Carlos y Nené será solo una fantasía para ella, idea de ideal amoroso que trascenderá la muerte de él. Ambientada en los años ’40, la moralidad rige la sociedad, por lo que los personajes se mueven entre lo que sienten y lo que dicen en público por tratarse de lo que estipula la norma.
Puig sabe de lo que escribe, es gente real que conoció durante su vida. Por lo mismo afirma, cuando se le increpó sobre la satirización de sus protagonistas, que “no creo que mis personajes sean caricaturas, yo me propongo hacer retratos”.
Al contrario de lo que el mismo autor afirma, Gilberto Triviños, en La destrucción del verosímil, afirma que “al nivel de los personajes de la historia de Boquitas Pintadas, Puig los va a constituir en su mayoría en torno a tipologías de sujetos receptores de medios: “Mabel, Nené, Juan Carlos, Raba y Catalino, por ejemplo, son consumidores de folletines radiales y cinematográficos, todos los cuales se constituyen en paragramas en medio de la parodia”.
Y es que, si bien los personajes se mueven en ambientes en el cual leen folletines, escuchan programas radiales, y gozan del envíos de cartas y fotografías; es una forma que el autor usó para recrear una época y grupo social, sin que por ello se trate de roles pensados desde lo absurdo creados para agradar a lectores poco experimentados.
Oscar Steimberg, plantea en Proposiciones sobre el género, que “los estilos de época son transsemióticos, no se circunscriben a ningún lenguaje, práctica o materia significante (…) Son entendidos como un conjunto de dispositivos de producción de sentido que crean imágenes del enunciador y el enunciatario, configuran retóricas y legitiman o rechazan temas”. Por lo mismo cobra relevancia que el personaje de Nené guarde un artículo de la revista Buena Vecindad, de publicación mensual, en la cual se cita la muerte de Juan Carlos.
El padre de Nené, gusta de enterarse de las noticias que llegan a Argentina sobre la II Guerra Mundial a través de la prensa escrita; y su esposo, Massa, es asiduo de la prensa gráfica. La mayoría de los personajes escuchan tanto boleros como tangos, pues la radio juega un papel fundamental en ambientar una época y al mismo tiempo, a través del recurso del diálogo, recrear un espacio que –dejando de lado al narrador omnisciente- permite al lector imaginar que es un oyente más, lo que lo hace parte del relato.
—No, ¿hay alguna linda?
—¡Divina! a las cinco ¿no la escuchás?
—No, nunca
—Nené recordó que su amiga siempre había descubierto antes que ella cuáles
eran la mejor película, la mejor actriz, el mejor galán, la mejor radionovela, ¿por qué se dejaba siempre ganar?
—Yo me perdí muchos episodios pero cuando puedo la escucho.
—Qué lástima, hoy te la perdés también
—Nené deseaba hablar largamente con Mabel, rememorar ¿se animaría a sacar nuevamente el tema de Juan Carlos?
—¿No tenés radio? —Sí, pero son más de las cinco.
—No, que son las cinco menos diez.
—Entonces la podemos escuchar, si querés. —Nené recordó que como dueña de casa debía agasajar a la visita.
Retomando la historia por correspondencia
Las cartas son un recurso usado por Puig para enlazar las historias. No hace uso del racconto a través de recuerdos, sino que la correspondencia entre personajes permiten conocer, desde el primer capítulo, la tensa relación entre las mujeres que rodearon a Juan Carlos marcando, además, las diferencias sociales de la época.
Buenos Aires, 12 de mayo de 1947
Estimada Doña Leonor:
Me he enterado de la triste noticia por la revista Nuestra vecindad y después de muchas dudas me atrevo a mandarle mi más sentido pésame por la muerte de su hijo. Yo soy Nélida Fernández de Massa, me decían Nené, ¿se acuerda de mí? Ya hace bastantes años que vivo en Buenos Aires, poco tiempo después de casarme nos vinimos para acá con mi marido, pero esta noticia tan mala me hizo decidirme a escribirle algunas líneas, a pesar de que ya antes de mi casamiento usted y su hija Celina me habían quitado el saludo. Pese a todo él siempre me siguió saludando, pobrecito Juan Carlos ¡que en paz descanse! La última vez que lo vi fue hace como nueve años. Yo señora no sé si usted todavía me tendrá rencor, yo de todos modos le deseo que Nuestro Señor la ayude, debe ser muy difícil resignarse a una pérdida así, la de un hijo ya hombre. Pese a los cuatrocientos setenta y cinco kilómetros que separan Buenos Aires de Coronel Vallejos, en este momento estoy a su lado. Aunque no me quiera déjeme rezar junto a usted.
Nélida Fernández de Massa.
El escritor Ricardo Piglia explica, en Manuel Puig y la magia del relato en La Argentina en pedazos, que “el narrador no deja sus marcas de forma directa, sino más bien indirecta, casi colocándose en una posición de espectador. (…) Puig ha ido más allá porque demostró que la renovación técnica y la experimentación no son contradictorias con las formas populares«.
El uso de la correspondencia epistolar deja a algunos personajes fuera del conocimiento total de los hechos. No está el narrador que guía al lector a través del la conciencia suprema, sino que sólo el lector es quien comprende todos los estados del relato al acceder de manera fragmentada a la información. Lo anterior se complementa con lo que expone Sebastián Matías Stra en su artículo “Boquitas Pintadas, de Manuel Puig: una trama de relaciones en el escenario de conformaciones mediáticas”, al afirmar que Puig “le devuelve a la escritura el lugar de documentación. El sujeto enunciador es borrado. Esa escritura documento también denota estructuras jerárquicas muy marcadas. Existe la predominancia de una visualidad que se marca en el registro, el archivo como forma de articulación racional de las cuestiones ligadas con la población”.
El lector se ha hecho parte de la historia a través de diferentes sensaciones; se le ha permitido intrometerse en correspondencia ajena; ha sido testigo de una desafortunada historia de amor pudiendo tomar parte por cualquiera de los involucrados; escucha-lee diálogos tal si como se encontrara disfrutando de un radioteatro; y un narrador hila la historia de amor sin final feliz.
¡Juan Carlos! en este momento lo veo claro ¡por fin me doy cuenta de una cosa!… si Dios te hizo tan lindo es porque Él vio tu alma buena, y te premió, y ahora de la mano arrodillados miremos a lo alto, por entre los volados de las cortinas nuevas, junto a esta humilde camita de soltera ¿nuestro nido? y preguntemos a Dios Nuestro Señor si él nos declara, por una eternidad, yo tu mujer tú mi marido…