(Cinco años después) De vuelta al parlamento

por Rafa Ruiz Moscatelli

Este 17 de Diciembre el electorado votó mayoritariamente en contra del texto   constitucional del Concejo hegemonizado por la derecha más conservadora. El 4 de Septiembre de 2022 el electorado votó mayoritariamente por rechazar un texto constitucional hegemonizado por la izquierda más identitaria. A un año tres meses y medio el electorado es casi el mismo demográficamente. ¿Qué hizo cambiar el humor del electorado?

Los republicanos optaron por fanfarronear con su texto constitucional destacando todas sus fantasías financieras neoliberales, sumando su visión arcaica en salud y previsión, lo que junto a la arremetida contra los cambios civilizatorios logrados por las mujeres y los jóvenes desataron más temor en la gente que sus agresivas campañas en las redes sociales y en los matinales. Ciertamente los miedos jugaron su rol. La derecha, además de amedrentar con la violencia delictual; asustó social y económicamente a parte del electorado nacional con propuestas del siglo ante pasado. El electorado más contemporáneo es muy sensible e instintivo en lo que refiere a su “humor económico”, este ánimo, este sentimiento prevalece sobre su “humor político”, (2001) términos usados por el experto en campañas electorales el catalán Gabriel Colomé. Es curioso, pero una de las limitaciones de los constituyentes de todos los colores en esta larga discusión fue el intento de dejar consignado en el texto constitucional los detalles de las actividades y reivindicaciones económicas y sociales. En sociedades de clases como las actuales los beneficios económicos y los sociales derivados de ellos se regulan en pactos temporales entre los factores en conflicto que intervienen en el desarrollo y el crecimiento económico.

En los últimos cinco años hubo manifestaciones gigantescas que expresaron públicamente conflictos sociales y políticos acumulados por décadas. Ellas cambiaron el ambiente de una transición eterna y de quienes reconocieron como un aporte las reestructuraciones económicas de la dictadura. Estas mostraron múltiples limitaciones para disminuir las brechas salariales y desigualdades sociales que perduran por años en democracia. La transición no despertó gran interés en las nuevas generaciones que se independizaron de quienes no los escuchaban y menos los incorporaban.  Ya desde el 2005 se puede comprobar el resurgimiento de un pensamiento crítico en intelectuales y académicos, dirigentes sociales, y un malestar orgánico a nivel estudiantil y de movimientos sociales. 

La transición era como correr en una trotadora de gimnasio: a la velocidad que fuera seguíamos en el mismo lugar, con el mismo paisaje social, en el mismo peldaño económico. Esa rutina de la transición a la chilena comenzó a alterarse el 2011 cuando se autonomiza el movimiento estudiantil expresando su malestar en reivindicaciones precisas y sencillas: educación, pensiones y salud pública. Estas se expresaron masivamente el 2019, y en el plebiscito 25 de Octubre 2020. En la elección de convencionales 15 y 16 de Mayo 2021 y en la última elección presidencial. Al contrario, en el plebiscito de salida 4 de Septiembre del 2022 se rechazó la diversidad y el cuestionamiento a la tradición más autoritaria de los conservadores de todo tipo y la ambigüedad en las propuestas económicas y sociales. A los conservadores les cuesta asimilar como cambios reales, clima, género, nacionalidades, descontrol editorial. Sucesos que venían siendo parte de transformaciones importantes a nivel global. Pues, la tecnología había intervenido sin pausa todas las actividades humanas, la conciencia ecológica se expandía, el feminismo dio un salto copernicano en masividad y avances políticos y teóricos. Mientras las ilusiones del sistema financiero global permeaban masivamente las conductas de las personas. La desregulación financiera, facilita la criminalidad de nuevas y viejas mafias, la narco -economía aprovecha las facilidades financieras globales, las economías negras son indestructibles ante autoridades cuyo credo son los negocios por sobre las otras actividades humanas. El hombre económico se impuso con facilidad en casi todas las visiones ideológicas del siglo XX y se reafirma en este siglo, imponiendo la desconfianza como actitud de vida, lo cual potencia las respuestas individualistas. 

En Chile se amplió el acceso a la educación superior a través de un crédito con la expectativa de un trabajo futuro que no llegó, o no fue remunerado adecuadamente para cumplir la deuda y mejorar la vida. Más, la deuda en general generó posibilidades en quienes tienen iniciativa comercial, productiva, administrativa, o combinaciones entre estas, aumentando la importancia del dinero en la conciencia diaria de la población. Como algo atribuible a la especie -señalan los adalides de la desconfianza-, estimuló una actividad transaccional de comisiones y peajes para hacer un trámite, una venta, incumplir los impuestos, apoyar un proyecto, decidir una inversión. A pequeña escala esta manera de ver la actividad económica hizo de la trampa una conducta diaria y tolerada. Mientras la letra chica hace lo suyo, la publicidad es engañosa, las promociones deben ser miradas con lupa y las empresas contratan pisos enteros de expertos para legitimar sistemas elusivos de impuestos. Este actuar tramposillo y pillín estimula la desconfianza, coronado popularmente en los noventa por el “cómo voy ahí”.  Este cambio de conciencia enrabió y agotó la paciencia de muchas personas. Más aún cuando vieron a grandes empresarios invirtiendo en la política y a las instituciones siendo denunciadas y enjuiciadas por malversaciones, y robos que culminan con los realizados en carabineros y el ejército. Qué otra cosa podía ocurrir que no fuera una movilización social y un recambio en las fuerzas políticas. Cuando la corrupción se hizo pública el malestar ahondó la desconfianza en las autoridades y en pocos meses se debilitaron varias instituciones. Viene al caso recordar que el dictador, durante años, desde el Club de la Unión, adulaba a los ricos e insultaba a los políticos y a los partidos burlándose de la democracia y las elecciones. 

Estos hechos tardaron años en concatenarse y expresarse. Chile era distinto para todos, no solo para los que vivieron la dictadura, también para los que vivieron la transición. Esta última generó sus propios críticos y liderazgos En la lucha antidictatorial se generó un sentimiento de que la democracia podía ser más fuerte que la economía, lo obrado en democracia frustró a generaciones. Desde el 2019 estas son parte de la realidad en nuevas agrupaciones políticas y partidarias con las cuales ha cambiado el arco iris de la izquierda y la centro izquierda.

Era difícil creer que no existiría una reacción ante las insuficiencias de la transición y ante la derecha dictatorial de parte de los estudiantes del 2011, y sus seguidores convertidos en nuevos dirigentes políticos junto a los estudiantes adolecentes del 2019. Y creer que no iban a expresarse en el siglo XXI con las rebeldías propias de la nueva época. El 2019 eran más feministas, más concordantes de la posición anti -estado y la defensa de la naturaleza de los movimientos mapuches. La manifestación pública fue contra una clase dirigente que había perdido parte de su prestigio. Mientras que las protestas tenían más reclamos que salidas, y el autocontrol de los manifestantes dependía del lugar donde estuvieran o de la masividad de la movilización. Mientras más masiva más pacífica. 

La salida política de una nueva constitución planteada por el congreso y súper vigilada por un engorroso proceso cuyo resultado estaba reservado a su autoridad. Por ahora sirvió para cambiar los ejes de las movilizaciones. La ultraderecha aprovechó este periodo, con pandemia de por medio, para reinstalar el miedo a los cambios y reafirmar la dependencia de parte de los habitantes de Chile a buscar en las autoridades a los restauradores del ayer. Aún queda camino por recorrer. En el próximo semestre el parlamento será observado detalladamente. Si prima la inmovilidad que es la tónica actual, los movimientos sociales encontrarán más espacio para reclamar por sus sencillas y sentidas demandas “del humor económico” que, por ahora, domina en nuestro país.

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