Por Iván Witker
La experiencia internacional y la literatura especializada suelen considerar, como los más recurrentes, dos tipos de fallas en materia de inteligencia. La primera proviene del tomador de decisión, sea por falta de temple y actitud timorata, o por un exceso de confianza en sí mismo, que lo lleva a tener una conducta prescindente de la inteligencia. La segunda proviene de la falta de recursos humanos adecuados, especialmente en el ámbito del análisis. En la situación que preocupa en Chile en estos momentos, pareciera darse una convergencia de ambos. Veamos.
El caso más famoso del tomador de decisión excedido en la auto-percepción, sea en su olfato o en sus habilidades, es aquel que estuvo a punto de costarle a la URSS el desenlace de la Segunda Guerra Mundial. Stalin prefirió hacerle caso a su olfato y a sus propias disquisiciones, y no tomar en cuenta las advertencias que le hicieron sus redes más famosas de espías, la de Leopold Trepper (la Orquesta Roja) y la de Richard Sorge acerca de la llamada operación Barbarroja. Abrumadora sorpresa se llevó «el gran conductor de los pueblos» un 22 de junio de 1942. El ataque nazi lo pilló completamente desprevenido.
Aquella experiencia enseña que la inteligencia es clave en la sintonía fina del ejercicio del poder, y ello es válido en cualquier tipo de régimen político.
Aquella experiencia enseña que la inteligencia es clave en la sintonía fina del ejercicio del poder, y ello es válido en cualquier tipo de régimen político. Por otro lado, el ejemplo de estadista timorato y carente de temple está en nuestra propia vecindad. Los peruanos se vieron desbordados por el surgimiento de Sendero Luminoso en los 80 y el gobierno del entonces Presidente Belaúnde Terry, a través de su Ministro del Interior, José María de la Jara, aseguró que los actos terroristas eran solo “abigeato”. Hoy en día, todos sabemos que estas acciones de “abigeato”, de quemar urnas electorales y colgar perros en los postes, solo limitadas a Ayacucho, Junín y Cusco en aquella década, ya en los 90 se habían extendido a todo el país, provocando un reguero de muerte y destrucción. Lo que le sucedió al gobierno de Belaúnde fue el típico caso del tomador de decisión que analiza el hecho en sí mismo, lo minimiza, negándose a ver el propósito o el efecto deseado que este contiene.
Esa experiencia enseña que la inteligencia de nada sirve si es direccionada de manera torpe o timorata.
Esa experiencia enseña que la inteligencia de nada sirve si es direccionada de manera torpe o timorata.
El caso que nos convoca por estos días en nuestro país, contiene varios elementos de aquellas experiencias, y dado que nadie está dispuesto a reconocerlos, ha empezado a cristalizar la peregrina idea que el problema radica en un esquema legal inadecuado del sistema de inteligencia. Se cree que cambiando la ley, se van a producir cambios virtuosos, casi por acto de magia.
ha empezado a cristalizar la peregrina idea que el problema radica en un esquema legal inadecuado del sistema de inteligencia. Se cree que cambiando la ley, se van a producir cambios virtuosos, casi por acto de magia.
Pretender que con dar más atribuciones al órgano civil existente, o reemplazarlo, se va a mejorar la capacidad predictiva y anticipatoria, es de una ingenuidad conmovedora. Similar candidez se desprende del argumento ministerial en orden a que la actividad del órgano civil es sigilosa y que el público no sabe de sus “éxitos”.
El esquema que recoge la ley 19.974 es sencillo, flexible, y que cuando ha estado bien direccionado por el tomador de decisiones, ha funcionado razonablemente, acorde a las necesidades del país. Es un esquema que optó por dejar la labor operativa en manos de las policías, y orientar el órgano civil hacia el procesamiento de la información recolectada. Sin embargo, requiere de dos condiciones extraordinariamente complejas.
Primero: que el órgano sea dirigido por personas competentes y dotados de acceso directo, permanente, exclusivo y privilegiado al Presidente de la Republica. Si un organismo de inteligencia NO tiene acceso directo, permanente, exclusivo y privilegiado al Jefe de Estado, sencillamente no sirve. La experiencia internacional en materia de inteligencia, y la histórica, indican que esto tiene validez absoluta, aunque se diga lo contrario o se intente matizar.
Segundo: que tenga óptimas capacidades de análisis. Si no se tienen, el problema es francamente grave, pues se trataría de una de esas falencias llamadas primordiales, porque es una característica que no se compra en un bazar ni menos aún es posible ejecutarla de manera improvisada. Se construye durante años, y, si un grupo de analistas no es capaz de visualizar tendencias ni conocer a fondo lo que ocurre en su ámbito, la culpa no la tiene la ley.
Por eso, la mayoría de los servicios en el mundo considera su capital humano esencial en su engranaje. Es el minimum minimorum de un adecuado funcionamiento.
En esta materia, la conclusión parece obvia. Si en un país la actividad terrorista aumenta, lo que está fallando es la inteligencia. El resto es música.Demás está decir que un descontrol de la violencia puede afectar de manera dolorosa. Por ejemplo, a la visa waiver. Esta fue posible porque en el país NO se producían hechos tan graves como los ocurridos ahora. Y no es necesario ser muy avispado para suponer que EEUU tiene a los países beneficiados en constante evaluación.
Si en un país la actividad terrorista aumenta, lo que está fallando es la inteligencia. El resto es música.
Puesto en otros
términos, independientemente de la necesidad de introducir actualizaciones y
dar vida a organismos más especializados (en materia de ciberseguridad, por
ejemplo), los focos de violencia política se erradicarán solo con la
convergencia de los siguientes factores: fuerte respaldo a las labores
operativas policiales, preocupación genuina del tomador de decisiones por el
trabajo de inteligencia, temple real entre quienes gobiernan, así como la
imprescindible búsqueda de consensos
políticos con la oposición.
Solo así se podrá aislar a éstas y otras
manifestaciones violentistas. Así ocurrió en las experiencias democráticas que
interesan al Chile actual. En España con la ETA, en Italia con las Brigadas
Rojas, en Alemania con la RAF, en Japón con Aum Shinrikyo, entre otras. No se
conocen otras metodologías.
En consecuencia, si se opta por un modelo basado en equipos carentes de capacidades analítico-cognitivas (imprescindibles para la labor de procesamiento) y sin contar en cargos de conducción a personas de confianza política, a un nivel que le otorguen acceso permanente, directo, exclusivo y privilegiado al Presidente de la República, las sorpresas seguirán abrumando y sorprendiendo.
Hasta ahora, la discusión que vemos y oímos, no deja de tener un buen toque bizantino.
¿Habrá un despertar abrumador como en Moscú en 1942 o nos iremos sorprendiendo con la evolución de los acontecimientos, como en Lima en los 80?
Hasta ahora, la discusión que vemos y oímos, no deja de tener un buen toque bizantino.