Después de la caída de un duro

por La Nueva Mirada

Cayó el hombre fuerte. El que disfrutó de la confianza absoluta de su tan cercano Presidente. Un duro más que admirado por los más duros de su sector. Tropezó con su extrema y desgastada soberbia, incapaz de soportar críticas o aportes siempre percibidos como traiciones en medio de la guerra.

El disparo fatal provino de la frialdad angustiante de las crecidas cifras de contagios y fallecidos que desnudaron sus erráticos y costosos asertos desmoronando la absurda soberbia del propio mandatario que, semanas atrás, se atrevía a difundir consejos al gobierno chino. Su reconocida ignorancia de la pobreza y hacinamiento del sector más golpeado por la epidemia transformó en casi un detalle marginal el desconocimiento vergonzante de Mañalich del impacto de la gripe española, hace un siglo, en nuestro país.

Su renuncia, por más disfraces que tuviera, fue tan inevitable como tardía. Y su reemplazo, por el siempre aspirante doctor Enrique Paris, dejó no pocos afectados y furiosos oficialistas que lo hicieron público en una misiva encabezada por el primo del mandatario, el ex jefe de gabinete Andrés Chadwick, que también debió salir traumáticamente del estratégico cargo.

En su extravío algunos de los afectados por la partida de Mañalich la vincularon a una negociación oculta, como “moneda de cambio”, que viabilizara el acuerdo parlamentario con la oposición para enfrentar la creciente crisis sanitaria.

La emergencia mayor que enfrenta el país parece no dejar tiempo para hacer efectivas, ahora, las responsabilidades asociadas a una eventual manipulación de las cifras oficiales, durante la gestión del cargo por Mañalich, que va quedando al desnudo al pasar de los días.

La prioridad del momento, aunque tardía, es la rectificación radical de la estrategia sanitaria seguida hasta ahora para enfrentar la emergencia. Es lo que intenta transmitir el nuevo titular de salud con un giro mediático evidente que considera el diálogo con expertos, autoridades locales, el mismo Colegio Médico, cuya directiva descalificó Paris no hace tanto (respaldando a Mañalich), organizaciones sociales y centros de estudios, todos necesarios ante una crisis mayor, cuya fase más crítica aún está por manifestarse. 

¿Y para los efectos económicos sociales?

El laborioso acuerdo o marco de entendimiento, como lo denomina la oposición, puede contribuir a enfrentar de mejor manera la emergencia sanitaria y social.

Pese a su indispensable aporte no se trataba de un eventual acuerdo entre economistas y expertos. Requería de un simultáneo diálogo político que lo viabilizara.

Tempranamente, fiel a su conservadora política de intentar sujetar y graduar el gasto fiscal, el ministro de Hacienda intentó rayar la cancha en torno al monto de recursos destinados a enfrentar la emergencia. Las intensas negociaciones doblaron la resistencia oficial, estableciéndose un acuerdo de US$ 12.000 millones que el Ejecutivo, a diferencia de los sectores opositores, aprecia como un máximo y no como una base, asumiendo la relativa holgura de reservas y capacidad de endeudamiento que tiene Chile.  

Con toda seguridad, tanto el monto del ingreso familiar de emergencia (IFE) como su cobertura, se constituyeron en los puntos más controversiales para arribar a un acuerdo, por las evidentes diferencias entre lo que proponía el gobierno (que fue subiendo la puntería a medida que avanzaban las negociaciones y peligraban sus resultados) y lo que demandaba la oposición.

Al final, el difícil acuerdo se logró en la madrugada del pasado día domingo, superando las resistencias oficiales para los ya tan difundidos – celebrados por el mandatario en una cadena más de TV – $100.000 por persona. Todo fundado en la expectativa que los sectores más vulnerables puedan quedarse en sus hogares, respetando las medidas preventivas decretadas por la autoridad con elevadas condenas judiciales y anunciado control uniformado más estricto para quienes no las cumplan.

Obviamente el acuerdo estuvo bajo las demandas de la oposición y está lejos de satisfacer las necesidades de una población más que golpeada por los efectos de una recesión que sobrepasa las expectativas iniciales de la autoridad económica.

está lejos de satisfacer las necesidades de una población más que golpeada por los efectos de una recesión que sobrepasa las expectativas iniciales de la autoridad económica.

A partir de ahora, la suerte de este marco de entendimiento se juega en el parlamento. En los trece proyectos de ley y las nueve medidas administrativas anunciadas por el Ejecutivo para su implementación, cuidando que se respete tanto el texto suscrito como su espíritu, Sin letra chica o barreras de acceso que limiten su cobertura.

Tanto los municipios como algunos organismos no gubernamentales recibirán aportes extraordinarios para enfrentar la emergencia sanitaria y social y el Estado podrá reforzar servicios básicos.

La reactivación económica

Ese es otro cantar. Aún no es posible dimensionar adecuadamente el impacto económico de la crisis en término de pérdidas de empleos, cierre de empresas o retroceso en las cifras de crecimiento. Tal como lo expresara el ex ministro de Hacienda, Nicolás Eyzaguirre, mientras se profundice y prolongue la crisis sanitaria, la reactivación económica no pasa del terreno de la teoría o de lo hipotético. Nadie puede predecir a ciencia cierta si la recuperación será (L), como proyectan los más pesimistas o realistas.

la reactivación económica no pasa del terreno de la teoría o de lo hipotético.

En buena medida ello depende de factores externos, asociados a la velocidad de recuperación de la economía mundial pero también a la extensión y profundidad de la crisis sanitaria y social que vive el país.

Un pretendido clima de paz social no está garantizado, precisamente por la agudeza y profundidad de la crisis en ampliados sectores vulnerables. Se acostumbra a consignar, desde la elite, que el país no está en condiciones de enfrentar una tercera crisis consecutiva, aludiendo al estallido social y la crisis sanitaria social y económica que hoy enfrentamos. Pero ello requiere de acciones para prevenirla. Asumir las demandas levantadas desde el estallido social del año pasado y darles un cauce institucional para procesarlas y resolverlas, además de asumir el impacto social generado por la emergencia sanitaria, son condiciones esenciales para esa pretendida paz social.

Un pretendido clima de paz social no está garantizado

En lo referido a la reactivación económica, el acuerdo suscrito por el gobierno y la oposición no pasa de titulares. El tema de las PYMES no queda bien resuelto y tampoco la manera cómo, a cuáles y en qué condiciones, el Estado puede ayudar a las grandes empresas que enfrentan dificultades.

Y no eludir que hay un antes y un después entre el 18 de octubre y la post pandemia, que inevitablemente refiere al tipo de reactivación que el país requiere.

Es indispensable pasar de los titulares a los detalles (que es donde se esconde el diablo), entendiendo la reactivación económica como un todo indisoluble con la crisis sanitaria y social. Y no eludir que hay un antes y un después entre el 18 de octubre y la post pandemia, que inevitablemente refiere al tipo de reactivación que el país requiere.

El escenario post pandemia

Los últimos acontecimientos parecen alejarnos de la imaginable nueva realidad que, en su verano, protagonizan los países europeos y Norteamérica con disímiles resultados.

Son demasiadas las interrogantes abiertas cuando todo depende del acontecer en un presente más que incierto desde estas semanas críticas.

Esas interrogantes, alimentadas sobremanera por los principales sectores del oficialismo, se extienden al apretado calendario electoral que considera el desafiante proceso constituyente con el plebiscito de entrada en octubre próximo.

Así es como se reaniman desde el supuesto enterrado políticamente Pablo Longueira hasta el hiperactivo Andrés Allamand, animando eludir el pronunciamiento ciudadano para una nueva Constitución, borrando con el codo lo firmado bajo una presión social hoy congelada por la peste en desarrollo.

borrando con el codo lo firmado bajo una presión social hoy congelada por la peste en desarrollo.

El desafío surge respecto de un ejercicio de la democracia que no puede ser derogado por la emergencia sanitaria, aunque ésta se prolongue más allá de lo imaginable

¿Quo Vadis?

Es más que evidente que la llamada “pandemia social” a la que se ha referido insistentemente el gobierno, así como la crisis económica, trascenderán con mucho a la crisis sanitaria, obligando al país a compatibilizar ambos desafíos,

 Hasta hoy las señales de La Moneda son reacias y confusas para cumplir los compromisos democráticos. El desafío no es fácil para un hombre de derecha con una dilatada trayectoria empresarial. Que cree muy profundamente en el neoliberalismo y que aspiraría a restaurar el orden anterior. Pero aquello no pasa de ser una vana ilusión.

Hasta hoy las señales de La Moneda son reacias y confusas para cumplir los compromisos democráticos.

La inmensa mayoría del país se ha pronunciado por los cambios y ha entregado suficientes señales pese a los tropiezos ante una administración que tuvo que dejar en el basurero su programa de gobierno mucho antes que se desatara la pandemia.

En su último año y medio de mandato el gobierno debe decidir si es parte del problema o de la solución. El camino opuesto es el de la confrontación y polarización que parece no rendir frutos. Como ocurrió con el “duro” Mañalich.

En su último año y medio de mandato el gobierno debe decidir si es parte del problema o de la solución.

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