Resulta que he estado dos meses y medio condenado a estar en un sillón apoltronado aliviando un mal que me apareció de un repente. A mi lado siempre el Luchito, mi gato. Con él compartí decenas de entrevistas, noticias, crónicas y comentarios en todos los mass media chilenos inimaginables. Sobre su calidad mejor no opinar.
Pero concluimos con mi acompañante que valía la pena seleccionar a algunos personajes para describir sus semblanzas que resultan tener dos diapasones muy distintos. He aquí a quienes elegimos. Veamos.
Carolina Tohá ha impresionado o deslumbrado a medio mundo (entendidos y legos) o tal vez al mundo chileno entero me acotó Luchito. Y eso depende de los “bordes” que uno le ponga al análisis de la semblanza.
La actitud y desplante de la ministra (ocasionalmente vicepresidenta de Chile, ni más ni menos) contrasta con la gran mayoría de los aparecidos en la TV, la prensa y radio. Insípidos.
Pienso que el atractivo que ella produce está en su actitud con permanente sonrisa, que resume una mezcla bien lograda de talante autoritario y sancionador que se desparrama por ella sobre el 90% del auditorio de chilenos, chilenas y chilenes que requieren o necesitan tal tipo de personaje que transmita seguridad y no incertidumbre: que haga afirmaciones y no preguntas.
Por cierto, se le evalúa muy alto cuando corrige las faltas o carencias de lenguaje de sus entrevistadores. Se instala con facilidad por encima de los periodistas locales.
Es inevitable contrastar el personaje de Tohá con el del presidente de la Cámara de Diputados, Diputadas y Diputades, conocido como Raúl Soto. Me acotó Luchito.
Parece claro que ahora en los últimos días de su mandato y también de mis males, se ha autoerigido como mensajero de grandes y profundas solicitaciones al pueblo de Chile, a sus diferentes elites y a las autoridades del país.
Una posible explicación de este lenguaje inflacionariamente grandilocuente sería su convicción de que debe dejar un testimonio histórico que, desde luego, nadie le ha pedido.
Se plantea desde un podio moralizante con sonoridades lastimeras en caso de no tener respuesta. A este talante que nadie le ha solicitado, habla con los ojos semicerrados propios de los poseídos.
Alguien le comentó, desde la Región de Los Lagos, a Luchito que tanta relación contextual y frecuente por los roles políticos de ambos, podría generar un retoño el cual debiera llamarse Ricardo.
1 comment
Nunca olvidar que elsegundo apellido de Elizalde es Soto….¿¿qué dirá el discreto encanto de la burquesía, al saber que nuestro futuro depende de dos Soto.