El derecho a defender la libertad y la democracia

por Juan. G. Solís de Ovando

Este 11 de septiembre se cumplirán 50 años desde que se realizó un golpe de estado que acabó con el sistema democrático chileno.

El presidente de Chile resistió el golpe de estado con las armas en la mano.

Allende no se rindió a los golpistas ni aceptó el avión que éstos le ofrecieron para trasladarse a Argentina junto a su familia.

Allende, inmediatamente que de madrugada se informó de la realización de un golpe de estado, se trasladó al Palacio de la Moneda. A las 7:40 de la mañana estaba allí.

Llegó acompañado de un grupo pequeño de jóvenes armados que constituían su escolta personal. El grupo de defensores del presidente se denominaba el GAP, por no encontrar en ese entonces asidero en la institucionalidad del país.

Allende ya había sufrido un atentado a su vida en Viña del Mar, cuando ya electo presidente, aún no había asumido el cargo. Este hecho provocó una reunión en casa del entonces ministro de Relaciones Exteriores con el presidente en ejercicio, Eduardo Frei Montalva, que no prestó atención a Salvador Allende cuando le manifestó directa y personalmente de las consecuencias que su muerte provocaría. Así fue como se organizó el GAP que quería decir Grupo de Amigos del presidente, una forma un tanto ingenua de organizar una escolta confiable para protegerlo.

Los defensores del GAP era un grupo de jóvenes armados fundamentalmente con fusiles de asalto; dos ametralladoras y tres lanzacohetes antitanque RPG-7. Su rol era proteger al presidente no el Palacio de La Moneda. Esto último, le correspondía a Carabineros de Chile, pero estos abandonaron al presidente y se plegaron al golpe.

El colorido y marcialidad en el cambio de guardia es sólo eso. Colorido y acto simbólico, porque a la hora de la verdad, si hay un golpe de estado, abandonarán al presidente. Están de adorno.

El presidente sólo tuvo para defenderse a esa pequeña escolta que llegaron con él al Palacio. Otro grupo, también del GAP -que no llegaban a la decena de combatientes- se apostaron a resistir a los golpistas en el Ministerio de Obras Públicas y unos pocos compañeros se parapetaron en el Hotel Carrera, frente a la Moneda.

Los militares atacaron con tanques, helicópteros artillados y vehículos blindados. Una correlación de fuerzas groseramente favorable a los golpistas. A las 10:15 el presidente habló por la Radio Magallanes y todo pudimos escuchar consternados y con lágrimas en los ojos, el metal tranquilo de su voz, despidiéndose y aconsejando no dejarse matar inútilmente.

A las 12, el Palacio de La Moneda fue bombardeado por la Fuerza Aérea de Chile. Hasta hoy la única acción militar en guerra que los aviadores chilenos realizaron fue contra la sede de Gobierno de su propia patria.

El presidente, a pesar del bombardeo de La Moneda, resistió heroicamente junto a los muchachos del GAP, y los funcionarios de la Policía de Investigaciones. Cuando el presidente les ordenó a las mujeres y hombres desarmados que abandonaran el Palacio, los militares que se acercaban a la calle Morandé en un acto de cobardía sin límites, amenazaron con matarlos y así fue como consiguieron terminar con la porfiada resistencia los defensores del GAP del Ministerio de Obras Públicas.

Todo lo demás es confuso, pero no lo es que Allende salió muerto, presumiblemente por un disparo en su propia arma, y que los defensores de La Moneda que sobrevivieron a los ataques de los golpistas fueron llevados al regimiento Tacna. A los que no eran funcionarios de la Policía de Investigaciones de Chile, los asesinaron en Peldehue dos días más tarde por órdenes del ahora estadista -según los republicanos- que ordenó: a estos weones me los fusilan a todos. Y dicho y hecho, todos fusilados.

Pero la pregunta queda.

¿Era legítimo resistir el golpe de estado con un arma en la mano, o no? Los que actuaron en defensa del Gobierno de la nación contra los golpistas y rindieron su vida, ¿fueron héroes o delincuentes?

Sé que, para algunos, la pregunta parece inútil e innecesaria. Para mí no lo es. Especialmente cuando hay quienes ahora legitiman el golpe y también porque los cómplices pasivos de la izquierda no han querido contestar.

¿Fue legítimo que Allende y un puñado de compañeros resistiera los ataques de los golpistas con armas?

Para los golpistas, obviamente que no, pero eso no interesa. Porque es obvio que para ellos resistir a un acto de fuerza que se considera legítimo por cuanto es realizado por las Fuerzas Armadas y Carabineros de la nación es en su esencia, una ilegalidad. ¿Lo que verdaderamente interesa es qué respuesta han tenido los dirigentes de izquierda? Yo escucho silencio. El silencio que habla fuerte después de medio siglo en que no hayan recibido el homenaje que les corresponde y los reconocimientos del estado por parte de los estadistas de izquierda a esos muchachos que dieron su vida generosa y valientemente. Defendiendo ideales y por amor a su patria.

Ese silencio que habla para recordar que, en su día, el Estado de Chile gastó ingentes recursos empeñando su identidad como nación civilizada cuando sustrajo al dictador tercermundista de la justicia internacional a cambio de nada. Ese mismo estado que durante medio siglo ha ignorado el mérito de los pocos, pero valientes chilenos que resistieron el golpe con absoluta certeza de que iban a sucumbir, pero convencidos de la necesidad histórica de su inmolación. También a cambio de nada.

Ingenuidad criminal pensar que la derecha y los golpistas de ayer de hoy y de mañana con el tiempo entendería y terminaría por agradecer estos ocultamientos cobardes e inconsecuentes.

Parece mentira que no queramos darnos cuenta de que lo único que hemos conseguido después de medio siglo de ignorar esa pregunta fundamental y actuar en consecuencia es el levantamiento de la insolencia, y el atrevimiento de los actuales simpatizantes del golpismo que nos amenazan con avasallarnos nuevamente si seguimos asistiendo pasivamente a este nuevo atropello.

Por eso estoy de acuerdo con los que proponen que este 11 de septiembre la gente vaya a defender el Palacio de La Moneda.

Porque necesitamos exorcizar ese momento.

Necesitamos agradecer al presidente y a sus defensores porque con su acto heroico empujaron la primera piedra del derrumbe moral de la dictadura.

Vamos a defender el Palacio de la Moneda pacífica, pero resueltamente, y nadie y nada podrá impedirlo.

Iremos el pueblo con sus jóvenes, ancianos y niños.

Iremos con las primeras flores de la primavera.

Iremos a dar un abrazo agradecido a los GAPITOS que están aún entre nosotros.

También a los que como resultado de ese golpe fueron perseguidos; despedidos de sus trabajos; fusilados; torturados; asesinados y sus cuerpos hechos desaparecer; expulsados de su patria; recluidos durante años; confinados a lo largo del territorio.

Todos unidos en un abrazo fraterno defendiendo el Palacio de La Moneda y recordando ese día fatídico en que entre las palabras del presidente y el pueblo humillado e invadido no hubo nada.

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1 comment

Juan Menares septiembre 1, 2023 - 8:35 am

Un saludo sincero a los padres, madres, esposas, hijos e hijas y amigos de los cientos de detenidos, torturados, muertos, desaparecidos y refugiados a partir del 11 de Septiembre de 1973.
Miles de chilenos y hombres y mujeres de todo el mundo se dieron cuenta del crimen y de su causa que era el deseo del Presidente Salvador Allende de erradicar la miseria y la enfermedad de millones de chilenos. No tenemos que olvidar ni perdonar.

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