El duelo por la supremacía estratégica. La misión de Yuri Pavlichenko

por Patricio Escobar

El concepto de “Supremacía Estratégica” podríamos definirlo como la condición en que, al mediano o largo plazo, una de las partes de un conflicto muestra una clara capacidad para prevalecer sobre su oponente. Poco más de un año después de iniciada la guerra en Ucrania se puede advertir que aquella supremacía estratégica comienza a resolverse.

El capitán Yuri Pavlichenko reposa su cabeza en el respaldo de la silla de su estación de combate. Mira distraídamente la pantalla oscura del monitor que aún se encuentra apagado. “Liuda”, como sus compañeros de unidad apodan al R330Zh, un sistema móvil de guerra electrónica del ejército ruso, se ha convertido en un instrumento que ya siente como una extensión de su cuerpo. En poco más de un año, ha aprendido el “arte” del acecho de posibles blancos enemigos, tropas, vehículos o cualquier recurso ofensivo que establezca algún tipo de comunicación y que pueda aparecer en las proximidades de la línea del frente.

Constantemente debe tomar decisiones que suponen un riesgo para él y su equipo. Después de todo, a pesar de estar generalmente a varios kilómetros de la línea de contacto, cada acción que se realiza puede exponerlos a una respuesta rápida del enemigo. En algún lugar del frente, hay unidades como la suya y satélites con el mismo propósito. Pavlichenko a menudo se pregunta qué separa a unos y otros de acabar convertidos en blanco de un proyectil disparado a muchos kilómetros, llegando a aceptar que la suerte no es ajena. Cada vez que un sistema de guerra electrónica entra en operación, identificando un blanco y proveyendo la información para el lanzamiento de un misil, el ataque de un dron o un disparo de artillería convencional que lo destruirá, deja una huella en el espacio radioeléctrico que permite triangular su posición, momento en que el cazador se convierte en presa. El arte es vigilar y no ser vigilado.

Sistema de guerra electrónica R330Zh

El complemento fundamental con que cuenta Pavlichenko para la ejecución de las misiones y tareas asignadas, es la sargento Yelena Volkova, quien ocupa la estación contigua. Nacida en la antigua Leningrado hace casi treinta años, encontró en las telecomunicaciones un ámbito en el que realizarse dentro de las tareas del ejército. Allí conoció al comandante Pavlichenko, en su proceso de instrucción.

Fue ella quien apodó “Liuda” al sistema que les fue asignado al iniciarse las operaciones en Ucrania. Las calificaciones obtenidas le permitieron elegir en primer lugar entre la serie de destinaciones disponibles en el frente y no dudó en optar por el sistema R330Zh del capitánPavlichenko. Estar a las órdenes del nieto de Ludmila Pavlichenko, francotiradora condecorada con la orden de Lenin en dos ocasiones, y como heroína de la URSS en la Gran Guerra Patria, la llenó de emoción.

Al volante del transporte se encuentra el soldado especialista Dimitri Popov, veterano de las guerras chechenas de los años noventa y a quien la campaña de Ucrania lo ha sorprendido a solo dos años de su retiro. En su anterior destinación de combate, su tarea era transportar munición de artillería hasta el frente. Siempre tuvo temor de que su vehículo fuera alcanzado por algún proyectil. Pero de alguna forma, la certeza de que en ese caso se desintegraría en una fracción de segundos, le provocaba una cierta apacible resignación. Ahora era distinto. La operación del sistema de guerra electrónica era un albur. No entendía muy bien lo que pasaba cada vez que se identificaban blancos y se daban órdenes de ataque, pero podía asumir que en ese instante ellos mismos se convertían en un objetivo y, literalmente, podía llover fuego sobre sus cabezas.

Hacía rato que el crepúsculo había caído. En cosa de minutos el comandante pondría en operación a “Liuda” y se comenzaría a ejecutar la misión. Yelena, al transmitirle a Dimitri las órdenes esa mañana, le había comentado que tenían una tarea de gran importancia y que los estarían monitoreando desde la comandancia del Distrito Militar Meridional en Rostov del Don y quizás incluso desde Moscú. Si tenían éxito, era seguro que obtendrían un permiso para pasar unos días en casa.

A media mañana del 15 de mayo pasado, el soldado Popov comenzó a conducir el vehículo en que está adosada “Liuda”. Debería salir del oblast de Jersón en dirección Norte, hasta las proximidades de Zaporiyia. Allí comenzaría lo difícil. Las órdenes señalaban que debía dirigirse hacia el noroeste, hasta la presa de Kajovka, y cruzar por sobre ella los 2,3 kilómetros que los separarían de la rivera occidental del Dniéper, territorio que nominalmente estaba en manos de Ucrania, pero en el cual no se había observado presencia ni movimientos recientes. Luego, debía encontrar una ubicación para “Liuda” a unos sesenta kilómetros de la rivera oeste. Durante todo el viaje hasta la presa de Kajovka estuvieron acompañados de dos helicópteros: un KA-52 artillado, destinado a prestar cobertura ante un ataque de la infantería enemiga y la posterior retirada una vez concluida la misión, y un Mi-24, que además del apoyo de fuego, podría extraer al equipo si llegaba a ser necesario abandonar a “Liuda”.

Casi a las seis de la tarde Popov apagó el motor del transporte y desplegó los soportes de estabilización de “Liuda”. Solo había que esperar. Cerca de la medianoche el R330Zh comenzaría a fijar una serie de blancos en torno a Kiev, los que serían atacados con una quincena de UAV de la clase Lancet. Los últimos cuatro se dispararían con un desfase de noventa segundos respecto a los once primeros, y en su trayectoria se desplazarían a muy corta distancia uno de otro, con el fin de mostrar un solo perfil de señal en los radares ucranianos.

Mientras Yelena, sentada en su estación, dibuja en una pequeña libreta figuras geométricas para matar el tiempo, a cuatrocientos ochenta kilómetros aproximadamente, en dirección noroeste, James Web contempla la pantalla del radar de la unidad de control MSQ-104, encargada de coordinar dos antenas de radar AN/MPQ-65 y tres vehículos de lanzamiento que cargan cuatro misiles cada uno. En conjunto, los seis vehículos constituyen lo que se conoce como Sistema PAC (Patriot Advanced Capabillity) o Batería Patriot, que a su vez es un acrónimo de Phased Array Tracking Radar for Intercept on Target, entregada por USA para la defensa antiaérea de las principales ciudades ucranianas. Si bien fueron concebidos en la década del 70, la última versión (PAC-3) es el sistema más avanzado del que dispone Occidente.

Sistema PAC-3 desplegado en Ucrania

James Web debió pedir la baja de la Infantería de Marina de USA y, junto a parte de su personal, fueron destinados por la OTAN como contratistas privados para cumplir la misión de defensa antiaérea en Ucrania. Los seis norteamericanos enfrentaron el desafío, dada la imposibilidad de formar, en un plazo factible, a personal ucraniano en el manejo de los Patriot. En rigor, los dos controladores de radar y él, tenían grado de oficiales en la Infantería de Marina, porque ya eran profesionales especializados en el ámbito de las telecomunicaciones antes de ser reclutados.

Hasta ese día, el Sistema PAC-3 había cumplido el propósito asignado; sin embargo, solo habían derribado dos misiles balísticos rusos y casi dos decenas de drones Lancet[1] y Shaed-136[2] de fabricación iraní. Si hubiese sido por decisión propia no habría disparado contra los drones, porque es perfectamente posible defenderse de esas armas con municiones convencionales. El tema central es el costo de las medidas de defensa. Cada disparo de un misil Patriot tiene un costo que ronda los 15 millones de dólares[3], y para derribar un misil balístico o de crucero, se requieren hasta cuatro disparos. Bajo ningún punto de vista se pueden gastar sesenta millones de dólares para interceptar un dron cuyo costo no supera los veinte mil dólares. La primera semana de operación del sistema en la capital ucraniana acabó con las reservas de misiles disponibles. Sin embargo, el alto mando de Ucrania insistía en que se evitara cualquier impacto en Kiev, dado el efecto político que ello supondría.

Web vigila su sistema, mientras bebe de un gran tazón de café. En cuanto le propusieron comandar una de las baterías Patriot en Ucrania, lo primero que empacó fue su máquina de café. En su negocio, las noches suelen ser muy largas.

Había pasado la tarde discutiendo con un comandante de Azov la situación de la guerra y el inevitable impacto que tendría la pérdida inminente de Bakhmut y cómo la dirección política ucraniana se había negado rotundamente a evacuar la ciudad y evitar más pérdidas. A James Web le parecía muy acertada la visión de su interlocutor. Sin embargo, no dejaba de provocarle cierta inquietud hablar con alguien que llevaba tatuada en el brazo una insignia de las Waffen SS.

Situación de Bakhmut

Fuente: Militaryland.net

Fuente: Militaryland.net

La tercera semana de mayo se produjo un evento de gran importancia en la guerra de Ucrania. Luego de 224 días de asedio, ha caído la ciudad de Bakhmut (Artemivsk para los rusos). Las bajas totales, probablemente nunca podrán conocerse, pero se estima que podrían superar las cien mil. Ambos bandos presentaron como objetivo táctico el desgastar a su oponente. Para Ucrania era la forma de aminorar el potencial de resistencia de los rusos, frente a una ofensiva que ya comienza a tardar demasiado, mientras que para Rusia se trataba justamente de afectar la capacidad de Ucrania para montar esa acción, al tener que destinar unidades para defender la ciudad que estaban recién en preparación.

Pavlichenko revisa la hora en su reloj de pulsera y, al volverse al costado, su mirada se encuentra con los ojos de Yelena. – ¿Cuánto falta, comandante? – Pregunta la sargento, volviendo a las figuras de su libreta. – Ocho minutos, sargento – responde Pavlichenko, como si reflexionara en voz alta.

El capitán Pavlichenko está inquieto. Se encuentran a más de sesenta kilómetros tras las líneas ucranianas. Si logran ejecutar con éxito la misión, deberán volver hacia el río y cruzar el larguísimo puente que quizás esté vigilado. Pero, iniciar el repliegue no es simple. Preparar a “Liuda” para la retirada exige casi cinco minutos. Por tanto, si surge algún problema deberán abandonarla, activando su dispositivo de autodestrucción. Si bien la OTAN tiene sus propios sistemas de guerra electrónica, los dispositivos rusos poseen una arquitectura propia que es información valiosa para el enemigo. Espera que no sea así. De alguna manera siente que se ha encariñado con la máquina. Si se da el caso, deberían confiar en hacer contacto con el helicóptero que debiera sacarlos de la zona.

-Yelena, quiero que Dimitri esté preparado para evacuar lo más pronto posible. Asegúrate de eso-. Señala el capitán, con un tono que no utiliza frecuentemente. La sargento Volkova asiente levemente y Pavlichenko percibe cierta incomodidad. Por alguna razón que se resiste a entender, le cuesta darle órdenes e instrucciones. – ¿Qué harás con el permiso que nos darán al regresar? – Le pregunta, tratando de borrar los instantes anteriores. – No lo sé. Había pensado ir a San Petersburgo, pero…, no sé. ¿Por qué preguntas? – Detiene el lápiz sobre el papel, girando un poco su silla para verlo mantener la vista en la pantalla aún apagada. – No… Nada… Nada. – Balbucea Yuri, aparentando distracción. Yelena, piensa resignada: Parece que tendré que hacer todo yo.

En muy pocos minutos, “Liuda” encenderá sus sistemas y establecerá comunicación con la base aérea que Rusia tiene al sureste de Pinsk en Bielorusia, cerca de la frontera. Tomará el control de los drones de ataque y los conducirá hasta los blancos en las cercanías de Kiev.

Han debido adentrarse en territorio controlado por Ucrania para enlazar con más seguridad al satélite Kosmos-2558 de las Fuerzas Aeroespaciales rusas. Detrás de los primeros drones que salen, emprenden vuelo los cuatro restantes que, en formación cerrada, semejan, en la pantalla del radar, un misil de crucero en vuelo rasante.El mando ruso viene suponiendo que resulta insostenible seguir gastando las baterías Patriot para derribar drones, y que las están reservando para las amenazas más importantes.

La misión de la unidad del comandante Yuri Pavlichenko es dirigir un ataque de distracción hacia la capital ucraniana, para obligar a las defensas antiaéreas a usar los Patriot. Cuando sus misiles sean disparados, “Liuda” triangulará la posición de la batería mediante el equipo de radiogoniometría, para luego ser atacada con un misil hipersónico Kinzhal. Será un duelo entre las dos armas más modernas de ambos bandos en conflicto. Si puede prevalecer la batería Patriot, se desvanece la amenaza de un ataque ruso y USA podrá, efectivamente, ofrecer protección a sus aliados; de lo contrario, se abre un amplio nuevo campo de posibilidades.

Cuando la Comandancia del Distrito Militar Meridional tenga la posición de la defensa antiaérea norteamericana, determinará el soporte desde el cual se realizará el ataque con el Kinzhal. Está disponible un MIG-31 que ya habrá despegado desde la base de Michulischi, en las cercanías de Minsk, en Bielorusia, y el submarino Novorosilik, ubicado a pocas millas al sur de la base de Sebastopol, en el mar Negro.[4]

El peligro al que se enfrentan no es nuevo. En cuanto “Liuda” establezca la posición de los Patriot, ese mismo sistema sabrá que ha sido triangulado y su huella delatará la posición de “Liuda”. De allí a que esas coordenadas se comuniquen a la artillería o a algún sistema de misiles cercano para que sea neutralizada, solo habrá algunos instantes y muy pocas decisiones.

Pavlichenko dirige el primer grupo de drones que ya han alcanzado su máxima velocidad. Todavía están fuera del alcance del radar del Sistema PAC-3, pero, luego de unos instantes, con un suave movimiento del joystick, Pavlichenko los hace ganar altura para que puedan ser registrados. Mientras tanto, la sargento Volkova ordena la formación de los cuatro drones restantes ya en vuelo, con una cercanía tal, que serán vistos como un solo proyectil.

La pantalla de radar de James Web se ha encendido al tiempo que suena una alarma estridente. Tras unos instantes, ingresa a la estación el comandante ucraniano Maksim Koval, enlace de la comandancia de la defensa antiaérea con los operadores de las baterías Patriot, ubicándose a las espaldas de Web.

– ¿Están al alcance, Mr. Web? – Interroga con ansiedad el comandante Koval. –Aún no, comandante, pero creo que se trata de drones. No usaremos los misiles. – Koval experimenta cierta contrariedad –Tengo órdenes de evitar a toda costa ataques en Kiev. – Pero el norteamericano contesta, en un tono que suena condescendiente. –Yo también, comandante, y son de no desperdiciar recursos. – Maksim Koval, agrega con resignada impotencia, –Espero que alguien pueda responder por usted, James.James Web entiende la posición del comandante Koval. Ucrania no puede permitirse una imagen internacional, en que aparece indefensa frente a los ataques rusos, que llevara a la opinión pública a pensar que los abundantes recursos de Occidente invertidos en la defensa de Ucrania, son dinero desperdiciado. Pero… –Y yo también comandante. Tampoco me interesa contrariar a nadie. Como usted, solo sigo instrucciones. –

Ocho de los once drones de la formación inicial, han desaparecido de la pantalla por la acción de las baterías antiaéreas convencionales, pero los otros tres continúan en trayectoria. Los Lancet tienen la capacidad de modificar su curso a medida que se acercan al blanco, con el fin de evitar la acción de las defensas. Que impacten en los blancos establecidos resulta inminente. En ese momento, ingresa en el radar un perfil de misil desde el norte.

Koval se acerca para escudriñar la pantalla. –Esto no es un dron. Debe detenerlo. – Web no está convencido, no es una señal clara de un proyectil de crucero ni balístico. –No lo sé, comandante. Vuela demasiado lento para ser un misil. – El comandante Koval es consciente de lo limitada que es su autoridad real, pero aún así, trata de adoptar un tono enfático. –Mr. Web, agradezco su presencia entre nosotros, pero debo insistir en que esta amenaza exige el uso de la batería.

James Web aun duda. Puede ser un señuelo, pero no tiene tan claro que valga la pena arriesgarse a que no sea así. Además, tampoco entiende el objetivo que podría tener un señuelo de ese tipo. Si los atacaran, podrían detectar la amenaza y actuar en consecuencia. Luego de un instante, activa la señal para el transporte lanzador de misiles, con las coordenadas. En diez segundos escuchará el estruendo de la salida y aparecerá el Patriot en su pantalla acercándose al blanco. Pero antes que eso ocurra, la pantalla de Yelena ya registra dos vectores perpendiculares que se intersectan en un punto donde comienza a parpadear una luz. La sargento Yelena Volkova se vuelve hacia su comandante y este, con un movimiento de cabeza, la autoriza a enlazar el satélite para comunicar la posición a la Comandancia.

James Web sigue atento a su radar porque en pocos instantes el misil lanzado interceptará su blanco. El proyectil del Patriot puede alcanzar una velocidad de hasta Mach5 en su aproximación final. Pero la tensión del ambiente se rompe con la alerta del intercomunicador. Se trata del teniente Austin García, que está a cargo de la estación de radar complementaria, situada al costado de su unidad.

De manera atropellada y con notoria ansiedad, García comunica, –comandante, han triangulado nuestras coordenadas desde una estación que se encuentra a 480 kilómetros al sureste. ¿Solicito fuego de artillería sobre esa posición?… El teniente García no recibe respuesta. –Comandante…- insiste.

Web no lo está escuchando, porque en ese instante el misil del Patriot alcanza el blanco, pero pasados unos instantes, observa que una señal continúa en su trayectoria. Tal como supuso, se trataba de drones, y en algún momento posterior, el que sobrevivió al impacto del misil alcanzará su blanco si no lo localiza antes alguna batería antiaérea. Mala cosa. Habrá que hacer informes y dar explicaciones. Maksim Koval baja la mirada y guarda silencio.

En ese momento, al sureste de allí, Yelena observa nerviosamente cómo los soportes que estabilizan a “Liuda” se retraen con una lentitud pasmosa, y no puede entender que uno de los instrumentos de guerra más avanzados del mundo, no cuente con una hidráulica capaz de levantar los soportes más rápidamente. –Como me entere que las máquinas de la OTAN retraen los soportes más rápido y todos a la vez, me dará algo. –

Mientras, el soldado especialista Dimitri Popov está concentrado en tratar de rascarse el oído con los guantes puestos, ajeno a la reflexión de la sargento y al hecho de que en cualquier instante el mundo puede acabar para ellos. Luego de interminables cuatro minutos, Dimitri Popov pone en marcha el vehículo, en el mismo momento en que James Web escucha que Austin García le reclama insistente: –comandante, ¿solicito apoyo de artillería…? Comandante… James Web pulsa el intercomunicador. –Sí, García, envíe las coordenadas. Pero esté atento, porque creo que el blanco somos nosotros, y lo sabremos en cualquier momento. –

Puntualmente, y según lo previsto, un avión MIG-31 había despegado cuatro minutos antes desde la Base Aérea rusa de Machulischi y, mientras Austin García, sin despegar los ojos del radar, envía las coordenadas donde se encontraba “Liuda” y solicita fuego de artillería a la Brigada de Krivoi Rog en Dnipropetrovsk, el MIG-31, que ya ha alcanzado territorio ucraniano, suelta su carga. El misil Kinzhal en pocos segundos alcanza una velocidad de Mach3 y antes de medio minuto la ha elevado progresivamente hasta Mach6. En dos minutos y 50 segundos alcanzará su blanco, momento en el cual estará viajando a Mach10. Su carga explosiva, unida a la energía cinética que libera el impacto de un objeto que pesa 4,3 toneladas y viaja a más de doce mil kilómetros por hora, hace del Kinzhal un arma desequilibrante.

Maksim Koval observa mudo la expectación de Web. Éste, mira sin pestañear la pantalla de su radar con la seguridad de que en cualquier instante aparecerá la señal de un misil hipersónico. De la velocidad de respuesta que tenga la batería Patriot, comienza a depender su vida y la de todos los que están decenas de metros a la redonda. Nadie se mueve, nadie respira.

La Brigada de Artillería de Krivoi Rog ha recibido las coordenadas que debe atacar, pero en ese momento, sin una misión asignada, dispone de un número limitado de obuses de 155 mm en disposición de combate. Carentes de más instrucciones, deben optar entre un fuego concentrado en esa posición o un ataque en un radio más amplio, pero disperso. Sin información topográfica de la zona del blanco, no pueden saber la velocidad a la que está tratando de escapar el vehículo que deben atacar ni en qué momento se pondrán en marcha. Cuando el comandante de artillería Sergei Petrov ordena abrir fuego concentrado sobre las coordenadas indicadas, Dimitri acelera al máximo en la pendiente de una pequeña colina contigua a pocos metros de su reciente emplazamiento. Le acompañan en la cabina Yelena y el comandante. El sonido del disparo de los obuses llegará solo instantes previos a que hagan impacto los proyectiles de 155 mm.

La alarma y una luz parpadeante sobresaltan al comandante James Web. Sin embargo, reacciona de inmediato ordenando la intercepción del misil que se dirige a su posición. La tarea que realiza el sofisticado equipamiento que controla y dirige, se divide en dos etapas: la primera, la identificación de un blanco y el cálculo de las posibles posiciones que tendrá en los momentos posteriores -esto, porque hay proyectiles que cambian sus trayectorias de manera autónoma para evitar la defensa antiaérea-; en la segunda etapa, con las posiciones futuras calculadas del blanco, se cargan los interceptores -así, mientras más misiles interceptores se lanzan, más probabilidades hay de alcanzar el objetivo, porque se cubren más posiciones probables. El rango de eficacia del PAC-3 se estima entre un 40% y un 70%.[5]

Dimitri acelera al máximo el vehículo: si logra traspasar la cima, la onda expansiva de los proyectiles no los alcanzarán. El motor se fuerza al extremo, y Yelena piensa que bajando una marcha se podría conseguir más velocidad, pero claro, durante algunos instantes esta se reduciría. La tensión es máxima, y cuando ya divisan en el horizonte un cielo estrellado al llegar a la cima, los sacude la explosión de los primeros impactos algunos metros más atrás. En una fracción de segundo, mientras busca en que afirmarse, cruza por la cabeza de Yelena: “Si no es ahora, no será”, y coge la mano de Yuri Pavlichenko.

La madrugada del 16 de mayo pasado se produjo un ataque de las fuerzas rusas sobre el sistema de defensa antiaérea norteamericano Patriot, que protegía la ciudad de Kiev. El ataque se llevó a cabo mediante el uso de un misil hipersónico del modelo Kinzhal.[6] Si bien el sistema Patriot es capaz de identificar un misil hipersónico, resulta virtualmente imposible que los interceptores detengan un proyectil que viaja al doble de su velocidad.

La tercera semana de mayo tiene una importancia central en el devenir de la guerra en Ucrania. Es cierto que en Bakhmut acabó uno de los asedios más largos y cruentos en lo que va del conflicto, pero la mixtura dinámica entre etapas de guerra de posiciones y de movimientos que se observa, dificulta pensar que pueda ser una situación definitiva.

Sin embargo, en el duelo entre los sistemas de misiles rusos y la defensa antiaérea norteamericana, el resultado se ha decantado del lado de Rusia, quien actualmente posee la más avanzada tecnología aplicada a la defensa, lo cual le entrega la supremacía estratégica, con todos los efectos que ello supone.[7]


[1] https://sputniknews.lat/20230516/que-es-el-dron-kamikaze-lancet-y-por-que-es-tan-letal-1139482640.html

[2] https://www.rfi.fr/es/europa/20221020-c%C3%B3mo-son-los-shahed-136-los-drones-iran%C3%ADes-kamikazes-que-rusia-usa-en-ucrania

[3] https://www.elindependiente.com/internacional/2022/12/22/los-patriot-el-regalo-mas-deseado-por-kiev-que-aun-tardara-semanas-en-llegar/

[4] https://www.defensa.com/ayer-noticia/la-marina-rusa-en-el-mar-negro

[5] https://es.wikipedia.org/wiki/MIM-104_Patriot

[6] https://www.youtube.com/watch?v=mB9IsIYNjf0

[7] https://www.spri.eus/euskadinnova/eu/enpresa-digitala-eu/argitalpenak/strategic-supremacy-richard-daveni-con-robert-gunther-joni-cole/670.aspx

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