Emilio, o el amor de un pequeño amigo del alma

por Luis Breull

En el recién publicado libro de cuento «El Viaje de Emilio: trescientos días sobre el mar» (Editorial Trayecto), de la escritora, periodista y crítica literaria, Karen Punaro, y del diseñador gráfico, pintor e ilustrador, Luis Castañeda, el texto nos invita a embarcarnos en una reflexión profunda sobre la identidad, la pertenencia y la búsqueda de un hogar a raíz de la travesía de una pequeña de gaviota que recorre parte de la costa y la zona central de Chile. Este cuento no solo narra la historia de un animal que se aparta de su bandada para encontrar a su familia humana, sino que también nos ofrece una alegoría de la relación entre lo humano y lo animal, la libertad y el amor, la pertenencia y la entrega.

Un viaje emocional y físico

La historia de Emilio sigue una estructura que se despliega como un viaje tanto físico como emocional. El itinerario del protagonista, que comienza con su nacimiento en su pequeño refugio en el hueco entre el techo y la ventana de un céntrico departamento viñamarino, refleja la búsqueda de un sentido de pertenencia y la necesidad de encontrar su lugar en el mundo. Esto resulta clave, ya que el relato se convierte en un espacio de exploración propio donde Emilio –un polluelo en pleno desarrollo- no solo viaja a través de diferentes lugares físicos, sino también a través de su propio crecimiento emocional.

El inicio de la historia se nos presenta como un microcosmos donde esta gaviotita, Emilio, aún en su etapa más vulnerable, es protegido por la tibieza del cuerpo de su madre adoptiva, la señora Sordini que junto a su familia habita el departamento. A medida que la familia humana y la madre gaviota lo cuidan, Emilio se enfrenta a la dicotomía de dos mundos: el de la bandada animal y el de los seres humanos. Este conflicto se intensifica a lo largo del cuento, especialmente cuando la necesidad de pertenecer a un hogar se convierte en el motor principal del protagonista.

La búsqueda de la identidad y la pertenencia

Ser y existir en un lugar en el mundo es eje central en este relato. Emilio, a lo largo de su viaje, se enfrenta a la dualidad de ser una criatura alada que pertenece al mar y a la vez sentir una profunda conexión con la familia humana que lo cuidó. La escritura es sutil al presentarnos a Emilio como un ser híbrido, atrapado entre dos mundos, mientras busca entender a qué familia realmente pertenece. La adopción de Emilio por los Sordini, su convivencia en el hogar humano y su posterior desvinculación respecto de su bandada de gaviotas refuerzan el dilema de pertenecer: ¿es el hogar un lugar físico o un lugar emocional?

El momento más revelador ocurre cuando Emilio decide volar hacia Isla de Pascua, creyendo que este es el lugar donde su familia humana reside. Aquí, el relato se convierte en una alegoría del ser humano que busca un hogar, un espacio que ofrezca sentido y pertenencia, aunque este se encuentre a miles de kilómetros de distancia y, quizás, sea inalcanzable.

Entre la poesía y la fábula

Una de las características más destacadas de este cuento es la simpleza de la forma en que los autores utilizan un estilo narrativo y gráfico que juega entre la poesía y la fábula. A través de un lenguaje sencillo, pero cargado de imágenes visuales y sonoras, Punaro y Castañeda nos introducen en los paisajes marítimos y las emociones de Emilio. Las descripciones de los lugares que Emilio visita, como las playas de Chile o las montañas de la Isla de Pascua, se convierten en metáforas del proceso interno del personaje.

Frases como «el viento fresco se sentía por las tardes» o «las bandadas de gaviotas planeaban los surcos del cielo» no solo ilustran el entorno natural de Emilio, sino que también son reflejos de su viaje emocional. Este tipo de imágenes dan al relato un tono poético que profundiza en las emociones del personaje y hace que el lector se sienta identificado con la angustia y la alegría de Emilio.

La interacción con otros animales, como el manutara en Rapa Nui y la rata en Santiago, introduce un toque de fábula al cuento, donde los animales son personificados y actúan como guías y compañeros en el viaje de Emilio. Estos personajes no solo aportan elementos de humor y simpatía, sino que también enriquecen el dilema de la pertenencia al mostrar que en el mundo natural tal como en el humano hay lugares para todos, incluso para los que no encajan en un molde preestablecido.

La reflexión sobre la humanidad: el contrapunto de la ciudad

El desarrollo de la historia lleva a Emilio a la ciudad de Santiago, un lugar ajeno a su naturaleza, lleno de ruidos, contaminación y animales atrapados en la urbe. Este contraste entre el mundo natural de las playas y el paisaje urbano es significativo. Cuando Emilio, agotado y perdido, se encuentra con la rata en la ciudad, un ser que representa la suciedad y la desesperanza se enfrenta al fracaso de su búsqueda. La ciudad, tan diferente de las playas y los paisajes que había conocido, encarna la deshumanización de un mundo que ha perdido su conexión con la naturaleza.

La ciudad, sin mar y sin espacio para el vuelo libre, se convierte así en el símbolo de la desconexión de Emilio con su esencia. Sin embargo, la intervención de la rata, aunque un tanto cómica, simboliza la posibilidad de volver a encontrar el camino, una oportunidad de restaurar la esperanza incluso en los lugares más oscuros.

Tomando el largo regreso a casa

Emilio emprenderá un esfuerzo final por el regreso y encuentro de su hogar, ese que recuerda como el pequeño hueco entre el techo y la ventana del departamento, donde la familia Sordini lo crió con cariño. Este retorno no se presentará solo en su dimensión física, sino también emocional, pues Emilio ha vivido una experiencia agotadora y transformadora a la vez. Ha aprendido y sentido la libertad, la pertenencia y la importancia de los lazos afectivos, los cuales, a pesar de las distancias y las adversidades, siempre lo guiarán de vuelta a casa.

Esta no es solo una historia para niños del primer ciclo de enseñanza escolar acerca de un pequeño polluelo buscando su lugar en el mundo. Es una reflexión profunda sobre la búsqueda constante de identidad, pertenencia y amor, temas universales que resuenan tanto en el mundo animal como en el humano. La escritora, con su mezcla de ternura y simbolismo, nos recuerda que el hogar no siempre es un lugar físico, sino un espacio emocional que se construye con las relaciones y los afectos que cultivamos a lo largo de nuestra vida.

Volar con la imaginación

Este cuento, está cargado de elementos que pueden incentivar a los niños a sumergirse en el mundo de la lectura y la imaginación, en lugar de depender de las pantallas y dispositivos móviles. Aquí dejo algunos puntos clave que se pueden rescatar:

  • La lectura como herramienta de aprendizaje: Emilio, la gaviota protagonista, aprende a leer observando a la familia Sordini Urbani. Aunque su proceso es intuitivo y se conecta con su deseo de entender y comunicarse, lo que más destaca es la magia de las palabras. La lectura para Emilio no solo tiene un valor informativo (como aprender sobre los mapas y la geografía), sino que se convierte en una forma de explorar el mundo. Este es un ejemplo perfecto de cómo los libros pueden abrir puertas a la curiosidad, el conocimiento y la aventura, aspectos que a menudo se ven eclipsados por la gratificación instantánea que ofrecen las pantallas. A lo largo del cuento, Emilio muestra un interés creciente en los libros, desde aprender las vocales hasta entender los mapas, lo cual refleja cómo la lectura puede ser un puente hacia el aprendizaje autónomo y la exploración. La forma en que se describe el proceso de lectura de Emilio puede inspirar a los niños a aprender de manera activa y significativa.
  • La Imaginación y el Sueño de Aventura:  A través de su viaje, Emilio está constantemente soñando, imaginando y explorando el mundo con su mente y su creatividad. A medida que viaja, se encuentra con nuevos lugares y personas, lo que resalta la importancia de usar la imaginación para crear un “mundo propio”. A diferencia de las pantallas, que a menudo dictan la historia de manera pasiva, la lectura permite que los niños construyan su propio universo a medida que leen. 
  • Desconectarse de las pantallas para conectar con uno mismo: A lo largo de su viaje, Emilio se enfrenta a desafíos y momentos de soledad, pero es en su mente y en sus recuerdos que encuentra fuerzas para seguir adelante. Este tipo de narrativa muestra cómo leer puede ser un refugio mental, un espacio para que los niños conecten con sus emociones y pensamientos sin las distracciones de la tecnología.
  • Exploración del mundo real y la naturaleza: Emilio va viajando por diversas costas, pueblos, y hasta por la Isla de Pascua. Cada lugar se describe de forma vívida, lo que conecta directamente con el valor educativo de los viajes imaginarios que un libro puede ofrecer. Los niños que leen este cuento pueden sentirse inspirados a aprender más sobre geografía, animales, culturas, y el mundo natural. La conexión con la naturaleza es algo que puede verse muy reflejado en el personaje, que experimenta la vida al aire libre, el mar, las aves y los paisajes.
  • Redescubrir el mundo natural a través de la lectura: Este es un tema central que va más allá de lo que las pantallas pueden ofrecer. Los niños pueden sentirse motivados a explorar sus alrededores, investigar sobre lugares lejanos, y también a apreciar lo que tienen cerca. La naturaleza es un escenario clave que se disfruta mucho más cuando se combina con la curiosidad que un libro puede despertar.
  • La Importancia de la relación humano-animal: En el relato, Emilio se siente profundamente conectado con la familia Sordini Urbani, especialmente con Laurita, y esto refleja cómo los libros pueden promover valores de compasión y conexión emocional. Emilio no solo aprende de los humanos, sino que también experimenta la soledad, la empatía y el cariño, emociones que los niños pueden entender y aplicar en su vida real. La relación muestra cómo la lectura puede fomentar valores humanos profundos como el amor, la amistad y el respeto por la diversidad. A diferencia de la deshumanización o la desconexión que a veces promueven las pantallas, los libros ayudan a cultivar relaciones más significativas, tanto con los demás como con uno mismo.
  • El refuerzo del sentido de la comunidad y la aventura personal: Emilio parte en una aventura personal, pero siempre hay una constante… su deseo de reunirse con su familia y encontrar un lugar al que pertenecer. Este tema puede resonar mucho con los niños, pues la búsqueda de identidad y pertenencia es algo común en su desarrollo. Los libros permiten a los niños no solo soñar con aventuras lejanas, sino también explorar su propio sentido de comunidad y lo que significa sentirse parte de algo más grande.
  • La superación de obstáculos a través de la imaginación: A lo largo del viaje, Emilio enfrenta retos, pero también crea soluciones a través de su ingenio y creatividad. La lectura fomenta la resiliencia al presentar personajes que enfrentan adversidades, lo que puede enseñar a los niños cómo superar sus propios desafíos en la vida real.
  • Lecciones sobre la Paciencia y la Persistencia: Durante su largo viaje, Emilio se encuentra con muchas dificultades, pero su determinación lo lleva a seguir adelante, incluso cuando las circunstancias parecen desalentadoras. Esto resalta el valor de la paciencia y la persistencia, virtudes que los niños pueden aprender leyendo libros en los que los personajes no solo buscan una solución fácil, sino que perseveran a lo largo del tiempo.
  • El desafío a la realidad digital: Aunque la historia transcurre en el mundo digital y físico contemporáneo, se subraya la belleza y profundidad de las experiencias que se pueden vivir en un mundo no mediado por pantallas. Emilio se enfrenta al mundo real, un entorno lleno de naturaleza, personas y emociones auténticas, lo cual subraya que la verdadera aventura y aprendizaje no se encuentran necesariamente en las pantallas, sino en los libros y la realidad que nos rodea.

Una lección humanizante

La travesía de Emilio, como la de tantos personajes que han habitado las fábulas de Esopo, encierra una enseñanza profunda sobre la identidad, la constancia y el valor de regresar a lo esencial. En su vuelo interminable por reencontrar el hogar, resuenan los ecos de algunos clásicos europeos del siglo XIX, donde animales humanizados y niños soñadores enfrentaban mundos desbordantes de maravilla y dolor. Como Papelucho, el entrañable personaje de Marcela Paz, Emilio observa y transforma su realidad con asombro, humor y una imaginación que lo rescata del abandono. Su historia no solo recupera la poética del viaje al estilo Perico Trepa Por Chile, sino que revalida el poder de la lectura como instrumento de descubrimiento y resistencia frente al vértigo de las pantallas. En tiempos de inmediatez y desconexión, Emilio nos recuerda que la verdadera aventura —como los mejores cuentos— no requiere de exaltar la maldad o el horror, sino que se escribe con corazón, curiosidad y alas bien abiertas para superar las adversidades existenciales.

Quedamos, entonces, a la espera de la saga…

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