La última obra del teatro reestrenada por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio podría ser perfectamente “Seis personajes en busca de un autor”, al negar la invitación de honor para el país, convocada por los organizadores de la Feria Internacional del Libro de Frankfurt.
La obra del absurdo de Pirandello (estrenada en los albores del Teatro Experimental hace ocho décadas) devela la trastienda que vive el sector, donde el Presidente de la República debe corregir directamente – ¡una vez más! – al Ministro de Cultura por una decisión tomada, donde todos miran para el lado y tiran la pelota para afuera como si no pasara nada. Muy propio de la paradoja teatral.
Desde las bambalinas, el director de la obra entonces tiene que entrar a escena para arreglar la tragedia por comedia y dejar que el protagonista invente morcillas con explicaciones presupuestarias y de un supuesto ahorro de un guarismo que se encumbraría a los 8 a 10 millones de dólares. Y nadie explica, ni se aclara tampoco, de adónde provienen estos grandes números y sus correspondientes gastos.
Lo cierto y es cierto es que esta Feria del Libro de Frankfurt -probablemente, la más grande del mundo- es un encuentro de editores y agentes literarios, donde se valoran los derechos de autor, como algo importante.
El ministro de las Culturas cuando explica su decisión señala a la Feria de Frankfurt como algo de menor importancia, reduciéndola a una jornada menor. De hecho, el ministro De Aguirre lo demuestra en una entrevista que realizó en la radio Sonar, donde confunde (o lo cree así) al expresar el verbo “valorizar” por “valorar”.
Lo innegable es que en la última feria germana asistieron 7.200 expositores y más de 270.000 visitantes, entre los cuales asistieron entre 10 mil a 15 mil periodistas. Miles de escritores del mundo estaban ahí en la exposición: Frankfurt, meine Liebe. Frankfort, mi amor.
El mundo de la literatura tiene aquí una cita mayor y trasciende al mercado por la belleza y la fuerza de las palabras que esgrimen los autores, los creadores y sus libros que habitan en la feria.
“Die Sprache der Liebe is leise, aber du kannst zu hören“, dice una vieja canción alemana, que es algo como “El lenguaje del amor es silente, pero tú lo puedes escuchar”.
Democratizar la Cultura
La gran María Maluenda, en algún momento, en los días oscuros de la dictadura, de largas conversaciones, me enseñaba que había que amar a las Artes para entender y luchar para cambiar el mundo.
Mi padre, el viejo Edmundo, por su parte, ponía una condición: decía que el mundo se dividía “en los que leen y los que no lo hacen”. Tal vez la mejor obra en vida, entre sus alumnos, fue haber inculcado a muchas generaciones el amor por la literatura. Y aclaraba que la lectoría no incluía a “la ignorancia ilustrada” de profesionales que reducen su lectura a su hacer.
Por eso, no extraña la conducta consecuente del primer mandatario al corregir tremendo desaguisado. Porque el presidente Boric es un lector, lee poesía en sus discursos y pertenece al partido de los lectores, a los que aman las Artes.
De hecho, en su última cuenta pública propicia la democratización de la Cultura, donde -por dar un ejemplo-, se debiera entender como que los escritores debieran decidir las políticas de lectura y los libros; donde debieran elegir a los mejores, a los premios nacionales; donde debieran tener un apoyo concreto para publicar sus trabajos en miles de libros con transferencias corrientes, no sujetos a concursabilidad como sucede hasta el día de hoy. Las asignaciones directas que alcanzan a 22 mil millones de pesos, solo las gozan algunos privilegiados y solo un par de gremios, que, en rigor, reciben migajas de ese monto que no alcanzan para su desarrollo institucional. Menos, para publicar o hacer exposiciones.
Chile tiene la oportunidad de rescatar el Estado Cultural de Aguirre Cerda y Allende y empezar ahora -no al final de este gobierno- para alcanzar el 1% del erario nacional para las Artes, la Cultura y los Patrimonios prometido en la última cuenta pública.
Ahora es tiempo para redefinir el viaje a Itaca – a Frankfurt, habría que decir- y crear las condiciones para que los trabajadores de la cultura decidan sus propios destinos; apostar al protagonismo de los territorios y sus organizaciones sociales que hacen teatro, bailan, tejen, bordan y cantan; y, a las pequeñas y medianas empresas culturales, medios de comunicación del sector, editoriales, teatros, productoras, que se les abandona de inversiones directas.
Es hora de escuchar a los trabajadores del propio Mincap que llevan un mes de huelga, donde alertan de la inadecuada entelequia institucional, del final anunciado por Aristóteles en la “Poética”, donde todos mueren al final en busca de la catarsis.
Sin embargo, la ocasión está sucediendo ahora con la conmemoración de los 50 años del golpe militar, por obra y gracia de los propios chilenos, más que del mismo ministerio. Deben ser cientos de iniciativas autogestionadas en los territorios.
Por dar solo un ejemplo, entre los meses de agosto y septiembre, en el Barrio Yungay, su Junta de Vecinos, junto a más de una cincuentena de escritoras y escritores de Letras de Chile y de la Sociedad de Escritores de Chile, organizarán una jornada bajo la iniciativa de Literatura en casa “50 años de Memoria”- de hecho, es la cuarta- en un periplo por una decena de casas del barrio patrimonial. Será un momento de encuentro entre vecinos y artistas que leerán sus cuentos, poemas y textos.
Mientras tanto, en la ciudad gótica, las malas noticias no terminan. Circula una gran preocupación en los ámbitos artísticos por el retraso de la apertura y publicación de la convocatoria del Premio Nacional de Artes Plásticas 2023 por parte del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. No se oye padre y nadie sabe nada.
¿Viene un nuevo frente de heladas o una vaguada costera?
Pirandello escribió su primer cuento “Amores sin amor” que marcó su vida. Esperemos que no sea un graznido de su pájaro de mal agüero. Mejor sería insistir pirandellamente en el errar en busca de un autor que cambie el rumbo a las decisiones en las Artes y la Cultura.
Chile necesita tener un sitial de honor en Frankfurt, como así también necesita del ancho de las alamedas para las nuevas canciones, los estrenos de obras teatrales y de las danzas, espacios luminosos para las artes visuales y una extensa geografía de cientos de bibliotecas, para aprender a abrazar las diferencias y avanzar a un Estado social y democrático: Un Estado Cultural. Un cambio civilizatorio, con todas y todos.
2 comments
Muy buen artículo y muy malas decisiones a nivel de gobierno. Poner de Ministro de Cultura a un personaje del mundo de la TV es ir contra la corriente. El mes pasado el Ministerio de Educación de Suecia decidió terminar con la educación con medios digitales y privilegiar el libro como herramienta educativa fundamental: un libro por ramo y por alumno. Se fundamenta en un conjunto macizo de estudios cognitivos que concluyen que la educación digitalizada es perniciosa.
Muy bien Felipe. Absolutamente en la línea de lo que tanto hemos conversado y presentado a través de Letras de Chile!! Da pena tener que criticar tanto pero mucho peor es quedarse callado!!!