El gobierno del Presidente Boric enfrenta una sistemática ofensiva de la derecha que se propone aislarlo, debilitarlo y desacreditar su capacidad de conducción del país y, en la medida de lo posible, alentar un mayor fraccionamiento de la centro- izquierda.
Más allá del esperable juego de la política y sus trincheras, las pruebas al canto se acumulan y densifican en la víspera de próximas contiendas electorales ya cumplida la primera mitad del actual período presidencial.
El registro de esta evidencia puede resultar fatigoso por lo reiterativo. Sin embargo, no es ocioso constatarlo desde sus orígenes, con un respaldo mediático que apuesta a ignorar las precarias condiciones políticas, económicas y sociales en que la administración de Sebastián Piñera entregó el gobierno del país.
Aquel bulto que pretende escabullir convenientemente la actual oposición, lo registraba la misma prensa que hoy fustiga al gobierno que heredó aquella desastrosa gestión. A pocos meses de explotar masivamente el hoy vilipendiado estallido social, “La Tercera”, advertía en su editorial (14 de junio de 2019): “El segundo cambio de gabinete que ha llevado a cabo el Presidente de la República estuvo precedido de una inusual tensión y ansiedad, debido a lo mucho que se había dilatado. Se habían generado por lo mismo expectativas de que podría haber ajustes de fondo en el equipo político y la conducción económica, pero en cambio el Mandatario optó fundamentalmente por un diseño basado en enroques y el regreso de algunas figuras de su primer gobierno, dejando intactos ministerios claves. De esa forma, se trató de un cambio sin mayor alcance que si bien puede ayudar a superar algunos problemas puntuales de gestión, hace más difícil advertir el inicio de una nueva etapa”
Nadie niega hoy la prioridad y desafío nacional que exige el combate a la delincuencia y el crimen organizado, que el actual gobierno ha enfrentado en su despliegue amenazante con una robustecida legislación para combatirlos y la asignación de mayores recursos, con resultados a la vista que, ciertamente, no bastan para garantizar su derrota o desaparición.
Al mismo tiempo, la expansión de aquella amenazante delincuencia de nuevo tipo, cuyas responsabilidades originarias la derecha pretende atribuirlas a debilidades de gestión del actual gobierno se sostiene en una gran falacia. Está suficientemente acreditado que el incremento exponencial de aquellos delitos tiene buena parte de su origen en la desbocada inmigración a partir del episodio de Cúcuta y de la promulgación de la “Visa de Responsabilidad Democrática”, dictada por el gobierno de Piñera, con las consecuencias que conocemos y lamentamos.
A este respecto cabe consignar lo destacado por la prensa nacional durante los últimos años: «Vamos a seguir recibiendo venezolanos en Chile» indicaba Sebastián Piñera, mientras criticaba a un régimen que «niega la ayuda humanitaria a su propio pueblo». Declaraciones que tiempo después volvieron como un búmeran. Más de 13 mil personas ingresaron en 2020 al país que el entonces Mandatario describió como un «oasis«, especialmente en la Región de Tarapacá y Antofagasta”. (El Diario de Antofagasta, 2 Febrero 2021).
“Meses después, miles de venezolanos respondieron a su llamado ingresando al país con la esperanza de una nueva vida, pero se encontraron pernoctando en las calles y plazas de ciudades como Antofagasta. Pero además de personas en extrema pobreza, también respondieron a la invitación de Piñera peligrosos delincuentes, incluyendo a un sujeto apodado como «Estrella», líder del Tren de Aragua, quien ingresó a Chile por un paso habilitado y en 2019 el Gobierno de la época le renovó su visa. Actualmente está en la cárcel, según confirmó Ministerio del Interior”. (El Diario de Antofagasta, 4 Agosto, 2022).
En otras páginas de la prensa nacional, abundan reflexiones lamentando aquel gran desborde de las fronteras abiertas generosamente por Piñera. Y, ciertamente, no provenían de sectores opositores a su gestión, sino de medios afines a la derecha. Valga esta pequeña referencia que acentuó en su momento el digital “Ex Ante”: “A dos años de la participación de Piñera en Cúcuta – un grave error de su gobierno, cuyos costos le siguen penando-, Ex-Ante reproduce como se tomó la decisión ignorando las alertas que anticipaban un fracaso, la información errada que le proporcionó el Presidente de Colombia para embarcarlo, las tensas horas en la frontera con Venezuela, su áspera recriminación a Guaidó y los altos costos que pagó después por la iniciativa”.(Ex-Ante, 20-feb-2021).
Registremos una última cita a una respuesta del académico Matías Garretón en una entrevista publicada por el vespertino “La Segunda”: “antes en Chile había un acuerdo tácito que a Carabineros no se le disparaba. Ahora, en cambio, Carabineros está atemorizado de hacer allanamientos porque saben que si se encuentran con una banda liderada por venezolanos los agarran a balazos. Son las primeras etapas de cambio de las organizaciones criminales de pequeña escala al crimen organizado transnacional. Y ese cambio está determinado por la diversificación de los mercados ilegales. En la post pandemia hubo una pérdida de control brutal”. (La Segunda, 16-01-2023).
Aquella generosidad fronteriza del hoy fallecido exmandatario pasó convenientemente al olvido.Ahora, lo definitivamente insoportable para la derecha más recalcitrante es la mera existencia del actual gobierno y sus pretensiones reformistas, resistidas en concomitancia con los grandes grupos empresariales.
Pareciera suficiente el acostumbramiento al fuego mediático desde las editoriales cotidianas del decano “El Mercurio” y a los titulares estruendosos de “La Segunda”.
Y así abundan suficientes guindas para aquella torta, como la del elocuente Carlos Larraín (RN) durante la campaña de elección interna de su partido: “Yo creo que al Gobierno hay que apretarlo hasta hacerlo gritar. En el lanzamiento de la lista de Gatica, Larraín incluso acusó a la izquierda extrema de estar preparando un golpe para quedarse con el poder”. (La Segunda,18-8-2023).
Acentuando las descalificaciones personales en contra del Presidente Boric, que lo derrotó en la última contienda electoral por llegar a La Moneda, José Antonio Kast, aporta cotidianamente lo propio: ”Un Presidente tan woke, pero tan woke, que prometió que Chile sería el paraíso progresista, y lo terminó convirtiendo en una pesadilla», lanzó el excandidato presidencial”. (Emol, 26-4-2024).
Más allá de resistir aquel fuego mediático, el desafío para el gobierno ha sido mayor elevando la asignación de recursos destinados a la seguridad ciudadana. Algo que camina de la mano con derrotar la inflación, la recuperación económica en un contexto internacional adverso y superar las grandes desigualdades sociales con un programa de reformas resistido por un parlamento con mayoría opositora. Demás está recordar la diferencia entre la estimulada inversión extranjera y la conducta reactiva de los grandes grupos económicos nacionales.
Volviendo a la prioridad por la seguridad de la población se hace bien en concentrar esfuerzos en comunas y barrios de mayor densidad delictiva, pero es necesario también orientarse prioritariamente hacia los delitos que alimentan dinámicas más “perversas”. De allí la relevancia en recursos asignados a combatir el narcotráfico, con sus derivadas en todos los niveles y a las bandas delictivas que evidencian un alto grado de “profesionalismo”.
Las furibundas críticas al accionar de la ministra del Interior ciertamente no solo apuntan a su anulación como potencial liderazgo político en la centroizquierda, además obstruyen su quehacer institucional tras el objetivo de enfrentar la delincuencia y el crimen organizado. Así, aunque no lo quieran, a fin de cuentas, sus honorables detractores terminan actuando como una suerte de “cómplices pasivos”.
Lo responsable es evaluar los resultados efectivos del quehacer institucional comprometido de los poderes del Estado y los organismos policiales en contra del crimen organizado y el narcotráfico a lo largo del territorio. En el último tiempo solo la ceguera política conveniente, animada entusiastamente por el espectáculo mediático, puede ignorar los avances en aquella prioridad ciudadana. Claro, no calza con el intento extremo de dar por fracasada la gestión del gobierno cuando se inicia un período de continuas elecciones en el país.
Por lo mismo, más allá de las evidencias, poco importó aquella respuesta del Presidente Boric a la interrogante formulada en entrevista del diario “El país” (10-marzo- 2024) sobre el tema de la seguridad: “Se han aprobado más de 30 leyes. Hemos sido el Gobierno que más legislación ha sacado adelante en materia de seguridad. Hemos fortalecido la institución de Carabineros de manera muy significativa. Hemos controlado el ingreso de migrantes desde la frontera, utilizando a las Fuerzas Armadas, y detuvimos la tendencia al alza en asesinatos. La presencia del crimen organizado, como lo hemos visto en el caso del Tren de Aragua, es una de las principales preocupaciones. Creo que estamos avanzando en una buena dirección y esos resultados se van a notar”.
No parece rentable escuchar y dialogar. Más dividendos consigue el asedio y la descalificación. Un lenguaje con modelos cercanos y lejanos a nuestras fronteras que anima el extremismo de J. A. Kast y su entorno, que continúa confundiendo a sus aliados y competidores en la derecha ansiosa por retornar a La Moneda.