Rusia enfrenta dificultades para conseguir sus objetivos en Ucrania. No se explica muy bien el hecho de ser una potencia muy superior y ver limitado el alcance de su accionar. La explicación puede encontrarse en que este dejó de ser un conflicto entre Rusia y Ucrania puesto que, en la práctica, está enfrentando a la OTAN.
A medida que avanzan los días, las dificultades que enfrenta el ejército ruso para lograr sus objetivos militares y políticos en Ucrania, se hacen más evidentes. Es muy probable que las primeras proyecciones de Moscú fueran que se trataría de una campaña con un desarrollo bastante rápido en que, tras algunos enfrentamientos, el ejército de Ucrania colapsaría. Esto no constituye una visión antojadiza a la luz de los números. El presupuesto militar de Rusia es diez veces superior al de Ucrania. Por cada soldado ucraniano, hay cuatro rusos (aunque Rusia solo ha movilizado menos de la quinta parte de sus efectivos). Por cada avión de combate de Ucrania, hay siete aviones rusos, y por cada tanque con que cuentan, hay tres rusos. Hay que insistir en que Rusia no ha declarado una movilización general, pero de todas formas existe una diferencia sustancial entre ambos. En ese contexto, cabe preguntarse por las razones que explican las dificultades de Rusia.
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Ciertamente la moral de los combatientes es una variable que tiene una gran incidencia en el resultado de un enfrentamiento. La defensa que realizó el ejército alemán de su territorio, una vez que hubo de cruzar el Rin en su retirada final durante la II GM, fue de las más enconadas del conflicto. Temiendo lo mismo por parte de Japón, EE.UU. prefirió lanzar la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki, antes de exponer a su infantería a más batallas cruentas por unos metros de territorio. Ni hablar de la propia defensa del Ejército Rojo en Stalingrado, Leningrado y Moscú ante la presión de las tropas nazis. Ejemplos como esos sobran; sin embargo, no explican completamente los resultados. A pesar de la tenacidad que en general exhiben los combatientes que defienden su hogar, quienes se encuentran en inferioridad de fuerzas y condiciones, acaban cediendo, con lo cual volvemos a la pregunta inicial: ¿por qué los rusos están enfrentando tantas dificultades para neutralizar a Ucrania?
La Guerra Proxy
Nos hemos pasado la mitad del siglo XX y lo que va de este, temiendo el estallido de la Tercera Guerra Mundial. Según las previsiones, sería la última, en tanto supondría el uso de armamento de destrucción masiva -sí, de ese que nunca se encontró en Irak-, como son las armas nucleares. Sabemos que los recursos de los grandes antagonistas de los últimos setenta años son suficientes para acabar varias veces con todo el planeta. Por esa razón, se ha supuesto siempre que ese conflicto era una hipótesis nula, un escenario imposible. Sin embargo, desde hace mucho estamos viviendo conflictos que enfrentan a los dos grandes contendientes de la escena geopolítica global, la antigua URSS, hoy Rusia, y EE.UU., en lo que se conoce como “guerras proxy” o “guerras subsidiarias”.
En este tipo de guerra se puede diferenciar el enfrentamiento interno entre distintos bandos o actores, pero que está englobado como parte de otra rivalidad entre grandes potencias o actores externos. De ese modo, sin que “la sangre llegue al río”, se producen constantes choques en que los actores, tras bambalinas, miden su poder.
Indudablemente, ese tipo de enfrentamiento posee un trasfondo ideológico vinculado a las visiones de política interna de los países y a los escenarios geopolíticos. Pero también requerimientos bastante más prácticos, como es el deshacerse de inventarios obsoletos, relacionados con la industria militar.
Las armas y su mercado
Las armas, y particularmente sus municiones (detonadores y explosivos), poseen una obsolescencia determinada. Pasado ese límite quedan en una condición llamada “de excedencia”. Mientras un fusil, un tanque, un cazabombardero o un radar, que están adecuadamente conservados, solo quedan obsoletos cuando los potenciales enemigos cuentan con modelos que tienen un mejor rendimiento, las municiones se deterioran en un tiempo objetivo y acotado. Fundamentalmente porque la estabilidad química de los explosivos utilizados se ve afectada por las condiciones ambientales de sistemas de almacenamiento que nunca son los ideales.
Esta situación, que puede llegar a ser grave en términos de la acumulación de inventarios de excedencia, encuentra un importante alivio con motivo de las guerras locales. No solo los grandes proveedore pueden exponer su oferta, sino que, además, los propios tenedores de inventarios en condición de excedencia encuentran salida para esos recursos acumulados.
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Esto lleva incluso a que cuando la alta obsolescencia de los inventarios se convierte en un problema, resulta más económico donar esas existencias, anulando el riesgo que supone su manipulación. De allí que observemos con tanta frecuencia la “generosa solidaridad” de muchos países cuando estalla un conflicto en el vecindario. Un ejemplo ha sido una de las armas estrella que, en manos ucranianas, ha tenido excelentes resultados. Se trata del lanzamisiles portátil FMG-148 Javelin que, a pesar de su aspecto moderno, comenzó su desarrollo en 1984, entrando en servicio en 1996. En un cuarto de siglo, sus sistemas de guías se han modernizado significativamente, pero las existencias de los viejos modelos han encontrado en Ucrania un lugar propicio para su realización con un notable desempeño frente a los blindados rusos. Tiene un costo unitario de US$ 178 mil y se han ocupado cerca de cinco mil unidades.
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En estricto rigor, solo el campo de batalla es la vitrina apropiada para exhibir las virtudes de los productos de la industria militar. Solo allí se encuentran las condiciones ambientales de utilización y de manejo real en condiciones de combate.
Las guerras que se dan a una escala limitada son muy atractivas para la exhibición de este tipo de mercancías. Pero cuando se trata de conflictos que esconden dimensiones globales, resultan determinantes para el futuro de esa industria y su capacidad de innovación.
Ejemplos recientes de Guerras Proxy
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Corea (1950 – 1953). El impulso por la unificación de la península llevó a la República Popular Democrática de Corea a traspasar la frontera del paralelo 38 acordada luego de la II GM. En los tres años de conflicto, se enfrentaron una coalición de 17 países, encabezados por EE.UU contra Corea del Norte, China y la URSS, que recién el año 1949 se había convertido en una potencia nuclear. En distintos momentos de la guerra, unos y otros contendientes tomaron la capital del otro bando, pero ninguno logró mantener la posición alcanzada. Junto a la partición de Berlín y el surgimiento de la RDA en 1949, fue el punto de partida de la llamada Guerra Fría. En 1951, Douglas MacArthur, comandante de la coalición, amenazó con usar armas nucleares contra China, pero fue desautorizado por Harry Truman. Luego de tres millones de muertos se firmó un armisticio entre los contendientes formales: Corea del Sur y la República Popular Democrática de Corea (Corea del Norte). Rusos, chinos y norteamericanos habían puesto soldados y casi todos los recursos disponibles, sin lograr el resultado esperado.
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Vietnam (1955 – 1975). La raíz del conflicto es la llamada Primera Guerra de Indochina, entre 1946 y 1954, en que se desarrolló la Guerra de Liberación Nacional de los vietnamitas contra la Francia colonial. Derrotados los franceses en la batalla de Diem Bien Phu, llegó EE.UU. para reemplazarlos en el intento por evitar la reunificación entre el Sur y el Norte. La presencia de “asesores” norteamericanos en el ejército del Sur, durante los primeros años de la década del sesenta, dio paso en 1964 a la intervención directa. Cerca de medio millón de norteamericanos pasaron por Vietnam y el 11% de ellos perdieron la vida. EE.UU. arrojó cerca de seis millones de toneladas de bombas; usó toda la capacidad disponible, como las bombas guiadas por láser, excepto la nuclear. Por su parte, Vietnam del Norte contó con la asistencia de la URSS y de China, con un abastecimiento ilimitado de armas de infantería, como el AK-47 soviético, considerado el mejor fusil de la época. Adicionalmente dio entrenamiento a los pilotos de aviones de combate, que utilizaron 51 aviones, entre ellos los de última generación MIG-21, que entre 1967 y 1968, derribaron 350 aviones de la USAF. A diferencia de Corea, la guerra de Vietnam tuvo un claro perdedor, EE.UU., que no pudo evitar la reunificación del país. Pero, para efectos de la Guerra Fría, se mantuvo el pulso entre las grandes potencias que se habían enfrentado con sus recursos disponibles.
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Nicaragua (1979 – 1990). Inmediatamente posterior al triunfo del FSLM, se inició el alzamiento de la contrarrevolución. Organizada y financiada por la CIA, y tomando como base la antigua Guardia Nacional Somocista, contó con el apoyo de países como Argentina y los vecinos Honduras y Costa Rica, desde los cuales se realizaban incursiones. Los Contras utilizaron métodos de guerrilla y asaltaron la economía y la administración, especialmente en el norte de Nicaragua. No buscaban tanto una improbable conquista del poder por la fuerza de las armas, como atizar el descontento popular contra el gobierno sandinista saboteando la economía y los programas sociales. Se atacaron escuelas y centros de salud, se destruyeron cultivos y se quemaron fábricas. El aporte directo de EE.UU. consistió en el minado y bloqueo de los puertos nicaragüenses, el financiamiento de “la Contra” y la provisión del armamento que debía utilizar, todo lo cual se vio interrumpido desde 1986 con el estallido del escándalo Irán-Contra. La contrapartida fue el apoyo soviético a la revolución sandinista, tanto a través de la participación de Cuba en la formación de las estructuras militares del FSLM y su apertrechamiento durante los años de la revolución, y luego de 1980 de manera directa, mediante los acuerdos entre ambos gobiernos. En 1990, un agotado FSLN perdió las elecciones.
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Afganistán (1978 – 1992). En 1978 se inicia el gobierno de Nur Mohammed Taraki, que va a enfrentar la resistencia de distintos sectores, lo cual conduce a que solicite la intervención de la URSS en apoyo del gobierno afgano, lo que desata la guerra civil. Mientras esto ocurre, se produce la crisis de los rehenes en Teherán y el gobierno norteamericano vuelve su atención al Oriente Medio. El 24 de diciembre de 1979 se produce la invasión soviética. A los pocos meses comienza la ayuda norteamericana que, entre 1980 y 1984, involucra 30 millones de dólares por año. El intento soviético de controlar un país montañoso, inaccesible y con una acendrada presencia de lógicas tribales fuera de las grandes ciudades, compromete la eficacia del esfuerzo bélico. Al mismo tiempo, la ayuda norteamericana a los muyahidines, con armas e inteligencia, limita el avance soviético. En 1985 EE.UU. entrega 250 millones en armamento, lo que duplica al año siguiente. En 1987 la ayuda conjunta de USA y Arabia Saudí alcanza los 1.260 millones de dólares. En la década de los años 80, la URSS no contaba con la inteligencia ni las capacidades logísticas necesarias para enfrentar una guerra de guerrillas en las montañas. En ellas resultaba de escasa utilidad su capacidad tecnológica en vehículos blindados, artillería y otros dispositivos. Para EE.UU. el escenario era más favorable: solo debía proveer armas a una fuerza militar con una motivación extrema, los Talibán. En febrero de 1986, Gorbachev anuncia la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán, la que culmina en febrero de 1989.
En todos estos casos, las partes en disputa están acompañadas de los recursos y disposición de las grandes potencias de la Guerra Fría. Fueron conflictos extremadamente cruentos y que, en la mayoría de los casos, se saldaron sin resolver el equilibrio de los verdaderos contendientes.
El papel de la OTAN en la guerra
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La guerra de Ucrania se ha convertido en un caso de guerra proxy. En ella están en juego los intereses de Rusia y Ucrania, y también los de EE.UU. y la UE a través de la OTAN. Estando en vigor el enfoque atlantista en las relaciones entre las potencias occidentales, antes que el paneuropeísmo, en Ucrania se juega la neutralización de Rusia como potencia global. Esto es resultado de un largo proceso que se inició incluso antes de 2014 con el golpe que derrocó a Víktor Yanukóvich, con la preparación y apoyo a las fuerzas del euromaidán.
Desde el momento en que fue derrocado Yanukóvich y el nuevo gobierno inició su acercamiento a la OTAN, esta comenzó a proveer recursos, adiestramiento y financiación al proceso. Ello se verificó en el asedio a las repúblicas populares del Donbass. En los últimos meses, previo a la invasión rusa, la estrategia adoptada por Occidente frente a la amenaza del conflicto fue incrementar el apoyo militar a Ucrania. Antes de la entrada de las tropas rusas, ya habían entregado cerca de 2.000 millones de dólares en armamento a Ucrania. Como parámetro, hay que tener en cuenta que el presupuesto militar de Ucrania del año 2020 era de 5.600 millones de dólares.
Desde el momento en que cruzaron la frontera las tropas rusas, el apoyo oficial de Occidente a Ucrania se multiplicó. Expresado en dólares, la UE + Inglaterra, han entregado a Ucrania cerca de 5.200 millones. De lo que fue inicialmente armamento ligero (fusiles de asalto, pistolas y municiones), se ha pasado a misiles, artillería y otro armamento pesado. Esto incluye helicópteros MI17, lanchas patrulleras, sistemas de radar, distintos abastecimientos militares, aviones y, probablemente, pilotos que realizan incursiones desde Polonia.
Adicional al armamento, los abastecimientos e insumos militares, EE.UU. y la OTAN están proveyendo a Ucrania de inteligencia y tecnología para la localización y fijación de objetivos, incluida la ubicación de altos mandos rusos en el teatro de operaciones.
Finalmente, y no menos importante, está el papel de las fuerzas no regulares de los ejércitos enfrentados. En el caso de Rusia, se ha recurrido a destacamentos de soldados chechenos y de Osetia del Sur, aunque, en rigor, esa intervención está amparada por acuerdos de defensa mutua entre los países. Distinto es el caso de las fuerzas que combaten del lado ucraniano. Se ha detectado la presencia de efectivos de empresas de seguridad privadas, como es el caso de Academi – Blackwaters Worldwide, Aegis Defense Services, DynCorp, Triple Canopy, entre otras. Este tipo de empresas están especializadas en todos los servicios que se requieren antes, durante y después de un despliegue militar. Logística, telecomunicaciones, asesoría a mandos, protección de personalidades o lugares, vigilancia, enlace y ciertamente también, fuerza de combate; actúan de manera autónoma o de modo complementario a las labores que el propio ejército o fuerza armada realice en esos casos.
Al igual que en las guerras de Afganistán, Irak, Libia y Siria, este tipo de fuerza ha resultado fundamental para los resultados esperados y, en el caso de Ucrania, su papel no es menor.
Efectos no buscados del conflicto
La Guerra de Corea dejó a Corea del Norte con un ejército que hoy bordea los dos millones de efectivos y que cuenta aún con muchos de los medios que en esa época se pusieron en servicio.
La retirada norteamericana que antecedió al fin de la Guerra de Vietnam dejó abandonadas en el territorio centenares de miles de toneladas de armas de distinto tipo. Muchas de ellas nutrieron la insurgencia en distintas regiones del mundo, e incluso el mercado negro de armas, especialmente los fusiles de asalto M16 norteamericanos, que los vietnamitas no conservaron, en tanto contaban con una abundante provisión de fusiles AKA, de mejor desempeño.
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La Guerra de la Contra, en Centroamérica, no solo dejó toneladas de armamento introducido por la CIA y por las mafias de la droga en la región, sino, además, una fuerza profesional preparada para el combate que recibía abundante retribución monetaria. Terminados los conflictos en Nicaragua, El Salvador y Guatemala, ese contingente quedó armado y desempleado. Ellos nutrieron la capacidad operativa de las maras centroamericanas y el crimen organizado, que desde esa época asola el subcontinente.
La Guerra de Afganistán y los medios entregados a los mujahidines en su lucha contra la ocupación soviética alimentó la insurgencia jihaidista, y bien sabemos los resultados que ha tenido. Lo mismo ocurrió más recientemente en Libia y Siria.
Actualmente, entre las fuerzas de defensa ucranianas existe una variedad amplia de organizaciones de extrema derecha o abiertamente neonazis, de la propia Ucrania o venidas de otros países de Europa para prestar apoyo. La guerra ha resultado para ellas una escuela invaluable, y les ha provisto de ilimitados medios de combate, distribuidos sin mayor control y que no tardarán en aparecer en otros países de la región.
Europa eligió un camino extremadamente peligroso, e independientemente del resultado de este conflicto, tendrá que vivir muchos años con las consecuencias de haber blanqueado a paramilitares de extremaderecha. La televisión mostró al grupo ucraniano ganador de Eurovisión, mientras hacían el saludo nazi con el brazo en alto.
¿Es esta la III GM?
Volviendo a la interrogante inicial, es claro que Rusia está teniendo más dificultades de las previstas en Ucrania. Por una parte, se han constatado errores de diseño en las operaciones, como es la relación entre infantería y blindados. Con un número insuficiente de efectivos, no es posible brindar protección a los carros y tanques. De ahí la gran efectividad de los lanzacohetes Javelin que, a pesar de ser utilizados por operadores con escasa formación que deben acercarse mucho al blanco, han resultado letales para las fuerzas rusas.
No obstante, la gran variable que explica lo farragoso del avance ruso es que ya no se trata de un enfrentamiento entre Rusia y Ucrania, en que debía imponerse la supremacía del ejército ruso, sino de una contienda entre Rusia y la OTAN.
Hasta ahora, el presupuesto de defensa de Ucrania prácticamente se ha duplicado fruto del apoyo de la OTAN, pero ese presupuesto de menos de seis mil millones debiera multiplicarse, hasta superar los veinte mil millones con el nuevo paquete de ayuda militar que está aprobando EE.UU. por un total de cuarenta mil millones de dólares.
En este contexto, la OTAN está financiando el armamento, los pertrechos y abastecimiento de las tropas, proveyendo la inteligencia necesaria y entregando los recursos que permiten la contratación de ejércitos privados, en operación, actualmente. Es un enfrentamiento entre Rusia y la OTAN, y puede escalar el último peldaño.
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Determinar si esta es o no la III GM depende de un solo factor, que es la aparición de un nuevo teatro de operaciones en Asia, que indudablemente estaría en el mar de China, en el estrecho de Taiwán.
Actualmente existe un bloque de países que respalda más o menos abiertamente las pretensiones de Rusia respecto a su seguridad, y que han rechazado las presiones de EE.UU. y la UE. Se trata de China, India, Paquistán y buena parte del continente africano. Ellos constituyen un nuevo polo de hegemonía en un mundo multipolar.
Es improbable que Rusia recurra a las armas nucleares tácticas, cuyo alcance no supera el territorio europeo, pero esa situación cambiaría si se abre un nuevo frente en contra de las pretensiones de Occidente respecto al dominio global, puesto que empujaría, probablemente, al uso de armas estratégicas por parte de la OTAN.
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Excelente analisis con documentos que retratan la actualidad de un conflicto creado como casi siempre por la egemonia pretendida por EE.UU. e involucrando a paises europeos que dependen de la enrrgia que les provee Rusis y el interes yankee por vender armas y gas. La hidtoria esta repleta de estos hechos donde afortunadamente EEE.UU pierde la pretendida hegemonia.