Resucitado en una entrevista del siempre disponible decano de la gran prensa, Jaime Ravinet, exfalangista evolucionado cómodamente a piñerista, descalificó el liderazgo de Gabriel Boric, apoyado por comunistas que “no respeten ni la ley ni la Constitución en los hechos, como sucedió en la Unidad Popular”. “Frente a ese temor, elijo el mal menor y voy a votar por Kast(JAK)”.
¿Será el paso de los años lo que traiciona la memoria del hoy adherente al nacionalista admirador de dictaduras? En rigor histórico, tres veces el PC fue proscrito e “instalado” por la fuerza represiva al margen de la ley. Y en el juego democrático no ha propiciado medios armados como los impuestos por el régimen cívico militar que olvida Ravinet. También lo hace con la conducta comunista de rechazo al intento golpista del General Roberto Viaux, durante el gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalva( algunos años después asesinado por la dictadura de Pinochet).
Mala memoria tiene Ravinet. Ejercicio ciertamente incómodo que desnuda la postura esencial del que abandonó las filas demócrata cristianas. Olvida que el 13 de septiembre de 1973 se conoció la “Carta de los 13”, entonces camaradas suyos: ”Condenamos categóricamente el derrocamiento del Presidente Constitucional de Chile, señor Salvador Allende, de cuyo gobierno, por decisión de la voluntad popular y de nuestro partido, fuimos invariables opositores. Nos inclinamos respetuosos ante el sacrificio que él hizo de su vida en defensa de la Autoridad Constitucional”.
Con el paso del tiempo, el expresidente Patricio Aylwin afirmó que aquella “Carta de los 13” había manifestado la postura democrática “acertada”, encabezada por Bernardo Leighton, histórico dirigente falangista que sufrió un criminal atentado terrorista en Roma, perpetrado por agentes de la dictadura en contra suya y de su esposa Anita Fresno.
Olvida el renacido Ravinet que previo al golpe de Estado funcionaban plenamente ambas cámaras legislativas, al punto que la de Diputados aprobó un acuerdo político contra el gobierno constitucional que serviría de “pretexto” a los golpistas. Tampoco parece recordar que el Poder Judicial ejercía sus facultades sin ninguna de las restricciones anuladoras que luego impuso la dictadura, del mismo modo que operaba plenamente la libertad de asociación política, de prensa y pensamiento.
¿También olvida que se ejercían sin restricciones los derechos de asociación sindical y gremial, incluidos los del gran empresariado? ¿Recuerda que entonces no hubo presos políticos, tampoco torturados, ejecutados, exiliados, ni detenidos desaparecidos?
¿Cuáles son las reglas del juego democrático a que aspira Ravinet apoyando la opción de JAK? ¿Y si gana Gabriel Boric, entre cuyos adherentes están los comunistas, valdrá nuevamente la receta histórica admirada por su actual abanderado presidencial?
¿Olvida que en 1988una clara mayoría nacional abrió paso al proceso de democratización del país e impidió la prolongación de la dictadura por otros ocho años? Desde entonces parte esencial del progreso democrático se ha realizado a pesar de la resistencia persistente de quienes, aferrados a sus poderosos intereses, concibieron, organizaron, instalaron, integraron y respaldaron el accionar de la dictadura durante diecisiete años.
¿Es sólo un mal ejercicio de memoria de Jaime Ravinet?