“La mentira cae por entero dentro del ámbito del lenguaje, y el lenguaje está inequívocamente construido y es cultural”.
Historia de la mentira, el oficio más antiguo del mundo.
Juan Muñoz Rengel (filósofo y escritor español, 48 años)
Para nadie resulta desnocida la historia de la Convención y su génesis. Después del acuerdo por la paz, firmado en una madrugada de noviembre de 2019, por diversos sectores políticos incluida la derecha y la no participación de algunos representantes de la izquierda tradicional, se plasmó finalmente y en forma legal con acuerdo del Congreso y el Gobierno, la realización de una consulta plebiscitaria, donde los ciudadanos estuvimos convocados a definir si queríamos una nueva Constitución y fueran solo ciudadanos los integrantes de la Convención Constitucional.
Los resultados los conocemos. Aplastante mayoría por escribir una Carta Fundamental por las manos de 155 ciudadanos.
Los derrotados, un 20%, mostraron su desazón por el contundente resultado, pero desde la diestra surgieron voces de políticos aparentemente muertos para reonovar la esperanza. ¿Cómo? Trabajando por su fracaso a como diera lugar, estando abiertas las páginas para los electos convocados a redactar la madre de todas las leyes.
El gobierno de Piñera interpuso palos en el camino para entrabar la instalación y retrasar su partida atendiendo los plazos acotados.
La conformación de los 155 escapó a los alineamientos tradicionales del espectro político. Se establecieron cuotas por género, representación de los pueblos originarios, en medio de grupos que surgieron desde la base y que no eran los conocidos de siempre.
Ese factor desconcertó a muchos expertos en materia política, incapaces de visualizar aquella diversidad propia de la sociedad civil, donde se imponía y primaba la aspiración por un cambio sustantivo. Así se percibió tempranamente un severo riesgo para las cuotas de poder asentadas en las instituciones del estado y el ámbito económico.
De los debates, contradicciones, avances y traspiés, expuestos al escrutinio público se ha ido configurando una visión ciudadana ciertamente influida por los conocidos sesgos conservadores que dominan las líneas editoriales de los principales medios de comunicación del país. Así no extraña la recuperación de los detractores del proceso en curso y su resultado final.
El mismo funcionamiento de las siete comisiones y su sistema de resoluciones ha dado pie para resaltar parcialmente las contradicciones en el desarrollo del articulado que debe resolver por mayoría de 2/3 el pleno antes de someter al pronunciamiento ciudadano aquellos contenidos para la Carta Fundamental.
En el mencionado contexto el recurso de la mentira o fake news ha sido caldo de cultivo para la minoría más conservadora que apuesta todas sus cartas a que el plebiscito de salida el 4 de septiembre de este año favorezca el rechazo.
A juicio del Rector de la Universidad Academia Humanismo Cristiano, Álvaro Ramis las estratagemas utilizadas quedan más o menos claras en el comportamiento de los enemigos o adversarios de una Carta Fundamental, elaborada en las condiciones actuales.
En un reciente artículo de Le Monde Diplomatique, describe varios grupos caracterizados por su forma de actuar.
Los rabiosos, que rompen lanzas dentro de la Convención, sembrando un discurso de odio.
Los miedosos, entre quienes incluye al grupo de “Amarillos por Chile”.
Los mezquinos que ven amenazados sus interese personales.
Los soberbios, que se oponen porque los artículos no han quedado redactados exactamente como ellos querían.
Agrega el académico a los sibilinos, temibles porque trabajan en forma subterránea en función del fracaso de la Convención.
Apunta que los enemigos de la Convención terminan siendo diversos y poderosos, incidiendo su tremenda incapacidad para sintonizar con las ansias de cambio por un país que transite en dignidad a un cambio efectivo en las actuales relaciones de poder.
Así se perfila la fase decisiva del trabajo de los 154 constituyentes navegando en una marea incierta, que bien se refleja en la atención del Presidente Gabriel Boric y su convocatoria a buscar la mayor transversalidad y amplitud posible, insistiendo en abordar el desafío mayor: “no es un proceso para nuestro gobierno, también es un error decir que la Constituyente está en función del gobierno. La constituyente está en función de los próximos 50 años de Chile«
(*) Premio Nacional de Periodismo