La presencia gitana en la literatura universal

por Karen Punaro Majluf

Si bien para muchos la cultura zíngara se hizo popular con la telenovela Romané, realizada por TVN el año 2000; la figura de esta etnia ha sido parte de la narrativa desde el siglo XVI, pasando de ser los villanos a representar la magia, belleza y seducción.

Tito Noguera confesó, tras una de las tantas repeticiones de la teleserie Romané, que jamás imaginó que interpretaría un personaje como Melquiades, el rey de la comunidad gitana que se casa con una mujer menor que no cumple con la mayor exigencia de una soltera: ser virgen. Desde conocer la cultura romaní por dentro hasta enterarse de las jerarquías con las que se manejan, dejaron al actor frente a un desafío que lo llevó a estudiar un nuevo idioma y aprender de una etnia desconocida.

Pero, ¿por qué TVN el año 2000 decidió realizar una telenovela sobre gitanos que son tratados con desconfianza por los chilenos que habitan en el pueblo de Mejillones? La razón, según afirmó Pablo Ávila, productor general de la serie, fue que se basaron en Cien años de soledad –de Gabriel García Márquez- y la influencia de los romaníes en Macondo.

Sin embargo, reducir la presencia de los gitanos a la novela del colombiano, resulta sumamente injusto, pues el pueblo ha sido protagonista y generador de historias desde el siglo XVI cuando era retratado como un personaje “marginal y marginado (..) del protagonismo literario no de la mítica aureola en que le envolverán de forma casi unánime los viajeros del Romanticismo”, explica Margarita Torrione, en su trabajo Del viajero ilustrado al viajero romántico.

El dueño de los papiros

El gitano Melquiades llega a Macondo para mostrarle al pueblo que el mundo ha evolucionado tanto, que ya no es necesario indicar las cosas con el dedo a causa de no saber su nombre. Junto con un gran trozo de hielo se dejó caer en el recién fundado villorrio, impactando sobre todo al patriarca y líder, José Arcadio Buendía. 

El gitano Melquiades llega a Macondo para mostrarle al pueblo que el mundo ha evolucionado tanto, que ya no es necesario indicar las cosas con el dedo a causa de no saber su nombre.

Melquiades es en sí un personaje complejo. Si nos referimos a su aspecto, es descrito como “un gitano corpulento de mejillas flácidas, labios marchitos, manos de gorrión y una barba montaraz”. En cuanto a su personalidad e intelecto, se habla en la novela de un hombre honrado, lúgubre y misterioso; poseedor de un aura triste; con una enorme sabiduría asiática, “que lo hacía conocer el otro lado de las cosas”.

La importancia del gitano está en que marca el que será uno de los hilos conductores de la novela de García Márquez: escribe en un idioma indescifrable los papiros que resumen la historia de los Buendía y predice el fin de la estirpe. Representa el “conocimiento” y la “memoria”, ya que es quien lleva la pócima que salva a los habitantes de Macondo de caer para siempre en el olvido a causa de la peste del insomnio; y su tribu había sido “borrada de la faz de la Tierra” por haber sobrepasado los límites del conocimiento humano, pues dominaban el lenguaje de la naturaleza.

Tras su muerte se quema mercurio en el cuarto que ocupaba en casa de los Buendía, lo que representa el “fin de su camino de perfección (…) La presencia invisible del espíritu de Melquíades quedó en la casa”. El personaje arrastra con él el conocimiento y con ello se puede asimilar con la aparición del pecado en el Edén; es decir llevó lo prohibido a Macondo.

La mujer gitana: libre y sin modales

Las gitanas, de esbelto y airoso talle, de negros y lucientes cabellos como las alas del cuervo, libres y aun desgarradas en sus palabras y modales, si bien castas de hecho, parleras, graciosas, insinuantes, bailarinas y cantadoras, tenían facilísimo acceso entre todas las clases de la sociedad diciendo en las fiestas a cada caballero un chiste y a cada señora un agradable pronóstico, rapiñando en las tiendas cuanto podían, sonsacando en las calles lo que se presentaba, prometiendo a las hidalgas pobres herencias de tíos en Indias (…)”. Así describe la presencia femenina romaní en la literatura del siglo XIX Carmen Parrilla, en su obra Procedimientos constructivos en la obrade Emilia Pardo Bazán.

Para la escritora sevillana, Blanca de los Ríos, la mujer gitana pertenece a una “raza desventurada” cuya historia personal se inicia de la mano con el crimen. La autora se inspira en las originarias de Andalucía y hace énfasis en “su pertenencia a un colectivo abandonado cruelmente por la sociedad”.

La naturaleza nómade del pueblo romaní, para Blanca de los Ríos, convierte a las mujeres de la etnia en una figura “vagabunda, siempre reprensible, (…) selvática y pervertida«. Sin embargo subclasifica a las que se han asentado en Andalucía como  féminas que han tomado rasgos de “una tradicional nobleza, a modo de sacerdotisa antigua, un tipo de gitana ‘peregrino’ y ‘poético’ (…) Alta, escuálida, demacrada, sombría, huraña, atezada, zahareña, feroz; pero rodeada de misterio, ceñida como de extraño nimbo, cercada como de siniestra aureola; respetada por los hombres, acatada por las mujeres y temida por los niños; reconcentrada y selvática es la pitonisa de la raza (…) símbolo vivo, inconsciente e ininteligible de un culto extraño, borrado de la memoria y de la conciencia de un pueblo” .

Pero sí de destacar a un autor que haya conocido y retratado al mundo zímgaro, es Federico García Lorca quien ocupa un sitial en la universalidad del tema y lo hizo a través de Romancero gitano (publicada en 1928 y cuenta con dieciocho romances). Esta obra tiene un fuerte componente social, marcado por su propia experiencia: la distancia existente entre su familia –burguesa- y la realidad del pueblo andaluz.

Romancero gitano deja en evidencia la consciencia de García Lorca, quien  siempre sintió de la distancia entre su familia burguesa y el pueblo andaluz donde se crió. Para él los gitanos, aparte de fuente de inspiración, fueron “un grupo humano que refleja la marginación, la alienación del hombre por el hombre (…) Yo seré partidario de los que no tienen nada y hasta la nada se les niega”. Así lo declaró en 1934, un par de años antes de ser fusilado a causa de su homosexualidad.

Sobre el autor, la leyenda cuenta que  su pasión siempre fue el flamenco y que si bien fue un eximio músico, la guitarra fue su instrumento preferido ya que aprendió a tocarla de la mano de dos gitanos.

Origen

Teresa Sordim José Ramón Flecha y Teodor Mircea, explican en El pueblogitano: una identidad global sin territorio que la llegada del pueblo gitano a Europa “puede explicarse como esto el resultado de la huida ante la propagación del Islam en Asia. Otros han ubicado su origen en Egipto (…) Desde 1780, los lingüistas alemanes Grellmann y Rudiger, y el británico Jacob Bryant, comprobaron científicamente cómo el Romanó, la lengua de los gitanos, poseía sus raíces en el sánscrito. Desde entonces existe una extensa aceptación (…) de que sus orígenes se encuentran en el Punjab y el Sinth, zonas situadas al noroeste de la India”.

Cualquiera sea el origen del pueblo gitano, en las Novelas Ejemplares de Miguel de Cervantes y Saavedra, el autor plantea en “La Gitanilla” un entorno de desconfianza entre la comunidad romaní y el pueblo que se siente engañado por ellos. Obra escrita a finales del siglo XVI y principios del XVII, se enmarca en una época en donde el gitano vivía al margen de la sociedad. “En literatura, los gitanos aparecen a menudo y casi siempre con carácter despectivo y la literatura cuál reflejo de la sociedad tarda mucho en desembarazarse de los tópicos”, explican Giorgia di Deorsola, Geppina Mautone y Teresa Visce.

El análisis que hace María Agustina Romero en Gitanos en San Salvador de Jujuy: exclusión desde el silencio indica que los romaníes son una “cultura que se establece por tener una tradición de migración que presenta continuamente el no-anclaje y la no-pertenencia que ha favorecido significativamente a la edificación de su identidad”.

Ese ir y venir de los gitanos los ha llevado a rebelarse ante los cánones que hacen de las sociedades estados integrados, como por ejemplo la negación a la escolaridad formal, pues para los menores la cultura tiene como referente principal a su familia, quienes se encargan de la trasmisión de valores y habilidades que necesita desarrollar para adaptarse al medio.

Parece así que Cien años de soledad reúne todo lo que es el pueblo gitano y lo que los José Arcadio Buendía ve en ellos. No por nada Melquiades es un maestro a seguir por el patriarca, quien fue capaz de arrasar con las ollas y cualquier artilugio de metal que encontrase en su casa con tal de demostrar la veracidad de la alquimia; el hijo mayor se vio seducido por una joven zíngara que lo trastornó de amor al punto de llevarlo a dejar Macondo por irse a recorrer el mundo con la tribu; fueron ellos quienes llevaron el hielo como si se tratara del más grande invento de la humanidad dejando en evidencia su enorme poder para influir en el ánimo ajeno, y demostraron que su lengua puede seguir viva a través de los siglos y aún cuando ya nadie la hable, pues los papiros con el sino de los Buendía fueron redactados en sánscrito, lengua indoeuropea cuyo nombre significa “perfecto y refinado”. 

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