Fue la propia Evelyn Matthei quien finalmente decidió no ir a primarias. Es decir, no a unas primarias de cartón piedra, como las que exploraban los dirigentes de Chile Vamos tras descubrir, tardíamente, que le entregaban una ventaja significativa al oficialismo que se apronta a realizar primarias competitivas para definir su candidato presidencial. Contra reloj, tanto la candidata como los propios dirigentes de Chile Vamos, exploraron la opción de inventar unas primarias a la medida de la exalcaldesa, que ya había sido oficialmente proclamada por los partidos de su coalición. Según el empeñoso senador Francisco Chahuán fue la propia candidata la que le solicitó renunciar a RN para participar en esas seudo primarias como independiente. Y otro tanto afirmó el humorista Checho Hirane. El senador de Evopolis, Luciano Cruz – Coke, fue más cauto admitiendo que tras ser sondeado por dirigentes de su partido, declinó formalmente su participación en esa eventual primaria. Al final, la candidata tomó la única opción razonable: hacer la pérdida para ir directamente a primera vuelta. Una decisión que oportunamente fuera comunicada al senador Francisco Chahuán (que ahora deberá solicitar su reingreso al partido). Rodolfo Carter se enteró por la prensa de la decisión.
Sin lugar a duda, una semana para el olvido de Evelyn Matthei y los dirigentes de Chile Vamos, completando un conjunto de errores y desaciertos de la candidata que no logra dar con el tono de su campaña, empeñada en rivalizar con la ultraderecha por mayor dureza en contra del gobierno. Partiendo por sus declaraciones respecto del golpe de estado de 1973 y las supuestas “muertes inevitables” en los dos primeros años del régimen militar.
Con toda razón, los dirigentes de Chile Vamos están sumamente preocupados por la marcha de la campaña. “Perfectamente podemos perder la elección”, reconoció el diputado Guillermo Ramírez, presidente de la UDI. Aunque culpan como responsables esenciales del descalabro a republicanos, libertarios y socialcristianos, que han optado por competir por la hegemonía del sector. No tan sólo a nivel presidencial sino también parlamentario.
Tanto José Antonio Kast como Johannes Kaiser deslindan toda responsabilidad, argumentado que representan otro sector de la derecha. Una que se inscribe en la corriente de ultraderecha que recorre el mundo, que se identifica con Donald Trump, Jair Bolsonaro, Bukele, Milei, Orban y Meloni, en contraste con la derecha tradicional, o “cobarde” como califican a Chile Vamos.
No son pocos los dirigentes de Chile Vamos, incluyendo a la propia Evelyn Matthei, que se resisten a reconocer lo evidente, sosteniendo que es más lo que los une, que aquello que los distancia. Cierto, los une un mismo pasado de apoyo incondicional al régimen militar. Y tanto republicanos como libertarios surgieron de una escisión del antiguo gremialismo, defendiendo los mismos intereses y compartiendo un conjunto de valores esenciales. Pero, a diferencia de la mayoría de Chile Vamos, aquella emergente ultraderecha no cree en la democracia liberal, en el valor universal de los derechos humanos, o la justicia social. “Más Bukele y menos Boric” en las palabras de José Antonio Kast.
Es esa contradicción la que impide a Evelyn Matthei imprimir un sendero a su campaña presidencial. Empeñada en disputar el electorado de derecha, no tiene propuestas para ganar el electorado moderado o de centro, como sí aspiran atraer los candidatos (as) de la centroizquierda. Pese a que Cecilia Morel, la viuda del expresidente Sebastián Piñera, la proclamara como la legitima heredera de su legado, dista mucho de seguir su huella. No tan sólo por sus orígenes (ella, la hija de un integrante de la junta militar, él de origen DC, que votara por el NO en el plebiscito de 1988) sino, muy principalmente, por sus convicciones.

Es más que dudoso que la designación del exdiputado de RN, Diego Paulsen, como generalísimo de su campaña logre dar un giro a la errática campaña desplegada hasta ahora por Matthei. Como es igualmente dudoso que los dirigentes de Chile Vamos opten por el camino de los partidos de la derecha europea, para marcar claras fronteras con la ultraderecha y se asuman una centroderecha moderna, como postulara Sebastián Piñera, recibiendo no pocas críticas de su propio sector.
El vuelco en las primarias oficialistas

A menos de 48 horas del cierre de plazo para inscripción de candidaturas a las primarias oficialistas la senadora Paulina Vodanovic resolvió bajar su postulación recientemente aprobada por unanimidad del comité central del PS. Las señales reiteradas que amenazaron, en muy corto plazo, con una desastrosa derrota de la también presidenta de su partido, afectando las pretensiones electorales de la colectividad para la próxima contienda parlamentaria, indujo a Vodanocic para renunciar a su candidatura en las primarias. Tras una natural convulsión y debate en la dirección partidaria, el comité central del Partido Socialista, en sesión de la tarde del martes 29, resolvió en forma unánime aprobar la propuesta de la presidenta del PS apoyando la candidatura de Carolina Tohá, sumándose a la proclamación ya anunciada por el PPD, Partido Radical y Partido Liberal.

Una decisión que simplifica el cuadro de candidatos a la primaria oficialista, con Carolina Tohá como postulante del socialismo democrático, en competencia abierta con el diputado Gonzalo Winter (Frente Amplio), la exministra Jeannette Jara (PC) y el diputado Jaime Mulet (Partido Regionalista Verde)
La ventaja del oficialismo al realizar primarias legales se materializará en la misma medida que convoque a una masiva participación ciudadana, próxima a los 2 millones de votantes. Las primeras señales se harán presentes dede la inscripción oficial de la(o)s postulantes en el Servel hoy día y la próxima franja televisiva.
Así se abre una nueva fase de competencia con indicadores y señales que trascenderán a las encuestas como factor indicador exclusivo de las preferencias ciudadanas. Al escenario electoral ya descrito para las derechas, queda abierta la interrogante respecto de la opción del PDC, con un debate interno que parece limitar las pretensiones de Alberto Undurrga, abriendo espacio a un eventual acuerdo de la falange con la centroizquierda para la futura contienda parlamentaria.
La elección parlamentaria
En paralelo, y tras los resultados de las primarias oficialistas, los diversos partidos y coaliciones deberán suscribir sus pactos parlamentarios. Una negociación que no se avizora fácil ni en la derecha ni en el oficialismo. Para qué decir en los partidos menores o los “independientes”, en su gran mayoría elegidos en listas de partidos que luego abandonaron. La modesta reforma del sistema político que hoy avanza en el parlamento apunta a reducir esa fragmentación extrema, como un parcial progreso para la gobernabilidad futura del país.
La prescindencia del gobierno en la campaña presidencial

Con un curioso sentido del debate democrático, la derecha ha puesto el grito en el cielo por las respuestas del gobierno frente a los múltiples ataques a su gestión formulados por la candidata de Chile Vamos. Nadie puede pretender que el gobierno guarde silencio o se omite de responder a ataques directos o afirmaciones manifiestamente falsos sobre diversas políticas públicas. Incluso es normal y forma parte del juego democrático, que cualquier gobierno, tanto en Chile como en el mundo, defienda su proyección futura. Lo que no puede hacer es poner el aparato estatal al servicio de una candidatura. O comprometer recursos públicos al servicio de una campaña. Pero nada lo inhibe para entrar el debate político, como legítimamente han hecho, tanto el presidente como algunos de sus ministros.
El presidente Boric ha sido especialmente cuidadoso de guardar plena prescindencia en la campaña de primarias que se desarrolla en el oficialismo, pese a que están involucradas dos exministras y parlamentarios.
La misma prescindencia que debe sostener durante el desarrollo de la campaña presidencial y parlamentaria. Otra cosa muy distinta es el debate de ideas. Así funcionan las democracias.