Por Luis Maira
El anuncio de la Casa Blanca de un incremento gradual de los aranceles de Estados Unidos a las exportaciones mexicanas llegando a un 25% a octubre de este año no puede ser visto como algo aislado, sino como la expresión de una nueva visión de la Política Exterior de la potencia del norte.
Para entenderlo es preciso recapitular la mirada del mundo de Donald Trump, por más que este no tenga una formación y conocimiento en las políticas públicas de su país
Para entenderlo es preciso recapitular la mirada del mundo de Donald Trump, por más que este no tenga una formación y conocimiento en las políticas públicas de su país, porque desde las primarias de 2016, ha mostrado ser un hombre que se apega a un conjunto de “juicios” y “prejuicios”, que luego han configurado su quehacer internacional.
Estas ideas pueden parecer débiles y equivocadas, pero su reiteración es consistente. Trump cree, a diferencia de muchos expertos de su país, que la mayoría de los países del mundo han “abusado” de Estados Unidos en las últimas décadas y que esta es una de las causas de la declinación relativa de la economía y sociedad norteamericanas. De este “abuso”, señala, se pueden encontrar casos relevantes y los dos mayores son China y México.
De este “abuso”, señala, se pueden encontrar casos relevantes y los dos mayores son China y México.
En semejante perspectiva, el Tratado de Libre Comercio con México y Canadá (NAFTA) es “el peor que se ha firmado en la historia” y una clave de bóveda para explicar el desplazamiento de centros productivos al exterior y de la pérdida de empleos calificados que estos han provocado. Para dejarlo esto en claro, Trump, en un momento crucial de su campaña viajó a México y se entrevistó con el Presidente, Enrique Peña Nieto, para advertirle, el duro periodo que se abriría desde que el entrara a la Casa Blanca. De paso, y dirigiéndose a sus adherentes más radicales, calificó a los mexicanos como delincuentes y violadores que afectan la seguridad interna de la nación, planteando, al mismo tiempo, como solución, la construcción de un muro infranqueable que abarcaría los 3.200 kilómetros de la extensa frontera con México.
De paso, y dirigiéndose a sus adherentes más radicales, calificó a los mexicanos como delincuentes y violadores que afectan la seguridad interna de la nación, planteando, al mismo tiempo, como solución, la construcción de un muro infranqueable que abarcaría los 3.200 kilómetros de la extensa frontera con México.
Estas referencias a México pasaron a ser la acción más concreta de los componentes de “racismo” y “nativismo” que caracterizaron su discurso. El tema de la migración fue presentado como la mayor amenaza al American Way of Life, precisamente, porque modificaba con componentes inapropiados la homogénea base demográfica que hizo de Estados Unidos la primera potencia del mundo.
Nuestra región emergería solo en el segundo año de la administración en torno a la crisis en Venezuela y a su decisión de terminar con la experiencia bolivariana, poniendo “todas las opciones sobre la mesa”. Con México, en cambio, la actividad fue constante.
Un juicio equivalente, aunque menos extenso, caracterizó su mirada de América Latina. Para el trato a los 20 países con los que su país comparte el mismo hemisferio, no hubo ningún diseño de política después de la Convención de Cleveland que lo nominó candidato. Por primera vez en décadas, se hizo apenas un ligero bosquejo de la futura Política Exterior, pero ni una palabra sobre el contenido de las Relaciones Interamericanas. Nuestra región emergería solo en el segundo año de la administración en torno a la crisis en Venezuela y a su decisión de terminar con la experiencia bolivariana, poniendo “todas las opciones sobre la mesa”. Con México, en cambio, la actividad fue constante. En su tercer día en la Casa Blanca anunció el término del NAFTA, que solo una avalancha de llamados telefónicos de influyentes jefes de Estado impidió ejecutar. En su lugar, abrió un duro ciclo de negociaciones con México y Canadá, en la idea de cumplir por ese medio su propósito. La complejidad de la agenda y la hábil concertación mexicano-canadiense desbarataron tal decisión y llevaron a la conclusión del llamado TEMEC (Trump puso como primera condición que debía desaparecer la sigla NAFTA), en donde una parte importante de la lógica del acuerdo anterior fue preservada.
La complejidad de la agenda y la hábil concertación mexicano-canadiense desbarataron tal decisión y llevaron a la conclusión del llamado TEMEC (Trump puso como primera condición que debía desaparecer la sigla NAFTA), en donde una parte importante de la lógica del acuerdo anterior fue preservada.
En ese mismo tiempo, sin embargo, el incremento de la inmigración indocumentada, proveniente del Triángulo del Norte centroamericano fue modificando el centro de gravedad de los vínculos al multiplicarse, a través de masivas caravanas, la búsqueda de lo que los pobres de Guatemala, Honduras y El Salvador llaman el “sueño americano”. Hasta que cualquier día un tweet de Trump redefinió el escenario y lo centró en lo económico, amenazando con aranceles a su principal socio comercial, (México y Estados Unidos habían totalizado en 2016 un intercambio comercial de 512 mil millones de dólares).
La reacción del Presidente López Obrador a su anuncio fue cautelosa y moderada, entendiendo que se iniciaba un conflicto de alto riesgo para México, del que podrían derivarse nuevos episodios inquietantes.
La reacción del Presidente López Obrador a su anuncio fue cautelosa y moderada, entendiendo que se iniciaba un conflicto de alto riesgo para México, del que podrían derivarse nuevos episodios inquietantes. La negociación producida se caracterizó por la voluntad mexicana de llegar a un acuerdo que finalmente concedió a cambio de dejar abierta la situación para medir en un plazo de 45 días la eficacia mexicana para impedir en forma drástica la llegada a la frontera norte de los migrantes centroamericanos.
La amenaza de la Casa Blanca plantea una incertidumbre al futuro del gobierno de López Obrador que en sus primeros cien días recibió una aprobación del 78% en la población consultada, pero enfrentando una compleja agenda en materia de recuperación productiva, reducción de la corrupción e incremento de la seguridad interior.
La amenaza de la Casa Blanca plantea una incertidumbre al futuro del gobierno de López Obrador que en sus primeros cien días recibió una aprobación del 78% en la población consultada, pero enfrentando una compleja agenda en materia de recuperación productiva, reducción de la corrupción e incremento de la seguridad interior. Ahora, su gobierno también ha quedado expuesto a la crítica interna de quienes sostienen que había mejores alternativas como asociarse y trabajar con los actores políticos y centros de pensamiento en los Estados de la Unión para los que el comercio bilateral y las relaciones sociales con México son indispensables. Entonces, la idea de un frente dentro de Estados Unidos más un trabajo bien articulado en su país, se puede presentar como una alternativa más eficaz para la tradicional defensa de la autonomía nacional y el ejercicio de la soberanía que han sido el sello de la Política Exterior de México.
Habrá que ver, entonces, cuánto y cómo influyen en el juego político futuro – tanto doméstico como externo –estas cambiadas relaciones bilaterales con Estados Unidos. Lo cierto es que Trump ha dado un paso más en su política de amenazas y beligerancia hacia los que, hasta ahora, eran tradicionales aliados de su país.
Lo cierto es que Trump ha dado un paso más en su política de amenazas y beligerancia hacia los que, hasta ahora, eran tradicionales aliados de su país.