Así exclamó el presidente molesto. ¡Por el respeto a la vida! ¡Por el respeto a la vida! ¡Por el respeto a la vida! ¿A la vida del ser humano, quiso decir? ¿O por respeto al dinero? ¿O por la muerte? ¿O por el pueblo?
Tiemblan los sentidos amarrados al tiempo de los códigos financieros. Prisionero zombi en la telaraña del capitalismo neoliberal. “El apagón de la sensibilidad” se desparrama atenazado por las “garras de las finanzas”. Según Berardi, “La razón ya no es más el amo de nuestro destino”.
Sólo el silencio de la desilusión. Rabia impotente. Voluntad disuelta mientras agoniza la historia.
Bajo el ruido de una ducha, ¿has escuchado madurar al silencio? ¿Y el ruido atronador de un parpadeo? ¿Y el de una lágrima mientras lucha por escapar de un ojo? ¿Y el ruido del chip de una tarjeta al deslizarse por el lector electrónico?
¿Has visto el rostro de un niño de 3 meses llorar en silencio, sin poder moverse, con los ojos fijos en los de su madre mientras su mano descansa inerte sobre un sonajero que no suena? ¿Lo has visto sonreír a pesar del sufrimiento, atravesado por una traqueostomía y una sonda nasogástrica llenas de dolor?
¡Por el silencio! ¡Por el silencio! ¡Por el silencio!
¿Has visto su esfuerzo por perseguir a penas con sus ojos el rostro de su madre que clama por 1800 millones para obtener el medicamento más caro del mundo para salvarle le vida? ¿Hay algo más conmovedor que ver sus pequeños dedos atenazando la vida con fiereza en el dedo índice de ella?
¿Qué ruido es ése ahora? El ruido de la tristeza bajo la lengua. Se mueve desgarrando la vida bajo la piel crujiente. La devora lentamente con sus colmillos sanguinolentos.
¿Has visto los grandes ojos oscuros, muy abiertos, en una cara famélica desnutrida de una niña mientras intenta con sus movimientos lentos sorber un suplemento nutritivo mientras muere de hambre en África? Ya no habla, porque para hablar se necesita energía vital. La campaña de la Unicef solicita una pequeña cantidad de dinero para salvar sus vidas. Necesitan comer hoy.
¡Por el dolor! ¡Por el dolor! ¡Por el dolor!
¡Por la inocencia!¡ Por la inocencia!¡Por la inocencia!
¿Cuánto vale la vida de un niño?¡La dictadura de las finanzas!
¡Canta hermano, ¡Canta!
“Escucha el canto del dinero. Es intensamente triste”. (Y adictivo).
¡Sí! El dinero algo tiene que ver con la vida”. Y también con la muerte.
¡Por la muerte! ¡Por la muerte! ¡Por la muerte!
Pobreza moral. “Proyección ego centrada”. Pasión narcisista de la época oscura.
¡Cierra los ojos y goza! Gasta. Evacúa. Dilapida. Ríndete. Cópula con el deseo frío y ciego del consumo mal oliente. Y lee:
“Todo se desmorona; el centro (que no existe) cede;
La anarquía se abate sobre el mundo,
se desata la marea ensangrentada, y por doquier
se anega el ritual de la inocencia;
los mejores están sin convicción, y los peores
llenos de apasionada intensidad” (William Yeats)
¿Hasta cuanto bajará Boric?
¡Por el respeto! ¡Y el gozo! De los mejores y peores.
(Referencias de la “Segunda Venida”; Neorreaccionarios, guerra civil global y el día después del Apocalipsis” Franco “Bifo” Berardi, y nuevamente un fragmento del poeta Philip Larkin “Decepciones”)