Por qué Mi amiga brillante, la historia napolitana de Elena Ferrante es considerada la mejor novela del siglo XXI.

por Karen Punaro Majluf

Fue en julio del año pasado cuando el New York Times Book Review situó en primer lugar –de una lista de 100– a esta historia que muestra la brutalidad humana durante siete décadas, en una trama protagonizada por dos mujeres, Lila y Lenú, que parten su amistad a los cinco años sin separarse nunca. 

Con una encuesta realizada 503 lectores especialistas (entre ellos escritores, autores de no ficción, poetas y críticos) fue que Mi amiga brillante (2011) resultó escogida como la mejor novela del siglo XXI; en donde además las restantes tres partes la cuatrilogía (Un mal nombre, Las deudas del cuerpo y La niña perdida) también forman parte del top 100.  A este reconocimiento se suma, para darle un misticismo a la obra, que nadie conoce realmente a su autora: Elena Ferrante. No se sabe si es una mujer o un hombre, jamás ha dado una entrevista, su rostro es una incógnita; e incluso en la serie que realizó HBO se solicitó el apoyo de quien firma la obra, recibiendo la colaboración y corrección de los guiones siempre a través de correos electrónicos. 

Ahora vale preguntarse, qué hace de esta historia, ambientada en un pueblo pobre y mafioso de la zona de Nápoles, donde la violencia, el abuso, maltrato, ignorancia, pobreza, hambre, miedo y suciedad son el entorno de la amistad de dos niñas que trasciende siete décadas aún cuando siempre la inseguridad y el deseo de ser la otra estuvo presente como un hilo conductor. 


“Lila sacudió la cabeza con escepticismo. Ella estaba tratando de comprender, ambos estábamos tratando de comprender, y comprender era algo que nos encantaba hacer”.

Las muñecas y el crimen de don Achille Carracci

Todo parte y finaliza con las muñecas de trapo que Lila lanza a través de una rejilla en la casa de don Achille, el usurero prestamista del pueblo que a la mayoría de los trabajadores los ha dejado sumidos en la pobreza. Todos lo odian, todos le temen, nadie se le enfrenta.

Una vez desaparecidas las muñecas de trapo, Lila y Lenú enfrentan al prestamista para que se las devuelva, pero él niega tenerlas y a cambio les da dinero, el que las niñas gastan en un libro; Mujercitas

La narración es en primera persona y está a cargo de Elena Greco, lo que a ratos lleva a confundir quién es la protagonista, pues Lenú vive a través de los ojos de Lila; lo que hace atractiva la historia y la narración. 

Leyendo la novela de Louisa May Alcott Lila tiene la ocurrencia de hacerse rica a través de la escritura, sin embargo es Lenú quien dedica su vida a escribir. En este punto es cuando las dos se hacen una, pues la narradora deja en claro que siente que es incapaz de tener ideas a plasmar, sino que es su amiga quien la inspira.

La férrea amistad siempre tiene una sombra sobre sí, la cual parte con el crimen de Achille. Si bien se culpa a un ex trabajador de haberlo degollado, nunca queda claro quién lo hizo y se desatan una serie de cambios en el pueblo:

– Los Solara pasan a ser los prestamistas.
– El control lo toma la matriarca de los Solara.
– Lila odia a los Solara y dedica su vida a humillarlos.

Cuando ocurre el crimen, Lila le relata a Lenú cómo murió el mafioso Carracci, haciéndolo con tal realismo que –si no fuera porque es una niña- ella podría ser la responsable. ¿Qué la incrimina? El punzón con el que siempre anda encima y que siete décadas después entregó las muñecas desaparecidas.

El lector tiene la opción de interpretar y decidir quién es el asesino: ¿Alfredo Peluso por haberlo llevado a la ruina? ¿Los Solara para hacerse con el negocio? ¿Cualquier persona del pueblo que buscaba terminar con sus deudas? ¿Lila porque aun siendo niña no soporta la usura y quiere hacer justicia por el padre de su amiga Carmela Peluso y usa la pérdida de las muñecas como una excusa para entrar en la casa?  Esta incertidumbre es lo que hace de la novela una obra actual, moderna, en donde el narrador no es un ser omnipotente.


“La sangre salió a chorros del cuello y fue a golpear contra una olla de cobre colgada en la pared. El cobre era tan brillante que la sangre parecía una mancha de tinta de la cual –según contaba Lila- con trayectoria vacilante se escurría una raya negra. El asesino –ella se inclinaba por una asesina- había entrado sin violencia, en una hora en que los niños y los muchachos estaban en la calle y los mayores, si no se encontraban en el trabajo, descansaban (…)”.

Padre e hijo iguales y distantes: todo parte de Ischia

El amor de niña, adolescente y adulta de Lenú fue Nino Sarratore: poco mayor que ella, inteligente, hijo de un trabajador de trenes con aires de poeta, quien tuvo que dejar el pueblo –junto a su familia- tras protagonizar un escándalo en donde la viuda Capuccio afirmaba ser su amante. 

Cuando la familia dejó Nápoles Lenú apenas supo de Nino, hasta que años después se encontró con la familia Sarratore en Ischia durante un verano. Ellos la acogieron como una más, sin embargo, cuando el padre de familia, ya famoso escritor, quiso abusar sexualmente de ella, el peso real de su vida la tumbó como un tsunami.

Y es que en Mi amiga brillante los hechos son reales, no existe espacio para la felicidad ni el goce. La realidad brutal se encarga de hacerse presente en cada momento.

La amistad entre Lila y Lenú se afiataba, aún cuando Lenú pensaba que Lila actuaba de manera oscura con ella y Lila deseaba vivir lo que a Lenú se le ofrecía. 

“La miré perpleja.

¿Acaso era posible? ¿Me había arrastrado con ella con la esperanza de que como castigo mis padres dejaran de enviarme a cursar el bachillerato elemental? ¿O me había llevado de vuelta volando precisamente para evitarme ese castigo? (…)”


El primer impasse violento que ambas amigas sufren es cuando Lila, ya casada, se lleva a Lenú como “acompañante” a Ischia (Un mal nombre). Ambas eran aún muy jóvenes y la experiencias comenzaban a separarlas, pero de todas maneras Lenú acepta seguirla durante el verano, ocasión en la que vuelven a encontrarse con los Sarratore.

Lenú siempre había amado a Nino, pero no se atreve a reconocerlo. Lila que detestaba a su esposo, Stefano Carracci, se enamora perdidamente de Nino y tienen un romance que termina con la vida de Lila destruida, las ilusiones de Lenú rotas y con el desenmascaramiento de Nino, quien era igual a su padre: un hombre que ni podía estar con una sola mujer y menos comprometerse.  

Nos encontramos ya en los años ‘60 y el feminismo se toma parte importante de la trama. A la violencia propia de Nápoles se suman las ideas de libertad de la mujer que chocan con las imposiciones de los fascistas y las imágenes libertarias de los comunistas; todas ideas representadas en los personajes que habitan en un mismo espacio, sin estorbarse, sino que, por el contrario, complementándose.


“Una vez hablaron del mar Nino Sarratore y su hermana Marisa, con el tono de quien consideraba normal eso de ir a la playa de vez en cuando a comer rosquillas de pimienta o anís y mariscos. Gigliola Spagnuolo también había ido. Ella, Nino, Marisa eran afortunados por tener unos padres que llevaban a sus hijos a hacer excursiones muy lejos, no solo a dar un paseo a los jardincillos delante de la parroquia. Los nuestros no eran así, les faltaba tiempo, les faltaba dinero, les faltaban ganas”.

No hay hombres buenos

En la novela de Ferrante no hay hombres buenos (excepto en esta primera parte por el padre de Lenú, Vittorio Greco) y eso hace más fuerte la amistad de las niñas, la imagen apocada de las madres frente a los padres, la dificultad para seguir estudiando que enfrentaban las jóvenes y la negación a tener y realizar sueños para toda mujer.

Estamos en los años ’50, entre la pobreza de la posguerra y el machismo imperante; pero las cosas tampoco cambian en los ’60 ni en los ’70, lo que hace que el texto sea siempre actual y permita a los lectores identificarse con historias y personajes.

Fernando Cerullo, zapatero, padre de Lila, es sumamente violento con todos sus hijos y no duda en golpear a Lila cuando ella le avisa que dará el examen de bachillerato aún cuando él no se lo permite. Aún no cumplía 11 años:


“(…) De pronto los gritos cesaron y poco después mi amiga salió despedida por la ventana, pasó por encima de mi cabeza y aterrizó en el asfalto a mis espaldas.

Me quedé boquiabierta. Fernando se asomó sin dejar de chillar amenazas horribles contra su hija. La había lanzado como un objeto (…)”.


Marcelo y Miguel Solara desde adolescentes fueron unos matones que golpeaban a hombres y mujeres, aprovechando su superioridad física y posición social. No aceptan un no como respuesta y la violencia es la forma que tienen para conseguir sus propósitos.

Donato Sarratore, si bien es educado, gentil y –a diferencia de todo hombre de su época- ayuda a su mujer con las tareas de la casa y los niños; es infiel y abusador siendo Lenú su víctima.

Nino Sarratore dice ser todo lo contrario a su padre, sin embargo su comportamiento es el mismo. No solo abandona a Lila cuando queda embarazada, también lo hace con compañeras de la universidad, con la mujer que se casa y con Lenú. Para él la fidelidad no es una palabra que pueda hacer real. 

El medio español Público.es analiza la obra, afirmando que “La amiga estupenda es fiel a la época en la que transcurren los hechos que se narran, un tiempo en el que la mujer no contaba y no era respetada. Un machismo contra el que se rebelan las dos protagonistas de las novelas de Ferrante, que no están dispuestas a convertirse en sus madres pese a la reprobación de su entorno. A una, porque meses después de casarse sigue sin quedarse embarazada. A la otra, porque está empeñada en continuar su formación. Pero en una sociedad como esa, la cultura y los estudios son la única forma de escapar”. 

Finalmente Lenú si pudo continuar con sus estudios mientras que Lila, aún cuando rindió de manera exitosa los exámenes, tuvo que quedarse en la zapatería con su padre y hermanos proyectando sus sueños en su amiga.

Un episodio en el colegio da fe de cómo el machismo se hace patente desde antes de ser hombres.


“Una mañana, a la salida del colegio, Gino, el hijo del farmacéutico, me siguió por la calle y me dijo que según sus compañeros, mis pechos no eran auténticos, que me los rellenaba con guata. Hablaba y reía. También me dijo que él creía que eran auténticos y que había apostado veinte liras. Dijo entonces que, si ganaba la apuesta, se quedaría con diez liras y me daría a mí las otras diez, pero que debía demostrarle que no llevaba relleno de guata.

Aquella petición me dio mucho miedo. Como no sabía qué comportamiento adoptar, a sabiendas recurrí al tono descarado de Lila:

– Dame las diez liras.
¿Por qué, tengo razón yo?
Si.

Salió corriendo y me marché decepcionada. Pero poco después volvió a darme alcance con un compañero de su clase, un chico delgadísimo cuy nombre no recuerdo, que lucía una pelusilla oscura en el labio. Gino me dijo:

Él también debe estar presente, sino, los otros no creerán que he ganado.

Recurrí otra vez al tono de Lila:

Antes quiero el dinero.
No llevo guata.
¿Y si llevas guata?

Me dio las diez liras y los tres subimos en silencio hasta el último piso de un edificio. A pocos metros de los jardincillos. Allí, al lado de una puertecita de hierro que daba a la terraza, adornada de forma nítida por delicados segmentos luminosos, me subí la camiseta y les enseñé los pechos. (…)”


No se trata de “culpar” a los hombres, pues ellos también están inmersos en un mundo patriarcal que no les permite ceder ni adaptarse, lo que los limita a ser brutos y violentos, más allá de si tienen educación o dinero. 

Tras enumerar lo que hace de Mi amiga brillante una gran novela (digna de estar entre las cien mejores del siglo XXI) vale mencionar, a modo resumen, que la “magia” se logra porque no se ve el engranaje; cada detalle está narrado de manera tan precisa que no sobran personajes; porque las historias son completamente creíbles y permiten la identificación con uno o más personajes; y es tan cercana la prosa que es posible pensar que Elena Ferrante es Elena Greco y que más que una novela se trata de una autobiografía. 

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1 comment

Ximena Miranda marzo 8, 2025 - 3:41 am

Leí Mi amiga brillante, y senti avidez por leer la zaga completa . Refleja tan bien una época, en el mundo popular, que traspasa latitudes, donde con mucha dificultad, podías superar los roles asignados socialmente, que Lena y Lila representan tan bien, en manos de Elena Ferrante. Gracias Karen Punaro por tu análisis crítico.

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