Tencha

por Julio Sau

La notable participación de Isabel Allende Bussi en una entrevista recién concedida a CNN me ha motivado para escribir estas líneas destinadas a poner de relieve el rol fundamental que desempeñó Hortensia Bussi de Allende en un trozo decisivo de nuestra historia contemporánea, a partir del bombardeo del Palacio de La Moneda,  la digna y heroica muerte del Presidente Allende y el insólito crimen de lesa humanidad que constituyó el infamante asalto que nuestras fuerzas armadas hicieron en contra de la casa familiar de Tomás Moro en la cual vivía la pareja presidencial y en la que se  encontraba la Primera Dama al momento del ataque aéreo.

  En la desorbitada mentalidad de los militares golpistas, ella como ser humano era en ese momento un objetivo bélico a eliminar. Era el único propósito de esa “maniobra de guerra” que cualquier observador medianamente informado podría calificar como un delito frustrado de lesa humanidad. Es como si aviones o misiles rusos atacaran la casa habitación del Presidente de Ucrania, a sabiendas de que en ella solo se encontrara la esposa del Zelensky. La condena a dicho acto sería obviamente unánime y universal. Con el agregado de que, para los rusos, ellos al menos se encuentran en guerra con Ucrania.

Hortensia Bussi, Tencha para nuestro pueblo, sobrevivió, encontró la mano amiga de Felipe Herrera y gracias a ello pudo estar presente en el clandestino funeral que el poder militar decidió se le hiciera al Presidente Salvador Allende, en cuya tumba no se permitió registrar su propio nombre. La casa de Tomás Moro fue sospechosamente saqueada inmediatamente después del bombardeo y los recuerdos más apreciados por la familia Allende Bussi desaparecieron. Ni siquiera por la valorización que han adquirido tras 50 años han reaparecido hasta ahora en el mercado internacional de los botines de guerra.

En la entrevista aludida, Isabel Allende describe la llegada de Tencha y la suya a México pocos días después, gracias a la solidaridad de su gobierno y pueblo, que con la valiente y decidida conducta del Embajador Martínez Corbalá salvó la vida de Tencha, la suya, la de los demás miembros de la familia presidencial y de otros miles de chilenos. Desde entonces y hasta hoy, la amistad entre sus pueblos se ha ido consolidando hasta convertirse en un importante activo de la política exterior de ambos países.

Mujer inteligente, de gran cultura, con una sabiduría política notable y desconocida hasta entonces, Tencha aprovechó su estadía en México para profundizar sus lazos, los de Isabel y los de los dirigentes y militantes de todos los partidos políticos chilenos que llegaron (llegamos) a ese exilio, con el gobierno y su sociedad.

 Con su ejemplo personal, sutil manera de significar y representar el legado del Presidente Allende, marcó durante un periodo clave el lugar principal de la solidaridad internacional con Chile en su lucha por la democracia y el respeto a los derechos humanos, contribuyendo con enorme discreción a tejer los primeros contornos de una alianza política capaz de derrotar a la dictadura.

Tencha fue un ejemplo de la mujer del siglo XX y del proceso de la Unidad Popular. Hizo un aporte enorme y silencioso para la derrota de la dictadura, contribuyendo a que una hija suya y de Salvador Allende se convirtiera en una dirigente notable, capaz de honrar la figura de su padre, y se retiró luego a vivir con intensidad la vida familiar que la dictadura le impidió durante largos años, no sin antes haberse despedido en forma inolvidable de México presidiendo la delegación de Chile como país invitado de honor de la Feria del Libro de Guadalajara en 1999.

Ni siquiera la impresionante muestra de fervor popular que despertó su regreso al país el 24 de septiembre de 1988, doce días antes del plebiscito de recuperación de la democracia, ni el posterior reconocimiento universal de su figura despertó en ella la menor intención de convertirse en candidata presidencial, como otras viudas de Presidentes de la región.  “A su casa nomás llega, compañera Tencha” decían algunas pancartas de esa manifestación de cariño popular. Y a su casa regresó para estar con su familia……y seguir con mirada informada, vigilante y muchas veces crítica, la reconstrucción de la democracia en Chile.

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