Trump II. Más peligroso que el primero

por Jose Miguel Insulza

Estados Unidos tiene un nuevo Presidente. No completamente nuevo, porque ocupó el cargo por primera vez hasta hace cuatro años. Aunque está cerca de los 80 años de edad, tampoco es el mayor, porque esa marca corresponde a su antecesor Joe Biden. Es el segundo presidente elegido dos veces de manera no consecutiva en la historia de Estados Unidos[1]. Y ahora llega con la gran ambición de hacer historia, de cobrar cuentas por los juicios a que fue sometido y de convertir a Estados Unidos en lo que antes fue, la nación más poderosa de la tierra. 

Muchos piensan que aún lo es, pero Donald Trump no lo cree. Al contrario, condena a sus antecesores por la decadencia, el lento crecimiento económico, la pérdida de varios conflictos, la violencia callejera, los conflictos sociales, la reciente inflación y todo lo imaginable que ha ido mal en Estados Unidos; y propone reparar todo lo necesario para que el país sea grande de nuevo. 

En el comienzo de su segunda administración Trump volvió a lanzarse al ruedo con más ánimo destructor y reconstructor que en la primera. Su frase inicial fue para proclamar el inmediato inicio de una “Era Dorada” para Estados Unidos, y para ello anunció una gran cantidad de medidas, en su gran mayoría de carácter interno, aunque también hubo algunas importantes decisiones de política exterior. Al concluir el día, dio una conferencia de prensa en plena Oficina Oval, mientras firmaba numerosos decretos que mayoritariamente destruían gran parte de las medidas de Joseph Biden y, de paso, aludió a sus ambiciones geopolíticas, que llevaron a la edición digital diaria de The Economist a anunciar la llegada de una “Nueva Visión Imperial”.

Pero los cambios que Trump anuncia para volver a alcanzar la grandeza de Estados Unidos abarcan más que medidas hacia el exterior; lo que Trump intenta hacer no es recuperar a Estados Unidos de la decadencia, sino eliminar un conjunto de valores que están en la base de una sociedad democrática. Y por ello, una vez que sus reformas estén en marcha, la resistencia que sus medidas retrógradas enfrentarán será mayor que la que él parece prever. Examinemos algunas de estas contradicciones: 

1.- Donald Trump anuncia como medida prioritaria, la expulsión de inmigrantes “más grande en la historia del país”. Trump identifica a los inmigrantes como criminales o inútiles que han venido a dañar a su nación y pretende enviarlos de vuelta a sus países de origen. Anunció en su discurso inaugural que declarará la frontera sur del país “Zona de emergencia Nacional” y comenzará “el proceso de enviar a millones y millones de extranjeros criminales a los lugares de donde vinieron”. 

Desde luego hay muchos inmigrantes en ese país, pero millones de millones es una cifra exagerada, peor aún tratarlos a todos de criminales. Además, Trump puede encontrar un obstáculo para el uso de la fuerza, si quiere movilizar al Ejército, como ha dicho, lo cual es contrario a leyes dictadas hace un siglo y medio, después de la Guerra Civil. Más aún, Trump ya firmó un decreto para que no pueda inscribirse como ciudadanos a niños o niñas de padres indocumentados, que nazcan en Estados Unidos. La medida está en contra de la Enmienda 14 de la Constitución que confiere la nacionalidad estadunidense a todos los nacidos en su territorio. Y la misma enmienda, además, garantiza la protección igualitaria, prohibiendo a los estados privar a las personas de su vida, su libertad o su propiedad sin debido proceso. Conseguir el uso del Ejército, arrastrar a “millones y millones” de indocumentados a la frontera y privar de su nacionalidad a nativos de Estados Unidos, no será muy factible, salvo que Trump se salte no sólo la ley, sino también la Constitución.

Demás esta decir que la expulsión masiva es contraria a la historia de un país de inmigrantes. Basta leer las frases escritas al pie de la Estatua de la Libertad para verificar que una política nativista y anti migratoria va en contra de la historia de Estados Unidos. Nadie niega que la inmigración debe ser regulada; pero no eliminada por la violencia y el temor. 

2.- Trump alega que la economía norteamericana está en decadencia porque la apertura económica indiscriminada ha permitido a otros países que pagan más bajos salarios, producir a menor costo y exportar sus producciones a Estados Unidos dañando a los trabajadores americanos. Su ejemplo favorito es, por cierto, la industria automotriz, no sólo sometida a fuerte presión por la llegada de autos extranjeros, sino por el traslado de industria de partes y repuestos fuera del país. Su solución es aplicar tarifas compensatorias a los bienes producidos en el extranjero. Ello no sólo es económicamente discutible por su efecto inflacionario, sino que además va contra la doctrina económica que prevalece en Estados Unidos por siglos. Este es el país que ha predicado el libre comercio con todo el mundo. Efectivamente tiene tarifas bajas porque cree en las ventajas de la competencia; por lo demás la economía norteamericana tiene hoy las tasas más bajas de desempleo del mundo desarrollado. 

También en este aspecto Donald Trump se aleja de la historia americana, al querer virar la nación del libre comercio a la nación proteccionista. 

3.- El otro anuncio económico de Donald Trump es aún más controversial. En medio del drama del calentamiento global y los peligros de la contaminación ambiental, Trump quiere volver a convertir a Estados Unidos en el mayor productor de combustible del mundo. Aunque ya no es cierto que el país siga teniendo mayores depósitos de petróleo que cualquier otro, Trump proclama en su discurso la necesidad de bombear todo el petróleo que se pueda comerciar (Drill, Baby, Drill) y así permitir el crecimiento de su industria motorizada. Fuera quedan los esfuerzos para avanzar hacia el uso de energías limpias. Uno de los primeros decretos del nuevo Presidente ordena el retiro de Estados Unidos de los Acuerdos de Paris; el país que más promovió la descarbonización y en el cual circulan mas vehículos eléctricos, retrocede hacia el siglo pasado, para recuperar supremacía.

4.- Una cuarta línea de ataque de Trump es la negación de la diversidad que la cultura norteamericana ha propagado por parte importante del mundo. En materia de género, el decreto de Trump es rotundo: en Estados Unidos, sólo hay dos géneros; hombre y mujer. Y “más vale que se vayan definiendo” proclamó el nuevo presidente. Pero también hay decretos que anulan cualquier discriminación positiva, sea ella por razón de raza, salud u origen. “Todos los americanos son del mismo color” es la frase que justifica un verdadero aumento de la desigualdad. Y el riesgo es que al rechazo de la diversidad provoque violencia de los grupos racistas o supremacistas que rodean al Presidente. La obispa episcopal Mariann Edgar Budde, en un oficio religioso, 24 horas después de la inauguración, pidió al nuevo Presidente piedad para todos los gays, transexuales, lesbianas, que ahora viven en el temor. Esto provocó molestia de Trump y la acusación de “progresista” que le profirió Elon Musk, a quien la prensa sorprendió haciendo un eufórico saludo nazi el día inaugural.

Feminismo, igualdad de género, diversidad, discriminación positiva, son conceptos cultivados en Estados Unidos y traspasados luego a toda la cultura occidental. Ahora los transforma en males que quiere curar en el mismo país que los forjó. 

5.- Por último, está la definición real del proyecto. Como señaló recién The Economist, Donald Trump es el primer presidente americano en más de 100 años que quiere nuevos territorios para Estados Unidos. La mención de Groenlandia, Canadá, Panamá y México como posibles áreas de expansión ha provocado una fuerte conmoción. Trump justifica su demanda de Groenlandia como una necesidad de seguridad nacional, en un Ártico en pleno deshielo; la exigencia de retorno del Canal de Panamá la explica por presencia de una empresa de Hong Kong en la gestión del Canal y por las tarifas que se cobran a sus barcos incluyendo su Marina de Guerra; la anexión de Canadá por su necesidad de expansión económica hacia el norte; y prepara acciones en territorio mexicano, declarando a los carteles grupos terroristas, lo cual justificaría su intervención. Lo más insólito es la proclamación de la colonización de Marte, dejando de lado la frase “vinimos en paz, por toda la especia humana” que depositaron los estadounidenses que alunizaron hace varias décadas. Ahora la idea es que el que conquista lo hace para sí, para crear la dominación del espacio extraterrestre. 

Un mundo convulso como el actual no puede aceptar pretensiones imperiales, más aún cuando ellas van de la mano con un debilitamiento del multilateralismo y con una amenaza de uso de la fuerza en países vecinos. En el desorden global que hoy se vive, la mayor potencia del mundo corre el riesgo de transformarse en una promotora de aventuras de fuerza y retrocesos sociales


[1] Grover Cleveland, 4 de marzo,1885 a 4 de marzo, 1889 y 4 de marzo de 1893 a 4 de marzo de 1897 fue el Presidente numero 21 y 23; Trump fue el 45 y ahora el 47. Los presidentes reelegidos ocupan un solo numero en la lista. 

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