Voy a votar apruebo, aunque el proyecto de la Convención adolece de diversas falencias y un tono discursivo verborreico.
Cristián Warnken, en su columna mercurial del 7-abril-2022, esgrimía: ”Cuando estaban a punto de tocar el cielo con un dedo, el Rechazo comenzó a crecer como la mala hierba. Sin que la derecha ni siquiera hubiera iniciado campaña alguna…”.
Warnken parece no percibir que los medios, abrumadoramente afines a la derecha, desataron una vasta campaña desde el inicio del proceso de la Convención, en expresa oposición a lo que allí se debatía y acordaba.
Al punto que han facilitado los propósitos explícitos de la derecha en orden a que una futura constitución sea una versión más moderada respecto de la “maximalista” del 80. En breve, una suerte de gatopardismo-2022.
Se sostiene que una mayoría circunstancial escribió esta Constitución, pero al menos tiene el mérito de ser mayoría, a través de en un proceso electoral legítimo y no como la dictada en 1980 por una minoría en una votación más que fraudulenta.
La derecha, conforme a sus intereses, no ha respetado a las mayorías. Durante tres décadas se resistió y escudó con mínimas modificaciones en esta Constitución del 80.
Ahora pone el grito en el cielo con la demagógica consigna de la “casa de todos”. Una que se presta para reiterados equívocos y confusiones. Valga recordar que con Pinochet y compañía se trataba de la “caza de todos” para extirpar el “cáncer marxista”.