La reciente encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), no trajo sólo muy malas noticias para el gobierno, que profundiza la caída en sus niveles de apoyo y el incremento de rechazo. También para la oposición, que no logra capitalizar ese descontento ciudadano.
Pero tal vez lo más relevante es que desnuda el agudo proceso de despolitización que vive el país
Pero tal vez lo más relevante es que desnuda el agudo proceso de despolitización que vive el país, favoreciendo a las opciones populistas de la derecha, con una fuerte alza del alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín, y del senador de RN y ex alcalde de Puente Alto, José Manuel Ossandón, mientras la ex Presidenta Michelle Bachelet mantiene un expectante posicionamiento, seguida por figuras del Frente Amplio como Giorgio Jackson y Beatriz Sánchez.
La sostenida baja del gobierno en las encuestas podría atribuirse a la defraudación de las expectativas generadas por la promesa de » tiempos mejores». En especial, por la desaceleración económica que ha obligado al gobierno a un ajuste la baja en sus proyecciones de crecimiento para el presente año, desde el optimista 4 % al actual 3 o 2,7 % que proyectan los analistas económicos. Y si bien es cierto que las principales razones que explican este fenómeno pueden atribuirse a factores externos (como la guerra comercial que enfrenta a Estados Unidos con China, la volatilidad que muestra la economía mundial y la crisis económica que afecta a la región), también lo es que el gobierno no ha sido capaz de desplegar una potente agenda pro crecimiento y una política contra cíclica, que permita dinamizar el crecimiento.
Pero la desaceleración económica no parece ser la única causa de esta baja sostenida en las encuestas. Tal como lo señala la encuesta, el gobierno ha mostrado poca habilidad o destreza en materia de conducción política para viabilizar una agenda de reformas, con fuerte sello neoliberal, sin conseguir consensos mínimos con la oposición o una parte de ella.
Pero la desaceleración económica no parece ser la única causa de esta baja sostenida en las encuestas. Tal como lo señala la encuesta, el gobierno ha mostrado poca habilidad o destreza en materia de conducción política para viabilizar una agenda de reformas, con fuerte sello neoliberal, sin conseguir consensos mínimos con la oposición o una parte de ella. El gobierno no ha sabido aprovechar las manifiestas diferencias y divisiones opositoras para buscar acuerdos con sectores más proclives al diálogo y acuerdos puntuales con el gobierno.
Ello sucede, muy probablemente, por los escasos márgenes de flexibilidad de que dispone para hacer algún tipo de concesiones a sectores de la oposición. Tanto por las presiones de su propia coalición, que insiste en que se debe gobernar con ideas propias, sin asumir que no cuenta con mayorías parlamentarias, como del propio sector empresarial que demanda no desnaturalizar los proyectos con concesiones que percibe excesivas.
Tanto por las presiones de su propia coalición, que insiste en que se debe gobernar con ideas propias, sin asumir que no cuenta con mayorías parlamentarias, como del propio sector empresarial que demanda no desnaturalizar los proyectos con concesiones que percibe excesivas.
A todo lo anterior se suman los errores no forzados, como el improvisado viaje del Presidente a Cúcuta, la participación de sus hijos en el viaje a China, el mal manejo del tema de los medidores inteligentes, el impacto del asesinato de Camilo Catrillanca, con desaciertos de varios de sus ministros, que han contribuido a deteriorar la imagen del gobierno.
Por otra parte, el excesivo tiempo que tomó su proceso de instalación, dilapidando buena parte del llamado “periodo de gracia”, sin desplegar una agenda sustantiva, generó una “sequía legislativa” para luego saltar a un verdadero “frenesí”, sin prioridades claras.
Más allá del ruido mediático de Piñera, el gobierno enfrenta una agenda legislativa bastante trabada. Consiguió aprobar la idea de legislar en materia de reformas tributaria y previsional pero no tiene asegurada la aprobación de temas tan esenciales para su programa, como la reintegración tributaria, definida por el propio ejecutivo como “el corazón del proyecto”, o el tema de la administración de los nuevos aportes previsionales y el incremento de las actuales pensiones. Algo parecido sucede en el área de la salud o la educación.
El ajuste ministerial
En ese contexto se produjo el ajuste ministerial que no dejó satisfechos a moros ni cristianos, como lo demostró el berrinche de la UDI, dañada en los equilibrios internos de La Moneda. Los propios empresarios han expresado sus reservas respecto de estos ajustes, mientras El Mercurio editorializa acerca de las debilidades político – comunicacionales que manifiesta el Ejecutivo.
En ese contexto se produjo el ajuste ministerial que no dejó satisfechos a moros ni cristianos, como lo demostró el berrinche de la UDI, dañada en los equilibrios internos de La Moneda. Los propios empresarios han expresado sus reservas respecto de estos ajustes, mientras El Mercurio editorializa acerca de las debilidades político – comunicacionales que manifiesta el Ejecutivo.
La mayoría de estos ajustes o cambios se explican por evaluaciones de desempeño negativas o insuficientes de algunos de los ministros (tal sería el caso de Roberto Ampuero), o por la necesidad de sacar a algunos de los secretarios de Estado de situaciones comprometidas (como es el caso de Alfredo Moreno en relación a la Araucanía).
Sin embargo, más allá de la reanimación discursiva del mandatario, existe un cierto consenso en que este ajuste ministerial es del todo insuficiente y no apunta a resolver los problemas de conducción con evidente desgaste de su equipo político, resultando más que dudoso que contribuya a dar “un nuevo aire” al Ejecutivo, o destrabar la agenda legislativa, manteniéndose abierta la alternativa de nuevos ajustes.
Sin embargo, más allá de la reanimación discursiva del mandatario, existe un cierto consenso en que este ajuste ministerial es del todo insuficiente y no apunta a resolver los problemas de conducción con evidente desgaste de su equipo político, resultando más que dudoso que contribuya a dar “un nuevo aire” al Ejecutivo, o destrabar la agenda legislativa, manteniéndose abierta la alternativa de nuevos ajustes.
Quién capitaliza el deterioro del gobierno en las encuestas
Si la encuesta del CEP trajo malas noticias para el gobierno, no fueron mejores para la oposición que, lejos de capitalizar la caída oficial parece profundizar la crisis de confianza de la ciudadanía no tan sólo con los partidos, sino con la política en general, que aparece disociada de la gente.
En buena medida ello se explica por la dispersión y división opositora, con incapacidad no tan sólo para suscribir acuerdos (mínimos comunes) y enfrentar la agenda oficial, sino para conectar con demandas ciudadanas. Menos para plantear un proyecto de futuro.
En buena medida ello se explica por la dispersión y división opositora, con incapacidad no tan sólo para suscribir acuerdos (mínimos comunes) y enfrentar la agenda oficial, sino para conectar con demandas ciudadanas. Menos para plantear un proyecto de futuro.
Parece evidente que no existe una oposición, sino varias. Por un lado, la Democracia Cristiana, buscando perfilarse en contraste con sus antiguos aliados de la ex Nueva Mayoría, en la perspectiva de reconstruir un centro alternativo con sectores fronterizos a la izquierda y la derecha, enfatizando su disposición al diálogo y la búsqueda de acuerdos con el gobierno, pese a las reiteradas muestras de inflexibilidad mostradas por el Ejecutivo.
Parece evidente que no existe una oposición, sino varias.
Por el otro lado, sectores de la ex Nueva Mayoría intentado reconstruir o construir una unidad amplia y sin exclusiones del conjunto de la oposición, planteándose objetivos que bien pueden ser considerados como maximalistas (como la idea de rechazar la idea de legislar en materias tan sensibles como la reforma previsional, el sistema de salud o la propia reforma tributaria) sin asumir adecuadamente las diferencias y divisiones que subsisten en su interior.
Aún está el Frente Amplio, que no tan sólo mantiene diferencias con la DC o el centro político, sino también con los partidos de izquierda que integraran la ex Nueva Mayoría, privilegiando su propósito de convertirse en alternativa a los bloques históricos que dominaron la escena política los últimos años.
Estas divisiones y diferencias en el seno de la oposición, así como la crisis de confianza de la ciudadanía, obligan a los partidos a replantearse no tan sólo las formas y contenidos de una posible integración o coordinación (hay quienes plantean que ha llegado la hora de prescindir de la DC para articular un frente progresista o de izquierda, en tanto que otros sectores asumen al centro político como un terreno en disputa entre la derecha y la izquierda), sino también la manera de constituirse en un contrapunto eficaz a la agenda oficial, con capacidad de asumir las demandas ciudadanas con propuestas que den cuenta de los desafíos que enfrenta un país cada vez más acosado por el inmediatismo.
En este contexto de fragmentación opositora, la crisis que hoy vive el Partido Socialista- uno de los pocos conglomerados que “salvó los muebles” de la debacle de la Nueva Mayoría en la pasada elección – es muy grave.
En este contexto de fragmentación opositora, la crisis que hoy vive el Partido Socialista- uno de los pocos conglomerados que “salvó los muebles” de la debacle de la Nueva Mayoría en la pasada elección – es muy grave. No tan sólo por la denuncias de la disidencia por irregularidades en la reciente elección para renovar su dirección, potenciadas por un reportaje de Canal 13 denunciando malas prácticas e incluso connivencia con narcotraficantes, específicamente en la comuna de San Ramón sino, esencialmente, por la aguda polarización interna, con denuncias cruzadas y publicitadas a través de los medios de comunicación.
Sin lugar a dudas los hechos denunciados ameritan una exhaustiva investigación y medidas muy de fondo no tan sólo para erradicar malas prácticas que se arrastran de antaño, sino para despejar cualquier tipo de dudas de relaciones entre militantes socialistas y narcotraficantes.
no tan sólo para erradicar malas prácticas que se arrastran de antaño, sino para despejar cualquier tipo de dudas de relaciones entre militantes socialistas y narcotraficantes.
En las recientes elecciones socialistas se registraron poco más de 20.000 sufragios a nivel nacional y los militantes de San Ramón que efectivamente sufragaron se aproximan al 10 % de la votación. Aunque se invalidara aquella votación es más que dudoso que ello resuelva el agudo conflicto interno ya desatado públicamente. Se requiere de medidas más severas para aclarar las graves denuncias. Las crisis se saben cómo comienzan, nunca cómo terminan.
Las crisis se saben cómo comienzan, nunca cómo terminan.
Lo cierto es que la crisis que hoy vive el PS no sólo afecta al conjunto de ese partido, sino a la política en general, contribuyendo a la crisis de confianza en la que está inmersa. Algo que puede alimentar opciones populistas. Sean de izquierda o derecha.
Lo cierto es que la crisis que hoy vive el PS no sólo afecta al conjunto de ese partido, sino a la política en general, contribuyendo a la crisis de confianza en la que está inmersa. Algo que puede alimentar opciones populistas. Sean de izquierda o derecha.
Los riesgos del futuro
Es más que evidente que la división y fragmentación opositora plantean más de una interrogante a la capacidad de construir acuerdos electorales para la próxima contienda municipal y de gobernadores regionales (pese a los incentivos que ofrece el actual sistema electoral), así como construir una opción verdaderamente competitiva de cara a la elección presidencial y parlamentaria de 2021. Al decir de las encuestas y tal como lo demuestra la encuesta del CEP, “si las elecciones fuesen el próximo domingo”, muy probablemente las ganaría Joaquín Lavín.
El dato no es cómodo para toda la derecha. Desde luego para Renovación Nacional, que aspira a consolidarse como fuerza hegemónica del sector (con ayuda del gobierno). Tampoco para Andrés Allamand, que se asume como el delfín de Piñera, ni para Manuel José Ossandón, que se perfila como la opción más competitiva con que cuenta ese partido. Ciertamente no se puede despreciar el rol que jugará José Antonio Kast, como opción dura del populismo de derecha, así como Lavín representa la más light.
El dato duro de la encuesta CEP, la inquietante despolitización que vive el país, representa un desafío más que complejo, especialmente para la actual y dispersa oposición.
Afortunadamente para la oposición la elección presidencial no es el domingo próximo sino el año 2021. Tiempo abierto para enmendar algunos rumbos.
El dato duro de la encuesta CEP, la inquietante despolitización que vive el país, representa un desafío más que complejo, especialmente para la actual y dispersa oposición.