Por Rafa Ruiz Moscatelli
Desde la rebelión de Praga en los 60 se usa la primavera como metáfora para simbolizar las sublevaciones populares ante los abusos de poder. En Praga la rebeldía estudiantil y urbana se enfureció por las restricciones a la libertad política y cultural. Las primaveras árabes en Africa del Norte en los inicios del 2000 desplazaron parcial o totalmente a gobiernos autoritarios, en Túnez, Egipto y Libia. En este último a la primavera sobrevino un drama y en Egipto los militares se renovaron arrinconando a los fundamentalistas.
Desde la rebelión de Praga en los 60 se usa la primavera como metáfora para simbolizar las sublevaciones populares ante los abusos de poder.
El levantamiento, en Chile, contra los abusos de una elite perdida en su propia fiesta. El incumplimiento de promesas electorales en Bolivia y el golpe de Estado, las manifestaciones igualitaristas contra una casta política que juega con cartas marcadas en Colombia, son movilizaciones que caben en el concepto de primavera política. Expresan un florecer esperanzador ante una realidad que se hacía opresiva. Sus razones son distintas y favorecen a diferentes sectores sociales, pero estas rebeldías tienen en común a pueblos decididos a participar por su enojo y disconformidad voceando que pueden soportar, un error, hasta una humillación, un atropello. Pero no pasarán su vida soportando. Pues sería aceptar la opresión.
Sus razones son distintas y favorecen a diferentes sectores sociales, pero estas rebeldías tienen en común a pueblos decididos a participar por su enojo y disconformidad voceando que pueden soportar, un error, hasta una humillación, un atropello. Pero no pasarán su vida soportando. Pues sería aceptar la opresión.
¿Lo anterior es distinto a las movilizaciones de trabajadores en Chile y Bolivia a mediados del siglo XX? Sí. Ahora las movilizaciones buscan sacar o modificar gobiernos, vistos como ofensores y/o el obstáculo para cambiar instituciones, políticas y conductas. Las del siglo pasado eran para debilitar el poder hasta construir otro poder y otra sociedad.
Ahora las movilizaciones buscan sacar o modificar gobiernos, vistos como ofensores y/o el obstáculo para cambiar instituciones, políticas y conductas. Las del siglo pasado eran para debilitar el poder hasta construir otro poder y otra sociedad.
La situación en América del Sur no se consolida. La teoría del péndulo no tiene la regularidad que enorgullecía a sus difusores, esto descoloca a los tradicionalistas, cuando creen haber entendido, la tuerca da otra vuelta y la verdad se cae a pedazos. La constante es el pueblo en la calle. Estas rebeldías de masas constantes en América del Sur habrían provocado una sana envidia en Trotsky, Rosa de Luxemburgo y al mismo Lenin y habrían enrabiado a sus rivales políticos de izquierda como ocurrió con la Revolución Rusa que conmovió al mundo a inicios del siglo XX.
Las primaveras de hoy son apasionadas, de masas, de excesos verbales y despliegue físico, son desordenadas, anti opresivas. Liberan energía. No son razón pura.
Las primaveras de hoy son apasionadas, de masas, de excesos verbales y despliegue físico, son desordenadas, anti opresivas. Liberan energía. No son razón pura. Estamos en el siglo XXI. Son inmediatistas se saca tarjeta roja a la primera, es una opinión pública de referéndum, es instantáneo tiene las urgencias que pocas generaciones han tenido. Son reformistas y revolucionarias, depende del día, de la semana, de la correlación de fuerza, no hay estado mayor calculando, aunque lo hubiera no le hacen caso. Quieren avanzar o aguantar en su primavera política. Hay que comprender su lógica, si no, todo se deslizará hasta enterrarse en el mar. No es el apocalipsis. Cambió el mundo y en Chile hay una resistencia feroz a cambiar. Hay una capa influyente que supone que su hacer en los noventa los legitima hoy día. Menos mal que los que estuvimos en las calles en la primera línea en los sesenta, sabemos que los que hoy están en la calle son de otro siglo.
Hay que comprender su lógica, si no, todo se deslizará hasta enterrarse en el mar. No es el apocalipsis. Cambió el mundo y en Chile hay una resistencia feroz a cambiar. Hay una capa influyente que supone que su hacer en los noventa los legitima hoy día.
Ahora hay dos cambios globales que influyen en cómo se articula la política. El bipartidismo entró en crisis; es difícil representar una realidad que multiplicó sus variables. La resistencia conservadora al encajonarse en un par de ideas y creencias se encadena a practicar sus visiones con “protomesías”. La fragmentación de la vida diaria también fragmenta al ser y a su modo de ver o pensar. Los partidos autoritarios usando la verticalidad de la iglesia o de los militares para su orden interno, garantizan la circulación de los dogmas y retardan el pensamiento crítico que en cambio volvió a la sociedad en gloria y majestad.
Los partidos autoritarios usando la verticalidad de la iglesia o de los militares para su orden interno, garantizan la circulación de los dogmas y retardan el pensamiento crítico que en cambio volvió a la sociedad en gloria y majestad.
Con crítica abierta de la realidad generada en una globalización que fragmenta el empleo, incluye o excluye con algoritmos, mientras sus sostenedores palpan la debilidad de un sistema financiero concentrado al máximo en un nudo gordiano. Este, hoy, por la tecnología y por los al cambios políticos globales muestra sus grietas.
Lo que ocurre en nuestra amada Plaza Italia, hoy el día del segundo para nacional, no está aislado de la crisis de lo que resplandeció en los noventa. Hay una globalización en entredicho, rompió los equilibrios políticos del bipartidismo y se inició una etapa de multipartidismo. La globalización unilateral tiene competencia, hay más de un modelo y realidad de la misma. La financiera está al límite, surgen nuevas monedas, nuevas regiones financieras, nuevos bancos. Metafóricamente los banqueros salen a la calle. Lo ideado por Wall Street y las corporaciones es opresivo. Lo continental es el espacio natural de Chile, el pragmatismo de la teoría del oasis es asfixiante y opresor.
Lo continental es el espacio natural de Chile, el pragmatismo de la teoría del oasis es asfixiante y opresor.