Annie Ernaux, Premio Nobel. Una estética de la concisión en la narrativa de lo femenino. Por Raquel Olea.

por La Nueva Mirada

Lo primero que hay que decir es que Annie Ernaux es una gran autora. Lo interesante es que esta vez la Academia sueca, en su propósito de irse poniendo al día con las mujeres, y su disminuido lugar en el canon literario, no solo ha premiado a una de ellas, sino que ha distinguido a una escritora feminista. En la década de los setenta, en sus años de estudiante Ernaux participó en el feminismo de entonces, particularmente en la lucha por el aborto – según ha dicho en sus entrevistas-. Esto no debe sorprendernos porque en los países cultos y desarrollados, las mujeres en su mayoría aprueban y participan, en alguna medida, del feminismo, entendiendo que esta lucha histórica sirve a todas las mujeres. Hoy vemos en la lucha iniciada en Irán, como la muerte de una mujer por el simple hecho de resistir el uso del velo, desata una protesta política que disemina la resistencia a una cultura opresiva que trasciende esa circunstancia.

Con una serie de obras traducidas al español: La pasión (1992) La mujer helada (1994) La vergüenza (…) El acontecimiento (…)  Los Años (…) Perderse (2021) Los Armarios vacíos (2022), hemos tenido la oportunidad de leerla hace ya un tiempo. Descubrirla fue una experiencia de lectura que nos permite ingresar a un mundo donde el trabajo de la escritura sobrepasa e intensifica las temáticas que trata: concisa, punzante, precisa como un bisturí; sin retóricas ni decorados que distraigan la lectura del meollo de sus interrogantes,  late en su lenguaje  la búsqueda por el expresar de lo que no puede decirse fácilmente; la anécdota importa menos que el modo como se dice eso tan arraigado en zonas mentales  silenciadas, no siempre abiertas a la palabra fácil. Fuera de la tradición sentimentalizada de la literatura femenina, Ernaux construye un mundo narrativo donde la experiencia de las mujeres es central, adentrándose, sin dramatismo en una pregunta reconocible a la mayoría de su obra, ¿Como se constituye lo femenino? ¿Como una mujer llega a ser sujeto de su propia existencia? En esta pregunta podría estar contenida la frase – tan recurrente- de Simone De Beauvoir, “una mujer no nace, una mujer se hace “. Qué es lo que me hizo ser quien soy, parece ser la pregunta que late  en  La Vergüenza, que construye en este signo la marca de una experiencia que permanece, que no se borra nunca en su vida: en ella, una joven, hija de una familia pobre de  una pequeña ciudad francesa trata de encontrar en su memoria la  experiencia inicial que funciona como un destino que la acompañará para siempre,  y retornará en cada situación de extrañeza,  constituyéndola en la mujer adulta que es ahora, en el tiempo en que la  narra y hace memoria de ese momento crucial. Lo propio sucede en El Acontecimiento, narración de una joven estudiante embarazada que entonces   no desea ser madre; en su camino para abortar debe enfrentar la indolencia, la indiferencia social y la soledad afectiva frente a una situación de la que   nadie habla ni se hace cargo. La protagonista vive aquel acontecimiento   marcador en la incomprensión y el tácito castigo social. Los Años es una narración reflexiva y profunda sobre la dureza de la implacabilidad del paso del tiempo, tenemos memoria de nuestros muertos, tal como dejaremos memoria de nosotros, la unión del deseo y la memoria es indestructible, continua e imparable.  Los años que pasan es la muerte, Ernaux la enfrenta con una palabra pura, no desprovista del afecto que abre la reflexión personal de una lectura identificatoria.  En el reconocimiento de signos y marcas   indelebles en la subjetividad humana – mayoritariamente femenina-, podría   decirse de estos textos, está la voluntad de construir la “diferencia femenina”, siempre diferida, que el feminismo francés planteó en textos de teóricas tan importantes en el S XX como Monique Wittig, Julia Kristeva, Luce Irigara o Helene Cixous –entre otras-.

Annie Ernaux, entra en la memoria personal, para referir a situaciones comunes:  propias de la infancia, la adolescencia, la juventud, la edad madura u otras propias de la experiencia de vivir, como modo de analizar y conocer la propia vida que es – en gran parte- la vida de todas las mujeres:  En su escritura late el desconocimiento de un mundo ajeno, pero también el desconocimiento que el mundo tiene de lo femenino. En una estética dura, áspera quizás, el lenguaje es conciso, preciso en la elección de la palabra más densa para decir aquello que puede significar también lo indecible que pulsa en el signo lingüístico. La estructura es depuradamente ordenada para hacer de su escritura una claridad que demanda al lector a pensar y hacerse cargo de lo que lee. Ernaux se adentra en la pregunta por la feminidad. Es el modo narrativo lo que hace de su escritura una gran literatura. Ernaux busca como decir esa intimidad no nombrada, que solo puede ser referida por quien la ha vivido, pero su lenguaje no es hermético, al contrario, a veces lo es de un despiadado realismo. En ese sentido construye la diferencia femenina desconocida, en una cultura que hasta hace muy poco desoía la voz de las mujeres para nombrarse a sí mismas; las mujeres nombradas por el saber autorizado de los poderes religiosos, médicos, morales, las mantenía en una oscuridad algo ominosa; no olvidemos que se hablaba de lo femenino como “el continente oscuro”.

A sus 82 años Ernaux es extraordinariamente contemporánea, en la actualidad las mujeres han empezado a nombrarse, a nombrar su cuerpo, a escribir sus vidas desde sí mismas, abriendo los signos a la entrega de un saber hasta ahora ausente en la cultura.

 Trabajando mayoritariamente con materiales autobiográficos, se la ha señalado como precursora de lo que actualmente se ha nombrado como autoficción, es decir a partir de datos de la propia biografía ficcionalizar el mundo en personajes, hechos, situaciones y espacios que sitúen en la vida propia materiales ubicables también en la memoria colectiva.

 Ernaux nos entrega un nuevo modo de escritura realista, que fuera de lo anecdótico y la denuncia ingresa en los meandros de la subjetividad femenina.

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2 comments

Natalia noviembre 8, 2022 - 3:31 pm

Lúcida, potente, precisa. Excelente Raquel Olea

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Angela Alliende abril 8, 2023 - 1:15 am

Raquel, muy clara y precisa. Excelente .

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